Un bebé puede ser algo confuso para un perro si nunca antes ha visto uno. Los bebés huelen de modo distinto a los adultos humanos. Su forma es diferente. Emiten sonidos y se mueven de modo distinto. Para los perros con un fuerte instinto depredador el tamaño y la debilidad de un bebé pueden desencadenar el ataque. Por otro lado, es lógico que la familia revolotee en torno al recién nacido y no preste demasiada atención al perro. Si su perro tiene problemas de dominancia o está obsesionado con usted, puede tener problemas.
Las familias que están esperando el nacimiento de un bebé y que tienen perro deben evaluar cuidadosamente la situación. ¿Cuál es el temperamento del perro? ¿Cómo es la relación con su dueña? Si los padres resultan ser líderes débiles y permiten que el perro domine la casa, sobre todo si se trata de una raza fuerte que se ha mostrado agresivo en algún momento del pasado; si el perro está acostumbrado a recibir atención constante y se muestra territorial o posesivo, recomendaría seriamente a la familia que le buscase un nuevo hogar antes del nacimiento del niño. A pesar de la importancia que tienen los animales en mi vida como padre sé que jamás habría puesto la vida de mis hijos en peligro. Hay algunas situaciones familiares en las que no se deben mezclar bebés y perros, aunque suele deberse más a la relación entre la dueña y su perro que al perro en sí. Si el animal ha sido socializado debidamente, no sólo la mayoría de perros pueden convivir pacíficamente con los niños, sino que pueden convertirse en sus devotos protectores.
Pero si tiene usted la más mínima duda de su propia capacidad para manejar al perro en cualquier situación, le sugiero que se tome los nueve meses de espera para encontrar al animal una nueva casa adecuada para él. Sé que puede ser descorazonador, pero la buena noticia es que los perros pasan página mucho más deprisa que los humanos. Se sentirá desorientado en un principio cuando se marche a vivir con una nueva manada, pero en la naturaleza los lobos cambian de manada cuando surge la necesidad de hacerlo. Si una manada es demasiado numerosa para los recursos de su territorio, los lobos se dividen y forman grupos nuevos. Si encuentra una casa adecuada para él, se adaptará sin problemas: su instinto lo empujará a ajustarse para encajar. La reconocerá si vuelve a verla o a olerla, pero no perderá el tiempo con usted. No olvide que los perros viven el momento.
Suponiendo que no se encuentre usted en la situación que he descrito en los párrafos anteriores, hay muchas cosas que puede hacer para preparar a su perro para la llegada del bebé y, lo que es aún más importante, para condicionarlo a respetar al bebé como otro líder de la manada. Hay que empezar pronto. Cualquier debilidad potencial en su relación líder-seguidor debe ser corregida inmediatamente. Si su perro es muy dependiente, ansioso o tiene dificultades con la separación, puede reaccionar en exceso a cualquier cambio en la estructura de la manada. Por difícil que pueda parecer puede empezar mostrándose más fría hacia él mucho antes de que llegue el bebé. No permita que la siga como una sombra por toda la casa. Impida que duerma con usted. Imponga nuevas reglas sobre dónde se puede o no sentar. Hágale saber que queda prohibido entrar en la habitación del bebé. Salga a pasear con él llevando un carrito y asegúrese de que él va siempre detrás, nunca delante. Anímelo y recompense su comportamiento sereno y sumiso en estas sesiones.
Una vez que haya nacido el niño, lleve a su casa una prenda de ropa con el olor del bebé y deje que su perro la huela. Es un modo de «presentarle» al bebé antes de que puedan verse cara a cara. No le ponga la prenda bajo la nariz para obligarlo a olerla. Primero muéstresela desde el otro lado de la habitación y luego pídale que se acerque poco a poco, pero no más cerca de lo que le permitiría si se tratase del bebé. Lo que le está pidiendo no es algo irracional: en la naturaleza la madre mantiene a sus retoños alejados de la manada al principio. El perro siempre debe mostrarse sumiso y tranquilo cuando detecte el olor del bebé. Corrija muestras de ansiedad o fijaciones, y recompense sólo un comportamiento tranquilo y sumiso.
Cuando el bebé llegue a casa, no se lo presente fuera. Entre primero y luego invite al perro a pasar, dejándole claro que están en la casa del bebé y no del perro. Presénteselo poco a poco. Empiece dejando que lo vea desde el otro lado de la habitación. Luego, poco a poco, deje que se acerque. Su energía firme y serena es vital en este momento. Cuando Ilusión se hizo a la idea de que llevase a mis hijos a la manada, entré con ellos mientras proyectaba mi forma más firme y serena de energía. Llevaba en brazos a mis hijos con orgullo. Estaba comunicando a la manada que aquellos niños formaban parte de mí, de su líder, y que ellos tenían que respetarlos del mismo modo que me respetaban a mí. Mis hijos aprendieron de mí ese comportamiento viéndome interactuar con los perros y lo imitaron.
Al mismo tiempo que enseñamos al perro hay que enseñar al niño a medida que crece cómo respetar al perro sin dejar de ser el líder de la manada. Por eso la supervisión es muy importante. Los perros nunca deben quedarse solos con niños que están aprendiendo a andar y que están demasiado llenos de energía física. Los niños tienen que aprender a no tirarles de las orejas o el rabo, y hay que enseñarles a que nunca deben jugar a peleas con un perro. Cuanto más insistamos, más aprenderá a corregir el modo de tratar a un perro. Al final el animal comprende que el niño no va a hacerle ningún daño. A André y Calvin les enseñé bien pronto a reconocer las pistas que proporciona el lenguaje corporal de un perro, de modo que pudieran saber cuándo podían o no tocarlo. Les hice que me ayudaran a darles de comer y les enseñé a no poner delante de un perro su plato de comida hasta que no estuvieran sentados y tranquilos. Enséñeles también cómo deben acercarse a un perro desconocido: no hay que hablar ni tocar ni mirarle a los ojos hasta que no esté tranquilo y cómodo con nosotros. En cuanto mis chicos pudieron andar, correteaban entre los perros como los amos del lugar. Hagan como yo: condicione a sus niños para que lleguen a ser los líderes de la manada desde que están en la cuna. ¡Toda una generación de perros se lo agradecerá!
Cómo tratar a las visitas puede ser algo difícil de comprender para un perro. La mayoría de la gente quiere que sus perros sean, si no sus protectores, al menos su alarma. Si un extraño se acerca a la casa por la noche, las dueñas de los perros quieren que éstos las alerten de ello. Pero al mismo tiempo desean que se muestren dóciles y cariñosos cuando los amigos o el cartero llegan a su puerta. Es difícil conseguir ambas cosas. ¿Cómo va a diferenciar el animal qué clase de persona está al otro lado de la puerta? Es tarea de la dueña enseñar modales al perro y reforzarlos cuando sea necesario.
Cuando un desconocido llama a su puerta, asegúrese de que el perro deja de ladrar inmediatamente y de que está sentado y sumiso cuando entra. No permita que salte encima del recién llegado. Al mismo tiempo pida a la persona que llega a su casa que no salude al perro del modo tradicional (pero ¡equivocado!) ¡Nada de agacharse para ponerse al nivel del animal para acariciarlo y hablarle! El invitado debe aprender las normas que yo utilizo para los visitantes del Centro de Psicología Canina: no hay que tocar ni hablar ni mirar a los ojos nada más llegar. El perro debe acostumbrarse educadamente al olor del invitado antes de que éste le muestre cariño. El perro tiene la capacidad de recordar miles de olores distintos, de modo que tras un par de visitas el invitado ya le será familiar. Pero con cada persona nueva que conozca habrá que repetir el ritual.
El pobre cartero también puede crearle dificultades al perro. Puesto que los canes viven en un mundo de causa y efecto, si el perro se acostumbra a ladrar al cartero, lo interpretará del siguiente modo: «Llega el cartero. Ladro y gruño. El cartero se va. Lo he asustado». En algunos perros dominantes y agresivos esto puede despertar su instinto depredador, lo que potencialmente puede incitar la agresión hacia el cartero. Para el dueño esto puede traducirse en tener que ir a recoger el correo a la oficina de correos o, en el peor de los casos, a una denuncia. El servicio postal de Estados Unidos se toma en la actualidad muy en serio la seguridad de sus carteros. En el caso de uno de los perros que han aparecido en
Dog Whisperer
no sólo la propietaria del perro en cuestión sino todo el vecindario perdieron el privilegio de recibir el correo en sus casas. (Ya se imaginarán que la dueña del perro no se hizo muy popular en el barrio…).
Corregimos esta dificultad condicionando al perro para que no ladrase cuando un desconocido se acercase a la puerta. Cuando conseguimos progresar en este sentido, me vestí con el uniforme de los carteros y me acerqué a la puerta una y otra vez hasta que el perro perdió el deseo de ladrarme. Fue como si hiciera un trueque con la dueña: ella renunció a su «sistema de alarma» para conseguir recuperar el privilegio del correo. Siempre es preferible instalar una alarma que dar a su perro ese trabajo, porque ¡el cartero es irremplazable!
Siempre que propongamos a nuestro perro una situación nueva y desconocida es importante que lo preparemos de antemano. Mucha gente lleva galletas para intentar calmarlo, pero, si el animal ya está aterrado, seguramente no funcionará. Recuerde que los perros no entienden lo que es un peluquero o por qué tienen que ir a sus revisiones con el veterinario. Pocos son los perros que no protestan cuando les cortan el pelo o visitan al veterinario por primera vez. Muy pocos son los que no se ponen tensos o nerviosos. Para ellos son situaciones muy poco naturales, de modo que el peluquero y el veterinario tienen que actuar como etólogos además de hacer el trabajo que deben realizar, y algunos no son capaces de combinar ambas cosas. No es su trabajo. De usted depende contribuir a que la experiencia sea lo más cómoda posible para su perro.
Antes de ir al veterinario es importante que usted sujete a su perro y lo toque del mismo modo que hará el veterinario. De hecho es algo que debe hacer con regularidad mucho antes de la visita. El cerebro necesita haber sido condicionado a que lo toquen en determinadas partes del cuerpo que normalmente no tocaría nadie. Muchos de nosotros acariciamos a nuestros perros cuando les damos afecto: tocamos la cabeza, los acariciamos, les rascamos la tripa o la espalda. Un veterinario le abrirá la boca, le mirará los oídos, los ojos y el ano. Usted puede ayudar a su perro «jugando a los médicos en casa». Que todo el mundo se involucre, incluidos los niños, y que alguien se ponga una bata parecida a la del veterinario. Que su perro se acostumbre al tipo de instrumental que utiliza un veterinario, aunque sea de juguete, y que experimente el olor a alcohol. Puede darle masajes o alguna golosina durante la sesión para crear una asociación positiva.
La visita al peluquero ha de prepararse del mismo modo. Los únicos perros que se sienten cómodos en la peluquería son los que provienen de un linaje de perros de exposición. De algún modo es como si hubieran heredado la tranquilidad de sus padres a la hora de enfrentarse al proceso del acicalado. Para otros perros, sin embargo, puede constituir toda una pesadilla. ¿Recuerda a Josh,
El Gremlin
? ¡No se imagina la cantidad de clientes que temen más ir al peluquero con sus perros que a su propio dentista!
Por naturaleza soy un hombre muy competitivo y los desafíos siempre me seducen. Para mí lo es trabajar con un perro inestable e intentar ayudarlo a recuperar el equilibrio, así que, cuando trabajé como peluquero en San Diego y me trajeron un perro como Josh, para mí fue un placer. No difiere mucho del vaquero cuyo trabajo consiste en montar un caballo salvaje o un toro. No queremos herir a los animales: sólo domarlos. Lo que yo vi entonces fue la oportunidad de domesticar al animal que esos perros llevaban dentro y al mismo tiempo dejarlos guapos por fuera. Si el perro resultaba ser un animal fácil, mejor, todo iba más deprisa, pero un perro difícil no era algo negativo para mí. Por supuesto los perros hacían crecer en mí mi energía positiva, de modo que conseguía que la experiencia les resultase muy agradable. Sin embargo, entiendo por qué la mayoría de peluqueros temen a esa clase de perros. Detestan tener que ocuparse de un animal que puede morderles e inconscientemente culpan al perro. El animal se percata de su energía negativa y eso exacerba su ansiedad. La verdad es que los perros actúan de ese modo porque sus dueñas no las preparan debidamente para la ocasión.
Al igual que cuando lo preparábamos para el veterinario, podemos recrear el escenario para condicionar al perro gradualmente a sentirse más cómodo en el peluquero. Cómprese algunas pinzas o tijeras e intente ponérselas al perro para calibrar su reacción. Si se pone nervioso, espere a que tenga hambre. Ofrézcale comida y, mientras esté comiendo, mueva las tijeras o las pinzas a su lado. Hágalo unas cuantas veces. Empezará a asociar ambas cosas con la hora de la comida, lo cual mejorará su opinión de la visita al peluquero.
Y lo más importante: antes de llevar a su perro a la clínica veterinaria o a la peluquería, o antes de que el servicio de peluquería llegue a su casa,
llévese al perro a dar un largo e intenso paseo
. Lo mejor es que le dé su paseo habitual antes de salir de casa y que, cuando llegue a la clínica, le dé otro paseo más corto alrededor del bloque. Si el perro llega habiendo hecho ejercicio, tendrá menos energía dentro de sí y estará más receptivo ante una situación nueva y que puede producir temor. Si el perro asocia que cada vez que acuden a ese lugar pasa más tiempo con usted caminando, lo tomará de otro modo. Añadir golosinas puede ayudar, pero pasar más tiempo con el líder de la manada le dejará mejor sabor de boca que cualquier galleta de perro de las que se encuentran en el mercado.
Los parques caninos, especialmente aquellos en los que el perro puede estar sin correa, son puntos calientes en muchas comunidades norteamericanas. Esta clase de parques puede utilizarse para incrementar o mantener sus habilidades sociales, y quizá para que se divierta corriendo y jugando con miembros de su propia especie. Pero eso es todo lo que se debe esperar de un parque canino. No es un lugar en el que pueda esperarse que el perro consuma su exceso de energía.
Nada
puede reemplazar a su paseo, porque, cuando reúnes en un mismo sitio un número de perros que no se conocen, se corre el riesgo de que se desate el conflicto. El «poder de la manada» es intenso en un perro, pero recuerde que en el Centro de Psicología Canina a veces he tardado semanas en introducir con éxito a un perro en la nueva manada. ¡Y mi manada está constituida por animales equilibrados y estables! ¿Puede decirse lo mismo de todos los perros del parque canino? ¿Puede estar absolutamente seguro de que su perro lo es? Un parque canino es un lugar rodeado de muros y cada vez que se encierra a muchos animales en un lugar aparecen las refriegas.