—¿No será tu pasión la que te hace oir cosas? Quizá en esa mujer encuentras un atractivo que va más allá del amor, es probablemente la única persona que te atrae intelectualmente.
—Las cosas que oigo no tienen que ver nada con lo intelectual.
—¿Sexo?
—Así es. Pero de una forma en que no puede ser mi subconciente quien produce esas palabras, te aseguro que jamás se me ocurriría decir tales cosas.
—¿Y piensas que a Amanda Strout si?
—No lo sé, fuera de esas cosas que escucho… o pienso, no me ha dicho nada que pueda hacerme pensar que es una especie de bestia devoradora de sacerdotes.
—¿En que circunstancias se han dado estas conversaciones?
—Hemos salido a caminar un par de veces.
—Libre de testigos entonces.
—Si… por supuesto.
—Adam, creo que debes apartarte de esa mujer.
—¿También crees que es un súcubo?
—Es algo peligroso si te hace dudar de tu fe. ¿Qué hay de Jean y mama Candau?
—Me recomiendan lo mismo o más bien que la queme en una hoguera.
—Esas deben ser palabras de Jean y no de la mama.
—Así es, la vieja es más comedida en sus comentarios, pero igual piensa que Amanda es peligrosa para mí. Me ha pedido orar.
—Es un buen consejo.
—También me han pedido que selle mi alma con fuego y te confieso que me he sentido como un adorador de serpientes.
—No creo que sientas tal cosa.
—¿Qué sabes de un sello de fuego?
—¿El fuego? A lo largo de la historia de la humanidad, el fuego ha sido representado en sus aspectos positivos y negativos, como dador y destructor de vida. El simbolismo del fuego comienza con el sabio Zoroastro, quien atribuye a Ahura Mazda, el bien, el símbolo del fuego. En Grecia y Roma, Hestia o Vesta era la diosa del fuego, a quien eran dirigidos los homenajes de las vírgenes vestales, que cuidaban día y noche la flama sagrada que ardía en el templo. Nada me extrañaría que sea usado para cerrar ciertos pasadizos en algunas religiones.
—¿Pasadizos?
—La posibilidad de comunicarse con fuerzas arcanas.
—Mama Candau dice haber sido sellada por sus padres.
—Sus padres eran babalaos, es posible que hayan deseado apartar a su hija de tales creencias.
—Pero ¿crees que de verdad exista un sello de ese tipo?
—Lo importante es que lo crea ella, no que lo crea yo o incluso tú. Si mama Candau se cree inmune a la hechicería por estar sellada, esa convicción tendrá un efecto tan poderoso como puede tener la sugestión de quienes creen que con estas artes les pueden hacer daño.
—Háblame más del fuego.
—La simbología del fuego describe los significados e interpretaciones atribuidos a éste en las diversas culturas, religiones y rituales, cobrando especial relevancia, como ya sabes, en el esoterismo, la alquimia y la astrología. También en diversas culturas mesoamericanas se relaciona al fuego con el rayo y el oro, considerándolo como una emanación del sol y representante de éste en la tierra. Vamos, que el fuego ha sido deidificado, quizá más que cualquier otro símbolo. Ni la tierra, ni el aire o el agua adquieren una dimensión espiritual más grande que el fuego.
—Entiendo que se le atribuye un gran poder.
—El fuego purifica, regenera y protege. Incluso en nuestra iglesia, la ceremonia del fuego nuevo de la tradición católica celebra la venida del Espíritu Santo sobre la naciente iglesia, el día de Pentecostés, que desciende en forma de lenguas de fuego que se posan sobre los discípulos.
—Eso es representativo.
—Por supuesto, pero igual, para muchas religiones el fuego ha sido simbolizado tanto en su aspecto positivo como negativo, como te decía antes, como dador o destructor de vida. En Persia representaba el principio del bien, protector del orden divino. Entre los griegos, el fuego se usaba para purificar. Para Heráclito, era el elemento básico del universo. En el Antiguo Testamento el rayo es «el fuego de Dios» y el fuego es medio de purificación. Se define a Yahvé como un «fuego devorador» y su palabra como fuego que devora. Yahvé aparece rodeado de fuego como símbolo de su santidad como juez del mundo, de su gloria y su poder.
En los evangelios, el fuego es un símbolo del juicio mesiánico en boca de Juan Bautista: «ése os va a bautizar con Espíritu Santo y fuego». En palabras de Jesús, el fuego es símbolo de destrucción y castigo. Solamente en Lucas tiene un carácter positivo, no se trata de un fuego destructor, sino de un fuego iluminador y enardecedor del Espíritu.
—Visto bajo esa óptica no puede ser malo.
—La ambivalencia del fuego proviene de su carácter destructor. No olvides que el fuego aparece como elemento de castigo en el infierno cristiano. Sin embargo, es el elemento principal de los ritos de purificación en las culturas agrarias. Los campos son incendiados para que se embellezcan luego con el manto verde de la naturaleza que revive.
—¿Cielo o infierno?
—Para los indígenas americanos el fuego producía un renacimiento. En el Popol-Vuh, los héroes gemelos, dioses del maíz, perecen en la pira encendida por sus enemigos, para renacer encarnados en el brote verde del maíz.
—¿Y el sello qué puede significar?
—La mayor parte de los aspectos del simbolismo del fuego, según el Diccionario de los símbolos, se resume en la doctrina hindú donde se le confiere una importancia fundamental. Agni es el fuego terreno u ordinario, Indra es el fuego intermedio o rayo y Surya es el fuego celeste o sol. Otros fuegos son el de penetración o absorción (Vaishvanara) y el de la destrucción, otro aspecto de Agni. Muchas creencias nacen o se derivan de estos principios básicos. El fuego representa el sur, el rojo, el verano y el corazón. Simboliza las pasiones como el amor y la cólera, y el fuego del espíritu, que es también aliento y conocimiento por intuición. Su significado sobrenatural está relacionado desde las almas errantes —fuegos fatuos— hasta el Espíritu divino.
—¿Y que hay entonces de un sello de fuego?
—No sabría decirte a ciencia cierta, solo puedo agregarte que la custodia del fuego sagrado se extiende por todo el mundo en las diferentes épocas. Dejame leerte un texto que tengo aquí a la mano, habla sobre los cuatro elementos y sus significados:
En Japón es símbolo de purificación y regeneración. En China el fuego acompañaba los rituales de entronización y hasta la actualidad simboliza el crisol interior que corresponde al plexo solar y al chakra manipura situado en el signo del fuego. Para liberarse del condicionamiento humano, los taoístas entran en el fuego sin quemarse, lo que evoca la liberación de Elías en su carro de fuego, según los hebreos. Saint-Martín afirma que «El hombre es fuego, su ley, como la de todos los fuegos, es disolver su envoltura y unirse a la fuente de la que está separado». Buda sustituye el fuego sacrifical del hinduismo por el fuego interior, a la vez iluminación y destrucción de la envoltura, que conocimiento profundo. «…Mi corazón es el hogar, la llama es el yo domado». En India, taijana significa la condición del ser correspondiente al sueño y al estado sutil y deriva de Tèjas, el fuego. La función del fuego es llevar las cosas de un estado sólido al estado sutil.
Para algunas tradiciones el fuego representa al cielo, pues sube y el agua representa la tierra pues desciende en forma de lluvia. El agua tiene origen celestial con destino terrenal y el fuego origen terrenal con destino celestial.
El fuego simboliza la purificación y la regeneración en cuanto quema y consume. Es el aspecto positivo de la destrucción purificadora que simboliza «la purificación por comprensión, hasta su forma más espiritual, por la luz y la verdad, mientras que el agua simboliza la purificación del deseo hasta su forma más sublime: la bondad».
—Pero, Angelo, ¿crees que exista algo así como un sello de fuego con el que se quema la carne de las personas en procura de sellar un pasadizo a otros mundos?
—De seguro existirán cientos de artefactos como estos, cada creencia tiene sus instrumentos y para algunos credos, un sello de esa índole podría ser como lo que representa la cruz para nosotros.
—Pero en un estado más bárbaro.
—Nos creemos la quinta esencia del pensamiento, pero hay muchas civilizaciones que verían nuestros ritos como algo tonto o propio de imbéciles, es nuestra fe en ellos lo que los hace diferentes a todo aquello que llamanos supercherías o paganismo.
¿Tiene algo que ver este sello con Amanda Strout?
—Me han dicho que su padre lo custodiaba y quizá por eso lo mataron.
—Y que haría un sello de este tipo en manos del padre de un súcubo y por ende de alguien que habitó con otro.
—No lo sé, Barragán y Casas, lo mismo que Jean, piensan que existe alguna razón para que Benjamin no haya sellado a su hija y que por esa razón, un súcubo llamado Jazmín, que sería la misma Lilitú, se posesionó de ella.
—Comienza a crearse una maraña complicada.
—Creo que desean que yo la exorcise.
—No tengo que decirte lo delicado del asunto. La iglesia ya expulsó a estos sacerdotes por esa misma causa. No caigas en lo mismo, mi querido Adam.
—Espero no hacerlo, pero para ello necesito saber qué es lo que pasa con Amanda Strout.
—La verdad está dentro de ti, no en Amanda Strout.
—¿A que te refieres?
—A que todas estas cosas que estas viviendo están en tu alma, no en la de esa mujer.
—¿No crees entonces que esté poseída y que…?
—Por supuesto que no, es solo que esa mujer representa tus más profundos deseos.
—Mis deseos están con la iglesia.
—Me refiero a tus deseos como hombre que eres, no con tu vocación. Debes verla como la prueba de tus votos.
—Una dura prueba.
—Adam, Dios te envió a Haití por una causa. Es hora de que sepas cuál.
Padre Kennedy, sonó la voz entre los arbustos— aquí, lo he estado esperando, no sabía si había recibido mi mensaje, me dijeron que estaba usted detenido por la muerte de esos tipos, pero ambos sabemos que ha sido Jeremy quien los mató. Usted mismo lo dijo, Jeremy volvería de entre los muertos-continuó el chico Bonticue sin obtener respuesta del sacerdote que parecía perdido. —Padre, ¿Ha visto a Jeremy? ¿Sabe de él?
—¿Francis?
—Aquí padre, junto al pino.
—¿Qué haces aquí?
—Huyo de la policía. Han venido a buscarme a casa, creen que robé el cuerpo de Jeremy, pero ambos sabemos que Jeremy lo logró, hizo lo que dijo que iba a hacer, volver de entre los muertos. No solo su alma, hizo lo mismo que Jesucristo, volvió de entre los muertos. Cómo Lázaro, como otros cristianos…
—Francis, no deberías estar aquí, es peligroso.
—No tengo miedo, Jeremy ha vuelto y yo lo haré también. Bebí de lo mismo, hice las mismas ceremonias, el Palo Mayombe, el vudú, la Regla de Osha, padre, practicamos todo. El alma de Jeremy ha vuelto.
—No sabes lo que dices y no deberías estar aquí.
—Padre, el rito, debemos hacer el rito. Debemos sacrificar el gallo blanco y los dos gallos negros.
—Francis, calmate, ¿Has estado fumando yerba?
—Solo un poco, mientras esperaba, sabía que vendría y ahora debemos buscar a Jeremy.
—No sé de qué me hablas.
—Lo sabe padre, hablamos de eso. Usted se lo dijo a Jeremy y él a mí. Sé todo cuanto ustedes conversaban. Sé de los ritos, de la resurrección, usted es un bokor y Jeremy era su iniciado.
—No existen tales cosas, Francis, estás alucinando.
—No. Jeremy me lo contó todo. Usted, Jean, la magia negra, su pasado en Haití, las ceremonias…
—No sé que te habrá contado Jeremy, pero eran solo tonterías de adolescente.
—No, padre, no diga eso. Todo es real. Todo ha sucedido como usted lo dijo. Jeremy murió, pero no murió para siempre, volvió de entre los muertos. Su Gros Bon Ange y su Ti Bon Ange, están con nosotros, su gran ángel y su pequeño ángel, usted debe haberle ayudado atrapando su alma en una botella antes de que muriera. Aquel día en que Jeremy cayó, mientras iba a conseguir la droga, usted debe haberlo encontrado y juntos hicieron esto. ¿No es verdad? Solo así se explica que haya desaparecido, Jeremy no podía marcharse por si mismo.
—Francis, no sé de lo que hablas.
—Jean estaba allí. El tipo haitiano amigo suyo, estaba con los vendedores de drogas.
—Lamento que lo hayas visto allí, Jean recayó en su vicio y lo mismo que a Jeremy, eso lo llevó a la muerte.
—Jean también volverá. Usted lo traerá de vuelta. Kennedy el Bokor, el sacerdote del vudú, así lo llamaba Jeremy. Usted es poderoso padre Kennedy.
Francis se lanzó al suelo en posición de adoración, mientras Kennedy miraba en los alrededores a la espera de que nadie estuviera viendo aquella escena.
—Levántate, debo llevarte a casa.
—No. No quiero ir con mis padres. Los policías, ellos me buscan —dijo Francis que comenzaba a hiperventilarse— quieren que les diga todo lo que sé y así poder encontrar a Jeremy antes de que cobre venganza de todos los que le hicieron daño.
—¿De quienes hablas?
—De esos hombres que aparecieron colgados, de su padre, del padre Ryan.
—¿Ryan? Qué tiene que ver el padre Ryan con todo esto.
—El padre Ryan no entendía nada. Iba a echarlo todo a perder.
—Francis. ¿Le has hecho algo al padre Ryan? —dijo Kennedy escrutando al chico que parecía frenético.
—Ryan así lo hubiera querido, morir en su iglesia…
—Francis, dime ¿qué has hecho?
—Y aun faltan más, su padrastro, mi padre… Todos deben morir.
—Dime que no tienes que ver con la muerte de Ryan.
—El hombre de Haití ha venido a verme.
—¿El hombre de Haití? ¿Te refieres a Jean Renaud?
—No. Me refiero al hombre que lo anda buscando. El que dejó usted en Haití. Sabe que usted está aquí, Ha venido conmigo y le he dicho donde vivía. Quería hablar con usted.
—¿Cuándo Francis? ¿Cuándo viste a ese hombre?
—Unos días antes de la muerte de Jeremy.
—¿Habló este hombre con Jeremy?
—Dijo ser su amigo, dijo que ustedes dos eran uno, dijo que debía actuar deprisa.
—¿Dónde está ese hombre?
—El lo buscará padre, él sabe de usted y de sus poderes como Bokor. El lo necesita.
—¿Necesitarme? ¿Para qué me necesita?
—Para cobrar venganza. Así me lo ha dicho.
—Francis, debo llevarte a un hospital, estás frenético.