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Authors: Norman Mailer

Tags: #Policíaco

El fantasma de Harlot (141 page)

BOOK: El fantasma de Harlot
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18 de abril de 1961. Hora: 6:31

Más Radio Swan:

«Pueblo de La Habana, atención. Ayudad a los combatientes del Ejército de liberación... Hoy, a las ocho menos cuarto de la mañana, cuando esta emisora dé la señal, debéis encender todas las luces de vuestras casas y conectar todos vuestros artefactos eléctricos. ¡Incrementad la carga de los generadores de la compañía de electricidad! Pero no os preocupéis, pueblo de La Habana, las fuerzas de liberación conquistarán las centrales eléctricas y las pondrán rápidamente en funcionamiento».

18 de abril de 1961. Hora: 7:00

La Brigada ganó la batalla de Playa Larga, pero perdió terreno. Según nuestros informes, las tropas de Castro sufrieron numerosas bajas y se vieron obligadas a atacar a lo largo de un camino flanqueado por pantanos. Suena como una operación en la que un soldado herido avanza lentamente detrás de otro: la carne muerta sirve de escudo a la carne que sangra.

A medida que escribo, me doy cuenta de que mis sentidos no están totalmente bajo control. Me veo en el herido que empuja al muerto. Siento la sucia e íntima viscosidad de la sangre.

Las tropas de Castro no lograron abrirse paso. A su vez, el segundo batallón de Oliva se ha quedado sin municiones. El quinto batallón, que logró llegar a tierra desde el desfondado
Houston
, no tiene armas. Nunca se unió con el segundo batallón. Se ha ordenado una retirada de Playa Larga a Playa Girón.

El perímetro de la cabeza de playa, que en un momento llegó a ser de ochenta kilómetros, se ha visto reducido a menos de ocho kilómetros.

La peor noticia de todas es que anoche nuestras tropas no recibieron ningún pertrecho. Durante la noche me levanté no menos de cuatro veces para leer los cables provenientes de Playa Girón. Es desconcertante. Los miembros de la tripulación del
Caribe
y del
Atlántico
deben de haber enloquecido de terror. El primero de esos barcos se encuentra a más de trescientos kilómetros al sur de la bahía de Cochinos, y no da señales de volver para realizar tareas de aprovisionamiento. El
Atlántico
, apenas ciento setenta kilómetros más al sur, pide que sus provisiones sean descargadas en lanchas a ochenta kilómetros de la costa.

Parece que la explosión del
Río Escondido
fue el equivalente local de una bomba atómica. Un enorme hongo de humo. Un estruendo de fin del mundo que se oyó a cincuenta kilómetros de distancia. Si bien gran parte de la tripulación fue rescatada por el
Blagar
, esa misma tripulación, ahora desmoralizada, está paralizando todas las acciones. La Brigada perdió la mayor parte de sus municiones y equipos de comunicaciones cuando se hundió el
Escondido
, pero el
Blagar
tiene suficientes provisiones para que nuestros cubanos puedan seguir luchando durante dos días. Si es que logran descargarlas. El
Blagar
se dirige lentamente a Playa Girón. No llegará antes del amanecer, lo cual significa que, una vez más, no podrá descargar. Los sobrevivientes del
Escondido
han atemorizado de tal manera a los tripulantes del
Blagar
, que éstos amenazan con detener los motores del barco a menos que se les proporcione un destructor estadounidense para que los escolte hasta la costa. Como esto está en un proceso de negociación (con la Casa Blanca, supongo) permiten que el barco regrese, pero lentamente.

Trato de no juzgar a nadie. Si mi embarcación hubiese explotado y yo hubiera sido arrojado al agua, supongo que no podría controlar mi voluntad. Phillips opina que la raíz del problema con estas tripulaciones amotinadas se remonta a la manera en que se obtuvieron los barcos. Fueron alquilados a la línea García (con oficinas en La Habana, Nueva York y Houston), que no sólo es una empresa naviera seria, sino, además, la más grande de Cuba. Sin duda sus tripulantes no estaban al tanto de que trabajaban para una empresa que se oponía a Castro, y evidentemente se enrolaron convencidos de que se trataría de un viaje de rutina.

Más tarde

La situación se ha vuelto tan intolerable para Pepe San Román que en una de sus desvencijadas lanchas partió en busca de un barco de aprovisionamiento. Por supuesto, a nueve kilómetros escasos de la costa, que es la distancia máxima a la que su asmático motor le permite llegar, todo lo que pudo hacer fue transmitir por radio clamores codificados: DOLORES, ÉSTA ES LA PLAYA: TE NECESITAMOS. ESTOY TRATANDO DE ENCONTRARTE. DOLORES, POR FAVOR RESPONDE A PLAYA.

No pude dejar de observar que el texto era tan desesperado como las noticias en la sección «personales» de los periódicos.

Al amanecer parece ya evidente que no podremos aprovisionar la cabeza de playa hasta esta noche. En compensación, durante la noche el presidente Kennedy aceptó que seis de los B-26 que están en Nicaragua lancen un ataque contra los pocos aviones que le quedan a Castro. Sin embargo, parecemos víctimas de una maldición. Esta mañana, negras y bajas nubes tropicales cubren los aeropuertos de La Habana.

Por supuesto, el hecho que la incursión aérea fuese autorizada después de vetarla el domingo, ha puesto a todos de un humor pésimo. Uno de los epítetos aplicados a Kennedy es el de «Hamlet irlandés». Apenas si hemos visto por aquí a Cabell desde que el domingo por la mañana hiciera esa visita catastrófica. Todo el mundo parece resentido contra él. Según se dice (y he oído dos versiones, virtualmente coincidentes, una de Cal y la otra de David Phillips) es que cuando Bissell y Cabell se presentaron dispuestos a defender la necesidad de lanzar el ataque aéreo, Rusk, obviamente más preocupado por lo delicado de nuestra situación en las Naciones Unidas, procedió a llamar al presidente Kennedy a Glen Ora. Después de transmitirle los argumentos de Cabell y Bissell en favor del ataque, le dijo que él lo desaprobaba. Entonces, Kennedy respondió que en ese caso él también, mensaje que fue puntualmente comunicado a nuestros oficiales. Rusk señaló el teléfono. ¿Querían hablar con el presidente? No, no querían. Tres días más tarde, todavía se oyen los murmullos en el Cuartel del Ojo. De Cabell nadie esperaba otra cosa, pero ¿por qué permaneció callado Bissell?

Le pregunté a mi padre. Su respuesta fue clara y concisa: «Dicki temía que si insistía demasiado en la necesidad de un segundo ataque aéreo, Kennedy pudiera responder: "Si cuelga de un hilo tan delgado, cancélelo". Alguna vez en su vida un hombre puede tener un problema de erección. ¿Qué se aconseja en ese caso? Que la meta, aunque sólo sea la punta. Luego, rezar para que lleguen refuerzos. Por favor, Dios mío, haz que un elefante me pise el culo».

Cómo mi padre, hijo del mejor director que tuvo St. Matthew's, llegó a desarrollar una visión tan sexual del universo, sigue siendo para mí, después de meditar durante ocho años sobre el tema, la mejor prueba de la existencia de Alfa y Omega.

18 de abril de 1961. Hora: 15:00

Carlos Alejos, el embajador de Guatemala, hermano de Roberto, acaba de pronunciar un discurso en las Naciones Unidas en respuesta a las acusaciones de Castro. Lo veo por televisión. Dice, con voz enérgica, que las tropas que desembarcaron en Cuba no fueron adiestradas en Guatemala. Declara solemnemente que su país no permitiría que su territorio fuese utilizado para actos de agresión contra las repúblicas hermanas de América.

Me siento abrumado, en parte, de admiración. Las grandes mentiras tienen su propio grado de excitación. Prefiero una mentira importante, en nombre de un propósito real, y no todas esas chorradas de las Madres de Miami y las Caravanas del Dolor.

18 de abril de 1961. Hora: 16:00

Esta tarde el frente está relativamente tranquilo. Las fuerzas de Castro, algo más respetuosas debido a la paliza de anoche, se desplazan con cautela por la carretera de Playa Larga a Playa Girón. En San Blas, en el frente oriental, donde ayer se luchó encarnizadamente, nuestras tropas se han realineado. El tercer batallón, que desembarcó en la Playa Girón al mando de Pepe San Román y que aún no ha entrado en acción, se está desplazando al frente oriental para relevar a los paracaidistas. El cuarto batallón, despachado ayer a Playa Larga en lugar del quinto batallón (el que casi perece ahogado), se ha replegado y en estos momentos se dirige hacia el flanco oriental, mientras que el sexto batallón se ha desplazado hacia el extremo occidental. Se me ocurre que no he dicho nada del primer batallón. Luego me doy cuenta de que son los paracaidistas. Sí, están de regreso en Playa Girón, tomando un merecido descanso de unas horas. Puedo verlos mientras beben cerveza en las cantinas y se ocultan bajo las mesas cuando se acercan los aviones de Castro.

En TRAX, Pepe San Román me impresionó por su delgadez y agilidad, y por la expresión de su rostro, que trasuntaba determinación y falta de sentido del humor. Obviamente, se trata de un hombre capaz de enviar a sus hombres a la muerte porque él mismo no dudaría en arriesgar la vida. Ahora se encuentra en una situación peligrosa.

BLAGDAR: Habla el comandante del destacamento. ¿Cómo estás, Pepe?

PEPE: Hijo de puta. ¿Dónde has estado, hijo de puta? Nos has abandonado.

BLAGDAR: TÚ tienes tus problemas. Yo tengo los míos.

GRAY (Un hombre de la Agencia en el
Blagar
): Pepe, jamás te abandonaremos, ¿lo oyes? Si las cosas van mal allí, iremos a evacuarte.

PEPE: Nadie va a evacuarme. Lucharemos hasta el final.

GRAY: ¿Qué necesitas?

PEPE: Armas, balas, transmisores, medicinas, comida.

GRAY: Tendrás todo eso esta misma noche.

PEPE: ESO mismo dijisteis ayer, y no aparecisteis.

Martes 18 de abril de 1961. Hora: 17:02

Me dice Cal que sus fuentes en el Departamento de Estado le han informado de que Kruschov le envió una fuerte nota a Kennedy. Tiene parte del texto, y me lo muestra.

Escrito en una hora de ansiedad, llena de peligro para la paz del mundo. No es un secreto para nadie que las bandas armadas que invadieron Cuba han sido adiestradas y pertrechadas en los Estados Unidos. Nuestra postura no debe ser malinterpretada: prestaremos al pueblo y al gobierno cubanos toda la ayuda necesaria para repeler la agresión de que son objeto. Estamos sinceramente interesados en aliviar la tensión internacional, pero si otros agravan la situación, responderemos con rigor.

La respuesta de Kennedy es previsible. Dirá que, en caso de una intervención exterior, los Estados Unidos se verán obligados a respetar de inmediato las obligaciones de tratados hemisféricos.

¡El pescado es rojo!

18 de abril de 1961. Hora: 20:00

Un mensaje del
Blagar
: NOS DIRIGIMOS A PLAYA AZUL CON TRES LANCHAS DE DESEMBARCO. SI NO RECIBIMOS PROTECCIÓN AÉREA ANTES DE QUE AMANEZCA CORREMOS EL RIESGO DE PERDERLAS. REQUERIMOS RESPUESTA INMEDIATA.

19 de abril de 1961. Hora: 12:30

El
Blagar
aguarda una respuesta igual que nosotros hemos estado aguardando toda la noche. Bissell, el general Lemnitzer de la Comandancia Conjunta de Personal, el almirante Burke, Dean Rusk y Roben McNamara han tardado todo ese tiempo en conseguir que el presidente los reciba. El principal obstáculo era una recepción que estaba teniendo lugar en la Casa Blanca. El presidente y la primera dama debían saludar al gabinete, a los miembros del Congreso y a los invitados.

Apenas el presidente abandonó la fiesta para dirigirse a la reunión, uno de los contactos de mi padre, un congresista que estaba presente en la recepción, lo llamó para decírselo. Siempre he sabido que Cal es un hombre muy gregario, pero ahora, después de haber convivido dos semanas con él, me doy cuenta de cuántas conexiones, fuentes y vínculos tiene en el Congreso y los departamentos del gobierno. Hugh Montague es artero, y sabe dónde puede presionar, pero mi padre encara las situaciones como si se tratase de un asunto social. Está tan lleno de amigable curiosidad, o al menos eso es lo que aparenta, que la gente invariablemente se siente inclinada a responder sus preguntas. Por boca de ese (poco importante) congresista, que está encantado de ayudar a un alto oficial de la CIA, Cal se ha enterado de lo siguiente: a las diez y cuarto de la noche, el presidente, impecablemente vestido de chaqué, bajó del brazo de una espléndida Jackie Kennedy por la escalera principal al salón de baile, mientras la orquesta de la Marina, de uniforme rojo, tocaba nada menos que
Señor Maravilloso
. El presidente y la primera dama, elegantísimos, bailaron juntos, luego alternaron con los invitados hasta cerca de medianoche, momento en que se disculparon; el presidente abandonó la fiesta, se dirigió a su despacho, y ahora está encerrado con los altos oficiales que lo ayudarán a decidir la suerte de la Brigada. Cal me informa de que Bissell tiene la intención de exponer ciertos objetivos tan osados como entusiastas. Mi suposición es que Bissell se puso antes en contacto con Allen Dulles (que está en Puerto Rico). Según Cal, el almirante Burke, el general Lemnitzer y el propio Bissell, le pedirán a Kennedy lo siguiente: 1) apoyo aéreo total por parte del portaaviones
Essex
de la Armada de los Estados Unidos, actualmente a treinta kilómetros de la costa de Playa Girón; y 2) que desembarque el batallón de 1500 marines estacionados en el
Essex
. En resumen: reforzar la invasión. Bissell y los otros argumentarán que es la única manera de salvar las apariencias. No puedo dejar de imaginarme al presidente bajando por la escalera principal de la Casa Blanca con su mujer (que, en mi mente, se parece cada vez más a ti, Kittredge). Es como una película dirigida por George Cukor, o por Rouben Mamoulian. Alta intriga
cum
chaqué y pajarita. Hace dos noches y media que no duermo, y creo que se nota. Mi mente salta como una mosca con un ala.

19 de abril de 1961. Hora: 2:30

Bissell regresó al Cuartel del Ojo hace un cuarto de hora. De inmediato todos lo rodeamos. Parecía cansado, pero habló como si hubiera obtenido una victoria. El presidente, dijo, había autorizado que seis cazabombarderos del
Essex
protegieran la playa desde las seis y media hasta las siete y media de la mañana. Si bien nuestros aviones tenían órdenes de no ser los primeros en abrir fuego, ahora estaban autorizados a responder cualquier agresión. Con su protección, los B-26 de la Brigada deberían poder causar serios daños a las tropas y carros blindados de Castro en el frente de batalla. Durante esa hora, el
Barbara J.
, el
Blagar
y las lanchas descargarían los pertrechos en Playa Girón.

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