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Authors: Norman Mailer

Tags: #Policíaco

El fantasma de Harlot (140 page)

BOOK: El fantasma de Harlot
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Pero hubo también otro obstáculo imprevisto. Un pequeño destacamento de la milicia de Castro estaba en la costa, y antes de que se diera a la fuga se produjo una pequeña escaramuza. Había varios transmisores radiales de microondas, todavía tibios, cuando nuestros cubanos capturaron el equipo. De modo que tendremos noticias de Castro antes de lo esperado. Me crucé con Cal en el corredor. «Tratará de acabar con la operación antes de que nuestras posiciones sean lo bastante seguras para justificar la llegada del gobierno provisional», me dijo.

Por lo tanto, todas las noticias que nos llegan se refieren a la urgencia de consolidar la cabeza de playa. Los paracaidistas se encuentran en distintos grados de peligro. En el frente oriental, cerca de San Blas, al norte, los que bloquean las carreteras están bien armados y provistos. Algunos de los habitantes de San Blas les llevan provisiones y se ofrecen como enfermeros. En el frente occidental, sin embargo, las provisiones de los paracaidistas que intentan bloquear la carretera al norte de Playa Larga, cayeron en los pantanos (una vez más, las tropas parecen mejor adiestradas que los pilotos), y los hombres han tenido que retirarse hasta la playa.

En Playa Larga, Tony Oliva, el comandante del segundo batallón en el frente occidental, ha estado combatiendo desde el principio. Ha habido confusión, horror y algún triunfo. Se suponía que ninguno de los dos grupos de paracaidistas encontraría oposición, pero ambos toparon con pequeños destacamentos de milicianos que abrieron fuego contra ellos. Los dos batallones de la Brigada lograron resistir, y ahora están atrincherados, pero se han perdido horas.

Al parecer, las embarcaciones de desembarco, baratas y de segunda mano, que escogimos para camuflar el operativo, han funcionado mal. Los mensajes que recibimos desde el área de combate, dicen siempre lo mismo: los motores fuera borda fallan, los botes vuelcan, la oscuridad y los arrecifes dificultan los movimientos. Según me ha comentado Cal hace un par de días, Inteligencia Naval le había advertido a la Agencia que Playa Girón presentaría estos obstáculos, pero se prefirió hacer caso omiso. Una vez descartada Trinidad como sitio de desembarco, la Agencia debe de haber decidido que no podía haber más cambios, o de lo contrario nos quedaríamos sin plan. Era obvio que estábamos ante un programa en que se tomaba lo que había. ¿Tenéis dificultades para desembarcar? Pues haced lo que podáis. Por eso los pertrechos llegan tan lentamente. Al parecer ningún tanque podrá llegar a la playa antes de la salida del sol, momento en que los barcos deben alejarse de la costa. Debo interrumpir aquí. Oigo gritos en el salón.

11:30

Han pasado cinco horas y desde entonces las cosas han empeorado. Los restos de la aviación castrista aparecieron sobre Playa Girón a las seis y media de esta mañana. Sólo seis aviones. Uno fue derribado. Nosotros perdimos un barco y otro se está hundiendo a trescientos metros de la costa.

Las noticias que nos llegan son cada vez peores. Al amanecer el
Houston
logró desembarcar en Playa Larga la totalidad del segundo batallón, pero el quinto batallón, formado por reclutas bisoños, seguía a bordo cuando el barco recibió un proyectil de uno de los aviones de Castro. Como también transportaba municiones y gasolina, fue un milagro que no volara por los aires. No obstante, los daños son graves: un agujero bajo la línea de flotación. Encalló a menos de un cuarto de milla de la costa y empezó a hundirse como un toro moribundo (o así lo veo yo), derramando aceite. Los del quinto batallón saltaron al agua y nadaron hasta la playa. Fueron bombardeados desde el aire. Se informa que las bajas ascienden a cuarenta hombres. Hay otras no contabilizadas. Tony Oliva, comandante del segundo batallón en Playa Larga, necesita las tropas del quinto batallón para que protejan su retaguardia mientras avanza, pero están quince kilómetros al sur, reagrupándose.

Al cabo de unos pocos minutos se produjo un desastre aún mayor. Un proyectil de otro de los aviones de Castro dio en el
Río Escondido
; el barco explotó, y se hundió. Ignoramos cuántos hombres sobrevivieron (aunque muchos fueron recogidos por el
Blagar
, que se acercó para ayudar), pero el daño verdadero, como se nos ha dicho en las dos últimas horas, es que el
Río Escondido
transportaba la mayor parte de los pertrechos para los primeros diez días de lucha: municiones, comida, suministros médicos, combustible. Casi todo.

Según los informes más recientes la Brigada sólo ha logrado desembarcar un diez por ciento de sus municiones, lo que probablemente sea suficiente para hoy, pero los barcos de aprovisionamiento han huido al mar y no podrán acercarse a la costa hasta esta noche. El tercer batallón, que debía desembarcar en Playa Verde, a treinta kilómetros hacia el este, tuvo que ser desviado a la base en Playa Girón. Ahora está establecido en el flanco derecho, tres kilómetros al este de la ciudad. Si Playa Larga, sobre el frente occidental, no resiste, y el segundo batallón de Oliva tiene que retroceder los cuarenta y cinco kilómetros que lo separan de Playa Girón, la cabeza de playa sólo tendrá unos pocos kilómetros de ancho. En esta situación extrema, es crucial que las provisiones puedan ser desembarcadas.

Esto nos conduce al siguiente problema. Los cargueros tenían orden de reunirse con el acorazado estadounidense
Essex
para protegerse de futuros ataques aéreos, pero los capitanes de los barcos no obedecen las instrucciones dadas por radio. Sus tripulantes —marineros mercantes—, si bien son también cubanos, no tienen la fuerte motivación de la Brigada. Resultado: el
Blagar
, el
Caribe
, el
Atlántico
y el
Bárbara J.
están esparcidos por todo el Caribe.

La única buena noticia es que tenemos un pequeño aeropuerto en los alrededores de Playa Girón, y está en condiciones de operabilidad. Un sudor frío recorre mi columna vertebral cuando me doy cuenta de que es la pista donde aterrizará mi avión. Pero Hunt me comunica que nuestro vuelo a Florida, para reunimos con el Consejo Revolucionario Cubano, ha sido postergado debido al rumbo incierto que están tomando los acontecimientos. Entretanto, el CRC ha distribuido los cargos. Cardona es el presidente, por supuesto, y Manuel Anime (actualmente con la Brigada) es nombrado delegado del Ejército de Invasión; Toto Bárbaro, un genio para cheques y estados de cuentas, es el secretario de Defensa. Manuel Ray es jefe de Sabotaje y Asuntos Internos, precisamente el cargo al que aspiraría de ser comunista como Hunt sospecha.

No obstante, en Opa-Locka reina la histeria. Uno de los ministros (imagino que Bárbaro) ha amenazado con suicidarse si no le permiten salir del encierro. No deja de decirle a Bender que debe hablar con Allen Dulles. Bender ha estado telefoneando a Dick Bissell ordenándole que envíe a un par de hombres de Kennedy capaces no sólo de impresionar sino de tranquilizar a los estadistas putativos de Opa-Locka. Se han mencionado los nombres de Arthur M. Schlesinger, hijo, y de Adolf Berle.

En el Cuartel del Ojo, para muchos de nosotros el trabajo se ha estancado. De vez en cuando llega un cable a la oficina de Operaciones Militares, y su contenido activa a unas cuantas personas, que durante un rato trabajan intensamente (todos estamos ansiosos por hacer algo) pero, por lo general, somos como engranajes detenidos que aguardan ser puestos en funcionamiento. Los aviones B-26 con base en Nicaragua están volando constantemente. El vuelo de tres horas y media desde el Valle Feliz a Playa Girón, y el viaje de regreso, igualmente largo, consumen tanto combustible que no pueden permanecer más de quince minutos sobre la cabeza de playa. Estos bombarderos, que transportan casi mil quinientos kilos de bombas, ocho proyectiles y ocho ametralladoras calibre 50, además de combustible, llevan un peso de veinte toneladas, lo cual significa un exceso de dos. No pueden llevar un artillero de cola, pues el peso de su ametralladora, cajas de municiones, etcétera, equivaldría a otros quinientos kilos, suficientes para consumir los quince minutos adicionales de gasolina, que es el tiempo que permanecen sobre el campo de batalla. Estos B-26, desprovistos de un artillero de cola, deben de ser extraordinariamente vulnerables para los cazas que le quedan a Castro.

Alguien en el Cuartel del Ojo (me alegro de no haber sido yo) ha tenido el poco tino de preguntar por qué los B-26 no utilizaban como base el aeropuerto local. La respuesta es obvia: serían destruidos por los aviones de Castro.

17 de abril de 1961. Hora: 15:00

El ambiente es irrespirable. David Phillips, quien se precia de ser un hombre cortés, está sumamente irritable. Nos hallamos sumergidos en un verdadero caldero de indecisión con respecto al contenido del comunicado del CRC que le entregaremos a Lem Jones. ¿Debemos reconocer alguna clase de dificultades en la operación?

Se nos ocurre lo siguiente: EL CONSEJO REVOLUCIONARIO CUBANO DESEA ANUNCIAR QUE LAS ACCIONES DE HOY HAN CONSTITUIDO EN SU MAYOR PARTE UN ESFUERZO DE APROVISIONAMIENTO Y APOYO A LAS FUERZAS QUE HAN SIDO MOVILIZADAS Y ADIESTRADAS DENTRO DE CUBA EN LOS ÚLTIMOS MESES.

Agregamos una cita de un estadista anónimo: «PRONOSTICO QUE ANTES DEL ALBA LA ISLA DE CUBA SE LEVANTARÁ MASIVAMENTE EN UNA OLA COORDINADA DE SABOTAJE Y REBELIÓN... EN EL CAMPO, GRAN PARTE DE LA MILICIA YA HA DESERTADO».

En realidad, hasta el momento la Brigada ha capturado a unos cien milicianos, de los cuales la mitad se pasó a nuestro bando. De esa proporción extrapolamos el futuro de Cuba.

Dean Rusk fue un poco más cauto. En el departamento de Noticias circula una transcripción de la conferencia de Prensa que ha dado esta mañana. Es increíble ver la cantidad de cigarrillos que se fuman, cuántos ceniceros no se vacían, cuántos papeles mimeografiados de toda clase hay en el suelo. Los de la Agencia somos, por lo general, la gente más prolija del país, pero la tensión de los últimos días ha arrancado de nuestros nervios una especie de excrecencia, diríase que gris. Todo es gris: las noticias, la ceniza de los cigarrillos, el humo, la suciedad del suelo, las huellas de los zapatos sobre los papeles caídos. Sí, exudamos la información tan rápido como la recibimos.

PREGUNTA: El caso del piloto que después de aterrizar en Miami dijo que había desertado de las Fuerzas Aéreas cubanas resulta muy extraño. Castro nos ha desafiado a que lo mostremos. ¿Por qué no se permite que la Prensa vea a este hombre? ¿O acaso el Servicio de Inmigración está dictando la política del Departamento de Estado?

RUSK: Creo que se trata de un problema que en un principio tenía que ver con el Servicio de Inmigración y que después tuvo que ver con Cuba. Preferiría no contestar esa pregunta esta mañana.

PREGUNTA: Si los rebeldes lograsen consolidar sus posiciones en Cuba, ¿estaríamos dispuestos a reconocer un gobierno provisional?

RUSK: Ésa es una pregunta acerca del futuro, y todavía no estoy en condiciones de responderla.

PREGUNTA: Señor secretario, dejemos por un instante el tema de Cuba.

RUSK: Gracias.
(Risas)

Sin embargo, hay otros que no se apartan de la cuestión tan rápidamente. En Bogotá una multitud se ha reunido frente a la agencia de noticias USI y ha arrojado piedras contra sus ventanas; en Caracas hubo que emplear gases lacrimógenos para disolver una manifestación de izquierdistas.
Izvestia
informa acerca de «noticias alarmantes». Hojeo las declaraciones de los ministros de Relaciones exteriores de Londres, París, Roma, Bonn, Varsovia, Praga, Budapest, Pekín, Nueva Delhi, Kinshasa. Más papeles mimeografiados en el suelo. Fuera, en Ohio Drive, se ve el tráfico de la tarde del lunes. Las lanchas de paseo pasan por el Potomac. En estos momentos quizá seamos la oficina más importante en Washington, y sin embargo, tenemos relativamente poco que hacer. Me siento vacío, exaltado, cargado de cafeína, irritado y lleno de un sentimiento peculiar, casi alienante: participo de la historia a medida que se hace, pero sólo como un lancero que desempeña su pequeño, ansioso papel en una ópera.

No puedo evitar sentirme indignado cuando leo las primeras ediciones de los periódicos vespertinos. ¡No son responsables! Los rumores impresos en caracteres pequeños me asaltan como si fueran titulares:

LA ARMADA CUBANA SE REBELA.

LOS INVASORES DESEMBARCAN EN LAS PLAYAS DE CUATRO DE LAS SEIS PROVINCIAS DE CUBA.

RAÚL CASTRO CAPTURADO.

MILES DE PRISIONEROS POLÍTICOS LIBERADOS.

CASTRO A PUNTO DE ABANDONAR CUBA.

Rumores indignantes que se atreven a pasar por hechos. Me siento honrado por pertenecer a Inteligencia. Al menos mentimos con cierta delicadeza. Luego pienso en nuestros boletines para el Consejo Revolucionario Cubano. Eso no es Inteligencia. Odio a Hunt por un momento, como si fuera responsable por obligarme a hacer propaganda. Me doy cuenta de que mis nervios viven en dos lugares a la vez. Había pensado que a esta hora estaría en Opa-Locka, y mañana, en la cabeza de playa. Sigo en el consorcio de axilas rancias. ¿Hay algo más rancio que el desodorante que ha perdido su efecto? Las excrecencias grises de nuestros nervios se derraman sobre las bandejas y sobre el suelo.

18 de abril de 1961. Hora: 3:30

Las batallas en Playa Larga y San Blas siguen durante toda la noche. Las tropas de Castro llegaron al frente a las tres de la tarde, y los combates fueron violentos. Los informes parecen confirmar que sus hombres fueron despedazados en los primeros ataques. Ahora la Brigada está bajo un fuego nutrido de artillería y carros blindados, y responde con sus propios carros, morteros de 4,2 pulgadas y proyectiles de fósforo blanco. Se habla de numerosas bajas. No puedo dormir. La batalla parece épica.

18 de abril de 1961. Hora: 3:44

Como no puedo dormir, sintonizo Radio Swan. Una hora más tarde llega una transcripción de su transmisión al movimiento clandestino cubano. Puede valer la pena que la incluya en este Diario, qué diablos. Hunt, Phillips y yo trabajamos en ella con la esperanza de atemorizar a los castristas que pudiesen estar escuchando.

«Este es el momento preciso en que debéis tomar posiciones estratégicas a fin de controlar las carreteras y las vías férreas. Haced prisionero o fusilad a todo el que rehúse obedecer vuestras órdenes. Camaradas de la Armada, aseguraos un puesto en la Armada de Cuba Libre. Camaradas de las Fuerzas Aéreas: ¡escuchad bien! Todos los aviones deben permanecer en tierra. Encargaos de que ningún avión castrista levante el vuelo. Destruid sus radios; partid sus alas; romped sus tableros de instrumentos; agujeread los depósitos de combustible. La libertad y el honor aguardan a quienes se unan a nosotros. La muerte abatirá a los traidores que no lo hagan.»

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