Read El guardián de los niños Online

Authors: Johan Theorin

Tags: #Intriga

El guardián de los niños (34 page)

BOOK: El guardián de los niños
11.07Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Las extiendes y las subes. Cerca del techo hace más calor. De repente tus dedos rozan algo, algo redondo y alargado con una suave superficie de aluminio
.

Una lata de cerveza. En la oscuridad no puedes ver de qué marca, pero al levantarla gorgotea. Te das cuenta de que está medio llena, pero al llevártela a la nariz te golpea un olor agrio y desagradable procedente de la pequeña abertura para beber. Alguno de los visitantes la ha dejado en el banco de la sauna, puede que lleve varios días olvidada, quizá semanas
.

Aparta la lata. Siéntate en el banco de arriba y piensa. Intenta pensar. ¿Cómo vas a salir de aquí
?

No esperes que alguno de la Banda de los Cuatro regrese y te deje salir, pues no lo hará
.

Tampoco cuentes con tus padres. Se iban de viaje con tu hermano pequeño a ver a una tía. Quizá llamen por teléfono, pero si no respondes pensarán que estás en casa de un amigo, aun cuando tú no tienes amigos a los que visitar. Viven en un mundo de ensueño en el que su hijo es feliz en la escuela, y él no quiere despertarlos
.

No. Cuenta con que estás atrapado, tal vez hasta el lunes por la mañana. Da gracias a que sirvieron albóndigas con puré de patatas en el comedor de la escuela, y a que te sentaste solo a una mesa y te comiste diez
.

No comerás nada más durante varios días
.

Puedes estar contento de otra cosa: de no tener ropa. Fue horrible encontrarte desnudo en la ducha, allí fuera eras un cerdo helado, desnudo y rodeado por la Banda de los Cuatro, que vestían jerséis nuevos y vaqueros caros. Pero aquí dentro lo que echas de menos no es la ropa
.

Hace calor en el banco de madera, un calor abrasador. La temperatura sube, y sudas más y más
.

Levántate del banco y siéntate en el de más abajo, con los pies apoyados en el suelo. Ahí está más templado
.

Siéntate ahí, con la cabeza agachada
.

No pienses, solo espera
.

Cierra los ojos
.

Sigue esperando
.

Levantas la cabeza, y piensas si el aire se acabará. Resulta difícil respirar… ¿se debe solo al calor? Una vez leíste una historia sobre alguien a quien enterraron vivo en un féretro de madera y estuvo a punto de morir asfixiado. Una sauna es una especie de féretro de madera
.

Inspiras e intentas oler el aire. ¿Huele mal? Todavía no. Seguro que entra aire por la puerta y por la válvula del techo. No mucho, pero esperas que sea suficiente
.

Túmbate en el banco
.

Cierra los ojos
.

No pienses
.

Solo espera
.

Espera…

Te despiertas sobresaltado
.

¿
Has dormido
?

Sigue estando oscuro. ¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde que te encerraron? No tienes ni idea. Llevabas un reloj reflectante que te regaló tu abuela por tu décimo cumpleaños, pero está en el bolsillo de los pantalones, en el vestuario
.

Si la Banda de los Cuatro se llevó tu ropa y tus botas y las tiró al pantano, el reloj habrá corrido el mismo destino
.

La sauna sigue en marcha
.

Notas cómo te corre el sudor a causa del calor. Notas lo sediento que estás
.

Gateas por el suelo. Buscas el cubo, el que se utiliza para verter agua en la estufa y llenar la cabina de vapor
.

Contiene un poco de agua: lo agitas y oyes un gorgoteo
.

Dudas. Al igual que con la lata de cerveza, no tienes ni idea de cuánto tiempo lleva el agua ahí. Cualquier explorador sabe que el agua estancada puede ser venenosa, pero finalmente le das un trago. No tiene buen sabor. Está templada y sabe a podrido, pero le das un trago más. Y otro
.

A continuación te sientas sobre el cubo, tienes que racionar tus recursos
.

«Racionar los recursos.» Suena a la aventura de un héroe, pero tú no lo eres. Te sientes impotente y no puedes respirar. Te acurrucas en el suelo y esperas, esperas, esperas. El gimnasio se encuentra un poco más allá de la escuela, en las afueras de la ciudad, nadie pasa por aquí a no ser que sea necesario
.

No oyes ningún sonido, apenas un zumbido en los oídos, y de vez en cuando un débil chasquido de la estufa. Te pones de pie y golpeas la puerta, gritas y golpeas la puerta, y vuelves a gritar. La puerta de la sauna es gruesa y sólida, no cede ni un centímetro
.

Luego te vuelves a acurrucar en el suelo. Pero las tarimas están cada vez más calientes. Debajo de los bancos hay un suelo de cemento que debería estar más fresco, pero no quieres meterte ahí. Sabes que es repugnante. Miles de personas han utilizado la sauna y se han sentado en los bancos, año tras año, dejando que su sudor cayera al suelo. Han escupido a través de las rendijas de la madera, han tirado snus, se les ha caído pelo y escamas de piel
.

Tienes que alejarte del calor de la estufa, pero aun así, al final, te acabas metiendo ahí. Eres un cerdo desnudo revolcándose sobre la refrescante porquería que hay debajo de los bancos. Y ahí no hace tanto calor. Está sucio, pero puedes respirar
.

Esperas sobre el suelo de cemento, y sueñas con un amigo. Un compañero valiente. Alguien que se da cuenta de que algo va mal. Puede que hubierais quedado en un restaurante de la ciudad… ¿por qué no has acudido a la cita? No sabes su nombre y no tienes papel para dibujarlo, pero comienzas a forjarlo en tu mente
.

Se llama El Tímido. El Tímido prefiere no mostrarse, se funde en el ambiente. Si uno observa atentamente lo descubre, pero no se le distingue entre la multitud
.

Ahora sabes que El Tímido se ha cansado de esperar. Se levanta de la mesa y paga el whisky, decidido a buscarte. Entonces se transforma. Se convierte en El Vengador, de mirada incandescente y puños de acero. Tú conoces su apariencia. ¡Ten cuidado, Torgny
!

Te quedas adormilado, y vuelves a despertarte
.

Sudas menos, pero la sed no cesa. Te arrastras y bebes un poco de agua. Gorgotea en el fondo del cubo, quizá haya para diez u once sorbos más. Bebes tres traguitos, después vuelves a tumbarte sobre el frescor del cemento
.

Cierras los ojos, sueñas en la oscuridad. Pasa el tiempo. De vez en cuando alzas la cabeza y crees de verdad que El Tímido viene de camino, que de alguna manera encuentra a la Banda de los Cuatro y les da una paliza para que le digan dónde han ocultado a su mejor amigo. Pero en el fondo sabes que nadie vendrá a ayudarte
.

Duermes, y no puedes controlar tus sueños. Más tarde no recuerdas si se trataba de apacibles viajes extracorporales o de pesadillas, pero no pueden ser peores que estar despierto en la oscuridad
.

En algún momento acabas despertándote, y estás deshidratado. No sabes si es por la mañana, pero desayunas un poco de agua del cubo. En el fondo se ve arenilla. Hay pelos flotando, pero aun así bebes. Hasta la última gota
.

¿
Se ha oído un ruido? Dejas el cubo en el suelo y escuchas. No, no se trata del Tímido abriendo la puerta. Quizá fuera un coche que circulaba por la parte de atrás del gimnasio
.

Vas a morir en la sauna. Ahora lo sabes. El agua se ha acabado. Es como estar en un desierto oscuro. Una noche de calor tropical. Te estás secando
.

¿
Se puede beber el sudor? No importa, porque estás tan seco que has dejado de sudar, apenas una película oleosa cubre tu piel
.

¿
Se puede beber la orina? Estás desnudo y tienes que mear, así que no resulta difícil probarlo. Expulsas un poco de orina en la mano
.

Tiene un sabor amargo, pero tomas un sorbo. Un sorbo. Eso es todo lo que consigues beber
.

Gateas hasta la puerta. La rendija del suelo apenas mide unos milímetros, pero apoyas la cabeza de lado y miras por ella. Fuera sigue habiendo luz. Las duchas están como de costumbre, tubos fluorescentes en el techo y relucientes suelos de azulejos. Fuera todo el mundo se comporta como si nada terrible hubiera ocurrido, como si la Banda de los Cuatro no existiera
.

Finalmente, en algún momento, cuando estás a punto de desmayarte, trepas poco a poco por los bancos hasta la lata medio llena de un líquido desconocido. Y entonces bebes. El contenido está caliente, es agrio y espeso, pero bebes hasta vaciarla. Tienes demasiada sed para preocuparte por lo que te baja por la garganta
.

Cuando lo has ingerido todo, vuelves a tragar, con fuerza
.

Aprietas los labios, no puedes vomitar. Tienes que mantener el líquido en el estómago, de lo contrario, morirás
.

Pero ahora deseas morir. Entonces, ¿por qué luchas en la oscuridad, minuto a minuto
?

Vuelves a tumbarte en el suelo. ¿Es sábado o domingo? Ya te has rendido, tan solo yaces ahí
.

—Quizá morí allí en el suelo —dijo Jan—. Quizá Bangen sea el cielo.

Estaba tumbado, con la cabeza recostada en las piernas de Rami. Alzó la mirada hacia su amiga, pero esta negó con la cabeza.

—No te has muerto.

Ella agachó la cabeza y abrió la boca. Jan vio la punta de su lengua y esperó el segundo beso de su vida, pero Rami apuntaba a su ojo.

Le cerró los párpados con la lengua; primero el derecho, luego el izquierdo.

Y después, mientras él tenía los ojos cerrados, ella le introdujo la lengua en la boca. Este beso le supo mejor que el primero, como si fuera un viaje de un minuto por el firmamento. Sintió el cuerpo de ella contra el suyo. Era suave, contrariamente a lo que había esperado.

Al fin Rami se apartó de sus labios, emitió un suspiro placentero y lo miró.

—Pero te rescataron, ¿verdad?

Jan asintió en silencio. Deseaba permanecer así el resto de su vida, no quería pensar en la sauna.

Por fin oyes un sonido a través de la puerta de madera. Escuchas un tintineo en el vestuario
.

Abres los ojos. La sauna está igual de caliente que antes, pero aun así sientes frío
.

Más sonidos. Ruido de pasos sobre los azulejos
.

— ¿Hola? —grita una voz masculina
.

Intentas levantarte y te pones de rodillas, luego te quedas sin fuerzas. Caes hacia delante contra la puerta de la sauna. Tus brazos chocan contra las tablas de madera, tu frente también. Te quedas ahí apoyado e intentas golpear
.

Entonces la puerta se abre
.

Sucede tan rápido que pierdes el equilibrio. Caes de bruces sobre los azulejos
.

El aire de las duchas es gélido. La conmoción es tan grande que, sin quererlo, vuelves a desaparecer en una oscuridad nauseabunda. Dura apenas unos segundos, y cuando despiertas el hombre sigue ahí. Tu salvador
.

Un jugador de tenis. Tiene el pelo canoso, un frondoso bigote también cano, y viste un chándal blanco. Sostiene una larga escoba en la mano, y poco a poco comprendes que debió de ser eso lo que la Banda de los Cuatro utilizó para atrancar la puerta antes de irse
.

El hombre te observa sorprendido, como si hubieras aparecido en la sauna por arte de magia
.

— ¿Estabas ahí dentro? —pregunta
.

Toses y tomas aire, pero no respondes. Tu garganta está demasiado seca, te arrastras por el suelo, pasas junto a las zapatillas blancas de tu salvador y te incorporas lentamente
.

Estás vivo
.

Caminas a trompicones hasta el lavabo que hay junto a la entrada, y con manos temblorosas abres el grifo de agua fría. Y bebes, bebes, bebes. Cinco sorbos, seis, siete. Al final empieza a dolerte la barriga, el agua está demasiado fría
.

— ¿Te han encerrado
?

Se trata del tenista, no se da por vencido
.

Espera una respuesta. Una explicación. Pero tú niegas con la cabeza y te diriges tambaleándote hacia las duchas
.

Por fin has salido. Estás temblando de frío, pero ni se te ocurre meterte en una ducha y abrir el grifo del agua caliente. Lo único que deseas es salir y comprobar que no se han llevado tu ropa
.

Ahí está. Los vaqueros, el jersey y la chaqueta cuelgan en la taquilla, no se la llevaron
.

Comienzas a vestirte. Primero te pones una camiseta de algodón, luego el jersey de lana
.

Después coges los pantalones. Te los vas a poner para salir cuanto antes al aire invernal, pero primero quieres sacar el reloj
.

El tenista ha entrado en el vestuario
.

— ¿Cómo te llamas
?

Tampoco contestas a eso, pero lo miras y dices con voz ronca
:

— ¿Qué día es hoy
?

— Domingo —responde—. Hemos venido a jugar
.

Sacas el reloj. Es la una y media
.

Domingo, una y media de la tarde
.

Cierras los ojos y cuentas. Has estado encerrado en la sauna casi dos días: cuarenta y seis horas
.

Lince

¿Fue un final feliz para todos los involucrados? Jan supuso que sí. William Halevi había aparecido, y sus padres pudieron respirar aliviados tras dos días de tortura.

El personal de la guardería también se sentía mejor.

Todos menos Sigrid, que se encontraba de baja por enfermedad, incluso una semana después de la desaparición de William. Jan oyó que había comenzado una terapia.

Y él fue interrogado de nuevo por la policía.

No se lo dijeron a las claras, pero sospechaban algo. El día después de que apareciera William dos agentes de paisano se presentaron en casa de Jan y echaron un vistazo a su apartamento, y él les dejó hacer. Allí no encontrarían nada. La noche anterior había ido al bosque, había limpiado el búnker y había tirado o quemado todo lo que había dentro.

Dos días después le citaron en comisaría.

La responsable de la investigación era la misma inspectora que había hablado con él antes. No se la veía más alegre ese día.

—Jan, tú fuiste el último que vio al niño en el bosque —señaló la inspectora—. Y también quien lo encontró.

BOOK: El guardián de los niños
11.07Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

The Madonna of the Almonds by Marina Fiorato
Brooke's Wish by Sandra Bunino
Wars of the Ancient Greeks by Victor Davis Hanson
The Proxy Assassin by John Knoerle
Primitive Nights by Candi Wall
Inherited Magic by Andrew Gordinier
The Pirate's Desire by Jennette Green
Midnight's Kiss by Donna Grant
The Riddle of Penncroft Farm by Dorothea Jensen
Remember Me - Regency Brides 03 by Kimberley Comeaux