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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

Intrépido (35 page)

BOOK: Intrépido
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Geary sonrió forzadamente.

—Será que todavía no he cometido demasiados errores —ironizó.

Desjani sonrió abiertamente y acto seguido se dio la vuelta para analizar un mensaje que le acababa de aparecer en su visualizador.

—Mi oficial de operaciones recomienda que nos posicionemos en este sistema en esta ubicación orbital —notificó Desjani.

Geary estiró el cuello y divisó una zona que se encontraba en el interior del sistema, aproximadamente a dos horas luz de distancia de la salida del punto de salto. El capitán comparó la ubicación con las órbitas de las instalaciones síndicas que ya habían sido descubiertas y después asintió con la cabeza.

—Parece un buen sitio por ahora. Vayamos hacia allá. Por favor, haga saber al resto de las naves qué órbita planeamos coger y ordéneles mantener la formación en torno al
Intrépido
—instó Geary.

—Sí, señor. —Desjani empezó a dar las órdenes pertinentes mientras Geary se giraba hacia su visualizador y se disponía a estudiar los datos entrantes.

Apenas había empezado a considerar los informes que se habían recibido al respecto de lo que se podía saber sobre las instalaciones síndicas, y a darse cuenta de que tendrían que enviar equipos de exploración a la caza de suficiente información como para hacerse una idea ajustada de lo que realmente había en cada una de ellas, cuando Geary recibió una llamada del oficial al mando de la
Titánica
. Estupendo. A ver, ¿qué pasa ahora?

Sin embargo, el rostro del oficial que requería la atención de Geary no mostraba ninguna señal de emergencia o de preocupación. El capitán de la
Titánica
parecía insultantemente joven para ocupar ese puesto, pero actuaba de una manera lo suficientemente confiada y su voz sonaba como si así lo estuviese.

—Saludos, capitán Geary —comenzó el capitán de la
Titánica
.

—Saludos. ¿Su llamada es en relación con algún problema a bordo de la
Titánica
?.

—No, señor. Cada día conseguimos mayores progresos en la reparación de los daños que nos fueron infligidos y ya hemos recuperado la capacidad de propulsión al completo.

Geary sonrió ligeramente al oír la noticia.

—Es un alivio saberlo. Tengo que admitir que he tenido a la
Titánica
en mente en numerosas ocasiones —reconoció Geary.

Al escuchar la referencia, el capitán de la
Titánica
se estremeció visiblemente.

—Agradecemos los esfuerzos de nuestras numerosas escoltas por mantenernos a salvo. Bueno, relativamente a salvo. Ya teníamos unos daños considerables de los que ocuparnos, así que agradecemos no haber tenido que añadir nada más a la lista de lo que había que reparar —correspondió el capitán de la
Titánica
.

Geary sonrió esta vez. La falta de oposición en el sistema estelar Kaliban lo había dejado de muy buen humor por una vez.

—Lo puedo entender. Han hecho un gran trabajo reparando su nave. ¿Qué puedo hacer por usted ahora? —inquirió Geary.

—Me gustaría ofrecerle una sugerencia y una petición. —Enseguida apareció una ventana con un mapa de situación del sistema Kaliban—. Hemos podido confirmar que había instalaciones de minas aquí.

—Ajá. Todas cerradas, como todo lo demás, por supuesto —añadió Geary.

—Sí, pero suponiendo que estén intactas, tengo gente que debería ser capaz de reactivar el equipamiento minero automatizado. A juzgar por el estado que presentan las cosas, los habitantes de Kaliban no llegaron a explotar al máximo el suministro de metales del sistema y la verdad es que podríamos usar esos metales para fabricar nuevas partes y armas para las naves de esta flota —indicó el capitán de la
Titánica
.

Geary se recostó hacia atrás para pensar los pros y contras de la sugerencia.

—¿Pueden ustedes refinar cualquier mineral que encontremos o tendríamos que reactivar las instalaciones de tratamiento de metal síndicas? —interrogó Geary.

El capitán de la
Titánica
agitó la mano para rechazar esa posibilidad.

—Eso no es problema, señor. Estoy seguro de ello. Algunas de las minas que hemos localizado se encuentran en los asteroides. Lo que significa que tienen vetas de metal puro. No será necesario refinarlo ni purificarlo. Tendríamos que trabajar las aleaciones, pero lo podemos hacer —repuso el capitán de la
Titánica
.

—¿Cuánto tiempo? ¿Cuánto tiempo tardaríamos en reactivar las minas, sacar los metales y cargarlos a bordo de la
Titánica
. ¿Doy por sentado que algunas de las otras naves auxiliares también podrían utilizarlo? —interrogó Geary.

Por primera vez, el comandante de la
Titánica
mostró alguna duda.

—Si todo fuera perfectamente, puedo hacer que los metales estén a bordo dentro de una semana. Y sí, hay otras naves en la fuerza de navíos auxiliares que pueden utilizar los metales también. Sé que existe un riesgo si nos quedamos un tiempo en este sistema, pero con ese metal podríamos fabricar una buena cantidad de cosas que nos hacen falta para seguir nuestro camino —advirtió el comandante de la
Titánica
.

Geary bajó la vista, pensativo. Si no marcha todo bien, y es probable que asi sea, será más de una semana. Por desgracia, no tengo ni una idea aproximada de cuánto tardarán los síndicos en darse cuenta de que hemos venido a Kaliban, ni tampoco de cuánto tardarían a partir de entonces en reunir una fuerza de combate significativa por aquellos lares. Vamos, que en el fondo aquello era una apuesta en toda regla. Pero lo cierto es que también estaba pensando en pasar un cierto tiempo en este sistema de todas formas. Y si no nos arriesgamos aquí, ¿quién sabe cuándo volveremos a tener otra oportunidad para reabastecer de suministros los talleres de esas naves auxiliares?

Hablando de las naves auxiliares, ¿quién está al mando de esa división de navíos? ¿Quién tendría que haberme llamado para hacerme esta sugerencia?
Geary pulsó unos botones y sintió una oleada de satisfacción al ver que había conseguido teclear la secuencia de comandos correcta y que, por tanto, frente a él habían aparecido los datos que buscaba.

—Una última pregunta —apostilló Geary—. Tengo entendido que el comandante de la división de navíos auxiliares es el capitán Gundel, de la
Genio.
¿Por qué no me está haciendo él esta propuesta en nombre de todas las naves que puedan beneficiarse de ella?

Geary estaba seguro de haber captado un fugaz centelleo de culpabilidad en los ojos del capitán de la
Titánica
.

—El capitán Gundel está muy ocupado, señor. Hay muchos asuntos que exigen que les preste atención de manera inmediata —excusó el capitán de la
Titánica
.

—Ya veo. —
O al menos eso creo
—. Muy bien. Arranque los preparativos para poner en marcha este plan suyo. Avíseme antes de mandar a ningún equipo a examinar los yacimientos mineros en persona.

—Señor, sí, señor.

Geary dedicó unos momentos a mirar el espacio en el que se había estado proyectando la imagen durante unos instantes mientras barajaba sus opciones. Después se encogió de hombros y llamó directamente al capitán Gundel. El consultor del puente de mando de la
Genio
respondió con rapidez, pero pasó un rato antes de que llegase la respuesta de Gundel. Cuando la imagen acabó llegando, su rostro parecía contrariado. Quedaba claro que llevaba prestando sus servicios a la flota durante mucho tiempo: su uniforme reflejaba una extraña mezcla de obsesión por mostrar sus muchas condecoraciones y descuido en el vestir.

—¿Sí? ¿Qué pasa? —dijo Gundel.

Geary no pudo evitar fijarse en que, a pesar de la naturaleza belicosa de Gundel, ninguna de sus condecoraciones loaba su heroicidad en combate. Geary mantuvo un tono inexpresivo, pero alzó una de sus cejas.

—Capitán Gundel, aquí el capitán Geary, comandante de la flota.

—Ya, ya. ¿Qué quiere? —insistió Gundel.

Tú sigue hablándome así y ya verás cómo al final lo que querré será colgarte de los tobillos.

—Necesito que me dé su opinión sobre un plan de acción concerniente a la reactivación de los yacimientos mineros síndicos clausurados con vistas a obtener materias primas para las naves auxiliares —explicó Geary.

Gundel farfulló algo visiblemente irritado.

—Habría que estudiarlo. Tardaría un mes, más o menos. En ese tiempo podría llevar a cabo una investigación preliminar de tales instalaciones y a partir de entonces podría tener listo un borrador con mis recomendaciones para usted —respondió Gundel.

—Lo quiero para hoy, capitán Gundel —exigió Geary.

—¿Para hoy? Imposible —rechazó Gundel.

Geary se quedó esperando un momento, pero resultaba obvio que Gundel no iba a sugerir ninguna alternativa.

—¿Cuáles son las necesidades prioritarias de la
Genio
en estos momentos? —inquirió Geary.

Gundel pestañeó porque, según parecía, la pregunta lo había pillado desprevenido.

—Puedo tenerle preparados esos datos en unos días. Tal vez —respondió Gundel.

—Usted es el oficial al mando de la
Genio.
Debería saberse esos datos de carrerilla —le reprochó Geary.

—¡Tengo muchas responsabilidades! ¡Es obvio que usted y yo no entendemos las responsabilidades de un comandante de división de la misma manera! —replicó Gundel.

Es obvio que usted y yo no entendemos quién está al mando de esta flota de la misma manera.
Con todo, Geary siguió manteniendo su rostro en calma a pesar de que por dentro se estaba empezando a calentar.

—Gracias, capitán Gundel.

Geary cortó la conexión, consciente de que un final de transmisión tan abrupto sería suficiente para exasperar a Gundel hasta cotas insospechadas, y después se pasó un rato más observando el espacio. Si Gundel actuaba de esta manera con sus superiores, no resultaba muy difícil imaginarse cómo trataría a sus subordinados. Lo cual podría aceptarse si se tratase de un oficial muy competente, pero no en casos de gente así, tipos que parecían no tener muchas luces y que se negaban a responder de manera clara en uno u otro sentido. Parecía obvio que Gundel tenía que salir de allí, pero relevar a un oficial veterano como él era algo que había que hacer de un modo que no sirviese en bandeja a gente como el capitán Numos la posibilidad de fomentar más animadversión contra Geary. Desalojar y promocionar parecía la forma más directa y diplomática, pero ¿cómo se podía hacer eso en una flota que no tenía puestos a los que promocionar a los viejos idiotas?

¿Qué habría dicho ese antiguo jefe que tenía yo? Aparte de «píllate una cogorza y ya veremos si por la mañana las cosas van mejor», quiero decir. Espera. Normas. Él decía que siempre se podía encontrar algo en las normas que justificara lo que se quería hacer. Ese consejo siempre me ha funcionado hasta ahora.

Geary pidió las normas de la flota y empezó a hacer búsquedas por palabras clave, leyendo por encima los textos a la caza de cualquier cosa que pudiera servirle para sus propósitos. Para su sorpresa, la respuesta llegó con bastante rapidez.
¿Pero de verdad quiero hacer esto?
Geary volvió a repasar los archivos del personal y pidió los datos de los comandantes de otras naves que se encontraran en la división de navíos auxiliares. El comandante de la
Titánica
era, como Geary había pensado, muy joven para ocupar tal posición, incluso a la vista de la relativa juventud de los oficiales de flota hoy en día. Aquello ayudaba a comprender su impaciencia y su precipitación a la hora de ir directo hacia Geary con su propuesta sobre los yacimientos mineros síndicos. Al margen de todo eso, Gundel tenía demasiado rango como para estar al frente de la minúscula
Genio. Esa es la diferencia entre un oficial ambicioso y competente que quiere resolver las cosas cuanto antes, y otro que no quiere más que esconderse en su cómoda madriguera.

Luego estaba la capitana Tyrosian, de la
Hechicera.
Con experiencia, pero tampoco demasiada. Una ingeniera muy cualificada, con un buen expediente como oficial, lo suficientemente veterana como para promocionar hacia un puesto de mando superior. Parecía buena sobre el papel, valiese para lo que valiese aquello.

Geary hizo una nueva llamada. La capitana Tyrosian se puso inmediatamente al habla desde su puente de mando. Dedicó una mirada de respeto a Geary, si bien el capitán atisbo un rastro de cautela en sus ojos.

—¿Sí, señor? —dijo Tyrosian.

Vestimenta adecuada. Eso le da puntos.

—Tan solo estoy revisando la situación con los comandantes de las naves auxiliares personalmente. ¿Cómo le va a la
Hechicera?
—inquirió Geary.

—Como indican nuestros informes, señor. Sufrimos pocos daños durante la batalla en el sistema interior síndico, así que la mayor parte de nuestro trabajo ahora mismo se centra en la reposición del suministro de artillería recargable para la flota —explicó Tyrosian.

—¿Cómo les van las cosas con los suministros de materias primas? —incidió Geary.

La capitana Tyrosian no dudó ni un minuto.

—Necesitamos más.

—¿Cuánto tiempo tardaría en facilitarme un informe con las opciones que tenemos de hacernos con más materias primas? —prosiguió Geary.

Tyrosian lo miró con más precaución todavía.

—Señor, puedo elaborar ese informe en el momento que me lo pida, pero tal solicitud debería pasar primero por mi comandante de división —advirtió Tyrosian.

Muy bien, capitana Tyrosian. Sabe lo que está pasando, desea hacer lo que se le ha dicho y desea recordarme que tengo que atenerme a la escala de mando.

Geary miró la hora. Vamos a darle un tiempo cabal. Dos horas.

El capitán se pasó ese tiempo trabajando en sus escenarios de preparación para la batalla, mientras la flota se adentraba aún más en el sistema Kaliban a una velocidad relajada. En ese momento Geary volvió a llamar otra vez a la
Genio.

—Capitán Gundel —solicitó Geary.

Gundel parecía aún más irritable que antes.

—Hay un montón de cosas que debería estar haciendo —refunfuñó Gundel.

—Entonces le alegrará escuchar lo que le tengo que decir, capitán Gundel. Me he dado cuenta de que necesito que alguien se ocupe de identificar las necesidades a largo plazo de la flota. Alguien con la experiencia suficiente como para tener en cuenta todos los factores que se precisan en una tarea tan exhaustiva como esta, aunque lleve mucho tiempo. —Geary sonrió a Gundel, que parecía tratar de escrutar la actitud de Geary con un halo aparentemente condescendiente—. Pero si ese oficial se ve constantemente distraído por otras responsabilidades, no será capaz de centrarse en lo que es preciso hacer. Por ello, le designo como parte de mi equipo personal, capitán Gundel. Será usted consejero jefe de ingeniería. —Geary volvió a sonreír.

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