El Cortejo de la Princesa Leia (45 page)

BOOK: El Cortejo de la Princesa Leia
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—Intentaré ir con cuidado —dijo por fin.

Luke hizo retroceder a Tosh y dejó atrás a los demás en el bosque mientras iniciaban el ascenso. Tosh corrió unos cuatrocientos metros cuesta arriba por una ladera no muy empinada, y después se detuvo, irguió el torso y olisqueó el aire. La espesura que tenían delante era una sólida masa de negrura. Tosh dejó escapar un gruñido ahogado, y Luke percibió la sensación de peligro y falta de tiempo que estaba experimentando la hembra de rancor. Quería que desmontara para que pudiera moverse deprisa en un combate. Tosh se agazapó, y Luke saltó al suelo.

Sondeó la oscuridad que se extendía ante él. No podía ver nada y no podía oler nada, y no captó nada ni siquiera utilizando la Fuerza; pero los rancors empezaron a arrastrarse en silencio hacia la izquierda describiendo un círculo alrededor de la espesura. Luke les siguió sin hacer ningún ruido, utilizando la Fuerza para que guiase sus pasos.

Llegaron a un sendero que conducía a una zona donde la maleza era aún más frondosa y el suelo estaba iluminado por los reflejos de las llamas. Luke pudo ver señales en la tierra. Sólo las garras en que terminaban las patas metálicas de los caminantes imperiales podían dejar tan maltratado el suelo. Volvió a escrutar la maleza. No era tan oscura y el follaje que se extendía sobre ella parecía un poco menos abundante, y Luke comprendió que se encontraba en un pequeño promontorio y que ninguna masa de vegetación podía ser tan espesa.

—¡Mirad! —gritó de repente un soldado delante de él hablando por el micrófono de su casco—. ¡Allí arriba, en el risco!

Luke volvió la cabeza para mirar por encima de su hombro. Los dos rancors estaban avanzando a gran velocidad por aquella pared de rocas casi vertical, aferrándose a los viejos asideros con sus enormes garras. Luke apenas pudo distinguir las diminutas siluetas que eran Han, Leia y los demás.

Los cañones desintegradores abrieron fuego casi al instante por delante de él, y sus cegadores destellos le permitieron ver que lo que había tomado por maleza era en realidad una red de camuflaje imperial que ocultaba un emplazamiento artillero en el que había una docena de soldados, cuatro caminantes imperiales y una Hermana de la Noche. Luke comprendió que debía de haber docenas de puestos de avanzada como aquél, y esperó que acabar con el que tenía delante permitiría que Leia y los demás tuvieran una posibilidad de llegar hasta la cima de la montaña.

Tosh y su hija empuñaron sus picas y echaron a correr utilizando el estrépito de los cañones para que cubriese del ruido de su ataque. Luke observó nerviosamente a Leia, y vio cómo los dos rancors del risco giraban como por arte de magia y esquivaban el ataque colocando una protuberancia rocosa entre ellos y el cañoneo. Luke necesitó un momento para ver que se habían desplazado agarrándose a unas cuerdas de piel de whuffa que colgaban del risco como lianas.

Luke se lanzó a la carga detrás de Tosh y su hija, y Tosh fue la primera en enfrentarse a los imperiales. Chocó con dos caminantes imperiales a la vez, y los derribó haciendo que cayeran sobre el emplazamiento artillero. Los asustados soldados dispararon sus rifles desintegradores contra ella, y Tosh lanzó un rugido de dolor cuando los rayos rebotaron en su gruesa piel. Luke disparó tres veces en rápida sucesión, y los imperiales cayeron. La hija de Tosh hizo girar su enorme pica y partió un tercer caminante por la mitad.

El cuarto caminante imperial giró sobre sí mismo y disparó sus dos cañones desintegradores contra la joven rancor. Una lluvia de fluido orgánico se desparramó sobre la instalación, y el brazo derecho de la rancor quedó cercenado a la altura del hombro. Astillas de hueso amarillo asomaron por entre la oscura masa de carne destrozada. La rancor contempló sus heridas con perplejidad, agarró la red con la mano que le quedaba y la lanzó sobre el último caminante imperial, después de lo cual se derrumbó y murió. El peso de las piedras que lastraban la red hizo que el caminante perdiera el equilibrio, y Tosh se levantó de un salto, mató a un soldado que intentaba huir con un barrido de una zarpa, y después corrió hacia el caminante imperial e incrustó un puño en sus cañones.

Un torrente de llamas y chispas azuladas brotó del caminante destrozado cuando su planta de energía empezó a derretirse, pero Tosh volvió a golpearlo una y otra vez con su puño abollando el casco. No podía haber nadie vivo dentro, pero Tosh gritó y empezó a tirar del metal intentando sacar el cadáver del artillero de la cabina.

Luke disparó contra otros dos soldados, y oyó el canturreo de la Hermana de la Noche. Estaba acurrucada en el suelo, parecía muy asustada y había empezado a alejarse de Tosh y de la carnicería. Luke empuñó su espada de luz.

—¡Tú! —gritó.

La Hermana de la Noche se volvió hacia él y su capuchón cayó hacia atrás. Era joven y, en realidad, apenas si era más que una niña, pues parecía no tener más de dieciséis años. Luke no podía imaginar que fuese realmente maligna, y percibió su terror.

La Hermana de la Noche reanudó su canturreo y Luke alzó su mano libre y la movió en un gesto de apretar, utilizando la Fuerza para apretarle la tráquea. El canturreo se detuvo, y la Hermana de la Noche permaneció totalmente inmóvil, paralizada con el terror grabado en cada rasgo de su rostro.

—¡No me obligues a matarte! —gritó Luke—. ¡Prométeme que abandonarás a Gethzerion y a su clan para siempre!

La muchacha le contempló en silencio. Su rostro quedaba iluminado por las llamas que brotaban de los caminantes imperiales, y sus ojos estaban enloquecidos por el terror. Asintió mecánicamente, y Luke percibió el sabor de su miedo animal y dejó de ejercer presión sobre su tráquea.

La Hermana de la Noche cayó al suelo y alzó los ojos hacia él lanzándole una mirada llena de rabia. Luke captó la sorpresa que sentía ante su impotencia. La Hermana de la Noche lanzó un hechizo con un leve gesto, como si intentara aplastar a un mosquito con la mano, y la espada de luz salió despedida de la mano de Luke.

Luke desenfundó su desintegrador y disparó. La muchacha gritó una maldición e intentó desviar el rayo con la palma de su mano, pero era joven y estaba demasiado debilitada. El rayo se hundió en su carne y dejó la mano quemada y ennegrecida. La muchacha se contempló con expresión horrorizada y gritó.

La espada de luz se levantó del suelo y fue hacia la cabeza de Luke. Luke canalizó la Fuerza, desactivó la espada una fracción de segundo antes de que la hoja entrara en contacto con su rostro y cogió la espada al vuelo.

—¡No, por favor! —gritó Luke.

Pero la muchacha empezó a canturrear otro hechizo. Tosh apareció de repente detrás de ella y aplastó a la Hermana de la Noche con un terrible puñetazo que hizo vibrar el suelo. Su puño se estrelló contra la tierra con un trueno ahogado acompañado por el sonido líquido de la carne convertida en pulpa y el crujido de los huesos.

Luke estaba aturdido. Se sentía incapaz de comprender la conducta autodestructiva de su enemiga, y no podía creer que una mujer tan joven pudiera haberse entregado de una manera tan completa al lado oscuro.

Tosh recogió a Luke con una garra, lo colocó sobre su espalda y echó a correr a través de la jungla.

Luke pudo ver señales negras de quemadura en su carne a lo largo del promontorio huesudo que había detrás de su cabeza. Algunas eran bastante profundas, y estaban sangrando. Tosh rugía de dolor, pero no era el dolor de la batalla lo que la hacía gritar, sino el dolor de haber visto morir a su propia hija. La rancor corrió velozmente a través de la arboleda esquivando los troncos, le llevó hasta el risco y empezó a trepar por la oscuridad, avanzando hacia las nubes de humo iluminado por las llamas.

La montaña había quedado rodeada por un anillo de incendios, y el trueno retumbaba alrededor de Luke. Cuando Tosh llegó a la cima del risco, Leia y los demás ya estaban bastante lejos y los rancors se habían sumergido hasta la cintura en un cañaveral. Leia estaba observándole para asegurarse de que todo iba bien, y un instante después cogió las riendas de su rancor y le ordenó que se pusiera en movimiento. Los rancors echaron a correr a través de los campos de grano con el cuerpo inclinado hacia adelante apoyándose en los nudillos, y cruzaron el valle en forma de cuenco yendo hacia el lado sur y la fortaleza tallada en la piedra. La vieja Tosh rugió un desafío de batalla, y los rancors que avanzaban por delante de ella se unieron a su grito. Han e Isolder también lo corearon en nombre de sus jinetes humanos.

Luke llegó al lado sur del valle y vio cincuenta rancors armados con mazas y grandes garrotes inmóviles como monolitos oscuros formando una hilera a lo largo del risco. Un pequeño ejército de hombres y adolescentes vestidos con sus sencillos delantales de cuero sudaban y luchaban llevando enormes piedras para lanzar hasta el borde del risco, y las iban colocando junto a los rancors.

Leia no tardó en llegar al risco, y su rancor subió la escalera a toda velocidad llevándola a la gran fortaleza. Los rancors no podían cruzar aquellos umbrales demasiado pequeños para su enorme masa, y Han, Leia, Isolder, los androides y Teneniel se detuvieron y empezaron a transportar los generadores escalera arriba. Pero Luke aún podía sentir la premura que había impregnado la llamada de Augwynne hacía casi una hora, por lo que dejó a los demás ocupados con los generadores y subió la escalera saltando los peldaños de tres en tres, y corrió dejando atrás las habitaciones en las que los inválidos de la aldea y los niños se acurrucaban dominados por el temor, hasta que llegó a la sala de guerreras.

Las hermanas de clan estaban esperando en ella, vestidas con sus túnicas y sus tocados, y sus siluetas inmóviles se alzaban sobre el mapa que mostraba el terreno mientras sus bocas se movían en un cántico.


Ah re, ah re, ah suun corre. Ah re, ah re, ah suun corre...

Augwynne saludó a Luke. Su rostro estaba tan rígido como una máscara cuidadosamente controlada.

—Bienvenido, Luke Skywalker —dijo mientras las hermanas seguían cantando—. Tenía la esperanza de que te darías prisa. Estamos haciendo una lectura y tratamos de averiguar cuáles son las posiciones de las Hermanas de la Noche para poder descubrir su estrategia. —Augwynne movió su báculo para empujar un diminuto modelo del aerodeslizador de Gethzerion acercándolo un poco más a la fortaleza. Si Augwynne estaba en lo cierto, entonces Gethzerion se encontraba a sólo dos kilómetros de la montaña y avanzaba flanqueada por dos grupos de guerreras. Luke supuso que Gethzerion debía estar utilizando el aerodeslizador para transmitir sus órdenes a cada grupo personalmente—. ¿Habéis tenido éxito?

—Todo el que se podía esperar —respondió Luke.

—Bien. —Augwynne tragó aire—-. ¿Cuánto tiempo necesitará Han para reparar su nave?

—Dos horas —dijo Luke—. Ahora mismo está arriba intentando instalar los generadores. Gethzerion sabe que dispone de una nave que puede ser reparada.

—Tenía que averiguarlo más tarde o más temprano —dijo Augwynne—. Intentaremos mantener a raya a las Hermanas de la Noche hasta que Han haya terminado de repararla.

Una hermana de clan se inclinó sobre el mapa y colocó diecisiete piedras negras en el lado oeste de la base de la montaña. Luke examinó el mapa. La estrategia de las Hermanas de la Noche parecía lo suficientemente extraña como para resultar inexplicable. Habían colocado puestos de guardia consistentes en una hermana en doce puntos de la rosa de los vientos. Luke había destruido uno de esos puestos hacía poco, por lo que sabía qué contenía cada instalación; pero además Gethzerion también había colocado a tres grupos de asalto alrededor de la montaña. Uno de ellos se encontraba directamente delante de la escalera principal —la única entrada fácilmente accesible— y los otros dos habían sido colocados a intervalos de ciento veinte grados con respecto al primero. Al parecer, los planes de ataque de Gethzerion no habían tomado en consideración aspectos tan prosaicos como el terreno, las fortificaciones y hasta qué punto podían ser defendidas las posiciones del clan. Parecía esperar que sus tropas fueran capaces de arrollar cualquier barrera abriéndose paso a través de ella, pero Luke conocía el poder de la Fuerza y sabía que sus planes podían dar resultado.

—Hay muchas Hermanas de la Noche que no hemos podido localizar —comentó Augwynne observando el mapa—. Debemos actuar con cautela y estar precavidas.

Desplazó el modelo del aerodeslizador de Gethzerion aproximándolo un poco más a la base sur de la montaña, y después salió al balcón a esperar.

Luke se reunió con ella, y las otras brujas le siguieron en fila india y salieron al balcón. Ya casi había amanecido, y las nubes habían empezado a clarear sobre sus cabezas; pero había tanto humo encima de ellos que Luke no estaba muy seguro de si aquella mañana presenciaría un auténtico amanecer. Durante la noche anterior habían recorrido una distancia tan grande con sólo dos breves paradas para reposar que tenía la sensación de no haber dormido en días. Contempló el bosque y pudo ver cómo los caminantes imperiales se desplegaban entre la arboleda, y las siluetas de los soldados que correteaban de un lado a otro buscando una posición protegida, como una multitud de ratas blancas.

—¿Tienes palabras sabias que decirnos, Jedi? —preguntó Augwynne—. ¿Tienes algún consejo que darnos?

—Utilizad vuestros poderes únicamente al servicio de la vida —respondió Luke— y para protegeros a vosotras mismas o a los demás.

—¿Nos estás diciendo que no debemos matar a las Hermanas de la Noche? —preguntó una de las mujeres.

Luke bajó la mirada hacia las fuerzas de ataque desplegadas a sus pies.

—Si podéis evitarlo, sí; pero en este caso ya he advertido a Gethzerion y su hermandad.

—Al igual que lo hemos hecho nosotras —dijo Augwynne—. Quienes se enfrentan a nosotras este día, morirán con su sangre manchando sus propias manos. Yo no tendré ninguna compasión.

Esperaron en silencio, y Teneniel entró en el balcón y le cogió la mano a Luke.

—Están reparando la nave tan deprisa como pueden —dijo—. Tuve la sensación de que les estorbaba, y pensé que quizá pudiera ser más útil aquí.

Luke la miró, y la luz de las llamas realzó el color de cobre de sus ojos y tiñó su cabellera de reflejos rojizos.

Teneniel tragó saliva, y una brisa flotó en el aire. Luke había pensado que Gethzerion quizá se presentaría ante ellos y anunciaría su presencia con alguna clase de discurso, pero el único anuncio llegó de Augwynne.

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