El Cuaderno Dorado (87 page)

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Authors: Doris Lessing

BOOK: El Cuaderno Dorado
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* 7 UN CUENTO

Un hombre errante va a parar casualmente a la casa de una mujer a la que tiene aprecio y a quien necesita. Es un hombre que tiene una larga experiencia de mujeres necesitadas de amor. Normalmente no pasa de ciertos límites. Pero esta vez las palabras que usa, las emociones que se permite, son ambiguas, porque necesita el cariño de la mujer por un tiempo. Le hace el amor, aunque el acto sexual con ella no sea mejor ni peor de lo que él ha experimentado ya cientos de veces. Se da cuenta de que su necesidad transitoria de refugio le ha hecho caer en lo que más le horroriza: una mujer que dice «te quiero». Lo corta. Se despide según las formas propias de una amistad que ha llegado a su fin. Se va y escribe en su diario: «Me he ido de Londres, porque Anna me colma de reproches. Me odia. Puede que así sea mejor». Pero meses más tarde anota también: «Anna se ha casado. Estupendo». O: «Anna se ha suicidado. Es una pena, porque era una buena mujer».

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* 8 UN CUENTO

Una mujer artista, pintora o escritora, no importa qué, vive sola. Pero toda su vida está orientada alrededor de un hombre ausente al que espera. Su piso es demasiado grande y su mente está llena de las formas del hombre que va a entrar en su vida. Mientras tanto, deja de pintar o escribir. Sin embargo, en su mente todavía es «una artista». Por fin, el hombre entra en su vida. Es un artista, alguien que aún no ha acabado de cristalizar como tal. La personalidad «artista» de ella entra en la de él, de forma que él se nutre de ella, Trabaja a partir de ella como si fuera una dínamo que le abasteciera de energía. Por fin emerge como artista de verdad, completo, mientras que en ella muere su personalidad artística. En el momento en que ella ya no es artista, él la deja, pues necesita a una mujer con esta cualidad a fin de seguir creando.

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* 9 UNA NOVELA CORTA

Un «ex rojo» americano viaja a Londres. No tiene dinero, ni amigos, y está en la lista negra del mundo del cine y de la televisión. La colonia americana de Londres —o, mejor dicho, la colonia «ex roja» americana— le conoce como el hombre que empezó a criticar la actitud stalinista del Partido comunista tres o cuatro años antes de que los otros se atrevieran a hacerlo. Acude a ellos en busca de ayuda, pensando que como los acontecimientos le han dado la razón, habrán olvidado su hostilidad hacia él. Pero su actitud sigue siendo la misma de cuando aún eran leales miembros del Partido o compañeros de viaje. Lo ven todavía como un renegado, a pesar de que sus actitudes hayan cambiado y de que ahora se lamenten por no haber roto antes con el Partido. Empieza a correr un rumor entre ellos, iniciado por uno que había sido comunista dogmático desprovisto de sentido crítico, y que ahora se golpea histéricamente el pecho: el rumor consiste en la sospecha de que el nuevo americano es un agente del FBI. La colonia acepta el rumor como un hecho y le niega asilo y ayuda, a la vez que condena a este hombre al ostracismo y habla con muy buena conciencia de la policía secreta rusa y de lo que hacen los Comités de Actividades antiamericanas y sus confidentes los ex rojos. El nuevo americano se suicida. Entonces los otros se reúnen para recordar incidentes de su pasado político, buscando razones para justificar su hostilidad contra él, a fin de acallar sus conciencias.

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*10

Un hombre o una mujer atraviesa por un particular estado mental: ha perdido la conciencia del tiempo. Como en una película, le saltan a la vista las maravillas que podrían obrarse. Bueno; nunca ha tenido la oportunidad de escribirlo, no sirve de nada pensar en ello. Pero no puede apartar de sí estas imaginaciones. Un hombre que ha perdido «el sentido de la realidad»; tiene, en consecuencia, un sentido de la realidad más profundo que la gente «normal». Hoy Dave ha dicho como por casualidad: «Ya sé que ese tipo tuyo, Michael, está a punto de abandonarte. Pero no deberías permitir que eso
te
afectara. ¿Quién eres

si te dejas destrozar por alguien tan estúpido que te rechaza?». Hablaba como si Michael estuviera todavía en el proceso de «abandonarme», cuando hace ya años que ocurrió tal cosa. Pero, naturalmente, hablaba de él mismo. Era, por un instante, Michael. Mi sentido de la realidad vaciló y se quebró. Sin embargo, algo muy claro permaneció durante esos momentos como en una especie de iluminación, aunque sería difícil explicar lo que era. (Este tipo de comentario pertenece al cuaderno azul, no a este.)

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* 11 UNA NOVELA CORTA

Dos personas unidas, en cualquier tipo de relación: madre e hijo; padre e hija; dos amantes; no importa... Uno de ellos es extremadamente neurótico. El neurótico comunica su estado mental al otro u otra, quien toma el relevo, sanando al enfermo y enfermando en su lugar. Recuerdo que Madre Azúcar me contó la historia de un paciente. Un joven había ido a verla convencido de que sufría un trastorno psicológico muy grave. Ella no veía ningún síntoma en el joven. Le pidió que le mandara a su padre. Toda la familia, un miembro tras otro, pasó por el consultorio. A todos les encontró normales. La madre, aparentemente, era «normal», pero en el fondo era muy neurótica, si bien mantenía el equilibrio transfiriendo su neurosis a la familia entera, especialmente a su hijo pequeño. Por fin Madre Azúcar puso en tratamiento a la madre, pero fue un trastorno terrible conseguir que siguiera con dicho tratamiento. Mientras tanto, el joven que había acudido en primer lugar sintió que se le iba aliviando la carga. Recuerdo que ella me dijo: «Sí, a menudo el miembro más "normal" de una familia o de un grupo es el que está realmente enfermo, pero debido a que tiene una personalidad fuerte consigue sobrevivir, porque los otros, con personalidades más débiles, expresan la enfermedad en su lugar». (Este tipo de comentario pertenece al cuaderno azul. Tengo que mantener la separación.)

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* 12 UN CUENTO

Un marido le es infiel a su mujer, no porque esté enamorado de otra, sino para afirmar su independencia en relación con el estado matrimonial. Cuando vuelve de haber estado en la cama con la otra mujer, con la intención de comportarse discretamente, deja que se descubra lo ocurrido, como «por accidente». El «accidente» —perfume mancha de carmín u olor de sexo sin lavar— tiene un sentido más profundo, aunque él no lo sepa. En realidad, necesita decirle a su mujer: «No te pertenezco».

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* 13 UNA NOVELA CORTA, QUE SE TITULARÁ «EL HOMBRE QUE SE HA LIBERADO DE LAS MUJERES».

Un hombre de unos cincuenta años, soltero, o que tal vez estuvo casado una corta temporada: la mujer ha muerto o se ha divorciado. Si es americano, está divorciado, pero si es inglés tiene la mujer encerrada en algún rincón, puede que incluso viva con ella o compartan la misma casa, pero sin un verdadero contacto emocional. A los cincuenta años, ha tenido un par de docenas de aventuras amorosas, tres o cuatro bastante serias, con mujeres que tenían la esperanza de casarse con él. Mantuvieron con él relaciones continuadas que eran, realmente, como matrimonios sin vínculos oficiales; él se deshizo de ellas en el momento de verse más o menos obligado a casarse. A los cincuenta años es un hombre seco, que sufre de ansiedades por causa de su sexualidad. Tiene cinco o seis amigas, todas antiguas amantes, que ahora están casadas. Es como un cuclillo instalado en media docena de familias: el viejo amigo de la familia. Es como un niño, dependiente de las mujeres, cada vez más abstraído y más ineficaz, siempre llamando por teléfono a una amiga u otra para que le haga algún favor. En lo externo es un hombre apuesto, inteligente e irónico, que impresiona a mujeres más jóvenes por lo menos durante la primera semana. Tiene, pues, aventuras con chicas mucho más jóvenes, y luego vuelve a las mujeres mayores, que hacen las veces de niñeras o enfermeras bondadosas.

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* 14 UNA NOVELA CORTA

Un hombre y una mujer, casados o que han mantenido una larga relación, se leen en secreto sus respectivos diarios, en los que (y esto constituye para ambos una cuestión de honor) han anotado lo que piensan sobre el otro con la mayor franqueza. Uno y otra saben que su compañero lee lo que escribe, pero por una temporada mantienen la objetividad. Luego, poco a poco, empiezan a escribir min-tiendo, primero inconscientemente y luego conscientemente, a fin de influir en el otro. Se llega a la situación en que cada uno tiene dos diarios, uno para su uso privado y escondido, y un segundo para que lo lea el otro. Luego uno dice algo sin querer o comete un error, y el otro le acusa de haber encontrado el diario secreto. Se produce una pelea tremenda que les separa para siempre y que no es a causa de los diarios originales, pues «ambos sabíamos que leíamos estos diarios, lo cual no cuenta; lo que importa es que hayas sido tan deshonesto como para leer mi diario íntimo».

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*15 UN CUENTO

Un americano y una inglesa. Ella espera, por medio de todas sus actitudes y emociones, que el otro la posea y la seduzca, mientras que él hace lo mismo, sólo que a la inversa, pues se considera un instrumento que ella puede usar para su placer. Se trata de un callejón sin salida. De un análisis posterior resultará que la discusión sobre actitudes sexuales y emotivas se convierte en una comparación de las dos sociedades.

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* 16 UN CUENTO

Un hombre y una mujer. Los dos están orgullosos de su sexualidad y son experimentados, tanto que raras veces se encuentran con otros que lo sean más. Pero, de pronto, se apodera de ambos un mutuo desagrado. Se trata de un sentimiento que, al examinarlo (y son personas que, sobre todo, se autoexaminan), resulta ser desagrado de sí. Han encontrado el reflejo de ellos mismos, lo han contemplado a fondo, han hecho una mueca y se alejan el uno de la otra. Cuando se encuentran, cobran triste conciencia de lo que son, y sobre esta base se hacen buenos amigos, pero al cabo de un tiempo esta amistad irónica y desabrida se convierte en amor. El amor, sin embargo, les resulta imposible a causa de la primera experiencia fría y vacía de sentimiento.

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* 17 UNA NOVELA CORTA

Dos libertinos, hombre y mujer, están juntos. El contacto entre los dos sigue el siguiente ritmo: él la seduce y ella se muestra escéptica debido a la experiencia, pero, poco a poco, se deja vencer en el terreno sentimental. En el momento que ella se le entrega emocionalmente, los sentimientos de él se interrumpen y deja de desearla. Ella, herida y sintiéndose desgraciada, acude a otro hombre. Pero, en aquel momento, el primero vuelve a encontrarla deseable. De este modo él se siente excitado al saber que ella se ha acostado con otro, mientras que ella es incapaz de sentir nada debido a que él está excitado no por ella, sino por el hecho de que ha estado con otro. Poco a poco, sin embargo, se deja vencer sentimentalmente por él, y en el preciso momento que ella se encuentra a gusto, él vuelve a enfriarse, y se lanza tras de otra mujer. Ella lo hace con otro hombre... y así sucesivamente.

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* 18 UN CUENTO

El mismo tema que el de «La amante», de Chejov. Pero esta vez la mujer no cambia para amoldarse a hombres distintos, uno tras otro, sino que cambia frente a un hombre que psicológicamente es un camaleón, y tanto es así que en el transcurso de un día puede llegar a tener media docena de personalidades distintas, ya sea contra él o en armonía consigo mismo.

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* 19 LA ESCUELA DE ESTILO DURO Y ROMÁNTICO

Los amigotes habían salido juntos la noche del sábado. Era la pandilla de los sábados por la noche, la de los amigos de verdad, de corazón sincero y alocado. La pandilla de Buddy, Dave y Mike. Nevaba y hacía frío, ese frío que suele reinar en la ciudad, y particularmente en la madre de las grandes ciudades que es Nueva York, aunque siempre nos sea fiel. Buddy, el de los hombros de simio, se apartó del grupo y miró con los ojos muy abiertos. Se rascó la ingle. Buddy, el soñador, de ojos negros como el carbón y mirada sombría, se masturbaba a menudo en nuestra presencia, inconsciente y con una curiosa pureza. Aquella noche se detuvo con los hombros encorvados y tristes, cubiertos de nieve blanca y crujiente. Dave le embistió por abajo y se revolcaron juntos sobre la inocente nieve. Buddy jadeaba. Dave metió el puño en el vientre de Buddy. ¡Oh, el amor auténtico de los amigos de verdad! Allí estaban retozando juntos bajo los fríos peñascos de Manhattan en una auténtica noche de sábado. Buddy perdió el conocimiento de frío. «La verdad es que quiero a este hijo de puta», dijo Dave, mientras Buddy yacía, lejos de nosotros y de la ciudad. Yo, Mike, el errante solitario, estaba un poco apartado, abrumado por mi sabiduría, con mis dieciocho años y solo, contemplando a mis dos amigos, Dave y Buddy. Buddy recobró el conocimiento. La saliva, que le manchaba los labios casi inermes, cayó sobre la nieve blanca. Se incorporó jadeando y vio a Dave, abrazado a sus propias rodillas, que le miraba fijamente. Había amor en sus tristes ojos del Bronx. Un izquierdazo del puño peludo golpeó de pronto la barbilla de Dave, que se derrumbó sobre la nieve, fría como la muerte. Buddy, riéndose, permaneció sentado esperando su turno. ¡Qué fanatismo! «¿Y ahora qué, Buddy?», pregunté yo, Mike, el errante solitario, pero fiel amigo de sus amigos. «Ja, ja, ja, ¿ves qué cara pone?», dijo él, y se revolcaba sin aliento, cogido a la ingle. «¿Has visto ésta?» Dave jadeó. La vida volvía a él: rodó, gimió y, por último, se incorporó. Entonces, Dave y Buddy lucharon entre sí de verdad, riéndose gozosos hasta que, entre risas, cayeron ambos sobre la nieve. Yo, Mike, Mike, el de palabras aladas, me sentía dolorido de gozo. «¡Oye, de verdad que quiero a este hijo de puta!», dijo Dave jadeando, a la vez que lanzaba un puñetazo al diafragma de Buddy. Por su parte, Buddy, parándolo con el antebrazo, exclamó: «¡Ah, cómo le quiero!». Pero yo oí la musiquilla de los tacones sobre la acera cubierta de escarcha, y dije: «¡Eh, chicos!». Nos quedamos esperando. Era ella, Rosie, que salía del cuarto oscuro que tenía en las viviendas, pisando graciosamente el suelo con sus tacones. «¡Adiós, chicos!», dice Rosie, sonriendo con dulzura. Nos quedamos mirando a Rosie con cierta tristeza, mientras pasaba, orgullosa de su carne, contoneándose sobre su sexo de verdad y meneando su culo redondo como una pelota, que lanzaba un mensaje de esperanza dirigido a nuestros corazones. Entonces, nuestro amigo Buddy se apartó y, vacilando con sus ojos tristes, nos miró para decirnos: «La quiero, chicos». Dos de los amigos se quedaron entonces abandonados: Dave, el de los puños, y Mike, el de palabras aladas. Permanecimos contemplando a Buddy, marcado por la vida, que nos saludó con un gesto de la cabeza y se fue detrás de Rosie, con el corazón latiéndole al ritmo de su dulce taconeo. Las alas místicas del tiempo nos rozaron, blancas como copos de nieve; era el tiempo que nos lanzaría a todos detrás de nuestras Rosies camino de la muerte y del funeral en forma de hogar. Resultaba trágico y hermoso ver a nuestro Buddy avanzar hacia la danza inmemorial de los copos de nieve y del destino, con la escarcha seca bailándole sobre el cuello de la camisa. El amor que entonces emergió de nosotros hacia él fue algo fantástico y voluminoso, de cara triste e ignorante, pero auténtico y en verdad serio. Le amábamos mientras nos volvíamos. Allí quedábamos dos amigos abandonados, con los abrigos adolescentes que batían sobre nuestras piernas tan puras. Dave y yo nos quedamos tristes porque el ave agorera de la tragedia había tocado nuestras almas de perla, mientras permanecíamos aturdidos en medio de la vida. Dave, el rascador de ojos de lechuza, se rascó la ingle despacio. «Oye, Mike —dijo—, un día escribirás esto para todos nosotros.» Tartamudeó, sin poder expresarse, sin palabras en las alas: «Lo escribirás, ¿verdad, Mike?». Me miró fijamente y añadió: «Escribirás cómo nuestras almas se echaron a perder aquí, en esta acera blanca de Manhattan, ídolo del capital y perro infernal que nos pisa los talones, ¿verdad que lo escribirás?». «¡Eh, Dave, te quiero!», dije yo entonces. Mi alma de muchacho se retorcía de amor. Le di un golpe directo en la mandíbula, balbuceando de amor por el mundo, de amor por mis amigos, por los Daves y los Mikes y los Buddies. Cayó al suelo y yo le abracé cómo a un recién nacido, te quiero
baby
, la amistad en la jungla urbana, la amistad de la juventud joven. Pura. Y los vientos del tiempo soplaban, cargados de nieve, sobre nuestros hombros inocentes y amantes.

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