Guía de la Biblia. Antiguo Testamento (55 page)

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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Histórico

BOOK: Guía de la Biblia. Antiguo Testamento
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Los enemigos de Judá

Pero los exiliados no construyeron el Templo en un desierto. Vivía gente en lo que una vez fueran los reinos de Israel y de Judá. En primer lugar, los que nunca salieron al exilio. Sargón de Asiria sólo deportó a una pequeña parte de israelitas, y Nabucodonosor de Babilonia a una parte de judíos. Pero en ambos casos, los exiliados se escogieron entre las clases altas: administradores, terratenientes, artesanos, estudiosos e intelectuales en general. Se quedaron los campesinos y los analfabetos.

Luego, los reyes asirios repoblaron Israel con extranjeros que sin duda se unieron matrimonialmente con los oriundos restantes, formando los samaritanos (v. cap. 12). Tras el exilio de Judá, los samaritanos se extendieron hacia el sur para ocupar territorios que antes constituían el norte de Judá, mientras los edomitas se desplazaban hacia el norte desde sus tierras desérticas entrando en lo que una vez fue el sur de Judá.

Por otro lado, los judíos exiliados en Babilonia habían prosperado y desarrollado el judaísmo. En compensación por la pérdida de su país y de la libertad, se dedicaron a lo único que les distinguía claramente de sus vecinos: las escrituras sagradas. Es posible que se endurecieran y fundieran las diversas tradiciones y códigos legales, y los primeros libros de la Biblia tal vez recibieran su forma definitiva durante el Exilio. (Quizá por esa razón tengan los primeros libros de la Biblia un marcado matiz de mitología babilónica; v. capítulo l).

Además, profetas importantes contribuyeron a desarrollar las ideas del judaísmo, de modo que los judíos de Babilonia poseían una religión avanzada y refinada que en muchos aspectos superaba a la profesada tradicionalmente por los que quedaron en Judá.

Por estas razones, la reconstrucción del Templo iba a causar problemas. Para la gente que vivía en las tierras cercanas a Jerusalén, los exiliados eran extranjeros que inundaban el país de una manera despótica, hablando con palabras arrogantes y con extrañas costumbres religiosas. Por otro lado, para los exiliados, los que vivían en el país eran gente extraña, intrusos que habitaban en un espacio usurpado y practicaban una religión envilecida que sólo en la superficie se parecía al judaísmo.

La situación era exactamente la misma que la que se produciría en el siglo XX cuando judíos de Europa y de Norteamérica volvieran a un Israel que consideraban su patria ancestral para encontrarse frente a moradores árabes que les consideraban extranjeros e intrusos. La hostilidad, al parecer irreconciliable, de Israel y de sus vecinos árabes refleja la enemistad de los judíos y samaritanos de la época persa y de más adelante.

Esdras 4.1.
... los enemigos de Judá y Benjamín
(los samaritanos)...

Esdras 4.2.
llegáronse a Zorobabel ... y ... dijeron: «Queremos cooperar con vosotros en la reconstrucción...

Esdras 4.3.
Les dijo Zorobabel ... : «No conviene que juntos edifiquemos...»

En este momento, no hay nada que indique que el ofrecimiento de los samaritanos no fuese sincero. Zorobabel pudo ser más diplomático. Pero al igual que Roboam cuatro siglos antes (v. capítulo 11), se mostró áspero e insultante y el resultado fue el mismo: enemistad en lugar de una posible cooperación,

Darío I

Los samaritanos no podían enfrentarse directamente con los judíos, porque ambos estaban sometidos a la firme vigilancia de los reyes persas. Pero los samaritanos podían tratar de influenciar a tales reyes señalando los posibles peligros de dar poder a un grupo religioso exclusivista en un lugar de situación tan estratégica como Jerusalén.

Esdras 4.4.
Entonces las gentes de aquella tierra intimidaron al pueblo de Judá, queriendo impedir la construcción;

Esdras 4.5.
y ganándose con dinero a algunos consejeros de la corte, procuraron hacer fracasar su propósito todo el reinado de Ciro, rey Persia, hasta el reinado de Darío, rey de Persia.

Ciro murió en el 530 aC, ocho años después de promulgar el edicto que permitió a los judíos volver a Jerusalén. Le sucedió su hijo Cambises (Kambujiya, en persa), que había regido Babilonia mientras su padre salía de campaña. Para asegurarse el trono, Cambises ejecutó a su hermano Esmerdis. Luego salió a conquistar Egipto, la única parte del imperio asirio que aún no habían tomado los conquistadores persas.

En Egipto aún estaba en el poder la dinastía XXVI. Habían pasado setenta años desde la muerte de Necao (contra quien había combatido Josías de Judá), y entonces el faraón era Samtic III. Cambises marchó contra él en el 525 aC, logrando una victoria fácil. Samtic III fue destronado y ejecutado, acabando así el Egipto saíta. Los reyes persas reinarían como dinastía XXVII durante el siglo siguiente.

Cambises trató de extender más sus dominios africanos, planeando atacar Etiopía por el sur o Cartago por el oeste; pero los desiertos eran demasiado hostiles y su red de comunicaciones demasiado extensa. Además, un sacerdote zoroástrico que fingió ser Esmerdis, el hermano muerto de Cambises, se proclamó rey en Persia y el rey tuvo que volver apresuradamente. Murió en el 521 aC, en el camino de vuelta, por causas naturales o debido a un asesinato o suicidio.

Durante algunos meses después, el usurpador tuvo el dominio de Persia, pero la oposición se agrupó en torno a Darío (Darayavaush, en persa), que era miembro de la rama más joven de la familia real persa. Tras reunir a otros nobles, atacó al usurpador, lo derrotó y se proclamó rey.

A su vez, Darío tuvo que enfrentarse en seguida con otras rebeliones, pero las sofocó con mano firme y gran habilidad. Luego se dedicó a reorganizar el reino, dividiéndolo en provincias (satrapías), haciendo buenas carreteras y canales, estableciendo un régimen monetario efectivo y, en general, dirigiendo un gobierno fuerte y eficaz.

También prosiguió las conquistas persas. Extendió hacia oriente el dominio persa por distritos del noroeste de la India (el Pakistán actual), y hacia el 512 aC dirigió un ejército al otro lado del Helesponto, a Tracia (la región que constituye la actual Bulgaria). Era la primera vez que un monarca asiático dirigía un ejército hacia Europa y extendía sus dominios hasta el río Danubio.

Los occidentales recuerdan mejor a Darío por los acontecimientos de la última década de su largo reinado de treinta y cinco años. Las ciudades griegas de la costa egea del Asia Menor se rebelaron en el 500 aC y recibieron ayuda de Atenas. La revuelta fue sofocada y Darío se dispuso a castigar a los atenienses. En el 490 aC, una fuerza expedicionaria persa cayó sobre territorio ateniense, cerca de la aldea de Maratón, y allí, en una de las batallas más famosas de la antigüedad, fue derrotada. Darío murió en el 486 aC, sin haber castigado a Atenas.

Por lo que respecta al imperio persa, aquella derrota tuvo poca importancia, y no puede empañar el hecho de que el reinado de Darío tuvo grandes logros tanto en el extranjero como en el interior. Con él, Persia alcanzó el punto culminante de su poder.

El corto reinado de Cambises queda un tanto oscurecido por los grandes éxitos de Ciro, que le precedió, y de Darío, que le sucedió, y el libro de Esdras pasa directamente de Ciro a Darío, ignorando a Cambises. En realidad, la Biblia no menciona a Cambises en parte alguna.

Asuero

Antes de entrar en detalles sobre los resultados de las intrigas tramadas por los samaritanos en la corte de Ciro y de Darío, el libro de Esdras prosigue la descripción de tales conspiraciones durante los reinados siguientes:

Esdras 4.6.
En el reinado de Asuero... escribieron una acusación contra los moradores de Judá y de Jerusalén.

En el 486 aC, tras la muerte de Darío, subió al trono su hijo Jerjes, que prosiguió los planes de su padre para castigar a los griegos. Pero tuvo que suspenderlos al principio para sofocar una grave revuelta en Egipto, cosa que le llevó varios años; ese tiempo lo emplearon los griegos en un esfuerzo desesperado para prepararse contra el inminente ataque persa.

Finalmente, un poderoso ejército persa invadió Grecia mientras una flota persa (en su mayor parte tripulada por fenicios), igualmente poderosa, surcaba el Egeo. Las naves de Jerjes fueron derrotadas en el 480 aC en la batalla de Salamina, y al año siguiente, en Platea, su ejército resultó vencido. Jerjes abandonó el plan de conquistar Grecia y se retiró a su harén llevando una vida placentera.

La «guerra persa» constituye el núcleo central de la historia de Herodoto, el primer gran historiador de tradición occidental, y sus hechos forman un acontecimiento dramático sin paralelo en los dos mil quinientos años que han transcurrido desde entonces. Sin embargo, no producen la más leve agitación en los asuntos bíblicos, porque no afectaron a los judíos; la Biblia no los menciona para nada.

Suele aceptarse que Jerjes es el Asuero mencionado en Esdras 4.6. Los nombres no se parecen, pero al fin y al cabo «Jerjes» no es más que la versión griega del nombre del rey. Para los persas, Jerjes era Khshayarsha. Póngase delante una «A» y no será difícil leer «Ahasuerus» para llegar a «Asuero».

Artajerjes

Continúa la historia de las intrigas samaritanas:

Esdras 4.7.
Y en tiempos de Artajerjes...

Jerjes fue asesinado en el 465 aC en una intriga cortesana, sucediéndole su hijo Artajerjes I (Artakhshatra). Durante los cuarenta años del reinado de Artajerjes, el imperio persa se mantuvo firme. Alejó a los griegos, no con ejércitos, sino con dinero, incitándolos a que lucharan entre sí. En algunas partes de los enormes dominios persas estallaron rebeliones, pero fueron sofocadas con facilidad y Artajerjes acabó muriendo en paz en el 424 aC.

Arameo

Desde luego, en la época de Jerjes y de Artajerjes, el Templo no era ningún problema; como explicaremos más adelante, se había terminado en tiempo de Darío y era una cuestión zanjada. El problema, en cambio, era que los judíos pretendían construir murallas en torno a Jerusalén.

Eso podía interpretarse fácilmente como un acto de rebelión, pues los judíos quizá pensaran que tales murallas les protegerían contra el ejército persa. Por tanto, los samaritanos escribieron a Artajerjes, indicándole que los judíos dominaron antiguamente grandes secciones del Semicírculo Fértil desde Jerusalén, y que con asirios y babilonios, que precedieron a los persas, tuvieron malos antecedentes como rebeldes. La Biblia dice:

Esdras 4.7.
[132]
... la escritura de la carta estaba hecha en siriaco...

En realidad, en la versión original del libro de Esdras, la carta se cita en arameo (siriaco).

El arameo es un dialecto semítico, estrechamente emparentado con el hebreo, pero lo bastante diferente para que una persona que entienda el uno no comprenda el otro. La relación tal vez sea parecida a la del alemán con el holandés, o la del francés con el español.

El arameo estaba más extendido que el hebreo. En la época del Éxodo, las tribus arameas no sólo habían llegado a Siria (Aram), sino a muchas regiones del Semicírculo Fértil, incluida Babilonia. De lo que se desprende que el conocimiento del arameo estaba bastante extendido por aquella zona. Los arameos prosperaron como mercaderes, viajaron mucho y su idioma se convirtió en una especie de lengua franca, un lenguaje en el que se entendía la gente más educada aunque no comprendiera el idioma nativo de su interlocutor.

Así, en la época en que los asirios sitiaron Jerusalén al mando de Senaquerib, emisarios asirios gritaban mensajes de propaganda en hebreo desde fuera de las murallas para desanimar a los defensores. Los emisarios hebreos, con esperanza de impedir aquello, solicitaron humildemente:

2 Reyes 18.26.
... Habla a tus siervos en arameo, que lo entendemos...

Tanto asirios como hebreos podían encontrarse en el terreno común de la lengua aramea.

Posiblemente, los judíos de Babilonia se entendieron fácilmente en arameo hasta que aprendieron la lengua de Babilonia, de modo que el hebreo empezó a resultarles extraño (como ocurre en la actualidad a la mayoría de los judíos que viven fuera de Israel). Además, la población mixta que habitaba en lo que antiguamente había sido Israel y Judá probablemente derivara hacia el arameo.

Por esa razón, se escribieron en arameo varios libros compuestos en épocas bíblicas posteriores, en especial algunas partes del libro de Daniel. Y en tiempos del Nuevo Testamento, el arameo era la lengua de la población judía en general. Así, Jesús hablaba en arameo en vez de hebreo.

Asnapar

En la carta escrita en arameo, los peticionarios originales se describen a sí mismos mencionando las ciudades que habitaron antes de que los asirios las colonizaran con otros pueblos. La lista concluye así:

Esdras 4.10.
Y de otros pueblos que el grande y glorioso Asnapar trasladó y estableció en la ciudad de Samaria...

Es evidente que Asnapar debe ser un importante monarca asirio que reinó tras la destrucción del reino de Israel. Hubo cuatro, y los tres primeros, Sargón, Senaquerib y Asaradón se mencionan con esos nombres en la Biblia, de manera que no es probable que Asnapar sea uno de ellos. Queda el cuarto, Asurbanipal (v. capítulo 12), y suele aceptarse que a él es a quien se alude con el nombre de Asnapar.

Ecbatana

Una vez expuesto el obstruccionismo llevado a cabo por los samaritanos durante el siglo siguiente al edicto de Ciro, la historia vuelve a las primeras décadas de los trabajos. Al parecer, la hostilidad samaritana interrumpió al principio las obras del Templo:

Esdras 4.24.
Entonces se pararon las obras de la casa de Yahvé... hasta el año segundo del reinado de Darío...

Los trabajos seguían suspendidos en el 520 aC, es decir, dieciocho años después del edicto de Ciro. Bajo el impulso verbal de entusiastas como Ageo y Zacarías, las obras comenzaron de nuevo:

Esdras 5.2.
... entonces Zorobabel... y Josué ... comenzaron a edificar la casa de Dios ...

Para entonces, había nuevos gobernadores persas en la región, y surgieron algunos problemas respecto a qué estructuras debían edificarse y con qué derecho. Los judíos se acogieron al edicto de Ciro, pero éste había muerto, y su sucesor estaba envuelto en la guerra civil que se produjo a continuación. Debía presentarse el tema ante el propio Darío; se buscaron los documentos y se encontraron:

Esdras 6.2.
Y se halló en Ecbatana, capital de la provincia de Media, un rollo en el que estaba escrito...

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