Luego, el 31 de octubre de 1687 marchó a Hartford para exigir la entrega de la vieja carta de Connecticut, la cual, de todos modos ya había sido anulada. Los colonos de Connecticut, que no reconocían la anulación se negaron a entregar el testimonio escrito de sus derechos.
Hubo una ruidosa y agria disputa durante la noche y, repentinamente se apagaron las velas. Cuando se las encendió nuevamente, la carta, que Andros había ordenado llevar allí, había desaparecido. Según la tradición, la carta fue ocultada en el hueco de un viejo roble (luego llamado el Roble de la Carta) por un capitán llamado William Wadsworth, para ser conservada allí hasta el momento en que pudiera ser recuperada para constituir la base del gobierno de Connecticut.
A pesar de esto Andros disolvió el gobierno de Connecticut, el 1 de noviembre de 1687.
Pero en 1688 Jacobo II fue expulsado del trono y, en su lugar fue puesta su hija María II, junto con su marido Guillermo III (quien era también rey de los Países Bajos).
Las noticias de la caída de Jacobo llegaron a Nueva Inglaterra el 4 de abril, e inmediatamente se produjo un alegre levantamiento. Andros fue arrestado el 18 de abril y enviado de vuelta a Inglaterra (posteriormente fue gobernador de Virginia y Maryland). Las colonias que habían constituido el Dominio de Nueva Inglaterra, de corta vida, volvieron a sus existencias separadas al mes de la deposición de Andros.
Massachussets recibió una nueva carta el 7 de octubre de 1691, por la cual absorbía la colonia de Plymouth, de setenta años de antigüedad. Pero no todo podía ser igual que antes. Por la nueva carta, Massachussets debía otorgar la libertad religiosa a todas las sectas protestantes.
Problemas en Virginia
Cromwell y la Restauración tampoco supusieron tiempos tranquilos para Virginia.
En 1642 sir William Berkeley (hermano del Berkeley a quien, veinte años más tarde, Carlos II iba a conceder Nueva Jersey) fue nombrado gobernador real de Virginia. Como gobernador adquirió popularidad. En primer término estimuló la manufactura colonial y las plantaciones de cultivos distintos del tabaco; en conjunto, Virginia prosperó. Además, adoptó una posición firme contra los indios y en 1644 aplastó el levantamiento de Opechancano.
La guerra civil inglesa estaba empezando cuando se convirtió en gobernador, y su firme posición realista coincidía con los sentimientos de los colonos en general, y contribuyó a darle popularidad. Empleó mano dura contra los puritanos y, cuando Carlos I fue decapitado, inmediatamente reconoció a su hijo, Carlos II. Los refugiados pro-realistas afluyeron en gran número a Virginia, afín a ellos, y la población de la colonia empezó a aumentar por primera vez desde su fundación medio siglo antes.
Pero, al mantenerse en el poder el régimen de Cromwell, el peso de éste se hizo sentir. Berkeley fue obligado a retirarse, en 1652, y simpatizantes de los puritanos se adueñaron de Virginia. También se apoderaron de Maryland, en 1654, y expulsaron a los Baltimore, revocaron el Acta de Tolerancia y proscribieron a los católicos.
Pero eso no podía durar y, al morir Cromwell, las cosas rápidamente volvieron a la normalidad. En 1659 Virginia se anticipó a la Restauración en un año, proclamó rey a Carlos II y recibió nuevamente a Berkeley como gobernador. En 1662 el gobierno de éste se extendió también a Maryland.
La reacción realista implicó la elección de una Cámara de los Burgesses, en 1661, tan sumisa a Berkeley que éste pudo gobernar casi sin consultarla. En verdad estaba tan satisfecho con la elección que por quince años no permitió otra.
Pero estaba envejeciendo y la era de Cromwell lo había amargado hasta tal punto contra la influencia del sentir popular en el gobierno que comenzó a valorar la ignorancia. En una época en que la población de Virginia había llegado a los 45.000 habitantes (incluidos 2.000 esclavos negros), Berkeley se regocijó abiertamente, en 1671, de que no hubiese escuelas ni imprentas en la colonia, pues consideraba que unas y otras eran agentes de subversión.
Su creciente autocracia e irascibilidad en su trato con la gente empezó a socavar su popularidad. Además, surgieron dificultades económicas. Pese a los esfuerzos de Berkeley, Virginia siguió siendo demasiado dependiente del tabaco. Cuando el crecimiento entusiasta originó un exceso de producción y cuando el Acta de Navegación y las guerras entre Inglaterra y los Países Bajos pusieron trabas al comercio, se produjo una seria depresión.
Además hubo problemas con los indios. Berkeley trató de proteger a los indios contra el bandolerismo y el asesinato, y favoreció la creación de un sistema defensivo de fuertes contra los ataques indios. Los colonos occidentales no querían saber nada de esto, pues habría sido demasiado caro. Ellos eran partidarios de la exterminación lisa y llana de los indios en todas partes, y acusaron a Berkeley de favorecer a los indios por sus propias inversiones en el comercio de pieles.
Entonces apareció en la escena un joven llamado Nathaniel Bacon (un pariente distante de Francis Bacon, el famoso estadista y filósofo inglés).
En 1674, después de una serie de problemas familiares y de algunas malhadadas aventuras financieras, Bacon fue enviado a Virginia por su padre. En Virginia, Bacon tenía un primo que poseía influencia sobre el gobierno, y la esposa de Bacon estaba emparentada con la esposa del gobernador. Con tales relaciones, el joven se desenvolvió bien. Fue nombrado para el Consejo del gobernador, aunque sólo tenía veintiocho años; y pudo comprar dos plantaciones de considerable tamaño.
Cuando uno de los capataces de Bacon fue muerto por los indios, en 1676, Bacon reaccionó violentamente y de pronto se halló a la cabeza de esos hombres de la frontera que deseaban la guerra contra los indios. (Por entonces estaba arreciando la Guerra del rey Filipo en Nueva Inglaterra, y los sentimientos adversos a los indios eran mayores que lo habitual). Incapaz de resistir a la lisonja de ser proclamado un líder, Bacon condujo ilegalmente a los granjeros armados contra los indios más cercanos (que eran amistosos, pacíficos y estaban desarmados, inermes) y, el 20 de abril de 1676 mató a unos pocos sin hallar resistencia alguna.
Esto lo convirtió en un héroe e inmediatamente pidió una completa reforma del gobierno y la elección de una Cámara de los Burgesses que adoptase una posición más dura contra los indios. Berkeley, furioso, se vio obligado a permitir la elección; y Bacon fue uno de los elegidos. Cuando Bacon iba a ocupar su asiento, Berkeley lo hizo arrestar; pero luego se vio obligado a ponerlo en libertad.
Bacon volvió aguas arriba, reunió un séquito armado y marchó sobre Jamestown. Berkeley partió apresuradamente hacia la costa este de la colonia, dejando a Bacon que tomase Jamestown, el 18 de septiembre, y que la incendiase al día siguiente. Durante un momento, Bacon dominó casi toda Virginia y se dispuso a instaurar las reformas que propiciaba.
Lamentablemente para él, tuvo demasiado éxito. Para muchos de los habitantes de Virginia y Maryland empezó a parecerles una especie de Cromwell, y se inició un movimiento de retorno a Berkeley. Cuando el oleaje empezaba a volverse contra él, Bacon murió de disentería el 26 de octubre de 1676.
Para enero de 1677, Berkeley dominaba plenamente la situación de nuevo y tuvo una reacción extrema. Colgó a veintitrés hombres que habían participado en lo que es llamada la Rebelión de Bacon. Y habría colgado a más si los hubiese atrapado. Esto encolerizó a Carlos II, quien señaló que Berkeley se había tomado una venganza más dura por un motín pasajero de escasa importancia que el mismo Carlos por la ejecución de su padre. Berkeley fue llamado de vuelta y murió poco después de llegar a Inglaterra.
La Rebelión de Bacon, aunque fue sofocada logró introducir cambios. La mayoría de las reformas que él había defendido, dirigidas a hacer menos autocrático el gobierno, pronto fueron adoptadas.
Y algo más. El incendio de Jamestown fue, en cierto modo el fin de esta ciudad, la primera colonia inglesa permanente en América del Norte. Nunca se recuperó y, en 1692 la capital de Virginia fue trasladada a Williamsburg, que recibió este nombre en homenaje a Guillermo III (
William III
, en inglés), el rey que había sucedido al depuesto Jacobo II.
Al año siguiente, el 8 de febrero de 1693 se creó allí el Colegio de Guillermo y María, así llamado por el rey y la reina. Fue la segunda institución de enseñanza superior que se creó en las colonias inglesas, sólo veintiún años después del expreso regocijo de Berkeley por la ausencia de escuelas en Virginia.
Más allá de Los Grandes Lagos
Durante los reinados de Carlos II y Jacobo II, mientras las colonias inglesas se expandían a lo largo de la línea costera. Nueva Francia también estaba expandiéndose. Pero, conducidos por misioneros y comerciantes en pieles se expandían lejos, por el interior.
En los decenios de 1650-1659 y 1660-1669, los franceses adquirieron mayor conocimiento de la región de los Grandes Lagos y reforzaron su dominio de ella. Cuatro de estos lagos más tarde recibieron nombres indios: el Hurón, el Michigan, el Erie y el Ontario. El Lago Superior fue así llamado porque era el más septentrional y, por ende, en los mapas, según la orientación que reciben habitualmente, estaba arriba de todos. El nombre también es apropiado, en el sentido inglés de la palabra, porque es también el mayor de los Grandes Lagos.
Jean Nicolet, un subordinado de Champlain, en ese año había cruzado el Lago Hurón y el Michigan y descubierto Green Bay, la extensión occidental con forma de pulgar de este último lago. Luego exploró lo que es hoy el Estado de Wisconsin (donde abrigó la persistente esperanza de poder encontrar chinos) y llegó casi al río Mississippi, pero cedió demasiado pronto, por su ansiedad de volver rápidamente con sus informes.
Su labor fue proseguida con mucho mayor detalle por el misionero jesuita francés Claude Jean Allouez, quien, interesado en la conversión de los indios más que en la exploración en sí, viajó por todas las tierras que rodean a los Grandes Lagos. Fundó una misión, en 1666, en un lugar situado entre el Lago Superior y el Michigan. Otro misionero jesuita, Jacques Marquette fundó otras misiones en las costas de los lagos, en 1668 y 1671.
En 1672, Louis de Buade, Conde de Frontenac, fue nombrado gobernador de Nueva Francia. Aunque pendenciero y egotista, era una persona capaz, con imaginación y empuje. Anhelaba impedir que Nueva Francia fuese totalmente dominada por los jesuitas y quería que hubiese más que misioneros en los Grandes Lagos. En 1673, por ejemplo, fundó Fort Frontenac, en el punto en que el San Lorenzo nace del Lago Ontario. (Durante un tiempo, el Lago Ontario fue llamado Lago Frontenac por los franceses).
Además, era claro para él que, al pasar del océano Atlántico al Lago Superior, se penetraba profundamente en el interior de América del Norte. Si los ríos que, según los informes de Nicolet, había a corta distancia más allá del lago Michigan desembocaban en el Pacífico (y, ciertamente, fluían hacia el Oeste), entonces debía haber un paso acuático por el Continente a sólo una corta distancia terrestre al oeste del lago Michigan. Era algo que valía la pena investigar.
A tal fin recurrió a un trampero, Louis Joliet, quien ya había explorado totalmente los Grandes Lagos. Joliet sintió necesidad de alguien que conociese a los indios occidentales y pidió al padre Marquette que fuera con ellos. En mayo de 1673 iniciaron su viaje de exploración. Siguieron los pasos de Nicolet, de casi cuarenta años antes hasta Green Bay, aguas arriba del río Fox y luego hacia el Oeste, por tierra, hasta el río Wisconsin.
Allí no retrocedieron sino que pasaron por el río Wisconsin más allá del punto al que había llegado Nicolet, y, el 17 de junio de 1673 entraron en el gran río en el que aquél vuelca sus aguas. Joliet y Marquette fueron los primeros europeos que llegaron a los tramos superiores de ese gran río y le dieron el nombre indio de Mississippi (que significa «gran río»). Luego viajaron por unos 1.100 kilómetros aguas abajo, hasta el punto en el que penetra en el Mississippi el río Arkansas. Allí se volvieron porque se estaban aproximando a la región de influencia española, y temían ser capturados y perder los informes de su exploración. Además, ya habían realizado su tarea. Era claro que las corrientes que estaban más allá de los Grandes Lagos conducían al golfo de México, y no al Pacífico. No eran el paso a través del Continente.
Un hombre que aún no estaba convencido de ello era Rene Robert Cavelier, señor de La Salle, un favorito de Frontenac. La Salle era un hombre exaltado y excéntrico y un infatigable explorador. Su sueño era encontrar una ruta hacia China, y hablaba tanto de ello que su finca a orillas del río San Lorenzo fue llamada burlonamente «La Chine» (China). La ciudad que ha crecido en ese lugar aún hoy es llamada Lachine.
La Salle exploró incansablemente las tierras situadas al sur de los Grandes Lagos que hoy forman el Estado de Ohio. En 1677 obtuvo permiso para explorar hacia el Oeste, con el derecho de explotar el comercio de pieles en las regiones que abriera. La Salle siguió las huellas de Joliet y exploró el Mississippi, tanto aguas arriba como aguas abajo.
En 1682, La Salle llegó a la desembocadura del río Mississippi, pasando sin inconveniente por el territorio meridional, reclamado por España. El 9 de abril, sobre la costa del Golfo de México, declaró formalmente territorio francés todas las tierras regadas por el Mississippi y sus tributarios. Llamó a toda esa vasta región (que constituía prácticamente todos los Estados Unidos entre los Montes Apalaches y las Montañas Rocosas) Luisiana, en honor a Luis XIV de Francia.