Authors: Greg Egan
—Sé que no quiere revelar los detalles de su TOE antes de la conferencia del día dieciocho. —Decidí pasar a terreno seguro—. Pero quizá podría hacerme un esquema a grandes rasgos de la teoría, basado en lo que ya se ha publicado.
—Desde luego. —Mosala se relajó claramente—. La razón fundamental por la que no puedo darle todos los detalles es que ni siquiera yo los conozco. —Se explicó—: He elegido el marco matemático completo y ya he fijado las ecuaciones generales, pero para conseguir los resultados específicos que necesito hay que hacer un montón de cálculos con superordenadores, que todavía se están llevando a cabo, incluso ahora mismo, mientras mantenemos esta charla. Espero que estén listos unos días antes del dieciocho, si no ocurre ningún desastre imprevisible.
—De acuerdo. Hábleme de ese marco matemático.
—Esa parte es muy sencilla. A diferencia de Henry Buzzo y Yasuko Nishide, no busco la manera de conseguir que nuestro Big Bang no parezca una «coincidencia». Buzzo y Nishide opinan que un número infinito de universos surgió del preespacio y se ha materializado a partir de esa simetría perfecta con distintos conjuntos de leyes físicas. Intentan reevaluar la probabilidad de que ese conjunto infinito incluya un universo que sea «más o menos como el nuestro». Es relativamente fácil encontrar una TOE en la que nuestro universo sea posible pero espantosamente improbable. Para Buzzo y Nishide una TOE válida sería la que garantizase que hay tantos universos similares al nuestro que éste no sería, por tanto, demasiado improbable; que no somos una especie de diana perfecta y milagrosa en un tablero de dardos metacósmico, sino un punto nada excepcional de un blanco mucho mayor.
—Un poco como probar —dije—, a partir de principios astrofísicos básicos, que no sólo la Tierra, sino miles de planetas de la galaxia, deberían tener vida basada en el carbono y el agua.
—Sí y no. Sí porque la probabilidad de otros planetas similares a la Tierra se puede calcular teóricamente, pero es que también se podría contrastar por medio de la observación. Se pueden observar millones de estrellas y ya hemos deducido la existencia de unos cuantos miles de planetas extrasolares, y puede que incluso lleguemos a visitar algunos y encontrar otras formas de vida basadas en el carbono y el agua. Pero aunque hay un sinfín de marcos elegantes con los que asignar probabilidades a otros universos hipotéticos, no existe la posibilidad de observarlos o visitarlos; no hay un método concebible de comprobar la teoría. Así que no creo que debamos elegir una TOE con esa base.
»El motivo de ir más allá de la Teoría Estándar del Campo Unificado es que, en primer lugar, es bastante fea y confusa y, en segundo lugar, que hay que introducir diez parámetros completamente arbitrarios para hacer que funcionen las ecuaciones. En cambio, si se utiliza un Modelo de Todas las Topologías, fundir el espacio total en el preespacio nos libra de la fealdad formal y las arbitrariedades de la TECU. Pero que para conseguirlo haya que trastear con la forma en la que se integra sobre todas las topologías del preespacio, excluyendo, por ejemplo, ciertas topologías sin ninguna razón aparente, y se deba descartar una medida para adoptar otra nueva cuando no se obtienen las respuestas esperadas, me parece un paso en falso. Así, en lugar de "ajustar los mandos" de la máquina de la TECU para poner diez números arbitrarios en los indicadores, todo lo que se consigue es una pulcra caja negra sin indicadores a la vista, aparentemente completa, pero que en realidad se ha tenido que abrir para sacarle todos los componentes molestos que impedían obtener los mismos resultados.
—De acuerdo. ¿Y cómo se puede evitar ese problema?
—Creo que hemos de adoptar una postura difícil y declarar que las probabilidades no importan —contestó Mosala—. Hay que olvidar el conjunto hipotético de otros universos. Hay que olvidar la necesidad de ajustar el Big Bang. Este universo existe. La probabilidad de que existamos es del ciento por ciento. Se debe asumir como algo dado, en lugar de retroceder en un intento de arreglar supuestos que hacen todo lo posible para ocultar esa certeza.
«Hay que olvidar la necesidad de ajustar el Big Bang. Se debe asumir nuestra existencia como dada.» El paralelismo con la perorata de Conroy de la noche anterior me llamaba la atención, pero no debería de sorprenderme. Todo el
modus operandi
de la pseudociencia intentaba acercarse al máximo al lenguaje y a las ideas de la ortodoxia vigente para adoptar un camuflaje adecuado. Los antropocosmólogos habrían leído todos los artículos de Mosala, pero el que sus palabras sonaran de forma similar no les confería la misma legitimidad. Y aunque estaba claro que compartían el desagrado vehemente de Mosala por la fantasía de que todas las culturas, de alguna forma, podían habitar la cosmología que eligieran, y no me cabía ninguna duda de que a ella le repelía infinitamente más su alternativa, en la que una especialista de la TOE tenía el papel de monarca absoluto. Era peor que un espaciotiempo belga o zaireño: suponía un cosmos de Buzzo, de Mosala o de Nishide.
—Así que usted presupone el universo —dije—. Se opone a forzar las matemáticas para que se ajusten a la necesidad percibida de demostrar que lo que vemos a nuestro alrededor es «probable». Pero lo que hace tampoco equivale a ajustar los indicadores de la maquinaria de la TECU.
—No. En su lugar he introducido descripciones completas de los experimentos.
—Elige el Modelo de Todas las Topologías más general posible, pero rompe la simetría imponiendo una probabilidad del ciento por ciento a la existencia de varias disposiciones determinadas de aparatos experimentales.
—Sí. ¿Me permite? —Se levantó de la silla, entró en el dormitorio y volvió con su agenda. Me mostró la pantalla—. Aquí tiene un ejemplo —dijo—: un experimento sencillo con un acelerador: se hacen chocar dos haces de protones y antiprotones con una energía determinada y se utiliza un detector para recoger cualquier positrón que se emita desde el punto de colisión en cierto ángulo y en un cierto rango de energías. El experimento se ha llevado a cabo, de varias formas, durante los últimos ochenta o noventa años. —La animación mostraba la estructura de un anillo acelerador de tamaño natural y la imagen se acercaba a uno de tantos puntos en que los haces de partículas, que giraban en sentidos opuestos, se cruzaban y proyectaban el resultado sobre elaborados dispositivos de detección—. Ahora bien, ni siquiera intento hacer un modelo de todo este sistema, un equipo de diez kilómetros de diámetro, que lo describa a escala subatómica, átomo por átomo, como si necesitara empezar con una TOE en blanco, «inocente», que tuviera que llegar a decirme que los imanes superconductores producirán determinados campos con determinados efectos mesurables, que las paredes del túnel se deformarán de cierta manera a causa de la presión a la que están sometidas y que los protones y antiprotones circularán en sentidos opuestos. Ya sé todas esas cosas, así que les asigno una probabilidad del ciento por ciento. Tomo estos hechos establecidos como una especie de anclaje y desciendo al nivel de la TOE, al de los sumatorios infinitos sobre todas las topologías. Calculo las consecuencias de mis supuestos y las desarrollo hasta volver al nivel macroscópico para predecir el resultado final del experimento: cuántas veces por segundo registrará un suceso el detector de positrones.
La animación evolucionaba con sus palabras, acercando la imagen desde el esquema del detector entrecruzado por trazas de partículas, hasta la espuma del propio vacío, treinta y cinco órdenes de magnitud más allá del alcance de la visión, y en el caos de agujeros de gusano que se contorsionaban y las deformaciones de más dimensiones codificadas cromáticamente de acuerdo a su clasificación topológica. Un nido de serpientes de colores brillantes que se retorcían hasta convertirse en una mancha blanca en el centro de la pantalla, donde se movían y cambiaban demasiado deprisa para seguirlas. Pero se forzaba a aquellas convulsiones, por lo demás perfectamente simétricas, a tener en cuenta la existencia del acelerador, los electroimanes y el detector, un proceso que se atisbaba cuando la blancura pancromática adquiría un tono azul definido. Después, la imagen retrocedía y se ampliaba de nuevo hasta una escala humana, para mostrar la huella del enfoque submicroscópico en el comportamiento final y visible del sistema de circuitos del detector.
Desde luego, la animación era casi en su totalidad metafórica, un brochazo colorista de licencia poética. Pero, en algún lugar, un superordenador estaba masticando los cálculos serios y nada metafóricos que hacían de estas imágenes algo más que fantasías estilizadas.
Y después de toda la lectura precipitada y superficial de artículos científicos incomprensibles y el suplicio de las matemáticas casi impenetrables de los MTT, por fin, creí entender la filosofía de Mosala.
—Así que en lugar de pensar en el preespacio como algo a partir de lo cual se deriva todo el universo de golpe —dije con cautela—, lo ve más como un enlace entre los sucesos que podemos observar con nuestros sentidos. Algo que... une todo el conjunto de cosas macroscópicas que encontramos en el mundo. Se tiende un puente a través de las escalas espaciales y energéticas que separan una estrella llena de hidrógeno en fusión y un ojo humano lleno de moléculas de proteínas... de forma que sean capaces de coexistir y se afecten mutuamente, porque en el nivel más profundo, ambas cosas rompen la simetría del preespacio de la misma forma.
—Un vínculo. —A Mosala pareció gustarle esta descripción—. Un puente. Eso es. —Se inclinó, extendió su mano y tomó la mía.
«Salgo en el plano; no podré usarlo», pensé mientras bajaba la mirada.
—Sin preespacio que medie entre nosotros —añadió—, sin una mezcla infinita de topologías capaz de representarnos a todos con un solo parpadeo de asimetría, nadie podría ni siquiera tocarse.
»Eso es la TOE. Incluso si estoy equivocada en todos los detalles, si Buzzo está equivocado y Nishide también y no se resuelve nada en mil años, todavía sé que está ahí, esperando a que la encuentren. Porque tiene que haber algo que nos permita tocarnos.
Descansamos un rato y Mosala llamó al servicio de habitaciones. Después de tres días en la isla seguía sin tener hambre, pero comí unos canapés de la bandeja que había salido del dispensador de servicio cuando me los ofreció, para no quedar mal. Mi estómago protestó ruidosamente en cuanto tragué el primer bocado y consiguió el efecto contrario.
—Yasuko todavía no ha llegado —comentó Mosala—. ¿No sabrá por qué se retrasa?
—Me temo que no. Le he dejado tres mensajes a su secretaria en Kyoto para intentar concertar una entrevista y todo lo que he conseguido son promesas de que pronto se pondrá en contacto conmigo.
—Qué raro. —Apretó los labios, claramente preocupada, pero intentando no ensombrecer la conversación—. Espero que esté bien. Me enteré de que estuvo enfermo a principios de año, pero les dijo a los organizadores que vendría, así que supongo que esperaba encontrarse bastante bien para viajar.
—Venir a Anarkia es algo más que viajar —dije.
—Eso es cierto. Yasuko debería haber dicho que era de ¡Ciencia Humilde! y hacerse con un pasaje en uno de sus vuelos chárter.
—También podría haber tenido suerte con Renacimiento Místico. Dice que es budista, así que casi le perdonan que trabaje en la TOE. Mientras no les recuerde que una vez escribió que el
Tao de la física
era al zen lo que un texto de biología básica al catolicismo.
—Me habría traído a Pinda si el vuelo fuera más corto —dijo Mosala. Se estiró y se masajeó la nuca como si el comentario sobre el viaje le reviviera los síntomas—. Le habría encantado esto. Me dejaría con mis aburridas conferencias y arrastraría a su padre a explorar el arrecife.
—¿Cuántos años tiene?
—Tres y un poquito. —Miró su reloj y se quejó con añoranza—: En casa son las cuatro de la madrugada. No hay posibilidades de que me llame hasta dentro de dos o tres horas.
Era otra oportunidad de hablar de los rumores de emigración, pero me volví a contener.
Reanudamos la entrevista. El rayo de luz de la claraboya se había desplazado hacia el este y Mosala era casi una silueta contra el deslumbrante azul del cielo que se veía por la ventana. Cuando volví a invocar a
Testigo
, hizo algunos ajustes en mis retinas que me permitieron grabar todos los detalles de su cara a pesar del contraluz.
Pasé a la cuestión del análisis de Helen Wu.
—Mi TOE predice el resultado de varios experimentos —explicó Mosala—, si se describe detalladamente el equipo que se utiliza. Estos detalles revelan pistas sobre la física menos fundamental que, según algunos, una TOE debería sacar por su cuenta de la nada. Pero desentrañar esas pistas no es un asunto trivial en absoluto. Ni usted ni yo podemos mirar un acelerador de partículas parado y predecir, de forma instantánea, el resultado de cualquier experimento que se pueda llevar a cabo con esa maquina.
—Pero un superordenador programado con su TOE sí puede. ¿Eso es bueno, malo o indistinto? ¿Es cierto que utiliza lógica circular o no?
—Helen y yo lo hemos discutido en detalle y hemos intentado averiguar qué significa con exactitud. —Mosala no parecía segura del veredicto—. He de admitir que al principio me ofendió lo que hacía; luego decidí no prestar atención a sus trabajos y ahora, sin embargo, empiezo a encontrarlos apasionantes.
—¿Por qué?
Dudó. Estaba claro que su opinión sobre el tema era demasiado reciente y todavía no estaba formada; no quería añadir nada más. Pero esperé pacientemente, sin meterle prisa, y al final cedió.
—Pregúntese por qué si Buzzo o Nishide presentan una TOE en la que todo el universo está más o menos implícito en una descripción detallada del Big Bang, con los detalles deducidos aquí y ahora a partir de mediciones sobre la abundancia de helio, los grupos de galaxias, la radiación de fondo cósmica y demás, nadie los acusa a ellos de lógica circular. Aparentemente está bien visto incluir los resultados de cualquier número de «experimentos de telescopio». Entonces, ¿por qué ha de ser más circular presentar una TOE en la que el universo está implícito en los detalles de diez experimentos contemporáneos de física de partículas?
—De acuerdo —dije—. Pero ¿no dice Helen Wu que sus ecuaciones carecen, virtualmente, de contenido físico? Me refiero a que ninguna cantidad de matemáticas puras podría crear la ley de la atracción universal de Newton, porque no hay ninguna razón puramente matemática por la que la ley del inverso de los cuadrados no pudiera ser algo distinto. Su fundamento se reduce a la manera en la que funciona el universo. ¿No intenta Wu demostrar que su TOE no se basa en nada que esté en el mundo, que se desmorona en un montón de afirmaciones sobre números que, simplemente, deben ser ciertas?