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Authors: Baltasar Gracián

Tags: #Ensayo, Filosofía

El arte de la prudencia (6 page)

BOOK: El arte de la prudencia
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89. Conócete a ti mismo.
No podrás nunca dominarte si no te comprendes a ti mismo, en inteligencia y saber, en órdenes y amores. Los espejos hacen fácil conocer tu rostro, pero no hay espejos del alma: tu único camino de conocerla es una cuidadosa reflexión sobre ti. Puedes olvidarte de la forma de tu rostro, pero nunca debes olvidarte de cómo es tu alma e interior, para poder enmendarte y mejorar faltas. Convéncete de que te hacen fuerte la cordura y ponderación en tus acciones, en tanto que la ira te esclaviza. Ten siempre bien vista la profundidad y alcance de todo.

90. El secreto de vivir mucho es vivir para el bien.
Dos cosas acaban pronto con tu vida: la necedad y la ruindad. Unos fracasaron por no saber controlarlas y otros por no querer tenerlas. Así como la virtud es de por sí un premio, el vicio es en sí mismo un castigo. Quien pronto entra en el vicio, muy pronto lo acaba el vicio, y quien desde joven entra en la virtud tendrá una larga vida. Los beneficios de tu entereza de alma los recibe tu cuerpo. Así que si vives para el bien, tendrás no sólo larga, buena e intensa vida: también en abundancia.

91. Actúa cuando estés seguro de no ser imprudente.
Quienes te miran actuar, pueden notar tu inseguridad, especialmente tus competidores, y eso no es bueno. Si haces las cosas al calor de tu pasión, luego tú mismo verás el error. Es peligroso que ejecutes acciones en momentos en que dudas si será o no prudente hacerlo. Mejor es no hacer nada. Nunca dudes de actuar con cordura: siempre camina a la luz de la razón. ¿Podrá salir bien un propósito del cual dudas desde el principio? Y si tomas una decisión marcada por una discrepancia contigo mismo, es muy posible que te conduzca a la derrota. ¿Qué otra cosa puede esperarse de lo que comenzó titubeando en la mente y contiene una mala sospecha del mismo que la dictó?

92. Es fundamental pensar todo bien.
Todo, todo. Es la primera y más alta regla que debe regir tus palabras y acciones, y pensarlo más mientras más alto sea el cargo que ocupes. Más vale un grano de cordura que muchas arrobas de intrepidez. Es la clave de avanzar a aquello que está seguro, aunque no sea tan celebrado por la gente. La reputación de persona sensata es la mejor de las famas. Para tu bien, baste satisfacer a los sensatos, cuyo voto es la piedra de toque de tus aciertos.

93. Debes atesorar un universo de virtudes.
Un hombre con todas las virtudes, vale por muchos. Se le hace muy feliz el vivir, pues será un deleite en su trato con los demás. Tendrá la variedad de virtudes que lo hará disfrutar plenamente la vida. Es un gran arte el saber lograr la plenitud de bondades. Es aquello para lo que la naturaleza preparó al hombre, dándole un conjunto de sabidurías que él debe ejercer, refinando su gusto y enriqueciendo su pensamiento.

94. Que nadie te conozca a plenitud.
Si quiere ser adorado por todos, se cuida el varón sensato de que le hurguen hasta el fondo, ya sea sus conocimientos, ya sea su valentía. Solo permite a la gente que se haga una vaga idea, pero no el conocimiento profundo. No digas a nadie hasta dónde llega tu máxima capacidad en cualquier área, pues corres el riesgo de que use lo que sabe contra ti. Nunca des lugar a que alguno tenga todo lo tuyo a su alcance, pues tendrán mayor veneración hacia ti los que no conozcan hasta dónde llega el caudal de tus recursos, por grandes que fueren.

95. Es bueno que mantengas la gente a la expectativa.
Aliméntala siempre. Promete que darás mucho, y lo mejor será que al actuar tú, la gente vea que diste mucho más. Por eso, no es bueno que lo des todo en el primer momento. Es excelente táctica saber manejar tus fuerzas, tu conocimiento, para que tengas siempre más de lo que te exige el desempeño.

96. Es importante que ponderes bien las cosas.
La ponderación es el trono de la razón y hogar de la prudencia. Pensando las cosas bien, es fácil acertar. Tenerla es como haber recibido el principal regalo del cielo, pues es altamente deseada por todos. Es tan importante la ponderación que siempre se nota cuando a alguien le falta. Lo bueno o malo de las acciones de tu vida, dependerá de si las ponderaste o no, pues todo ha de ser meditado. La clave está en que lo conviertas en una costumbre, un acto natural, que siempre te conducirá a lo certero.

97. Cómo conseguir y conservar tu reputación.
El fruto de hacer un buen nombre es la reputación. Siempre es altamente apreciada, pues nace de las inteligencias nobles, que son tan pocas como mucha es la mediocridad. Conseguida tu reputación, la conservarás con facilidad. Pero tenerla te obliga a continuar actuando de modo que crezca tu prestigio. Es una virtud en crecimiento que la gente llega a venerar porque marcha siempre hacia lo superior. Pero la reputación fundada en la verdadera sustancia y profundidad es la única perenne.

98. Controla bien la voluntad.
Quien actúa con pasión, abre a los demás las puertas de su verdadero sentir. La más inteligente conversación es la que consigue disimular tus verdaderas intenciones. Lleva riesgo de perder quien deja ver las claves con que juega. La serenidad del recatado hace pareja ideal con el cuidado del hombre previsor. El mejor discurso es de quien controla su interior. Que no sepan tus propósitos para que no les antepongan la respuesta: unos para contradecirlos y otros para querer aprovecharse de ti con falsas lisonjas.

99. Dale tanta importancia a la realidad como a la apariencia.
Las cosas no se presentan como son, sino como aparentan ser. Son pocos los que lograr descifrar lo profundo, y muchos los que se engañan con apariencias. Por eso, de nada te servirá tener razón, si no logras también aparentarla, hacerla ver.

100. Sé buen filósofo, pero no caigas en filosofar en público.
Es bueno ser un cristiano con gran cultura y ser persona de pensar profundo. Pero no que lo noten demasiado, y menos que presumas de serlo. Aunque es el más alto ejercicio de sabiduría, el filosofar es considerado cosa de gente poco confiable. El común de las personas desprecian a quien muestra mucha teoría. Séneca introdujo la filosofía en la corte de Roma, y durante algún tiempo fue aceptada, y luego expulsada por considerarla impertinencia. Nunca sufrirás este desengaño, si eres un sabio discreto y ponderado.

101. Lo que unos aprueban es burla para otros.
Todo es bueno y todo es malo, según quien lo mire. Lo que unos aman otros lo atacan. Necio serás si quieres juzgar todo sólo desde un punto de vista. Las virtudes no pueden verse sólo de una manera: son tantos los pareceres como rostros existen. No hay opinión sin oposición, ni debes dudar de tus convicciones porque haya algunos que las enfrenten. Habrá siempre gente que las respalden. Ni te dejes llevar del aplauso de los que están contigo. Mejor es saber por qué otros te enfrentan. Tu guía para saber a qué atenerte debe ser la opinión de los varones de reputación y sensatez, que reflexionan bien sobre las cosas. No te atengas a una sola opinión.

102. Muestra que siempre puedes cosechar más éxitos.
Es prudente que muestres tener capacidad para conseguir todavía más éxitos que los logrados. Que quien obtiene grandes cosas es porque grande es. No se conforma con buenos triunfos el que merece conseguir más. Lo que llena al conformista, apenas satisface a quien busca la grandeza. Hay gente de corto alcance, y cualquier logro desborda su satisfacción, pues no están hechos para retos extraordinarios. Se quedan en el intento, y con el esfuerzo se les desvanece la cabeza. Corren gran peligro en los lances, porque no los acompaña la suerte del decidido. Muestra, pues, si quieres ser varón grande, que aún te quedan horizontes qué alcanzar, y huye con especial pasión de dar la impresión de que se colmaron tus aspiraciones.

103. Ponle un sello de distinción a todo lo que hagas.
Haz que tus acciones tengan el carácter distinguido de un caballero, de un rey. Claro, esto dentro de los límites que te imponga la realidad. Para acciones elevadas hay altos pensamientos. En todas las cosas preséntate con mérito y elegancia, como si fueses un gran dignatario, que en realidad esa es la verdadera nobleza. Quien se comporte como tal, no tiene que envidiar a las personalidades notables. Los que comparten con la gente distinguida, participan de su distinción, y saben diferenciar la virtud de ser majestuoso de la vanidad del ceremonioso, conocen la distancia entre lo vacuo y lo sustancioso.

104. Elije el empleo que más se ajuste a tu vocación.
Muchos son los roles a jugar en la sociedad. Los hay que exigen gran conocimiento y habilidad. Unos requieren valentía, otros, suavidad de carácter. Suelen ser más fáciles de manejar aquellos donde puedes manifestarte como tú mismo eres, y resultan difíciles esos donde tienes que aparentar. Para los primeros, basta tener buen carácter, para los segundos no basta todo el cuidado y desvelo del mundo. Problemática ocupación la de gobernar a los hombres, y más siendo locos y necios. Doblemente duro es tener sensatez con quien no la tiene. Oficio intolerable el que te pide ser todo un hombre medido, de horas contadas y pensamiento exacto. Mejor es el oficio libre de fastidio en que puedes juntar lo ligero y lo sobrio, porque la variedad refresca y enriquece la vida.

105. No canses abundando, agrada con ser breve.
Suele ser desagradable un hombre que insiste en lo mismo y habla y habla. La brevedad agrada y consigue fácilmente lo que se busca. Gana con tu cortesía lo que pierdes por corto. Ya se ha dicho: lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y lo malo, si poco, no tan malo. Más obra lo sustancioso que lo farragoso. Es verdad reconocida que el hombre de largo verbo, raras veces es sabio. Evita empalagar a la gente, y mucho menos a las personas destacadas, que viven muy ocupadas, y sería un grave error ganarte el desprecio de ellos. Lo bien dicho se dice pronto.

106. No presumas de ser importante.
Molesta el que ostenta su dignidad o virtud. Presumir es odioso, confórmate con que te envidien. Cuanta más estimación pretendes, menos lograrás. Búscala menos y obtendrás más. La estimación viene del respeto de los demás hacia ti, y no puedes afanarte en alcanzarlo sino merecértelo, y esperar que te lo den sin pedirlo. Los cargos importantes exigen una autoridad ganada, sin la que no podrás ejercerlos. Conserva la dignidad que, para cumplir tus obligaciones, debe tener tu persona. No se la estrujes a la gente como forma de exigir que te respeten, pues se verá entonces que la dignidad no la mereces tú sino el puesto que ejerces. Es mejor que te precies de tus virtudes personales y no las de la función que tienes, pues hasta el Rey debe ser respetado más por sus virtudes personales que por su jerarquía.

107. No exhibas tu admiración por ti mismo.
Vivir descontento de ti mismo, es mediocridad, y satisfecho, es necedad. Ignorantes son casi siempre quienes exhiben su admiración hacia sí mismos. Por querer complacerse ellos de sí, viven una falsa felicidad, y los demás les pierden el respeto. Como no alcanzan las grandes virtudes, se consuelan con cualquier tonta habilidad propia. Al hombre sensato, siempre le es útil cuidarse de que le salgan bien las cosas, sin ostentación, y esta actitud humilde le sirve de compensación en caso de que salgan mal. Que no sufre desaire quien supo ser discreto. Homero duerme tranquilo en su lugar, reconocida su fama, mientras Alejandro cae, con su derrota final, por su presunción y engaño, a causa de haber ostentado su poderío. Dependen las cosas de las circunstancias, y el que sube hoy, baja mañana, y no pasará vergüenza si no hace escándalo en un caso ni en el otro. Necio y fracasado es quien de vanidad se llena.

108. Tu mejor forma de ser: saberte adaptar.
Dar buen trato es muy útil. A quien le des buen trato se acostumbrará a devolverte igual. La inteligencia y sabiduría se contagian. Procura acercarte pronto a los recién conocidos, y así conseguirás su flexibilidad, sin forzarla: es gran destreza saber adaptarse. Evadir las disputas embellece el universo y produce una armonía natural y moral. Este consejo es válido, incluso para elegir con quiénes hacer amistades, pues al conocer sus grandes diferencias contigo, sabrás buscar cuidadosamente un punto medio de armonía.

109. No seas acusador, sé compasivo.
Hay hombres de carácter violento, y casi todo lo hecho por los demás, lo ven como una falta. Condenan a unos porque hicieron y a otros porque harán. Son tan exagerados y de alma tan cruel que toman la más leve paja y la hacen crecer hasta cubrir el ojo. Siempre llenos de pasión, todo lo ponen en los extremos. La gente sensata trata de hacer lo contrario: la tranquilidad de ánimo les permite ver la parte buena en lo hecho por los demás, y en vez de ver mala intención, ven en cualquier falta ajena, sólo un inocente error.

110. No esperes a que tu esplendor decline.
Es principio de sabios, dejar las cosas antes de que las cosas los dejen. Si sabes retirarte a tiempo, harás de tu decadencia un triunfo, pues el mismo sol suele esconderse tras una nube para que no lo vean caer, y así deja en duda si se puso o no. Huye de caer en el ocaso de tu oficio, y no se burlarán de ti. No esperes a que quienes te siguen te den la espalda; les darás pena y te perderán la estimación. Sé un caballo que sabe retirarse a tiempo de la carrera, y no aguarda a que el cansancio lo derrumbe y provoque la risa en quienes lo miran. Rompe el espejo antes de perder tu belleza, y no persistas tanto hasta llegar al desengaño.

111. Bueno es que sepas hacer amigos.
Un amigo es el segundo yo. Todo amigo es bueno y sabio para su amigo. Todo sale bien entre ellos. Cada persona vale más para quienes lo quieren más. Debes ganarte la boca con el corazón; es decir, hablarán bien de ti aquellos a quienes has mostrado buen corazón. No con hechizos, sino con buen servicio, y para ganar amistad, lo mejor es ofrecer amistad. El principal valor de nuestras virtudes está en que los demás las reconozcan. Es mejor hacer amigos que enemigos. Cada día, debes conseguir un amigo, aunque no sea un gran amigo. Que muchos primero son amigos de lejos, luego de confianza, y después llegan a ser dilectos y muy estimados.

112. Gánate el afecto de los demás.
Es uno de los primeros y mayores mandatos del Creador, que supo preverlo. Por el afecto entra el concepto. Es decir, no basta tener razón en lo que dices: debe decirse con amor. Algunos confían sólo en sus argumentos, pero es difícil convencer sin darse a querer. Si eres bondadoso, los demás engrandecerán tus otras virtudes: te verán más valor, entereza, sabiduría y hasta inteligencia. Quien te ama nunca ve las fealdades, porque no las quiere ver. El trabajo duro es ganarte el amor de los otros, que luego es fácil conservarlo.

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