James Potter y La Maldición del Guardián (36 page)

BOOK: James Potter y La Maldición del Guardián
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—Entonces, ya que no es la clase de Herbología del profesor Longbottom —dijo Hagrid, sonriendo—, supongo que podemos asumir que la Anguila de Barro es una criatura mágica con ciertas tendencias vegetales inusuales, ¿no?

—¡Hagrid! —llamó de repente Morgan Patonia, luchando por mantener la voz firme—. ¡Creo que he tirado demasiado fuerte de mi anguila!

Todo el mundo miró. Morgan se había puesto en pie de un salto y estaba sujetando su Anguila Mucosa a un brazo de distancia, encogida de miedo a la contoneante criatura de un metro de largo. Colgajos de limo verdoso caían de la anguila, salpicando la túnica de Morgan y el suelo bajo ella.

—¡No la sueltes! —gritó Hagrid, lanzando las manos—. ¡Vuelve a bajarla a su madriguera, pero no la sueltes! ¡Se arrastrará hasta el lago y nunca volveremos a verla, y estas anguilas son realmente valiosas! Bájala con cuidado, la cabeza primero en la madriguera, así, señorita Patonia.

Ralph observó a Morgan hundir la anguila contoneante de vuelta al amasijo de resbaladizo lodo. Su cara era una máscara de asco absoluto. La cabeza con forma de flecha de la anguila tocó el barro, el cuerpo se lanzó hacia adelante, intentando enterrarse en su madriguera.

—Ahí está —suspiró Hagrid, relajándose—. Ningún daño. Una buena lección para todos nosotros, de hecho. Mantener la cabeza en la madriguera. Mejor prevenir que lamentar, ¿eh, señorita Patonia?

Morgan sonrió animosamente, con aspecto, de hecho, de lamentarlo bastante. El limo brillaba en salpicaduras largas por su túnica.

—Antes de averiguar que era mago —dijo Ralph melancólicamente, mirando a la túnica de Morgan—, planeaba asistir a la Escuela Byron Bruggman para Chicos. Apuesto a que allí no tienen nada parecido a las Anguilas Mucosas.

—Piensa en lo que te habrías perdido —dijo Graham, sonriendo compasivamente. Salpicó limo con los dedos hacia Ralph.

Más tarde ese día, James se abría paso a través de los atestados pasillos, mirando subrepticiamente alrededor, preocupado porque le estuvieran siguiendo. La hora libre de la tarde había sido elegida por la profesora Curry para las audiciones, y James iba de camino a la clase de Estudios Muggles. A medio pasillo, se encontró con Rose y Ralph, que charlaban animadamente.

—¿Qué estáis haciendo vosotros dos? —preguntó James, mirándolos por turnos.

—Bueno, yo iba a presenciar la audición de Petra para el papel de Astra —replicó Rose—, si te parece bien, primo.

—Y yo solo me apunté porque la alternativa era ir a empezar mis deberes de Encantamientos —replicó Ralph—. Rose dice que me ayudará con ellos si espero hasta esta noche. Una elección fácil. ¿Qué hay de ti?

—¿Yo? —dijo James, su voz chillando culpablemente—. Nada. En realidad. Solo... la misma razón. Vamos, entremos.

Cuando entraron en la clase de Estudios Muggles, la cara de James estaba de color rojo remolacha. Caminó rápidamente hasta la parte delantera de la clase, esperando que Ralph y Rose no le siguieran. Entró de lado en la fila delantera, y le molestó ver que los dos se colocaban tras él.

—¿Qué pasa contigo, James? —preguntó Rose, sentándose y frunciéndole el ceño con curiosidad.

—¿Encontraste un lugar para la reunión del Club de Defensa? —replicó James, cambiando de tema.

—Síiii —dijo Rose lentamente, todavía estudiando la cara de James—. El gimnasio no se utiliza por las tardes, así que conseguimos permiso para reunirnos allí. Todo está arreglado.

—¿El gimnasio? —gimió Ralph—. Odio ese lugar. Ahí es donde Debellows da su clase. ¿Eso fue todo lo que pudiste encontrar?

—Es el lugar de reunión perfecto —replicó Rose rígidamente—. No hay mesas ni sillas que apartar y hay ya bastantes blancos para practicar hechizos. Y tarde o temprano, si empezamos a realizar duelos de práctica, el suelo acolchado será muy útil.

—¿Estás segura de que los duelos son buena idea? —preguntó Ralph—. Quiero decir, James dijo al director que no practicaríamos unos con otros.

—Los duelos son esenciales para la técnica defensiva apropiada, Ralph —dijo Rose, poniendo los ojos en blanco—. No puedes obtener buenos hechizos sobre blancos inmóviles. Además, yo preferiría que el director no estuviera al corriente de la extensión de nuestro entrenamiento. Podría cerrarnos el club.

James frunció el ceño.

—Rose, eso es ridículo. Probablemente Merlín se alegraría de que estuviéramos aprendiendo auténticas técnicas de batalla.

—¿Oh? ¿Entonces por qué contrató a Debellows en primer lugar? —preguntó Rose, alzando las cejas.

—Merlín no está al cargo de ese tipo de decisiones —replicó James, pero no estaba seguro de eso.

—Mi madre y tu padre trabajan en el Ministerio, James. Ambos sabemos que el director tiene la última palabra en cuanto al profesorado. Además, Merlín no es el tipo de hombre que deja que otros tomen decisiones por él. Debellows está aquí porque Merlín le quiere aquí.

Ralph dijo:

—Eso no significa que esté intentando impedirnos aprender nada útil.

—No —estuvo de acuerdo Rose fácilmente—. Pero si lo estuviera haciendo, Debellows sería una forma genial de asegurarse de ello. Y después de lo que vimos en el espejo, no voy a arriesgarme.

James abrió la boca para discutir con Rose, pero en ese momento, la profesora Curry se levantó y se aclaró la garganta.

—Gracias a todos por venir —pronunció con una vibración—. Estas audiciones no son en horario de clase obligatorio, así que me tomaré como señal de sano interés en nuestra producción el que tantos hayáis venido a observar. Por supuesto, no es así exactamente como se conducen las audiciones en el teatro muggle, pero en interés de la educación, hemos escogido un formato de elección más público. Hoy, completaremos las audiciones para los papeles de Astra, Treus, Rey Julián y Vieja Marsh. Las decisiones finales serán tomadas por mí y los representantes electos de los mayores departamentos teatrales. Mostremos algo de reconocimiento por el jefe del departamento de atrezo, el señor Jason Smith, la directora de vestuario, señorita Gennifer Tellus, el jefe de tramoyistas, señor Hugo Paulson, y finalmente, mi ayudante de producción oficial y directora asociada, la señorita Tabitha Corsica.

Los cuatro representantes estaban sentados a una larga mesa en una esquina delantera, colocada en ángulo a fin de que estuvieran de frente a la clase y a la zona designada como escenario para las audiciones a la vez. Los cuatro estudiantes aceptaron la ronda de aplausos poco entusiasmados, asintiendo con la cabeza y sonriendo. Hugo se levantó y abrió los brazos de par en par, como si estuviera aceptando un premio. Hizo una profunda reverencia y Gennifer Tellus tiró de él de vuelta a su asiento, poniendo los ojos en blanco. En el extremo de la mesa, Tabitha sonreía inescrutablemente. Brevemente, hizo contacto ocultar con James y le guiñó un ojo. James le frunció el ceño.

—Primero —dijo la profesora Curry, consultando un manojo de pergamino que tenía en la mano—, terminaremos de ver a las dos candidatas finales para el papel de Astra. La señorita Josephina Bartlett, de séptimo curso, Ravenclaw, leerá primero. Por favor, como siempre, se apreciaría silencio en la galería. Eso significa nada de aplausos, gracias. Señorita Bartlett, cuando esté lista.

Josephina Barllet saltó virtualmente al frente de la habitación, con la túnica rebotando a su alrededor y su largo cabello rubio captando la luz del sol de las ventanas.

—Gracias a todos, y particularmente, a los miembros del comité —dijo Josephina, sonriendo triunfalmente—. Escojan a quien escojan, esta ha sido una maravillosa oportunidad para mí y todos los demás candidatos.

—Solo lee, Josephina —dijo Gennifer, arqueando una ceja.

Josephina apretó su sonrisa una muesca más, fulminó a Gennifer con la mirada, y de repente dejó caer los brazos y la cabeza como si hubiera sido apagada. Tomó un profundo aliento, aparentemente mirando al suelo entre sus pies. Entonces, lentamente, alzó la cabeza. Sus ojos brillaban. Miraba más allá de la asamblea de estudiantes, con una expresión de beatífica angustia grabada en la cara.

—¡En verdad! —exclamó, alzando los brazos tan rápido que su manga revoloteó. Señaló directamente adelante. Sentado a la mesa del comité, Hugo realmente miró para ver qué estaba señalando Josephina. Gennifer le dio un codazo. Josephina tomó un enorme y estremecido aliento—. ¿Será eso que ilumina el sol poniente la vela de mi amor que retorna, o mis ojos se dejan engañar por el deseo de mi corazón? Si yace ahora en la tumba del más profundo de los océanos, entonces no permitáis que mi alma despierte, que los fervientes sueños no pasen; ¡mejor yacer en una cripta de sueño que caminar por una muerte en vida, el mundo, mi infierno, sin mi querido Treus! ¡Escucha, corazón mío, a punto de romperse, debes hacerlo! Oh, Treus, ¿es cierto? ¡Declara tu llegada ahora, o déjame unirme a ti y dormir en la lúgubre muerte! ¡Pero no te atrevas a mantener mi alma en esta angustiosa espera! Treus, hazme saber tu respuesta o permite a mi alma partir... ¡partir!... para escapar al sueño eterno... de la muerte.

Josephina se quedó en silencio, una sola lágrima bajaba por su mejilla. Su labio se estremecía temblorosamente. Entonces, súbitamente, su cara se despejó. Se limpió la lágrima con la manga y sonrió a la galería. Hubo un jadeo colectivo. Incluso James había estado conteniendo el aliento. Rose le miró fijamente, molesta. James se encogió de hombros y Rose puso los ojos en blanco.

—Muy bien, señorita Bartlett —dijo Curry desde su asiento en la mesa—. Tal vez un poco, hmm, melodramático pero indudablemente bastante evocativo. ¿Algún comentario de la mesa?

La cara de Hugo estaba arrugada de concentración.

—¿Qué significa "fervientes"?

Gennifer suspiró, y después se giró hacia Josephina.

—Obviamente has practicado, Jo, y eso se ve. Buena preparación.

—Dime —dijo Tabitha, bajando los ojos al tablero de la mesa y frunciendo la frente—, ¿intentabas representar a Astra tan triste y desamparada, o tenemos que creer que simplemente ha experimentado una lobotomía frontal completa?

La sonrisa de Josephina se volvió quebradiza.

—Tómatelo como quieras, Tabitha. No creo que nadie más comparta tu, ah, interpretación profesional.

—No estoy segura de que eso sea así exactamente —dijo Tabitha dulcemente, sosteniendo la mirada de Josephina.

—Si querías el papel —dijo Josephina, abandonando su sonrisa—, deberías haber hecho la audición. De otro modo, deja que los pocos que sabemos actuar hagamos nuestro trabajo.

—Observación anotada, señorita Bartlett —dijo Curry rápidamente—. Por favor siéntase libre de volver a su asiento. Ahora, también leyendo el papel de Astra, tenemos a Petra Morganstern, séptimo curso, Gryffindor. Señorita Morganstern, ¿preparada para su lectura?

Petra se levantó de su asiento en la parte de atrás de la habitación. James se giró para observarla aproximarse al área del escenario. Llevaba el libreto con ella, y cuando se giró de cara a la galería, lo consultó. Sus labios se movieron mientras leía las primeras líneas.

—Intenté practicar con ella —susurró Rose a James—, pero dijo que quería improvisar, sin practicar. Te lo juro, apenas leyó el libreto entero ayer.

Petra bajó el libreto otra vez y tosió en su puño. Finalmente, miró sobre la multitud de estudiantes, con la cara casi en blanco excepto por un ligero ceño en la frente. Hubo casi diez segundos de silencio, y a James le preocupó que Petra pudiera haberse olvidado de las frases. Finalmente, casi en un susurro, Petra dijo las primeras palabras del discurso: "En verdad".

La habitación entera pareció inclinarse hacia delante mientras Petra recitaba las líneas tranquila y pensativamente, como para sí misma. Su voz solo alcanzó el volumen normal de conversación cuando alcanzaba el final.

—Oh, Treus, ¿es cierto? —dijo, y su voz estaba llena de duda, como si supiera que la esperanza de Astra eran tan frágil como el papel—. Declara tu llegada ahora o déjame unirme a ti y dormir en la lúgubre muerte... —Hizo una pausa, y su voz cayó de nuevo, justo por encima de un susurro—. Treus, hazme saber tu respuesta, o permite a mi alma partir... escapar al sueño eterno... de la muerte.

Petra se detuvo, su cara todavía mostraba la misma expresión que al empezar. Parecía estar mirando a través de la pared trasera hacia algo muy lejano, como un espejismo. Entonces, sin una mirada a la mesa del comité, se metió el libreto bajo el brazo y volvió a recorrer el pasillo central. James la observó hasta que volvió a su asiento.

—Muy bien, señorita Morganstern —dijo la profesora Curry—. Un poco suave para el escenario, pero podemos trabajar en el histrionismo cuando llegue el momento.

—Se comió el segundo "partir" —masculló Josephina desde su asiento.

No parecía haber ningún otro comentario de la mesa. Curry se levantó, sacando su manojo de pergaminos de nuevo y ajustándose las gafas.

—A continuación, las lecturas para el papel de Treus. Hemos reducido los candidatos a algunos de los de primeros años ya que Treus debe ser el más joven de los dos pretendientes de Astra.

La cara de James ardió. No había contado a Ralph y Rose que se había apuntado para el papel de Treus. Su primera lectura había ido bastante bien, aunque habían estado presente solo la profesora Curry y unos pocos de primero en esa audición inicial. Ni siquiera sabía quien más era candidato al papel. Miró a Rose y Ralph.

—Tengo que deciros algo —susurró urgentemente.

—¡Shh! —siseó Rose.

—Solo quedan dos candidatos para el papel de Treus —estaba diciendo Curry—. Uno de Slytherin y otro de Gryffindor, pero irónicamente, ambos de la misma familia. Primero, el primero por orden alfabético de nombre propio ya que ambos tienen el mismo apellido. —Curry sonrió indulgentemente y se quitó las gafas—. Primer curso, Slytherin, Albus Potter.

Simultáneamente, las bocas de James, Ralph y Rose se abrieron de par en par. Rose y Ralph se volvieron hacia James, pero James se giró en su asiento, buscando a su hermano. Albus se levantó de un salto y trotó hasta la parte delantera de la habitación, lanzando una sonrisa y un encogimiento de hombros en dirección a James. James no podía creérselo. ¿Albus, en una obra? Por supuesto, no era más sorprendente que ver al propio James intentando actuar, pero aún así. Así que eso era lo que significaba el guiño astuto de Tabitha desde la mesa del comité. Probablemente ella le había metido a Albus la idea en la cabeza, solo para provocar desavenencias entre los dos hermanos. Y Albus le estaba permitiendo tener éxito en el intento. James humeó furiosamente en su asiento.

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