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Authors: Arthur C. Clarke & Gentry Lee

Tags: #Ciencia ficción

El jardín de Rama (40 page)

BOOK: El jardín de Rama
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Cuando llegaron, un tren los estaba esperando. El flamante coche del subterráneo con asientos suaves y cómodos y un tablero electrónico con información que se actualizaba de modo constante, se desplazó velozmente hacia el centro de Nuevo Edén donde iban a recibir una “extensa charla instructiva”, según el biot Lincoln. Primero, el tren corrió por el costado de un lago hermoso, cristalino («Lago Shakespeare», dijo Benita García) y, después, dobló hacia la izquierda, alejándose de los muros color gris claro que circundaban la colonia. Durante la última parte del trayecto, una gran montaña, sin vegetación, predominó en el paisaje, a la derecha del tren.

Durante todo el viaje, el contingente entero de la
Pinta
se mantuvo muy silencioso. En verdad, todos estaban apabullados. Ni siquiera la creativa imaginación de Kenji Watanabe pudo haber previsto algo como lo que estaban viendo. Todo era mucho más grande, mucho más grandioso que lo que se imaginaron jamás.

La ciudad central, en donde los diseñadores de Nuevo Edén habían ubicado los principales edificios, fue el elemento final que los dejó completamente abrumados. Los miembros de la partida quedaron mudos y boquiabiertos ante el conjunto de estructuras grandes e impresionantes que conformaban el corazón de la colonia. El hecho de que los edificios todavía estuviesen vacíos únicamente servía para aumentar la calidad mística que tenía toda la experiencia. Kenji Watanabe y Max Puckett fueron los dos últimos hombres en ingresar en el edificio donde se iba a desarrollar la charla informativa.

—¿Qué piensas? —le preguntó Kenji a Max, cuando ambos se pararon en la parte superior de las escaleras del edificio de la administración y recorrieron con la mirada el asombroso complejo que los rodeaba.

—No puedo pensar —respondió Max, el miedo reverencial completamente obvio en el tono de la voz—. Todo este sitio desafía la imaginación. Es el paraíso, “Alicia en el País de las Maravillas”, y todos los cuentos de hadas de mi niñez juntos. Me sigo pellizcando para estar seguro de que no estoy soñando.

—En la pantalla que tienen frente a ustedes —dijo el biot Lincoln— hay un mapa general de Nuevo Edén. A cada uno de ustedes se le va a dar un juego completo de mapas que comprende todas las carreteras y estructuras de la colonia. Estamos
aquí
, en la Ciudad Central que se diseñó para que sea el centro administrativo de Nuevo Edén. Se construyeron residencias, así como tiendas, pequeñas oficinas y escuelas, en las cuatro esquinas del rectángulo circundado por la muralla exterior. Dado que sus habitantes serán los encargados de darle un nombre a estas cuatro ciudades, hoy nos referiremos a ellas como los pueblos del nordeste, del noroeste, del sureste y del suroeste. De esta manera hemos seguido la convención, adoptada por los anteriores exploradores ramanos de la Tierra, de referirse al extremo de Rama en el que su astronave hizo acople como extremo norte…

—Cada uno de los cuatro lados de Nuevo Edén tiene una función geográfica asignada: el lago de agua dulce que está a lo largo del borde sur de la colonia se llama, tal como ya se les informó, lago Shakespeare. La mayor parte de las formas de vida acuáticas y de los peces que ustedes trajeron, vivirán ahí, aunque algunos de los especímenes pueden ser perfectos para que se los emplace en los dos ríos que desembocan en el lago Shakespeare provenientes del monte Olimpo, aquí, en el lado este de la colonia, y en el bosque Sherwood, en el lado oeste…

—En estos momentos, tanto las laderas del monte Olimpo y todas la regiones del bosque Sherwood, así como los parques de los pueblos y los espacios verdes que hay por toda la colonia, están cubiertos con una fina malla de dispositivos intercambiadores de gases, o DIG, como los llamamos nosotros. Estos diminutos mecanismos tienen una sola función: transforman el dióxido de carbono en oxígeno. De hecho son plantas mecánicas. Se reemplazarán por todas las plantas
verdaderas
que ustedes trajeron de la Tierra…

—El lado norte de la colonia, entre los pueblos, está reservado para la actividad agrícola. Las construcciones para granja están
aquí
, a lo largo de la carretera que conecta las dos ciudades del norte. Ustedes van a cultivar la mayor parte de sus alimentos en esta zona. Entre los víveres que trajeron y el alimento sintético que hay almacenado en altos silos, a trescientos metros al norte de esta construcción, deberán poder alimentar a dos mil seres humanos durante un período de, por lo menos, un año o dieciocho meses quizá, si el desperdicio se reduce al mínimo. Después de eso, todo dependerá de ustedes. No hace falta decir que la actividad agrícola, incluida la actividad pesquera que se desarrollará en la costa este del lago Shakespeare, significará un componente importante de sus vidas en Nuevo Edén…

Para Kenji, la experiencia de esta charla ilustrativa era como un bombardeo incesante. El biot Lincoln mantuvo la velocidad de información excesivamente alta durante noventa minutos. Rechazaba todas las preguntas diciendo: «Eso no figura en mi base de conocimientos», o bien remitiéndolos a los números de página y párrafo de la Guía Básica de Nuevo Edén que el biot les había entregado. Por fin se produjo un intervalo en la charla, y todos se desplazaron a la sala anexa, en la que se les sirvió una bebida que tenía el sabor de la Coca Cola.

—¡Fiuuu! —dijo Terry Snyder, mientras se secaba la frente—, ¿soy el único que está saturado?

—Mierda, Snyder —contestó Max Puckett, con sonrisa traviesa—, ¿estás diciendo que eres inferior a ese maldito robot? Me juego cualquier cosa a que no está cansado; estoy seguro de que podría seguir con la conferencia todo el día.

—Quizá, toda la semana —dijo Kenji con tono meditativo—. Me pregunto con cuánta frecuencia hay que hacerles el mantenimiento a estos biots. La compañía de mi padre fabrica robots, algunos de ellos sumamente complejos, pero nada como éstos. El contenido de información de ese Lincoln tiene que ser astronómico…

—La charla informativa volverá a comenzar dentro de cinco minutos —anunció el Lincoln—. Por favor, estén listos.

En la segunda mitad de la conferencia, se presentaron y explicaron las diversas clases de biots de Nuevo Edén. Por recientes estudios de las expediciones ramanas anteriores, los colonos estaban preparados para los biots recolectores de basura y para las topadoras. Sin embargo, las cinco categorías de biots humanos desencadenaron una respuesta más emocional.

—Nuestros diseñadores decidieron —dijo a los colonos el biot Lincoln— limitar el aspecto físico de los biots humanos de modo que no se planteara el problema de que alguien confunda a alguno de nosotros con uno de ustedes. Ya he dado la lista de mis funciones básicas. Todos los demás Lincoln, tres de los cuales se reúnen con nosotros en este momento, fueron programados de idéntica manera… Originariamente, por lo menos, sin embargo tenemos nivel bajo de aprendizaje que permite que nuestras bases de datos se diferencien a medida que evolucionan nuestras aplicaciones específicas.

—¿Cómo podemos reconocer un Lincoln de otro? —preguntó uno de los perplejos miembros de la partida de exploración, mientras los tres Lincoln nuevos circulaban por la sala.

—Todos tenemos un número de identificación aquí, en el hombro y otra vez aquí, en la nalga izquierda. Este mismo sistema se emplea en las demás categorías de biots humanos. Yo, por ejemplo, soy Lincoln Número 004. Los tres que acaban de entrar en la sala son los 009, 024 y 071.

Cuando los biots Lincoln abandonaron la sala, los reemplazaron cinco Benita García. Una de las García compendió las especialidades de su categoría: protección policial y contra incendios, actividades agrícolas, limpieza urbana, medios de transporte, manejo del correo, y después respondió unas pocas preguntas, antes de retirarse.

Después llegaron los biots Einstein. Los exploradores prorrumpieron en carcajadas cuando cuatro de los Einstein, cada uno de ellos una réplica del genio científico del siglo XX, con su cabello blanco desgreñado, desarreglado, entraron juntos en la sala. Los Einstein explicaron que eran los ingenieros y los científicos de la colonia. Su función primordial y además vital, era la de “asegurar el funcionamiento satisfactorio de la infraestructura de la colonia”, comprendido, claro está, el ejército de biots.

Un grupo de biots femeninas altas, de cabello negro azabache, se presentaron como las Tiasso, especializadas en atención sanitaria. Iban a ser los médicos, las enfermeras, los funcionarios de salud y las que iban a cuidar a los niños cuando los padres estuvieran ocupados. Cuando la parte de la conferencia dedicada a las Tiasso estaba terminando, entró un biot levemente oriental, con mirada intensa Llevaba una lira y un atril electrónico. Se presentó como Iasunari Kawabata, antes de interpretar una pieza hermosa, breve, con la lira.

—Los Kawabata somos artistas creadores —dijo simplemente—. Somos músicos, actores, pintores, escultores, escritores y, a veces, fotógrafos y cámaras de cine. Somos pocos en cantidad, pero muy importantes para la calidad de vida de Nuevo Edén.

Cuando la charla oficial informativa finalmente concluyó, le sirvieron a la partida de exploración una excelente cena en el gran salón. Alrededor de veinte de los biots se unieron a los seres humanos en el encuentro social, aunque, por supuesto, no comieron nada. La simulación de pato asado era casi perfecta y hasta los vinos pudieron haber aprobado la inspección de cualquier enólogo, salvo la de los más versados.

Más tarde, esa noche, cuando los seres humanos se habituaron a sus acompañantes biot y los estaban acribillando a preguntas, una solitaria figura femenina apareció en la puerta abierta. Al principio pasó inadvertida, pero en el salón rápidamente se fue haciendo silencio después de que Kenji Watanabe se levantó de su asiento de un salto y se aproximó a la recién llegada con la mano extendida.

—La doctora des Jardins, supongo —dijo, con una sonrisa.

10

A pesar de las seguridades que dio Nicole de que todo en Nuevo Edén coincidía en forma absoluta con sus observaciones anteriores en el vídeo, el comandante Macmillan se rehusó a permitir que los pasajeros y tripulación de la
Pinta
entraran en Rama y tomaran posesión de sus nuevos hogares, hasta que él estuviera seguro de que no había peligro. Conferenció largo rato con personal de la AIE en la Tierra y después envió un pequeño contingente, encabezado por Dmitri Ulanov, al interior de Rama para obtener información adicional. El oficial médico principal de la
Pinta
, un adusto holandés llamado Darl van Roos, era el miembro más importante del equipo de Ulanov. Kenji Watanabe y dos soldados de la primera partida de exploración también acompañaban al ingeniero ruso.

Las instrucciones del médico eran directas: iba a examinar a todos los Wakefield, y dejar constancia de que, en verdad, eran seres humanos. Su segunda misión consistía en analizar los biots y clasificar por categorías sus aspectos no biológicos. Todo se hizo sin incidentes, aunque Katie Wakefield no prestó su cooperación y fue sarcástica durante su examen. A sugerencia de Richard, un biot Einstein desarmó uno de los Lincoln y demostró en el nivel funcional, cómo operaban los subsistemas más complejos. El lugarteniente Ulanov quedó muy impresionado.

Dos días después, los pasajeros de la
Pinta
empezaron a mudar sus posesiones al interior de Rama. Una dotación grande de biots ayudó en la descarga de la nave espacial y en el desplazamiento de todos los pertrechos a Nuevo Edén. El proceso tardó casi tres días. Pero, ¿dónde se iba a ubicar toda la gente? En una decisión que, más adelante, habría de tener importantes consecuencias para la colonia, casi todos los trescientos viajeros de la
Pinta
eligieron vivir en Pueblo Sureste, donde los Wakefield habían establecido su hogar. Solamente Max Puckett y un puñado de granjeros, que se mudaron directamente a la región de labranza a lo largo del límite norte de Nuevo Edén, decidieron vivir en otro sitio de la colonia.

Los Watanabe se mudaron a una casa pequeña que estaba situada en el mismo sendero donde vivían Richard y Nicole. Desde el preciso instante en que se conocieron, Kenji y Nicole sintieron mutua afinidad natural y su amistad inicia] creció con cada interacción subsiguiente. La primera noche que Kenji y Nai pasaron en su nuevo hogar fueron invitados a compartir una cena familiar con los Wakefield.

—¿Por qué no pasamos a la sala de estar? Estaremos más confortables ahí —dijo Nicole, cuando terminaron de comer—. El Lincoln va a levantar la mesa y a hacerse cargo de los platos.

Los Watanabe se levantaron de su silla y siguieron a Richard a través de la puerta situada al final del salón comedor. Los Wakefield mas jóvenes cortésmente aguardaron a que Kenji y Nai salieran y después se unieron a sus padres y huéspedes en la acogedora sala de estar, ubicada en la parte anterior de la casa.

Habían transcurrido cinco días desde que la partida exploradora de la
Pinta
ingresó en Rama por primera vez.
Cinco días asombrosos
, estaba pensando Kenji, mientras se sentaba en la sala de los Wakefield. Su mente rápidamente recorrió el caleidoscopio de confusas impresiones que su cerebro todavía no había puesto en orden.
Y, en muchos aspectos, esta cena es lo más asombroso de todo: todo lo que pasó esta familia es increíble
.

—Sus relatos —le dijo Nai a Richard y Nicole, cuando todos estuvieron sentados— son absolutamente sorprendentes. Hay tantas preguntas que quiero formular que no sé por dónde empezar… Estoy fascinada, de modo especial, por este ser al que ustedes llaman El Águila. ¿Era él uno de los extraterrestres que construyeron El Nodo y Rama en primer lugar?

—No —dijo Nicole—. El Águila también era un biot… por lo menos eso es lo que nos dijo y no tenemos motivo alguno para no creerle. Fue creado por la inteligencia rectora de El Nodo para brindarnos una interfaz física específica.

—Pero entonces,
¿quién
construyó El Nodo?

—Ésa es, sin lugar a dudas, una pregunta de Nivel Tres —dijo Richard, con una sonrisa.

Kenji y Nai sonrieron. Durante las largas narraciones en el curso de la cena, Nicole y Richard les habían explicado la jerarquía que El Águila aplicaba a las informaciones.

—Me pregunto si nos es posible —reflexionó Kenji— concebir la existencia de seres tan evolucionados que sus máquinas puedan crear otras máquinas más inteligentes que nosotros.

BOOK: El jardín de Rama
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