Fábulas morales (9 page)

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Authors: Félix María Samaniego

Tags: #Clásico, Cuento, Infantil y juvenil, Poesía

BOOK: Fábulas morales
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quedáis con alabanzas

tan hinchado y repleto,

digerid las lisonjas

mientras yo como el queso.»

Quien oye aduladores,

nunca espere otro premio.

FÁBULA X

Un Cojo y un Picarón

A un buen Cojo, un descortés

insultó atrevidamente;

oyólo pacientemente,

continuando su carrera,

cuando al son de la cojera

dijo el otro: «Una, dos, tres,

Cojo es.»

Oyólo el Cojo: aquí fue

donde el buen hombre perdió

los estribos, pues le dio

tanta cólera y tal ira,

que la muleta le tira,

quedándose, ya se ve,

sobre un pie.

«Sólo el no poder correr,

para darte el escarmiento

dijo el Cojo, es lo que siento,

que este mal no me atormenta;

porque al hombre sólo afrenta

lo que supo merecer,

padecer.»

FÁBULA XI

El Carretero y Hércules

En un atolladero

el carro se atascó de Juan Regaña;

él a nada se mueve ni se amaña,

pero jura muy bien: gran Carretero.

A Hércules invocó; y el dios le dice:

«Aligera la carga; ceja un tanto;

quita ahora ese canto;

¿Está?» «Sí, le responde, ya lo hice.»

«Pues enarbola el látigo, y con eso

puedes ya caminar.» De esta manera,

arreando a la
Mohína
y la
Roncera
,

salió Juan con su carro del suceso.

Si haces lo que estuviere de tu parte,

pide al cielo favor; ha de ayudarte.

FÁBULA XII

La Zorra y el Chivo

Una Zorra cazaba;

y al seguir a un gazapo,

entre aquí se escabulle, allí le atrapo,

en un pozo cayó que al paso estaba.

Cuando más la afligía su tristeza,

por no hallar la infeliz salida alguna,

vio asomarse al brocal, por su fortuna,

del Chivo padre la gentil cabeza.

«¿Qué tal? dijo el barbón, ¿la agua es salada?»

«Es tan dulce, tan fresca y deliciosa,

respondió la raposa,

que en tal pozo estoy como encantada.»

Al agua el Chivo se arrojó, sediento;

monta sobre él la zorra de manera

que haciendo de sus cuernos escalera,

pilla el brocal y sale en el momento.

Quedó el pobre atollado: cosa dura.

Mas ¿quién podrá a la Zorra dar castigo,

cuando el hombre, aun a costa de su amigo,

del peligro mayor salir procura?

FÁBULA XIII

El Lobo, la Zorra y el Mono Juez

Un Lobo se quejó criminalmente

de que una Zorra astuta lo robase.

El Mono juez, como ella lo negase,

dejólos alegar prolijamente

enterado, pronuncia la sentencia:

«No consta que te falte nada, Lobo;

y tú, Raposa, tú tienes el robo.»

Dijo, y los despidió de su presencia.

Esta contradicción es cosa buena;

la dijo el docto Mono con malicia.

Al perverso su fama le condena

aun cuando alguna vez pida justicia.

FÁBULA XIV

Los dos Gallos

Habiendo a su rival vencido un Gallo,

quedó entre sus gallinas victorioso,

más grave, más pomposo

que el mismo gran Sultán en su serrallo.

Desde un alto pregona vocinglero

su gran hazaña: el Gavilán lo advierte;

le pilla, le arrebata, y por su muerte,

quedó el rival señor del gallinero.

Consuele al abatido tal mudanza;

sirva también de ejemplo a los mortales

que se juzgan exentos de los males

cuando se ven en próspera bonanza.

FÁBULA XV

La Mona y la Zorra

En visita una Mona

con una zorra estaba cierto día,

y así, ni más ni menos, la decía:

«Por mi fe, que tenéis bella persona,

gallardo talle, cara placentera,

airosa en el andar, como vos sola,

y a no ser tan disforme vuestra cola,

seríais en lo hermoso la primera.

Escuchad un consejo,

que ha de ser a las dos muy importante

yo os la he de cortar, y lo restante

me lo acomodaré por zagalejo.»

«
Abrenuncio
, la Zorra la responde:

es cosa para mí menos amarga

barrer el suelo con mi cola larga

que verla por pañal bien sé yo dónde.»

Por ingenioso que el necesitado

sea para pedir al avariento,

este será de superior talento

para negarse a dar de lo sobrado.

FÁBULA XVI

La Gata mujer

Zapaquilda
la bella

era gata doncella,

muy recatada, no menos hermosa.

Queríala su dueño por esposa,

si Venus consintiese,

y en mujer a la Gata convirtiese.

De agradable manera

vino en ello la diosa placentera,

y ved a
Zapaquilda
en un instante

hecha moza gallarda, rozagante.

Celébrase la boda;

estaba ya la sala nupcial toda

de un lucido concurso coronada;

la novia relamida, almidonada,

junto al novio, galán enamorado;

todo brillantemente preparado,

cuando quiso la diosa

que cerca de la esposa

pasase un ratoncillo de repente.

Al punto que le ve, violentamente,

a pesar del concurso y de su amante,

salta, corre tras él y échale el guante.

Aunque del valle humilde a la alta cumbre

inconstante nos mude la fortuna,

la propensión del natural es una

en todo estado, y más con la costumbre.

FÁBULA XVII

La Leona y el Oso

Dentro de un bosque oscuro y silencioso,

con un rugir continuo y espantoso,

que en medio de la noche resonaba,

una Leona a las fieras inquietaba.

Dícele un Oso: «Escúchame una cosa:

¿Qué tragedia horrorosa

o qué sangrienta guerra,

qué rayos o qué plagas a la tierra

anuncia tu clamor desesperado,

en el nombre de Júpiter airado?»

«¡Ah! mayor causa tienen mis rugidos.

Yo, la más infeliz de los nacidos,

¿Cómo no moriré desesperada,

si me han robado el hijo, ¡ay desdichada!»

«¡Hola! ¿Con que, eso es todo?

Pues si se lamentasen de ese modo

las madres de los muchos que devoras,

buena música hubiera a todas horas.

Vaya, vaya, consuélate como ellas;

no nos quiten el sueño tus querellas.»

A desdichas y males

vivimos condenados los mortales.

A cada cual, no obstante, le parece

que de esta ley una excepción merece.

Así nos conformamos con la pena,

no cuando es propia, sí cuando es ajena.

FÁBULA XVIII

El Lobo y el Perro flaco

Distante de la aldea,

iba cazando un Perro

Flaco, que parecía

un andante esqueleto.

Cuando menos lo piensa

un Lobo le hizo preso.

Aquí de sus clamores,

de sus llantos y ruegos.

«Decidme, señor Lobo.

¿Qué queréis de mi cuerpo,

si no tiene otra cosa

que huesos y pellejo?

Dentro de quince días

casa a su hija mi dueño,

y ha de haber para todos

arroz y gallo muerto.

Dejadme ahora libre,

que pasado este tiempo,

podréis comerme a gusto,

lucio, gordo y relleno.»

Quedaron convenidos;

y apenas se cumplieron

los días señalados,

el Lobo buscó al Perro.

Estábase en su casa

con otro compañero,

llamado
Matalobos
,

mastín de los más fieros.

Salen a recibirle;

Aal punto que le vieron,

Matalobos
bajaba

con corbatín de hierro.

No era el Lobo persona

de tantos cumplimientos;

y así, por no gastarlos,

cedió de su derecho.

Huía, y le llamaban;

mas él iba diciendo

con el rabo entre piernas:

«Pies, ¿para qué os quiero?»

Hasta los niños saben

que es de mayor aprecio

un pájaro en la mano

que por el aire ciento.

FÁBULA XIX

La Oveja y el Ciervo

Un celemín de trigo

pidió a la Oveja el Ciervo, y la decía:

«Si es que usted de mi paga desconfía,

a presentar me obligo

un fiador desde luego,

que no dará lugar a tener queja.»

«Y ¿quién es éste?», preguntó la Oveja.

«Es un lobo abonado, llano y lego.»

«¡Un lobo! Ya; mas hallo un embarazo:

si no tenéis más fincas que él sus dientes,

y tú los pies para escapar valientes,

¿a quién acudiré, cumplido el plazo?»

Si quién es el que pide y sus fiadores,

antes de dar prestado se examina,

será menor, sin otra medicina,

la peste de los malos pagadores.

FÁBULA XX

La Alforja

En una Alforja al hombro

llevo los vicios:

los ajenos delante,

detrás los míos.

Esto hacen todos;

así ven los ajenos,

mas no los propios.

FÁBULA XXI

El Asno infeliz

Yo conocí un Jumento

que murió muy contento

por creer, y no iba fuera de camino,

que así cesaba su fatal destino.

Pero la adversa suerte

aun después de su muerte

le persiguió: dispuso que al difunto

le arrancasen el cuero luego al punto

para hacer tamboriles,

y que en los regocijos pastoriles

bailasen las zagalas en el prado,

al son de su pellejo baqueteado.

Quien por su mala estrella es infelice,

aun muerto lo será.
Fedro lo dice.

FÁBULA XXII

El Jabalí y la Zorra

Sus horribles colmillos aguzaba

un Jabalí en el tronco de una encina.

La Zorra, que vecina

del animal cerdoso se miraba,

le dice: «Extraño el verte,

siendo tú en paz señor de la bellota,

cuando ningún contrario te alborota,

que tus armas afiles de esa suerte.»

La fiera respondió: «Tenga entendido

que en la paz se prepara el buen guerrero,

así como en la calma el marinero,

y que vale por dos el prevenido.»

FÁBULA XXIII

El Perro y el Cocodrilo

Bebiendo un Perro en el Nilo,

al mismo tiempo corría.

«Bebe quieto», le decía

un taimado Cocodrilo.

Díjole el Perro prudente:

«Dañoso es beber y andar;

pero ¿es sano el aguardar

a que me claves el diente?»

¡Oh qué docto Perro viejo!

yo venero su sentir

en esto de no seguir

del enemigo el consejo.

FÁBULA XXIV

La Comadreja y los Ratones

Débil y flaca cierta Comadreja,

no pudiendo ya más, de puro vieja,

ni cazaba ni hacía provisiones

de abundantes Ratones,

como en tiempos pasados,

que elegía los tiernos, regalados,

para cubrir su mesa.

Sólo de tarde en tarde hacía presa

en tal cual que pasaba muy cercano,

gotoso, paralítico o anciano.

Obligada del hambre cierto día,

urdió el modo mejor con que saldría

de aquella pobre situación hambrienta,

pues la necesidad todo lo inventa.

Esta vieja taimada

métese entre la harina amontonada.

Alerta y con cautela,

cual suele en la garita el centinela,

espera ansiosa su feliz momento

para la ejecución del pensamiento.

Llega el Ratón sin conocer su ruina

y mete el hociquillo entre la harina;

entonces ella le echa de repente

la garra al cuello, y al hocico el diente.

Con este nuevo ardid tan oportuno

se los iba embuchando de uno en uno,

y a merced de discurso tan extraño,

logró sacar su tripa de mal año.

Es feliz un ingenio interesante:

él nos ayuda, si el poder nos deja;

y al ver lo que pasó a la Comadreja,

¿quién no aguzará el suyo en adelante?

FÁBULA XXV

El Lobo y el Perro

En busca de alimento

iba un Lobo muy flaco y muy hambriento.

Encontró con un Perro tan relleno,

tan lucio, sano y bueno,

que le dijo: «Yo extraño

que estés de tan buen año

como se deja ver por tu semblante,

cuando a mí, más pujante,

más osado y sagaz, mi triste suerte

me tiene hecho retrato de la muerte.»

El Perro respondió: «Sin duda alguna

lograrás si tú quieres, mi fortuna.

deja el bosque y el prado;

retírate a poblado;

servirás de portero

a un rico caballero,

sin otro afán ni más ocupaciones

que defender la casa de ladrones.»

«Acepto desde luego tu partido,

que para mucho más estoy curtido.

así me libraré de la fatiga,

a que el hambre me obliga,

de andar por montes sendereando peñas,

trepando riscos y rompiendo breñas,

sufriendo de los tiempos los rigores,

lluvias, nieves, escarchas y calores.»

A paso diligente

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