El encantador de perros (27 page)

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Authors: César Millán & Melissa Jo Peltier

Tags: #Ensayo

BOOK: El encantador de perros
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Puede que haya tenido usted esta experiencia con su perra: le encanta jugar a la pelota. En el jardín de su casa puede pasarse el día entero yendo a buscar la pelota que usted le lanza y devolviéndosela. Eso es genética. Raza. Usted controla el comportamiento de su perra, pero con la pelota. Su motivación para permanecer con usted es la pelota que usted tiene en la mano. Pero digamos que su perra pierde interés por ella. Su nueva motivación es el gato y empieza a perseguirlo. Es el instinto lo que la empuja a hacerlo. ¿Puede controlarla en esa situación? ¿Puede impedir ese comportamiento? ¿Y sin la pelota, fuera del jardín? ¿Puede controlarla durante un paseo? ¿Puede evitar que persiga ardillas mientras pasean? No puede impedir que persiga a las ardillas o los gatos con una pelota de tenis, sino con su liderazgo. A menos que haya conseguido controlar su lado instintivo, no podrá predecir o controlar lo que su perra haga o deje de hacer.

Como líder de una manada de entre treinta a cuarenta perros en el Centro de Psicología Canina, tengo que bloquear comportamientos instintivos para que la manada funcione bien. Es instintivo que un perra monte a otra, pero a veces tengo que impedirlo porque, si ese comportamiento se vuelve demasiado intenso, podría acabar derivando en una pelea. No permito que las perras se peleen por la comida o por una pelota de tenis. Ni las agresiones ni las peleas están permitidas en mi manada. A las perras de mayor tamaño no se les permite ir a por las pequeñas: así es como nuestro chihuahua, Coco, más pequeño que una taza de té, puede vivir feliz en la misma manada que dos enormes pastores alemanes, siete pitbull y un doberman. Tengo que impedir que las perras de más envergadura persigan a las más débiles o aquellas cuya energía es más inestable. Es natural para ellas intentar deshacerse de la energía inestable de un miembro de la manada, pero yo tengo que enseñar a todos a aceptar a los miembros débiles y a no acosarlos. Así es como la manada ayuda a rehabilitarse a las perras inestables: mostrándoles con el ejemplo lo que significa ser un animal equilibrado, sereno y sumiso, y cómo se sienten comportándose así. Tampoco les permito que mordisqueen nada ni que hagan agujeros en el césped o que se revuelquen en las deyecciones de los demás. He elegido imponer esas reglas porque son las que mejor me parecen como ser humano, y como líderes de la manada tenemos el derecho y la responsabilidad de elegir las reglas por las que deben vivir.

No obstante, cada vez que bloqueo un comportamiento instintivo, he de reemplazarlo por otra actividad para canalizar la energía. No se puede arrebatar algo a una perra sin dar nada a cambio. ¡La energía que empuja a una perra a iniciar ese comportamiento no deseado no desaparece por el mero hecho de habérselo prohibido! Debe reemplazar la actividad no deseada por una que sí lo sea. Por eso tengo en el Centro carreras de obstáculos, piscinas, cintas de correr, pelotas de tenis y otras distracciones para perras. Por eso pasamos de entre cinco a ocho horas al día haciendo algún ejercicio vigoroso, y por eso procuro hacer de cada actividad, desde caminar hasta bañarse pasando por comer, un desafío psicológico para ellas. Si no proporciona a su perra el modo de canalizar su energía y ejercitar su mente, será mucho más difícil para ella seguir las normas y los límites que le imponga. Por el contrario, si es usted un líder bueno y responsable, le proporcionará no sólo estructura a su vida, sino muchas vías por las que canalizar su energía natural.

Afecto

Es posible que los perros de Norteamérica no hagan suficiente ejercicio o que carezcan de disciplina, pero desde luego afecto no les falta. Es precisamente ésa la razón por la que muchas personas deciden tener una perra: por esa increíble cantidad de amor incondicional que proporcionan. Las perras son animales afectuosos, muy físicos, y el contacto significa mucho para ellas, tanto en el mundo salvaje como cuando vienen a vivir con nosotros, pero, como ya he dicho antes, el afecto que un individuo no se ha ganado puede ser perjudicial para él. Especialmente el afecto que se dispensa en el momento equivocado.

¿Cuándo es el momento adecuado para compartir ese afecto? Pues después de que la perra ha hecho ejercicio y ha comido. Cuando una perra deja el comportamiento no deseado y hace lo que se le ha pedido. Cuando cumple con una regla o una orden. Si la perra se pone a saltar sobre usted pidiéndole una caricia, lo más probable es que su instinto la empuje a satisfacer su deseo. Pero este comportamiento le envía la señal de que es ella quien lleva las riendas. Muéstrese afectuoso sólo con una mente que esté tranquila y sumisa. Pida a su perra que se siente y que se tranquilice, y sólo después muéstrele su cariño. El animal comprenderá enseguida que sólo hay un modo de conseguir lo que desea.

¿Cuándo no debe usted darle cariño? Cuando la perra esté asustada, ansiosa, posesiva, dominante, agresiva, llorosa, ladrando… o contraviniendo cualquiera de las reglas de su casa. Los propietarios de Bane y Hera, los perros asesinos de San Francisco, daban enormes muestras de cariño a sus perros después de que se hubieran pasado el día aterrorizando a la gente. Cuando se muestra cariño a una perra, se refuerza el comportamiento que haya tenido un instante antes. Con amor no se puede conseguir que un perro deje de portarse mal, del mismo modo que tampoco se puede conseguir que un delincuente deje de cometer delitos. Cuando me casé por primera vez con mi esposa, Ilusión, ella me daba todo el amor del mundo, pero no era ese amor lo que podía hacerme desistir de un mal comportamiento al que estaba acostumbrado. Lo que me hizo cambiar y ser un buen marido y compañero fue que ella trazase al fin una línea sobre la arena. O me reformaba o me abandonaría. ¡Tengo que admitir que no fue el amor lo que me cambió, sino las reglas y los límites!

Un magnífico ejemplo del modo correcto de dar amor puede encontrarse observando a los perros que tienen un trabajo. Las personas con minusvalías que cuentan con el trabajo de una perra deben comprender que ese animal no está con ellos sólo para que sea su amigo. Tienen que aprender a mostrarse líderes antes de que el perro sea capaz de encender la luz, abrir la puerta o llevarlos hasta la parada del autobús. Aunque esos animales han sido entrenados por especialistas, no responderán ante la persona con minusvalías hasta que esa persona aprenda a proyectar energía serena y firme. Si alguna vez ha visto a esas perras en acción, habrá reparado en que llevan un cartel en el que puede leerse que no se les deben dar muestras de afecto mientras están trabajando. La ley prohíbe expresamente que se acaricie a esos animales. El afecto sólo crea excitación y una perra no puede concentrarse en su trabajo si está excitada. ¿Cuándo le demuestra su afecto la persona a la que ayuda? Cuando el animal ha realizado su tarea, y en casa, al final de un duro día de trabajo. Las perras de búsqueda y rescate y las que trabajan para la policía no reciben afecto mientras están trabajando, a menos que sea inmediatamente después de haber realizado una tarea importante. Los policías de estupefacientes no se dedican a jugar con sus perras todo el día para luego pedirles que busquen sin distraerse paquetes de sustancias ilegales. Tener que trabajar para ganarse el afecto es algo muy natural para una perra. Somos sólo los humanos quienes creemos que si no damos afecto a nuestras perras veinticuatro horas al día, siete días a la semana, les estamos privando de algo.

Satisfacción

Cuando hablo de «satisfacer» a nuestras perras, me refiero a la satisfacción que pretendemos para nosotros mismos en nuestra vida. ¿Somos felices? ¿Vivimos cada día aprovechándolo al máximo? ¿Somos capaces de exprimir todo nuestro potencial, de ejercitar los talentos y las capacidades con los que nacimos? Con las perras es lo mismo. La vida de una perra está llena si puede vivir cómodamente en una manada, sintiéndose segura bajo la guía de su líder. Una perra está satisfecha si hace ejercicio frecuentemente y, de algún modo, siente que está trabajando por comida y agua. Una perra está satisfecha cuando confía en su líder para fijar normas consistentes y límites por los que regirse. A las perras les encantan las rutinas, los rituales, la consistencia, además de las nuevas experiencias y la oportunidad de explorar, especialmente cuando sienten que tienen una unión profunda con su líder.

Las perras nos llenan de satisfacción de muchas maneras. Nos hacen compañía cuando estamos solos. Nos acompañan en nuestros paseos matutinos. Nos proporcionan algo vivo, suave y cálido con lo que acurrucarnos. Nos sirven como despertadores, alarma antirrobo y centinelas. Nos hacen ganar dinero en sus competiciones. Nosotros no les pedimos todo esto, pero ellas lo hacen. No saben hablar y pedirnos lo que necesitan, pero, dándoles unas cuantas cosas muy simples —ejercicio, disciplina y afecto, en ese orden—, habremos encontrado el modo de agradecerles todo lo que aportan a nuestra vida.

8
¿No podemos llevarnos bien sin más?
Trucos sencillos para vivir feliz con su perro

Los humanos y los perros llevamos coexistiendo y dependiendo los unos de los otros miles de años. En los países en vías de desarrollo y las sociedades primitivas no siempre se trata a los perros con el nivel de amor y ternura que empleamos en Norteamérica. Sin embargo, los perros que viven en tales lugares no parecen padecer tantas dificultades y neurosis como aquí. ¿Cómo podemos compartir el amor que sentimos por ellos sin provocarles «dificultades»? ¿Cómo podemos ser líderes fuertes de la manada sin perder la compasión y la humanidad que nos empujó en un principio a emparejarnos con ellos?

La respuesta a estas preguntas no es sencilla. No obstante, pretendo ofrecerle algunos consejos prácticos obtenidos a partir de mi experiencia con clientes que espero los ayuden, a usted y a su perro, a vivir sin estrés y a alcanzar un elevado nivel de conexión entre las dos especies.

Elegir un perro

Como ya he mencionado anteriormente, elegir el perro adecuado es la piedra angular sobre la que edificar una relación larga y satisfactoria entre ambos. Antes de tomar la decisión de comprometerse con un perro debe preguntarse cuál es su motivación. No tiene por qué compartirla con nadie, pero debe ser absolutamente sincero consigo mismo porque le aseguro que no podrá engañar a un perro. ¿Se siente triste y solo y pretende utilizar al perro como sustituto de la compañía de un ser humano? ¿Quiere que el perro interprete el papel del niño que nunca tuvo o pretende que ocupe el lugar de los hijos que acaban de dejar el nido? ¿Quiere llevar a un perro a su casa para que llene el vacío que ha dejado otro que falleció? ¿Quiere llevar a su lado un perro con aspecto de chico duro para ganar una determinada posición o prefiere un perro bonito al que poder llevar a pasear y que atraiga a las chicas? ¿Quiere que su perro sea su protector, un arma y poco más? Si alguna de éstas es la razón principal por la que desea un perro, le pido que recuerde que se trata de un ser vivo con intensos sentimientos, necesidades y deseos que por ser distintos a los suyos no son menos importantes. Un perro no es una chica, un hijo, un bolso, un símbolo de posición social o un arma. Si ha decidido que desea compartir su vida con uno, tendrá una increíble oportunidad de formar un poderoso lazo de unión con un miembro de otra especie. Pero esa oportunidad tiene un precio: el precio de la responsabilidad.

Conózcase a sí mismo antes de conocer a su perro. Antes de transformarse en el ama de uno de ellos, le recomiendo que la respuesta que emita a estas importantes preguntas que voy a proponerle sea siempre sí a la primera parte de ellas y no a lo que figura entre paréntesis:

  1. ¿Estoy dispuesta a comprometerme a pasear a mi perro durante al menos una hora y media al día? (¿O me voy a limitar a dejar al perro en el jardín diciéndome que de ese modo ya hace suficiente ejercicio al aire libre?).
  2. ¿Estoy dispuesta a comprometerme a aprender a ser un líder de la manada firme y sereno para mi perro? (¿O dejaré que mi perro haga lo que quiera porque es más fácil?).
  3. ¿Estoy dispuesta a comprometerme a establecer reglas y límites claros en mi casa? (¿O dejaré que mi perro haga lo que quiera cuando quiera?).
  4. ¿Estoy dispuesta a comprometerme a proporcionar a mi perro comida y agua de modo regular? (¿O le daré de comer sólo cuando me acuerde?).
  5. ¿Estoy dispuesta a comprometerme a dar afecto a mi perro sólo en el momento adecuado y cuando mi perro se muestre sereno y sumiso? (¿O lo abrazaré y lo besaré cuando tenga miedo, se muestre agresivo o simplemente cuando me apetezca?).
  6. ¿Estoy dispuesta a comprometerme a llevar a mi perro al veterinario de modo regular, a esterilizarlo, a hacerle los chequeos necesarios y a ponerle todas las vacunas? (¿O pienso ir al veterinario sólo cuando esté enfermo o herido?).
  7. ¿Estoy dispuesta a comprometerme a socializar a mi perro y/o a entrenarlo debidamente para que nunca pueda llegar a ser un peligro para otros animales o personas? (¿O confiaré en la suerte, limitándome a advertir a todo el mundo que no se acerque a mi perro?).
  8. ¿Estoy dispuesta a recoger los excrementos de mi perro cuando lo saque a pasear? (¿O consideraré que las cacas de mi perro no son asunto mío?).
  9. ¿Estoy dispuesta a educarme en psicología canina en general y a aprender las necesidades específicas de la raza de mi perro? (¿O aprenderé por instinto?).
  10. ¿Estoy dispuesta a ahorrar algo de dinero por si debo llevar a perro a un especialista si presenta problemas de comportamiento o si debo buscar una clínica veterinaria de urgencia? (¿O destinaré a mi perro sólo lo que pueda permitirme en ese momento?).

¿Ha conseguido aprobar? Enhorabuena. Está usted preparado para tener perro. En caso contrario quizá sería mejor que pensara más detenidamente en su elección de mascota. También hay muchos gatos sin hogar que necesitan ser adoptados y sus necesidades son muy distintas a las de los perros, y no tan trabajosas.

Y ahora, ¿qué perro elegir? Como ya he dicho anteriormente, la raza es un factor importante y hay muchas guías que poder consultar acerca de los cientos de distintas razas que existen. Yo recomiendo la
American Kennel Club’s Guide to Dog Breeds
, con sus preciosas fotografías a todo color y una fascinante historia genética de cada raza.
Your Dream Dog
, de Bash Dibra, es otro libro lleno de información muy útil a la hora de elegir una raza que encaje con sus requerimientos.
Mutts: America’s Dogs
, de Michael Capuzzo y Brian Kilcommons, ofrece una visión única en la que «clasifican» las razas mestizas. La historia de los perros es fascinante, lo mismo que leer acerca de ellos.

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