Read La aventura de la Reconquista Online
Authors: Juan Antonio Cebrián
Tags: #Divulgación, Historia
A lo largo de su mandato organizará más de cincuenta expediciones punitivas que le proveerán de un inmenso botín. Este hecho originará una rebaja ostensible en el cobro de impuestos interiores con la consiguiente euforia de los andalusíes, quienes verán en Almanzor a un auténtico líder guerrero y social.
El caudillo aprovechó esta buena estrella para intentar establecer la sucesión dinástica de su protectorado sobre los califas. Sin embargo el populismo, que tan buenos resultados le estaba proporcionando, no sirvió para su ambición oculta de adueñarse del trono califal.
Almanzor intenta por todos los medios crear un ambiente adecuado que le facilite su proclamación como califa de al-Ándalus. Medina Azahara, la suntuosa ciudad palatina de los omeya, era un obstáculo en su camino hacia la cima. En 987 se terminan las obras de Madinat al-Zahra, «la ciudad resplandeciente», desde donde el líder andalusí tomará decisiones y depositará los tesoros obtenidos de sus correrías. El palacio amirí no consigue anular el resplandor de Medina Azahara, donde permanece temeroso el atribulado Hisham II. Sin embargo, los legitimistas defienden a ultranza la posición califal —son demasiados y muy poderosos—, lo que incita al dictador a plegar velas en espera de más favorables acontecimientos.
A pesar de su manifiesta erudición Almanzor no tuvo ningún pudor en entrar de forma demoledora en la exquisita biblioteca de al-Hakam II cuando ordenó el espigamiento del catálogo documental y la quema posterior de miles de valiosos textos. El propósito de este acto debemos atribuirlo a las ganas de Almanzor por satisfacer las demandas de algunos religiosos puristas del Corán quienes veían en la fantástica biblioteca un centro divulgador del mal.
En 992 consigue que su hijo Abd al-Malik sea nombrado su sucesor, previamente él mismo había ejecutado a otro vástago llamado Abd Allah quien al parecer anduvo involucrado en una conspiración para derrocar al padre. Pero son, sin duda, sus férreas e inclementes campañas guerreras las que le dieron la vitola de gran genio militar.
En 997 arrasa Santiago de Compostela, expoliándola de sus míticas campanas catedralicias, con lo que eso suponía de menoscabo para el ánimo cristiano. Entra impunemente en los reinos norteños y se mueve por ellos a su antojo, quitando o poniendo monarcas según le place. Somete Barcelona tras una horrible aceifa de perenne recuerdo, gracias a la que obtuvo respeto y tributo de los condes catalanes.
Finalizando el siglo X Almanzor se encuentra en el cénit de su poder personal, parejo a esto se halla el punto álgido del califato omeya. Todos temen al antiguo mayordomo palatino, nadie osa contravenirle. Sus enemigos han sido diezmados y goza de excelente reputación en el imperio andalusí, incluso tiene el apoyo de un reconciliado Hisham II; de esa manera llega el año 1000, donde Almanzor obtiene su última gran victoria militar sobre los cristianos en Cervera del Pisuerga; curiosamente este suceso bélico condicionó la historia y leyenda del caudillo musulmán como podremos comprobar más adelante.
912-961. Abderrahman III, emir de al-Ándalus.
917. Muere Umar Ibn Hafsun, líder de la rebelión de Bobastro.
920. Victoria musulmana en Valdejunquera.
927. El califato norteafricano de los fatimíes se convierte en amenaza para al-Ándalus. Tropas andalusíes ocupan Ceuta.
928. Rendición de Bobastro. Fin a casi cincuenta años de revuelta interna.
929. Abderrahman III crea el califato de Córdoba convirtiéndose en príncipe de los creyentes y espada de Alá.
931. Ocupación de Melilla.
934. Victoria musulmana en Burgos.
937. León y Navarra rinden vasallaje a Córdoba.
939. Derrota musulmana en Simancas.
946. La Marca Central musulmana se traslada a Medinaceli.
951. Las tropas andalusíes ocupan Tánger.
955. León y Navarra piden la paz al califato cordobés.
961-976. Al-Hakam II, califa de al-Ándalus.
963. Victoria musulmana en San Esteban de Gormaz.
975. Nueva victoria musulmana en Gormaz.
976. Hisham II, califa de al-Ándalus. Almanzor ocupa los cargos de visir y posteriormente hayib.
977. Almanzor dirige aceifas contra Atienza, Salamanca y Sepúlveda.
981. Aceifa contra Zamora. Almanzor, dictador único de al-Ándalus.
985. Devastadora aceifa contra Barcelona.
988. Aceifas contra León, Astorga y Sahagún.
992. Almanzor nombra heredero de sus cargos a su hijo al-Malik.
994. Almanzor destruye Ávila.
997. Aceifa contra Santiago de Compostela.
998. Almanzor asola León y Zamora.
Todos saldremos fuera. Que nadie se quede atrás. Si morimos en el campo para nada necesitaremos el castillo. Si vencemos nos haremos más ricos y fuertes.
En cuanto a mi enseña, tomadla vos, Pedro Bermúdez. Como sois bravo sé que la conduciréis con honor. Mas no os adelantéis con ella si yo no lo mando.
Palabras de don Rodrigo Díaz de Vivar inscritas en el
Cantar de Mío Cid
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Imperio almorávide durante los siglos XI y XII.
La decimoprimera centuria de nuestra era nace en Hispania bajo la hegemonía del reino navarro. Ya finalizando el siglo anterior los monarcas pamploneses habían copado toda suerte de influencias en los territorios cristianos. Los necesarios acercamientos entre éstos para establecer un frente común ante los incesantes ataques de Almanzor, dieron como fruto alianzas que estrecharon lazos entre hermanos de religión.
En el año 1000, navarros, castellanos y leoneses aúnan esfuerzos presentando batalla a las tropas musulmanas en Cervera del Pisuerga. El combate atravesó por episodios inciertos en cuanto a la inclinación de la balanza a un lado u otro. Durante algunas horas las dos formaciones chocaron violentamente hasta que la caballería cristiana comenzó a golpear con certeza uno de los flancos mahometanos. Todo indicaba un desmoronamiento general en el ejército cordobés; sería la primera derrota para Almanzor. Pero sin duda los genios militares siempre han gozado de una fantástica suerte, y el caudillo musulmán la tuvo sin ambages en la jornada mencionada. Un repliegue defensivo efectuado por los ismaelitas fue interpretado erróneamente en las filas cristianas que pensaron, sin más, en una inminente llegada de refuerzos aliviadores de la situación para Almanzor y los suyos. Sin esperar a lógicas comprobaciones, los cristianos se desmoralizaron en pocos minutos cundiendo el desánimo de tal manera que se entregaron a una desconcertada y temerosa retirada. El hecho sorprendió a un complacido Almanzor que no tuvo más que dar las oportunas órdenes de persecución sobre aquellos cristianos tan extraños; lo que pudo ser una derrota en toda regla para los musulmanes se convirtió en una nueva gran victoria de las tropas sarracenas. Sin embargo, Almanzor había olfateado la tragedia y, por desgracia para su leyenda, los cronistas y juglares cristianos también. Estos últimos no tuvieron el más mínimo pudor en ensalzar una supuesta proeza de los guerreros norteños convirtiendo la perdida batalla de Cervera en un inmenso éxito cristiano.
Con el tiempo se utilizó la muerte de Almanzor acontecida en Medinaceli en agosto de 1002 para ubicar cerca de esa fecha un supuesto combate localizado en las proximidades de la soriana Calatañazor. En efecto, según la mayoría de investigadores históricos, la batalla de Calatañazor nunca existió. Nos encontramos por tanto, ante un caso como el de Clavijo: batallas idealizadas por cronistas medievales para mayor gloria del mundo cristiano.
En esos años fallece el rey navarro García Sánchez II, llamado «el Trémulo o Temblón», seguramente por padecer una afección nerviosa; le sucede Sancho III, el Mayor, personaje fundamental en el devenir de los acontecimientos producidos en ese siglo tan determinante. El monarca navarro ejerció su carisma de forma tan brillante que pronto aspiró con fuerza al dominio de todos los territorios cristianos en la península Ibérica. Mientras tanto, en León, el pequeño rey Alfonso V empezaba a formarse entre conjuras y desidias de unos cortesanos dispuestos a llevarse un pedazo de aquel reino sumido en la crisis más severa de su historia. Alfonso V, de sobrenombre «el Noble», consigue con los años un cierto aprecio de la aristocracia y pueblo leonés, ordena numerosas repoblaciones y facilita un concilio en la capital donde nacerán los Fueros de León. Lamentablemente murió de un flechazo en 1028 cuando sus tropas asediaban a los musulmanes refugiados en Viseu. Su prematura muerte ocasionó, una vez más, la zozobra entre las gentes leonesas. Su heredero, Bermudo III, era menor de edad, hecho que allanó el camino para que el poderoso Sancho III hiciera efectiva su tutela sobre Castilla. En 1029 el conde castellano García Sánchez es asesinado por una facción disconforme de la nobleza; el acontecimiento es aprovechado por Navarra para anexionarse el condado de Castilla. Meses más tarde estalla la guerra entre navarros y leoneses hasta que, finalmente, éstos últimos son derrotados, proclamándose Sancho III, el Mayor, emperador en León. De esta manera, hacia 1034 Navarra ya es una de las potencias cristianas más importantes de Europa occidental.
Bermudo III desalojado de su trono huye a Galicia donde conserva algunos leales. Desde allí ofrece resistencia negándose a la idea de asumir la nueva realidad imperante, no en vano es el último representante del linaje establecido por el glorioso Pelayo. Ni siquiera sospecha que él será el capítulo final del reino leonés.
En cuanto a Castilla la situación se presentaba parecida a la del vecino León. En 995 Sancho García se adueña, con la complicidad de su madre, la navarra Aba, del condado castellano. A pesar del favor obtenido de Almanzor, el joven Conde se revolvió dispuesto a presentar una fuerte oposición al andalusí. Consigue de éste la devolución del cadáver de su padre García Fernández que desde 995 permanecía en Medinaceli, plaza ocupada por los sarracenos. En el año 1000 sus tropas participan en la batalla de Cervera y, nueve años más tarde, apoyan a los bereberes en las cuitas internas del califato cordobés; esta ayuda militar otorgada a los cada vez más débiles musulmanes le permite recuperar algunas valiosas plazas, construir monasterios como el de Oña en 1011 y, sobre todo, aumentar la presión política sobre el convulso reino de León.
El conde Sancho inicia un ambicioso plan dispuesto a consolidar las plazas situadas en la frontera natural del Duero, de ese modo, fortifica y repuebla Osma, Gormaz, Atienza, Sepúlveda, etc. El planteamiento repoblacional es merecedor de grandes elogios por parte de una sociedad en constante aumento; no olvidemos que durante el siglo XI la población peninsular se multiplica por tres y, en consecuencia, era necesario buscar con urgencia nuevos terrenos que roturar así como pueblos que asumieran un notable incremento del censo. En sus veintidós años de mandato Sancho acumula méritos suficientes que le darán a conocer como el conde «de los buenos fueros». Su muerte en febrero de 1017 aboca a Castilla a un episodio de incierto resultado dado que su heredero, García Sánchez, tan sólo cuenta siete años de edad lo que propicia la intervención ya mencionada del potente rey Sancho III de Navarra. Como sabemos, la anexión territorial tardaría unos años en producirse; no obstante, Sancho III se vio momentáneamente frenado por la actuación de al-Mundir, máximo gobernante de Zaragoza. En 1029 García Sánchez tiene diecinueve años y pensando en mejorar la situación de Castilla solicita matrimonio con Sancha, hermana del rey Bermudo III de León. Cuando las nupcias se encuentran a punto de culminarse, los Vela, una familia de magnates alaveses enemistados con el linaje dominante en Castilla, asesinan al Conde castellano en presencia de su futura mujer y del propio rey Sancho III. Este opta por una drástica solución, casando a su hijo Fernando con la estupefacta joven leonesa. De esa manera, tan insólita, se fue edificando el futuro reino de Castilla.
Fernando I se convierte en gobernador del condado por delegación de su padre, lo será hasta 1035, momento en el que muere Sancho III dejando en su testamento un reparto más o menos equitativo del territorio dominado por Navarra. Fernando es desde entonces rey de Castilla, pero cuenta con la oposición del todavía rey leonés Bermudo III. La pugna se resolvió a unos 20 km de Burgos, en un paraje llamado Támara o Tamarón donde los castellanos derrotaron a los leoneses en septiembre de 1037; en el mismo campo de batalla moría Bermudo III y se impulsaba definitivamente el reino de Castilla. Asimismo, gracias al deseo del poderoso rey navarro, su hijo primogénito García Sánchez ocupaba el trono de Pamplona; otro vástago, Ramiro, se hacía con el control del condado de Aragón y Gonzalo se quedaba con los señoríos de Ribagorza y Sobrarbe. De este modo se daba vía libre a las fundamentales Castilla y Aragón, con lo que la Reconquista cobró una insospechada dimensión si añadimos a esto la disgregación en pequeños reinos de taifa del otrora poderoso califato de al-Ándalus.
En 1039 fallecía Gonzalo dejando oportunidad a su hermano Ramiro para ampliar las fronteras de un Aragón cada vez más sólido que no se conformaba con los primigenios reductos montañeses atreviéndose a bajar al llano dominado todavía por los musulmanes.
Por su parte, los condados catalanes gobernados por la Casa de Barcelona contemplaban los acontecimientos del siglo XI desde una posición de fortalecimiento permanente. Los condes Ramón Borrell III [992-1018], Berenguer Ramón I, el Curvo [1018-1035], y, sobre todo, Ramón Berenguer I, el Viejo [1035-1078], confirieron a la futura Cataluña tintes de personalidad indiscutibles. Nacía en 1058 el
Código de los Usatges
, auténtico texto legislativo de la territorialidad catalana que se fue redactando progresivamente gracias a otros condes como Ramón Berenguer II [1078-1082], Berenguer Ramón, el Fratricida [1082-1098] y Ramón Berenguer III, el Grande [1098-1131].