El Cortejo de la Princesa Leia (41 page)

BOOK: El Cortejo de la Princesa Leia
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—Es una lástima que no pueda dejarte vivir un momento más —dijo Baritha—. ¡Estoy segura de que Gethzerion habría disfrutado mucho torturándote!

Movió una mano, y la Hermana de la Noche que tenía al lado empezó a canturrear en un tono más alto y tensó su mano de piel purpúrea formando un puño. Teneniel sintió la espantosa presión sobre su tráquea, y las palabras de Luke resonaron en sus oídos. «Deja que la Fuerza fluya a través de ti.»

No había hechizos que pudiera entonar y tampoco había cánticos, ni siquiera una elegía fúnebre. Las Hermanas de la Noche creían que estaba impotente. Teneniel intentó calmarse y dejar que la Fuerza fluyera a través de ella y liberase su garganta. El montón de chatarra sobre el que se encontraba pareció retorcerse y temblar debajo de ella como un rancor asustado, y Teneniel cayó a cuatro patas sobre él. La Fuerza no estaba allí, y no podía ser encontrada en ningún lugar. El terror hacía que su corazón latiera a toda velocidad, y Teneniel invirtió toda su fuerza de voluntad en un intento de lanzar un grito antes de morir.

El mundo giró locamente y Teneniel se precipitó en el vacío oscuro, y fue engullida por la oscuridad tal como lo había sido su madre antes que ella.

Luke oyó el grito de Teneniel en su mente y echó a correr por la pasarela mientras llamaba a gritos a Han.

Vio a las Hermanas de la Noche envueltas en sus capas a cien metros de la nave, y a Teneniel hecha un ovillo en el techo del carguero sobre ellas.

—¡Basta! —gritó Luke—. ¡Soltadla!

Permitió que la Fuerza se canalizara a través de él y abriese la tráquea de Teneniel. La joven jadeó intentando normalizar su respiración.

—¿Cómo? —exclamó Baritha—. ¿Un hombrecillo ridículo intenta darnos órdenes?

Las brujas se volvieron hacia él.

—¡Abandonad este lugar! —gritó Luke—. Os advierto: ¡decidle a Gethzerion que se lleve a las Hermanas de la Noche y que deje en libertad a sus esclavos!

—¿Y qué ocurrirá si no lo hace, hombrecillo de otro mundo? —preguntó Baritha—. ¿Nos mancharás de sangre a todas cuando te reventemos la cabeza? ¿Acaso tu estancia en nuestro planeta ha sido tan corta que ignoras lo que somos?

—Sé lo que sois —dijo Luke—. Ya me he enfrentado con vuestra ralea en otros mundos.

Una Hermana de la Noche agarró a Baritha del brazo en un gesto de advertencia, y dos Hermanas de la Noche empezaron a cantar suavemente a coro detrás de ella y se esfumaron de repente. Luke permitió que la Fuerza fluyera a través de él y comprendió que estaban intentando alterar sus percepciones.

—No podéis esconderos de mí —dijo Luke—. Os perseguiré allá donde vayáis, y vuestra única oportunidad es marcharos ahora sin ofrecer resistencia.

—¡Mientes! —gritó Baritha, y echó hacia atrás su capuchón—.
¡Artha, artha!
—empezó a cantar con toda la potencia de sus pulmones.

Luke desenfundó su desintegrador y disparó. Baritha dejó de canturrear su hechizo, extendió una mano y desvió el rayo del desintegrador con un movimiento de sus dedos.

—¡No eres capaz de lanzar hechizos! —gritó.

Una Hermana de la Noche corrió hacia él. Luke cogió su espada de luz, la activó y la arrojó haciendo que girara por los aires. La Hermana de la Noche intentó cogerla por la empuñadura, y Luke utilizó la Fuerza para hacer que la espada de luz se desviara repentinamente en pleno vuelo matando a la arpía. Después hizo que volviera a su mano.

Baritha y las Hermanas de la Noche dieron un paso hacia atrás.

—Gethzerion, hermanas... ¡Venid a nosotras! —gritó una de ellas.

Luke comprendió que estaba solicitando refuerzos.

Teneniel logró incorporarse, se tambaleó durante unos momentos en el techo del carguero y saltó de él para reunirse con Luke.

—¡No! —gritó Baritha, y empezó a canturrear su hechizo de nuevo.

Un panel solar se desprendió de un caza TIE, fue girando por los aires hacia Teneniel, la golpeó en la espalda y la hizo caer de bruces. El impacto hizo que la joven se deslizara sobre el suelo pasando junto a los pies de Luke, pero enseguida logró ponerse de rodillas. Baritha volvió a cantar su hechizo y otro panel solar salió disparado de un extremo de la sala.

Teneniel se agachó esquivándolo y fulminó con la mirada a la anciana.

—¡Te aconsejo que no utilices estos truquitos conmigo! —le advirtió con ferocidad.

Los motores del carguero cobraron vida con un rugido detrás de ellos, y Luke pensó si no sería una locura tratar de hacerlo despegar cuando le faltaban la mitad de sus células de impulsión sublumínica y mientras los Destructores Estelares acechaban en el cielo, preparados para acabar con cualquier vehículo que intentara salir del planeta, pero en aquellos momentos no se sentía con muchos ánimos de discutir.

Un sensor se desprendió del caza TIE y voló por los aires girando hacia Teneniel.

—¡Ven aquí! —gritó Luke.

Pero la joven permaneció donde estaba y empezó a canturrear un contraataque. La masa de antenas y ordenadores tembló en el aire, quedó inmóvil durante un momento y salió despedida hacia las Hermanas de la Noche. Baritha saltó a un lado para esquivarla, pero una Hermana de la Noche fue golpeada por ella y cayó al suelo.

—¡Maldita seas, Gethzerion! —le gritó Teneniel al aire—. Estoy harta de que nos persigas y nos acoses... ¡Estoy harta de tener que huir de ti! Estoy harta de que hagas daño y de que mates. Estoy harta...

Luke contempló el rostro de Teneniel y comprendió que la joven estaba tan enfurecida que había perdido el control de sí misma, y pudo sentir la fuerza de su ira. Tenía el rostro enrojecido y las lágrimas fluían de sus ojos. Teneniel empezó a murmurar su canción, y un huracán sopló de repente a través de la sala. Un caza TIE volcó bajo la fuerza de aquella embestida de aire, y empezó a rodar hacia las Hermanas de la Noche. Las brujas se agacharon y alzaron las manos, moviéndolas en un hechizo de protección.

—¡No! ¡No te dejes dominar por la ira, no te entregues a ella...! —gritó Luke, y la agarró por el hombro—. ¡Esa mujer no es Gethzerion! ¡No es ella!

Teneniel giró sobre sí misma y le miró a la cara respirando entrecortadamente, y pareció comprender de repente dónde estaba. Han disparó los desintegradores de proa del carguero contra un montón de escoria, creando un diluvio de metralla y una nube de humo y gases ionizados que avanzó hacia las Hermanas de la Noche con la velocidad de una tormenta.

Luke cogió a Teneniel de la mano, tiró de ella por la pasarela, presionó el botón de cierre y fue corriendo hacia la cabina. Han estaba solo en ella. Luke ya no podía oír los cánticos de las brujas, pero las vio por la pantalla. Habían extendido los brazos y tenían los puños tensos en un gesto de agarrar. Han tiró de la palanca atrayéndola lentamente hacia él en un intento de conseguir que la nave emprendiera el vuelo.

—Chico, estos motores están bastante peor de lo que me había parecido —dijo con voz dubitativa—. Creo que esta vieja bañera ni siquiera podrá despegar...

Unas siluetas envueltas en pliegues negros surgieron de un umbral al otro extremo de la sala.

—Sácanos de aquí... ¡Y ahora! —gritó Luke.

Han estaba intentando mover la palanca de control.

—¡Está atascada! —gritó mientras la aferraba con las dos manos.

Luke se volvió hacia las brujas que tenían extendidos los puños en aquel gesto de agarrar. Canalizó la Fuerza a través de su ser y después se inclinó sobre la palanca y la movió sin ningún esfuerzo. La nave crujió y empezó a ascender, y Luke la hizo girar y conectó los impulsores sublumínicos a plena potencia, haciendo que saliesen disparados hacia la abertura que había al otro extremo del edificio.

Las brujas quedaron atrapadas en el chorro de fuego de cola cuando se produjo la ignición de los motores. La nave salió del edificio, y el carguero se estremeció y osciló envuelto en el estrépito de los rayos desintegradores.

—No te preocupes —dijo Han—. No son más que los centinelas de las torres de la prisión, y los escudos pueden aguantarlo sin problemas.

Cogió la palanca de control y siguieron avanzando sobre las llanuras. El carguero hacía mucho ruido y no era muy maniobrable, y no parecía capaz de alcanzar mucha velocidad.

—Eh, Su Alteza, ¿qué me dices de esos generadores que había que desmontar? —gritó Han por el intercomunicador.

—Negativo —respondió Isolder—. Danos unos cuantos minutos más.

—¿Me permites que te recuerde que estamos en un planeta de acceso prohibido? —preguntó Han—. Ah, y además encima de nosotros tenemos un cielo repleto de destructores imperiales, que sin duda están activando los detonadores de sus cohetes en este mismo instante con la esperanza de hacernos trocitos...

—Afirmativo —respondió Isolder—. ¡Estamos trabajando en ello!

—No quiero que trabajéis en ello —dijo Han—. Quiero que saquéis esos generadores de ahí abajo... ¡Y los quiero fuera ya!

—Iré a echarles una mano —dijo Luke, y se alejó por el pasillo.

Teneniel seguía inmóvil junto a la escotilla con los ojos clavados en la puerta. Tenía el rostro muy pálido, y en cuanto vio a Luke desvió la mirada como si se sintiera culpable.

—Lo siento —le dijo—. No permitiré que vuelva a ocurrir.

Luke asintió, bajó a la bodega y se deslizó en el hueco que había junto a la protuberancia sensora de la derecha. Isolder ya había soltado dos generadores de sus monturas, y empuñaba una gigantesca llave de tuercas con la que estaba intentando aflojar otro remache sin conseguirlo. Leia estaba tirando de los generadores e intentaba desplazarlos a pesar del estorbo que suponía el cuerpo de Isolder.

—Quita de enmedio esos generadores si puedes hacerlo, Isolder —le apremió Luke, y activó su espada de luz—. Leia, ven aquí y ocúpate del líquido refrigerante.

Luke cortó las cabezas de los seis remaches que aún faltaban por aflojar y después asestó un enérgico par de patadas a los generadores. Los dos se desprendieron de sus monturas y cayeron al suelo. Isolder y Luke arrastraron los generadores hasta la cubierta principal. Hicieron esfuerzos desesperados para meterlos por la escotilla, y Leia acabó de llenar los barriles de líquido refrigerante justo cuando conseguían introducir el último generador por el hueco. Después los tres unieron sus fuerzas para ocuparse de los barriles, y el líquido refrigerante estuvo al otro lado de la escotilla en unos momentos.

—¡Evacuad la nave! —gritó Han por el intercomunicador.

Apenas había acabado de pronunciar las palabras cuando ya estaba saliendo a la carrera de la cabina.

—Dentro de treinta segundos estaremos volando sobre el lago —dijo—. ¡Lo he visto en mis pantallas!

Han accionó el mecanismo de apertura de la escotilla. La rampa de entrada se desplegó, y el líquido refrigerante y los generadores se precipitaron al vacío. Luke se sorprendió un poco al ver que estaban avanzando a sólo cinco metros por encima del suelo, y que su velocidad no superaba los sesenta kilómetros por hora.

Una detonación hizo temblar la nave y Han alzó la mirada.

—Esos Destructores Estelares saben que estamos aquí —dijo—. Esperemos que los escudos consigan aguantar treinta segundos más...

Una andanada repentina hizo que la nave vibrase y oscilara de un lado a otro. Isolder cogió la ventanilla de los sensores y bajó corriendo por la rampa. Se detuvo a mitad de ella, dejó caer la ventanilla e intentó retroceder a rastras. Toda la estructura de la nave se estremeció al recibir una segunda andanada, y las vibraciones hicieron que Isolder empezara a resbalar rampa abajo.

Leia gritó y logró agarrarle una mano. El agua plateada por la luna desfilaba velozmente debajo de ellos, y Luke agarró a Teneniel de una mano y la sacó de la nave. Los cinco cayeron juntos.

Luke se sumergió en el agua y sus pies chocaron con el barro. Subió a la superficie y miró desesperadamente a su alrededor buscando a los demás. Teneniel emergió a su lado, y Han y Leia lo hicieron a unos veinte metros de distancia. Isolder estaba detrás de ellos, flotando sobre su espalda.

Leia nadó hacia Isolder y Luke alzó la mirada hacia la nave, que seguía sobrevolando el lago. Unos cuantos impactos de cohetes más acabaron con los escudos, y la nave estalló convirtiéndose en una bola de fuego verde que subió hacia la noche expandiéndose como un hongo gigantesco.

Luke nadó hacia Isolder y Leia, y vio que Isolder tenía el rostro cubierto de barro. Había chocado con los bajíos, y estaba tosiendo y expulsando chorros de agua sucia.

—Tiene suerte de no haberse roto el cuello —dijo Leia.

Luke le tocó y sintió que la vida no había perdido su vigor dentro de él.

—Se recuperará —dijo.

Caminaron un centenar de metros por los bajíos, llegaron a la orilla y se tumbaron en ella. Luke sintió un temblor en la Fuerza, como si un dedo hecho de pensamiento puro estuviera investigando cautelosamente los alrededores. Era Gethzerion, y estaba desplegando su mente en un intento de localizarles. Se encontraban a menos de diez kilómetros de la ciudad y en un lugar muy desprotegido, y podían estar casi seguros de que las Hermanas de la Noche habían visto estallar la nave, pero Gethzerion estaba utilizando la Fuerza para buscar posibles supervivientes. Luke vació su mente y permitió que el roce impalpable de Gethzerion pasara de largo junto a él. Miró a Teneniel, y vio que la joven estaba haciendo grandes esfuerzos para recuperar el control de sí misma. Teneniel se relajó de repente, y Luke se dio cuenta de que el peligro se había desvanecido, al menos temporalmente. El sondeo psíquico se alejó de ellos y se fue dirigiendo hacia el lago.

—Bueno —jadeó Leia—. ¡No ha sido tan difícil!

—Sí —dijo Isolder, que aún seguía tosiendo—. Quizá deberíamos volver y hacer un nuevo intento.

—Tenemos que salir de aquí lo más deprisa posible —dijo Luke—. Gethzerion enviará soldados para que busquen supervivientes, y tratará de recuperar los restos. No quiero que encuentren nada aparte de nuestras huellas.

Las palabras de Luke parecieron calmar un poco a todo el grupo. Luke intentó recobrar el aliento.

—Déjame ver tus macrobinoculares, Luke —dijo Han.

Luke metió la mano en su bolsa hermética y sacó los macrobinoculares. Han estaba acostado sobre la espalda y jadeaba con los ojos clavados en el cielo.

—¿Qué ocurre? —preguntó Isolder—. ¿Hay algo ahí arriba?

—No lo sé —dijo Han—. Lo vi cuando sobrevolábamos el lago... Había algo extraño en los sensores.

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