La Casa Corrino (48 page)

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Authors: Kevin J. Anderson Brian Herbert

Tags: #Ciencia Ficción

BOOK: La Casa Corrino
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En Giedi Prime, la gigantesca ciudad-prisión del barón, Rabban había entrenado a niños para convertirlos en víctimas de sus cacerías; seleccionaba a los más ingeniosos y valientes como sus presas personales en las salidas que organizaba en la aislada Forest Guard Station.

En realidad encontraba más satisfacción matando a adultos: eran más creativos y dramáticos cuando pedían clemencia. Los niños no tenían la suficiente imaginación para comprender el destino que les aguardaba, y pocas veces demostraban un terror tan real como sus mayores. Además, la mayoría de niños tenían una ingenua fe en Dios, la insólita creencia de que un protector los salvaría; seguían creyendo y rezando hasta el último instante.

Sin embargo, en la segunda aldea Rabban descubrió una nueva técnica con los niños que le producía un gran placer, era muy emotiva y satisfactoria. Disfrutaba viendo el suplicio en las caras de los padres mientras torturaba y asesinaba a los niños delante de ellos…

En la tercera aldea, Wormson, Rabban se dio cuenta de que podía aumentar el terror de sus víctimas si distribuía antes del ataque la proclama del barón. De esta forma, los prisioneros sabían exactamente lo que les esperaba.

En esos momentos, la Bestia Rabban se sentía orgulloso de ser un Harkonnen.

73

No nos hace falta la categoría de Gran Casa, pues hemos puesto los cimientos del Imperio. Todas las estructuras de poder han de inclinarse ante nosotros, con el fin de lograr sus objetivos.

Carta Constitucional del Comité Asesor de la Cofradía Espacial

El hombre de la Cofradía yacía en la cama improvisada, presa de las náuseas. Se retorcía de dolor, con el rostro contraído. Envenenado por especia. Cuatro especialistas de Empalme rodeaban al paciente, consultaban entre sí, pero ninguno sabía cómo tratarle. El hombre se agitaba y escupía, con la cara cubierta de sudor.

Habían aislado al coordinador de cruceros en una sala estéril, que era más un laboratorio médico que un hospital. Los funcionarios de alto nivel de la Cofradía consumían tanta melange que pocas veces necesitaban médicos, de modo que las instalaciones hospitalarias eran mínimas. Aunque la Cofradía Espacial se hubiera tomado la molestia de llamar a un médico Suk, era muy probable que este hubiera sido incapaz de tratar a un ser humano con un metabolismo tan torturado como este.

—Preguntas, pero ningún dato —dijo uno de los cuatro especialistas—. ¿Alguien sabe lo que ha sucedido?

—Su cuerpo ha reaccionado a la melange —dijo otro hombre, que tenía mechones de pelo azul en la cabeza y cejas tan pobladas que casi cubrían sus ojos.

—¿Cómo es posible que el metabolismo de un funcionario de la Cofradía resulte de repente incompatible con la melange que ingiere a diario? Esto es absurdo —dijo un tercero. Aunque todos tenían un aspecto diferente, los especialistas hablaban de manera idéntica, como si se tratara de una entidad cuatripartita que conversara entre sí.

Una súbita y violenta convulsión estremeció al paciente. Los especialistas se miraron entre sí.

Destellaron unas luces que indicaban información inminente, y una pantalla mural se iluminó con el resultado de nuevos análisis.

—Confirmado —dijo uno de los especialistas—. La melange estaba contaminada. —Siguió leyendo los datos—. La composición química de la especia que consumió es incorrecta, y su bioquímica la ha rechazado.

—¿Cómo puede contaminarse la melange? ¿Ha sido un envenenamiento intencionado?

Los especialistas consultaron entre sí, estudiaron más información. Las luces brillaban a su alrededor, se reflejaban en las paredes blancas y les daban una apariencia fantasmal. Los cuatro se mantenían a distancia del coordinador, que se retorcía y agitaba. Daba la impresión de que no era consciente de su presencia.

—¿Vivirá? —preguntó uno.

—Quién sabe.

—Puede que sea el segundo incidente —dijo el especialista de pelo azul—. Sabemos que el Navegante del crucero que se extravió hace poco también estuvo expuesto a los efectos de una especia contaminada.

—El interrogatorio de los pasajeros todavía prosigue. La noticia aún no se ha propagado por el Imperio.

—Es el tercer incidente —corrigió otro especialista—. Esto también explica el accidente de Wallach IX. La melange del Imperio debe de sufrir una grave deficiencia.

—Pero no hemos encontrado una explicación común al problema. Este hombre consumió una cantidad significativa de especia, cuyo rastro condujo a un mercader de Beakkal. El primer magistrado debió sacarse de encima su reserva ilegal, debido al ultimátum del emperador. Sin embargo, los dos Navegantes recibieron su especia de orígenes diferentes, reservas habituales de la Cofradía.

—Esto es muy misterioso.

—La especia ha de circular.

—La cosecha y procesamiento de toda la melange está bajo el control del emperador. Hemos de solicitar la ayuda de la Casa Corrino.

Los especialistas se volvieron al mismo tiempo hacia la ventana y miraron hacia el campo del Navegante. Una grúa mecánica estaba erigiendo una placa conmemorativa en honor a los dos Navegantes muertos en los recientes accidentes de cruceros. Otro Navegante volaba sobre el campo en su tanque hermético, en dirección a un crucero que se disponía a partir. El Navegante estaba en comunicación con el antiquísimo corazón de la Cofradía Espacial, el Oráculo del Infinito.

El funcionario de la Cofradía envenenado chilló con tal fuerza que brotó sangre de su boca. Las convulsiones le retorcieron como una víctima medieval en el potro. Los cuatro especialistas oyeron que sus músculos se rasgaban, sus vértebras se partían…, y le vieron morir.

—Hemos de informar a Shaddam IV —dijeron al unísono los especialistas—. No nos queda otra alternativa.

74

El modo en que formulas una pregunta traiciona tus límites: las respuestas que aceptarás, y las que rechazarás o confundirás con malentendidos.

K
ARRBEN
F
ETHR
,
La insensatez de la política imperial

Después de la lección de Zanovar, y la posterior de Korona, Shaddam IV dejó que las cosas siguieran su rumbo habitual. Ojalá pudiera encontrar una forma de cortar el flujo regular de especia procedente de Arrakis, tendría el Imperio en la palma de la mano…

El investigador jefe Ajidica había enviado otro entusiasta informe, en el cual confirmaba que su amal había superado con éxito todos los análisis. Acompañaba al comunicado un mensaje del comandante Sardaukar Cando Garon, el diligente hijo del Supremo Bashar, en el cual confirmaba todo lo que Ajidica había dicho. El emperador no podía haber deseado mejores noticias…

Shaddam quería que la melange sintética se fabricara a pleno rendimiento. Ya. No veía motivos para esperar.

Ataviado con pantalones bombachos sardaukar y una camisa militar con charreteras, estaba sentado ante su extravagante escritorio y contemplaba un holo en directo del Consejo del Landsraad, que continuaba sus aburridas audiencias sobre la legalidad del ataque atómico contra Richese. Estaba claro, no obstante, que la oposición carecía de suficiente apoyo para emitir un voto de censura o falta de confianza. ¿Por qué no desistían de una vez por todas?

El conde Fenring se había mostrado disgustado desde su regreso de Ix y Empalme, pero se preocupaba demasiado por los miembros del Landsraad. Shaddam estaba muy tranquilo. Todo iba a pedir de boca.

En su mensaje, el investigador jefe Ajidica se interesaba por la salud del ministro de la Especia. Tal vez Hasimir estaba sometido a demasiada tensión. Tal vez necesitaba volver a Arrakis…

Shaddam alzó los ojos y vio que el chambelán Ridondo entraba en el estudio privado presa de una agitación inusual. A Ridondo solo le ponían nervioso los asuntos más complicados de la política imperial.

—Señor, un emisario de la Cofradía Espacial insiste en veros.

Aunque irritado, Shaddam sabía que no podía rechazar al emisario. En los asuntos concernientes a la Cofradía, el emperador debía andar con pies de plomo.

—¿Por qué no han solicitado una entrevista por anticipado? ¿Es que la Cofradía no tiene acceso a los correos imperiales?

Resopló para disimular su incomodidad.

—No…, no lo sé, señor. Sin embargo, el enviado está justo detrás de mí.

Un hombre alto y albino de enormes patillas entró en el estudio. No se presentó ni anunció su rango. El hombre eligió una cómoda silla ingrávida (cuando se sentó, pareció más alto aún, debido a la longitud de su torso) y miró al emperador.

Shaddam sacó un palillo de madera de elacca y empezó a hurgarse los dientes. La madera tenía un sabor dulce natural.

—¿Cuál es vuestro título, señor? ¿Sois el líder de la Cofradía Espacial, o alguien que saca brillo a los tubos de escape de las naves? ¿Sois primer ministro, presidente, jefe de estado? ¿Cómo preferís llamaros? ¿Cuál es vuestro rango?

—¿A qué viene la pregunta?

—Soy el emperador de un Millón de Planetas —dijo Shaddam, mientras hurgaba en sus dientes con absoluta grosería—. Deseo saber por qué pierdo el tiempo con un subordinado.

—No estáis perdiendo el tiempo, señor. —El rostro del hombre de la Cofradía, estrecho en la frente y más ancho en la barbilla, daba la impresión de haber sido forjado a golpes y perdido todo el color—. La noticia no se ha divulgado, señor, pero dos cruceros de la Cofradía han sufrido hace poco graves accidentes. Uno se estrelló en Wallach IX, y perecieron todos los pasajeros y la tripulación.

Shaddam se incorporó, sorprendido.

—¿Y… resultó dañada la escuela de la Bene Gesserit?

—No, señor. El crucero se estrelló en una zona muy remota.

Shaddam no disimuló su decepción.

—¿Habéis dicho que hubo dos accidentes?

—Otro crucero se perdió en el espacio, pero el Navegante consiguió devolverlo a Empalme. Nuestro análisis preliminar indica que ambos desastres fueron provocados por contaminación de la especia contenida en los tanques de los Navegantes. Además, existe un tercer dato: uno de nuestros funcionarios consumió una gran cantidad de melange, cuyo rastro conduce hasta Beakkal, a consecuencia de la cual murió envenenado. Hemos confiscado los restos de la melange que compramos en Beakkal, y también está contaminada. La estructura química es ligeramente distinta, lo suficiente para causar estos accidentes.

Shaddam tiró el mondadientes a un lado. ¿Cómo había conseguido un planeta remoto especia «defectuosa»? ¿La habían contaminado in situ? Entonces, se incorporó de súbito.

—En teoría, Beakkal no tiene especia que vender. ¿Habéis descubierto otra reserva ilegal? ¿Era muy grande?

—Lo estamos investigando, señor. —El hombre de la Cofradía se humedeció los labios con una lengua completamente blanca—. Mientras buscábamos anomalías fiscales, descubrimos que el primer magistrado de Beakkal ha consumido en los últimos tiempos más melange de la que podía poseer. Ha de tener una reserva ilegal.

Shaddam experimentó una oleada de cólera, mientras consideraba la posibilidad de lanzar otro ataque de castigo. ¿Cuándo aprenderían las Grandes Casas?

—Continuad vuestras investigaciones, señor, y yo resolveré el problema de Beakkal a mi manera.

De hecho, lo estaba deseando.

Esta vez, no obstante, preparaba una respuesta diferente. Pensó en discutir antes la idea con Hasimir Fenring, pero decidió que sería una sorpresa. Para todo el mundo.

Anirul consiguió llegar a duras penas a la cama después de una agradable cena con sus hijas y Jessica. Había pensado en que Irulan se estaba convirtiendo en una mujer bellísima, inteligente y culta, la princesa perfecta…, y después, el universo se había rebelado contra ella.

Las voces interiores habían regresado, y hasta la presencia compasiva de Lobia no pudo mantenerlas a raya. Anirul cayó de rodillas y entró a gatas en su dormitorio. Jessica la había acompañado hasta su habitación, y luego había llamado a la hermana Galena Yohsa, alarmada. Margot Fenring y Mohiam también acudieron en su ayuda.

Después de examinar a lady Anirul, Yohsa le dio un potente sedante. La madre Kwisatz, medio dormida, resollaba y sudaba como si hubiera corrido un largo trecho. Yohsa meneó la cabeza. Jessica la observaba con ojos desorbitados, hasta que Mohiam la sacó de la habitación.

—Sé que su pesadilla del gusano de arena se ha repetido varias veces —dijo Margot Fenring—. Tal vez crea que, en este momento, está en el desierto.

Mohiam miró a la enferma, quien daba la impresión de luchar para no dormirse. Los ojos de Anirul se abrían y cerraban.

—No conseguí reprimir a tiempo el flujo de la Otra Memoria —dijo la hermana Galena—. Las puertas mentales de las vidas anteriores de Anirul se han abierto de par en par. Tal vez se vea empujada al suicidio, o a otra forma de violencia. Podría significar una amenaza para cualquiera de nosotras. Hemos de vigilarla sin cesar.

75

La regla fundamental del universo es que no existe la neutralidad, la objetividad ni la verdad absolutas, divorciadas de las lecciones pragmáticas aprendidas con la práctica. Antes de que Ix se convirtiera en una gran potencia dedicada a la invención y fabricación de tecnología, los científicos ocultaban de manera sistemática sus prejuicios personales tras una fachada de objetividad y dedicación a la investigación.

D
OMINIC
V
ERNIUS
,
El funcionamiento secreto de Ix

El primer magistrado de Beakkal había cometido una equivocación. Muy grave.

Seis meses antes, los investigadores tleilaxu, desesperados por obtener muestras genéticas de los Atreides y los Vernius a partir de un antiguo memorial de guerra, habían pagado un soborno con una cantidad enorme de especia que no se reflejaba en los documentos oficiales. En aquel momento, había parecido una buena idea para reactivar la economía de Beakkal.

Después del ataque del duque Leto, el primer magistrado había utilizado dicha especia para pagar las deudas de Beakkal. Después de pasar por varias manos, llegó hasta la Cofradía Espacial…, y envenenó a un coordinador de cruceros, lo cual provocó una investigación que fue comunicada al emperador.

Cuando envió su flota Sardaukar, Shaddam no comprendió la ironía de que Beakkal ya no tenía en su posesión la melange que le habían acusado de almacenar. Aún más irónico, el primer magistrado jamás supo que los tleilaxu no habían pagado con melange auténtica, sino con especia sintética aún no sometida a pruebas…

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