Desafío (10 page)

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Authors: Alyson Noel

Tags: #Infantil y juvenil, Romántico

BOOK: Desafío
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Se mueve con cuidado, con cautela, manteniendo una amplia distancia entre nosotros, esforzándose para que no se produzca ningún contacto físico accidental.

Pero sé que es más por mí que por él. Lo que siente por mí no ha cambiado, eso está claro.

—Ah, y Jude… —le digo. Se detiene al instante, aunque se niega a darse la vuelta—. Ten mucho cuidado ahí fuera, por favor.

Asiente a modo de respuesta.

—Porque cuando las cosas se hayan asentado un poco y tengas algo de tiempo, tenemos que…

Continúa su camino hacia el pasillo sin darme siquiera la oportunidad de acabar.

Desecha mis palabras con un gesto de la mano mientras avanza por la oscuridad de la tienda hacia la luz del día y desaparece bajo el calor del sol.

Capítulo nueve

A
las siete en punto, ya he terminado de cobrar la última venta, he cerrado la puerta principal y estoy en la sala de atrás con los pies encima del escritorio, mirando el teléfono móvil. Sabine me ha dejado nada menos que nueve mensajes, y en todos ellos exige saber dónde estoy, cuándo volveré y qué explicación voy a darle por haberme saltado sus normas de una forma tan descarada.

Aunque me siento mal, no le devuelvo la llamada. Me limito a apagar el móvil, a guardarlo en el bolso, y a dejarlo todo atrás para marcharme a Summerland.

Atravieso el velo resplandeciente de suave luz dorada y aterrizo frente a las escaleras del Gran Templo del Conocimiento. Una vez más, mi esperanza es poder entrar y conseguir las respuestas que busco.

Me quedo frente a la puerta conteniendo el aliento y contemplo la maravillosa fachada cambiante que adquiere la forma de los lugares más hermosos y extraordinarios del mundo. Observo cómo el Taj Mahal se convierte en el Partenón, que a su vez se transforma en el templo del Loto, que luego da lugar a las grandes pirámides de Giza, y así sucesivamente, hasta que las puertas se abren y puedo adentrarme en el edificio. Me tomo unos instantes para admirar los alrededores y averiguar si Ava y Jude, que ya saben cómo llegar a este lugar, se encuentran aquí, pero no reconozco a nadie. Me acomodo en uno de los largos bancos de madera, entre la multitud de monjes, rabinos, sacerdotes y otros estudiosos espirituales, antes de cerrar los ojos y concentrarme en las respuestas que busco.

Mi mente regresa al momento exacto en que el café de Jude se vierte sobre el escritorio, cuando está a punto de derramarse hasta el suelo y él lo contiene con la manga. El líquido impregna el tejido y se mezcla con las fibras hasta que origina una enorme mancha, muy parecida a la que el antídoto dejó en la camisa blanca de Roman.

Una enorme mancha verde.

Una especie de impresión.

La combinación de productos químicos (la receta, por llamarlo de alguna manera) quedó inscrita de forma permanente en esas suaves fibras de algodón.

Son las sustancias químicas que, mezcladas en la proporción correcta, me llevarán a la fórmula del antídoto que necesito, lo único que permitirá que Damen y yo volvamos a tocarnos de verdad.

Aunque había pensado que todas las esperanzas de conseguir una cura habían muerto con Roman, ahora sé que no es así. Ahora sé que todavía quedan algunas.

Lo que en su momento di por perdido para siempre, ahora sobrevive en la mancha de su camisa.

La camisa que Haven me arrebató de las manos.

La camisa que debo recuperar para que Damen y yo podamos tener la oportunidad de llevar una vida normal juntos.

Respiro hondo y sustituyo la imagen de la camiseta manchada de Jude por la de la camisa de lino blanco de Roman mientras mi mente formula la pregunta: «¿Dónde está?».

Y, al instante, llega otra: «¿Y cómo puedo conseguirla?».

Sin embargo, por mucho que espero y por más veces que formulo esas preguntas, no llega ninguna respuesta.

Y ese silencio recalcitrante es en sí mismo una respuesta.

Una innegable negación de ayuda.

El mero hecho de que el templo me haya permitido entrar no significa que esté dispuesto a prestarme ayuda. Esta no es la primera vez que me ha negado las respuestas que busco.

Y al final me doy cuenta de que eso puede significar dos cosas: que me estoy metiendo en algo que no es asunto mío, lo que no tiene sentido, porque es evidente que sí lo es; o que estoy hurgando en algo que no debo saber en este momento, y quizá en ningún otro, lo que, por desgracia, sí que parece muy lógico.

Siempre hay algo que conspira contra nosotros.

Siempre hay algo que nos mantiene separados.

O Drina, que siempre me mataba, o Roman, que siempre me engañaba, o Jude, que de una forma o de otra siempre ha saboteado mis intenciones. Siempre hay algo que evita que Damen y yo seamos completamente felices.

Y no puedo evitar preguntarme si existe algún motivo.

El universo no es ni mucho menos tan caótico como parece.

Hay una razón para todo.

Mi obligación es encontrar la camisa. Mi obligación es descubrir si Haven sabe lo que me ha quitado.

¿La guarda por razones sentimentales, porque es lo que Roman llevaba puesto la noche en que murió?

¿La guarda como un recordatorio que la ayuda a mantener el resentimiento contra Jude y contra mí?

¿O sabe lo de la mancha y la promesa que encierra?

¿Ha sabido siempre lo que yo acabo de descubrir?

Lo único que sé con seguridad es que sin la ayuda de Summerland no puedo hacer otra cosa que regresar al plano terrestre y averiguar qué puedo descubrir allí.

Y estoy a punto de hacerlo cuando percibo su presencia.

Damen.

Damen está aquí.

Muy cerca.

Así que, en lugar de marcharme, cierro los ojos y le pido una última cosa a Summerland: que me guíe hasta él.

Capítulo diez

A
l momento siguiente, aparezco en el prado de tulipanes rojos y empiezo a seguir el rastro de la energía de Damen hasta la entrada del pabellón.

Me detengo justo delante de la puerta, sin saber muy bien si debería entrar o no. Al principio me parece muy raro que él haya venido aquí solo, pero luego pienso que es su forma de estar cerca de mí cuando estoy ocupada, así que asomo la cabeza al interior y veo la parte superior de su cabeza por encima del respaldo del sofá. Estoy a punto de llamarlo, de hacerle saber que estoy aquí y contarle lo que he descubierto sobre la camisa… cuando la veo.

Cuando veo la pantalla.

Y la horrible escena que muestra.

Se trata de mi vida en el sur.

Mi vida como esclava.

Ese pasado en el que era una persona indefensa, maltratada y sin esperanzas.

No obstante, este día en particular parezco muy esperanzada… teniendo en cuenta las circunstancias. Tardo un rato en entender lo que está ocurriendo, pero hay una cosa que está muy clara: me van a vender.

Me alejo de mi horrible amo para marcharme con un joven alto y esbelto con el cabello oscuro y ondulado y los ojos enmarcados por densos abanicos de pestañas. Un joven al que reconozco de inmediato
.

Damen
.

Él me compró. Me rescató. ¡Tal y como me dijo
!

Con todo… si ese es el caso, ¿por qué parezco tan triste? ¿Por qué me tiembla el labio inferior? ¿Por qué hay lágrimas en mis ojos el día en que mi verdadero amor, mi alma gemela, mi caballero de la brillante armadura, viene a salvarme de una vida de trabajos forzados
?

¿
Por qué parezco tan infeliz? Me tiemblan las piernas y mi mirada está llena de miedo. No dejo de mirar por encima del hombro mientras arrastro los pies hacia él. Es evidente que no quiero marcharme, pero ¿por qué
?

Sé que no está bien espiar a hurtadillas, soy consciente de que debería decir algo para que Damen sepa que estoy aquí, pero no lo hago. No abro la boca. Me quedo donde estoy, inmóvil y en silencio. Respiro con cuidado de no hacer ruido, porque sé qué está pasando. Esto es lo que me ha ocultado, lo que Roman y Jude me insinuaron. Lo que Haven mencionó en los aseos. Y si quiero llegar al fondo del asunto, ver la escena tal y como ocurrió, no puedo alertarlo. El hecho de que no haya percibido mi presencia dice a las claras lo ensimismado que está.

Descubro la razón de mi tristeza muy pronto. El motivo por el que he reaccionado así.

Me están separando de mi familia. De todas las personas a las que he amado. Del único apoyo que he conocido
.

El amable y adinerado hombre blanco cree que me está salvando, que está llevando a cabo un acto noble, pero basta con ver mi cara para saber que también me está arrebatando mi única fuente de felicidad
.

Mi madre solloza al fondo y mi padre permanece a su lado, alto y callado. Su mirada está cargada de dolor y preocupación, aunque nos anima a todos a ser fuertes. Me aferro a ellos, a lo único que he tenido en el mundo, con la firme decisión de grabar en mi mente su esencia, su contacto y todo lo que los caracteriza, pero no tardan en apartarme de ellos
.

Damen me agarra del brazo y tira de mí para alejarme de mi madre. De mi madre embarazada, que se rodea con los brazos el vientre hinchado que da cobijo a mi hermana nonata. Me separa de mi padre, de mi familia, del chico que hay detrás de ellos y que estira los brazos hacia mí. Las yemas de nuestros dedos se rozan en una caricia gélida y efímera justo antes de que me aparten de su lado. Mis ojos se niegan a dejar de mirarlo; lo recorren con frenesí hasta que su imagen queda grabada en mi cerebro: un chico negro flacucho con unos penetrantes ojos castaños que me revelan al instante su identidad
.

Mi amigo. Mi confidente. Mi destino. El chico al que en esta vida conozco como Jude
.


Calla

me susurra Damen al oído mientras le ordenan a mi familia que vuelva al trabajo
—.
Calla ya, por favor. Todo irá bien. Te prometo que te mantendré a salvo. Mientras estés a mi lado, nadie volverá a hacerte daño. Pero primero tienes que confiar en mí, ¿de acuerdo
?

Sin embargo, no confío en él. No puedo confiar en él. Si le importara de verdad, si es tan rico y poderoso como afirma, ¿por qué no nos compra a todos? ¿Por qué no nos mantiene unidos
?

¿
Por qué solo me lleva a mí
?

Sin embargo, antes de que pueda ver algo más, Damen corta la escena. La corta sin más y la borra, como si jamás hubiera existido.

Y así descubro lo que él entiende por «editar».

No solo evita que vea escenas desagradables, como las de mis horribles muertes. También evita que lo vea a él. No quiere arruinar la imagen de sí mismo que ha creado con tanto esmero. No quiere que vea sus actos más infames.

Como el que acabo de presenciar.

Puede que lo haya borrado, pero está grabado para siempre en mi memoria.

No me doy cuenta de que he ahogado una exclamación. No me doy cuenta de que he hecho ruido hasta que Damen se levanta del sofá de un salto con los ojos como platos y una expresión frenética, y descubre que estoy justo detrás de él.

—¡Ever! —grita con una voz cargada de pánico—. ¿Cuánto tiempo llevas ahí?

No contesto. Mi expresión responde por sí sola.

Mira primero la pantalla y luego a mí mientras introduce los dedos en su brillante cabello oscuro.

—No es lo que crees —dice con voz ronca y trémula antes de bajar los brazos a los costados—. Te juro que no es lo que parece.

—¿Por qué lo has borrado, entonces? —Lo miro con dureza. No estoy dispuesta a ceder ni un ápice—. Si no querías ocultármelo, ¿por qué lo has borrado?

—En esta historia hay mucho más. Mucho, mucho más, y yo…

—¿No confías en mí? —lo interrumpo. No quiero oír sus protestas. No cuando ambos acabamos de ver la misma escena horrible—. Después de lo que hemos pasado, después de todo lo que he compartido contigo… tú aún me ocultas cosas. —Lucho por normalizar mi respiración y me aprieto el estómago con la mano, ya que siento náuseas—. Dime, Damen, ¿hasta dónde han llegado tus… «ediciones»?

Recuerdo lo que me ha dicho Haven esta mañana en el baño y me digo que no debo caer en su trampa, que no voy a permitir que nos separe y nos venza. Pero dejo atrás esa idea de inmediato. No puedo negar lo que he visto, lo que acabo de presenciar con mis propios ojos.

—Primero esperas hasta el último momento para contarme la verdad sobre la conexión que existe entre Jude, tú y yo, ¿y ahora esto? —Niego con la cabeza. Aún no me he recuperado de lo que he visto. La chica de la imagen era mi antigua yo, pero él podría seguir siendo el mismo—. ¿Esto es una especie de jueguecito perverso? ¿Así es como disfrutas? Dime, Damen, ¿cuántas veces, en cuántas vidas, me has alejado de mi familia y mis amigos? —Me mira con expresión abatida, pero no puedo detenerme ahora—. Lo hiciste en la vida sureña, como acabamos de ver, y también lo has hecho en la que vivo ahora…

Me quedo callada, porque sé que lo que acabo de decir no es del todo justo. Fui yo quien se entretuvo en el prado por propia voluntad. Fui yo quien se quedó tan fascinada con la magia de Summerland que decidí quedarme atrás mientras el resto de mi familia seguía avanzando. Aun así, si él no me hubiera dado el elixir, quizá al final los hubiera encontrado. Es posible que ahora estuviéramos todos juntos.

Me enfadan tanto esas ideas, las imágenes que aparecen en mi mente, que no logro decidir qué es mejor: estar muerta junto a mi familia, o viva para lidiar con todo esto.

Me doy la vuelta con las piernas temblorosas y el corazón destrozado. Necesito salir de aquí y respirar aire fresco, ya que el ambiente de esta habitación me resulta irrespirable.

Oigo la voz de Damen detrás de mí. Me suplica que me detenga, que aminore el paso. Me dice que puede explicarlo todo.

Pero me niego a parar.

Me niego a detenerme.

Sigo corriendo.

Sigo adelante hasta que encuentro el camino a casa una vez más.

Capítulo once

—¿Q
ué pasa, Ever? ¿Has dejado el instituto y se te ha olvidado comentármelo?

Levanto la vista de la caja registradora, donde acabo de anotar una venta, y veo a Miles detrás de la clienta, que me mira de forma recelosa y molesta.

Me tomo un momento para dirigirle mi mejor expresión de «Ahora no» mientras cargo el pago en la tarjeta de crédito, envuelvo los libros y los CD de meditación en papel de regalo púrpura y los meto en una bolsa a juego para poder mandar a la mujer a paseo.

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