Read La puta de Babilonia Online
Authors: Fernando Vallejo
El códice Sinaiticus, del siglo IV, constituye no sólo la copia más antigua del Nuevo Testamento completo sino que al final trae la Epístola de Bernabé y el Pastor de Hermas, siendo éstas las copias más antiguas de estos dos textos del cristianismo primitivo. Al final del códice Alexandrinus, del siglo V, viene la copia más antigua de la epístola de Clemente de Roma. En cambio las copias más antiguas de las epístolas de Ignacio, de la Didaché y de la Epístola de Diognetus son del siglo XI o siguientes, o sea muy posteriores; y de la epístola de Policarpo ni siquiera queda el texto griego completo sino fragmentos repartidos en varios manuscritos y una traducción al latín también repartida en varios manuscritos. Lo anterior para hacerles ver a los que sostienen que Cristo realmente existió la distancia que media entre el año 33, en que se pretende que murió, y las copias más antiguas que dan testimonio de su existencia: ¡ciento setenta años!
Queda, eso sí, un papiro, el p52, de sólo 5.7 x 8 cm, con cinco versículos del capítulo 18 del Evangelio de Juan (los versículos 31, 32, 33, 37 Y38) que los expertos fechan hacia el año 130 y que así sería el más antiguo entre los antiguos. Con todo y la inspiración del Altísimo que pudieran haber recibido estos expertos y la simpatía que les tengo, dudo mucho de esta fecha tan temprana. De las restantes fechas que me dan y que aquí he citado dudo también, aunque en gracia de discusión hago un acto de fe y digo que les creo. Otro acto de fe quisiera hacer con el contenido mismo de los textos originales de los escritores inspirados por Dios que han dado lugar a tantas copias si me dieran estos santos un mínimo asidero, ¡pero qué! Me dicen que uno que llevaba muerto tres días resucitó y subió a los cielos. Y yo pregunto: ¿En qué parte de la estratosfera está ese resucitado? ¿Corre peligro de que lo atropelle un satélite o de que una nave espacial se lo lleve de corbata? La paleografía es una ciencia incierta: se ocupa la pobre de fechar las inscripciones y los textos antiguos por la caligrafía. Pues para el caso de las copias más antiguas de los textos del Nuevo Testamento de que he hablado, los papiros del año 200, la incertidumbre de la paleografía aumenta dado que de los dos primeros siglos de nuestra era simplemente no quedan manuscritos: ni latinos, ni griegos; ni paganos, ni cristianos; ni originales o copias. ¿Con qué caligrafía entonces vamos a comparar la de las copias que creemos que son del año 200 para fecharlas con un poco de certeza? Ténganlo presente los que sostienen que Cristo existió en carne y hueso y no como una elucubración de gnósticos buscadores de verdades eternas. De los siglos I y II quedan, eso sí, inscripciones en tumbas y monumentos. Me imagino que de ellas se hayan valido los paleógrafos para fechar sus inquietantes papiros.
Según los exegetas lacayos de la Puta lo más antiguo del Nuevo Testamento son las epístolas de San Pablo, y de ellas las más antiguas son las dos dirigidas a los tesalonicenses, escritas hacia el año 50. Que me lo prueben. A lo mejor son de cien años después, no hay forma de saberlo. Quitando sus epístolas, el primer escrito en que se menciona a Pablo es la Epístola de los Romanos a los Corintios atribuida a Clemente de Roma, que se pretende que es del año 97, pero cuya copia más antigua como ya dije es la del códice Alexandrinus del siglo V en que aparece al final del Nuevo Testamento. En esa epístola sólo se dice que Pablo sufrió varios juicios, que fue exiliado y lapidado varias veces, que predicó en el este y en el oeste y que después de haber dado su testimonio ante los gobernantes dejó el mundo y se fue al lugar sagrado siendo un ejemplo de lucha perseverante. Pero Clemente no nos dice de dónde sacó esos datos. ¡Ni que fuera escritor sagrado incluido en el canon! Cualquier cosa que me cuente, me tiene que decir cómo la supo. A él no lo inspiró Dios. ¡A lo mejor Clemente de Roma tampoco existió y es otro invento de la Puta!
Algo después del supuesto Clemente de Roma, un supuesto Ignacio de Antioquía supuestamente martirizado bajo Trajano o Adriano (o sea entre el 98 y el 138), envió camino del martirio siete epístolas en que hay ecos de las de Pablo pero ninguna mención de él ni cita directa suya. ¿Y no podría ser al revés, que en las epístolas de Pablo hay ecos de las de Ignacio? ¿O que lo que tuvieran en común Pablo e Ignacio se debiera a una tradición que seguía reverberando en el aire a comienzos del siglo II? La copia más antigua de las epístolas de Ignacio es la del códice Mediceo Laurtentianus del siglo XI. ¿No estaremos en todo esto sumando unas incertidumbres a otras incertidumbres a otras incertidumbres? Yo sí quiero creer en la inspiración divina de los escritores que Dios designó para que apresaran en letras griegas sus palabras, pero carajo, ¡que no me ponga a dudar de las copias! ¿Cómo sé que no me las falsificaron en el camino hasta llegar a mí?
¡Qué invento burdo el de San Pablo! Dice este autor sagrado en su primera Epístola a los Corintios (15:3-6): "Pues os transmití en primer lugar lo que yo mismo recibí, que Cristo murió por nuestros pecados según las escrituras y que fue sepultado y que resucitó al tercer día y que lo vieron Cefas y después los doce y después más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven todavía aunque otros ya murieron". Cefas es Pedro, los apóstoles son doce, y Pedro es uno de ellos como cualquier niño cristiano de hoy lo sabe. Pero según el anterior Cefas o Pedro no es uno de los apóstoles. San Pablo ha debido decir: "Lo vieron Cefas y después los otros diez apóstoles", ¿Y por qué digo que diez y no once? Porque el decimosegundo apóstol, el traidor Judas Iscariote, dejó de ser apóstol tras entregarle a Jesús a los romanos y se separó de los otros once, de suerte que no vio a Cristo resucitado. Lo dice concretamente Mateo para acabar su evangelio: "Los once discípulos marcharon a Galilea al monte que Jesús les había indicado", Acto seguido Jesús resucitado se les aparece y les manda que vayan a bautizar a todos los pueblos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Y después nos vienen a decir los historiadores lacayos de la Puta que Pablo se convirtió al cristianismo yendo a Damasco más o menos un año después de la muerte de Jesús! Si así fuera, ¿cómo explicarnos que cometa un error tan garrafal como el señalado? Cualquier niño cristiano de hoy, a casi dos mil años de distancia de Cristo, sabe infinitamente más de su Redentor que San Pablo que por un año no lo conoció aunque vivían ambos en Palestina, y que tiene la impudicia de decirnos que después de muerto también a él se le apareció. No tiene ni idea de la existencia de Judas. iY qué es ese cuento de los quinientos! Ni los cuatro evangelios canónicos, ni las decenas de evangelios apócrifos, ni los Hechos de los Apóstoles hablan de que quinientos "hermanos" vieron a Cristo resucitado. ¿De dónde sacó eso San Pablo? Quitémosle de una vez por todas a este mentiroso lo de santo y dejémoslo simplemente en Pablo: Pablo el misógino, el esclavista, el homofóbico, el reprimido sexual, el narigón. Bajito y feo como su madre y limosnero como la Puta que lo parió. Que dizque murió como mártir decapitado en Roma cerca a Tre Fontane, en Acque Salvie, el 22 de febrero del año 67 bajo Nerón en tanto crucificaban cabeza abajo en el monte Vaticano a Pedro, el del Tu es Petrus. ¡Cristianos víctimas! ¡Víctimas nosotros de ellos! Nosotros los librepensadores, los libertarios sexuales, los que queremos y defendemos a los animales, los judíos, los herejes y las brujas, los de la verdadera caridad, los de alma grande, que llevamos mil setecientos años aguantándolos! Desde el 313 en que la Puta se ayuntó con Constantino y empezó a quemar libros y aherrojar conciencias y a vigilar por qué hueco el simio creyente realiza la cópula. Como Pablo el misógino y homofóbico, la Puta de las putas es una reprimida sexual, fea y mala.
Cuenta Marcos empezando su evangelio que Jesucristo hijo de Dios fue bautizado por Juan en el Jordán, y que no bien salió del agua vio los cielos abiertos y que de ellos descendía sobre él el Espíritu en forma de paloma y que de arriba le decían: "Tú eres el Hijo mío, el amado en quien he puesto todas mis complacencias". Lo de que el Espíritu en forma de paloma sea su papá lo acepto porque coincide con lo que cuenta Lucas en su evangelio: que el arcángel Gabriel le dice a María, que no conoce varón, cómo va a tener un hijo: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el que nacerá será llamado santo, Hijo de Dios". Pero resulta que Lucas ha referido unos versículos atrás que el mismo arcángel Gabriel le ha anunciado a un pobre viejo Zacarías que su anciana y horra mujer, Isabel, va a tener un hijo del mismo espíritu o paloma, y que le pondrán por nombre 'Juan":Juan Bautista precisamente, el que acaba de bautizar en el Jordán a Jesús. Si Juan y Jesús tienen la misma paloma o Espíritu Santo de papá, entonces son hermanos por parte de padre, y si por este concepto Jesús es el Hijo de Dios, puesto que dos cantidades iguales a una tercera son iguales entre sí, entonces también tiene que serlo Juan Bautista, y así la tan mentada Santísima Trinidad que tanto cacarearon los Padres de la Iglesia no son tres sino cuatro: el Padre, dos Hijos y el Espíritu Santo. Seis siglos después el mismo arcángel Gabriel se le apareció a un tal Mahoma, un mercader lujurioso, polígamo, sanguinario, asesino y bellaco entre los bellacos, y le dictó el Corán, un mamotreto tan feo como la Biblia. A los exegetas neotestamentarios lacayos de la Puta les pregunto: ¿Cómo supo Marcos todos esos detalles que cuenta del bautizo de Jesús por Juan Bautista en el Jordán? ¿Acaso estaba él presente en el lugar, espiando desde un matorral? ¿O es que Marcos es un novelista omnisciente de tercera persona como Balzac que todo lo sabe? ¿Y cómo supo Lucas lo de la aparición de la paloma a María y a Zacarías? ¿Lucas es otro espía? ¿U otro Balzac? Y habiendo narrado el bautizo cuenta Marcos que: "En seguida el Espíritu lo impulsó al desierto, donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás; vivía entre las fieras y los ángeles le servían". ¿Cómo lo supo? ¿Estuvo acaso con Jesús en el desierto? No nos lo dice. La Puta dirá que Dios le dictó ese pasaje, pero entonces yo le pregunto a la Puta: ¿Por qué entonces Marcos no nos lo informa y nos dice clarito que lo que está contando se lo dictó desde lo alto el Altísimo? ¡Qué le cuesta! Si él me lo dice, yo le creo. Pero como no me lo dice, entonces no tengo por qué creerle.
¡Para más fue el bellaco de Mahoma que dice que Alá le dictó a través del arcángel Gabriel el Corán! En tanto los esbirros de Mahoma acaban de destruir esto me entretengo en marcar en las introducciones y notas al Nuevo Testamento y demás textos del cristianismo naciente y de los primeros Padres de la Iglesia el arsenal de adverbios y expresiones de duda que atenúan todas las aseveraciones de los eruditos que las escriben: el montón de "tal vez", "quizás", "probablemente", "a lo mejor", "acaso", "posiblemente", "podría ser" de que están llenas y que se van colando mañosamente, solapadamente sin que el lector desprevenido advierta la telaraña viscosa en que lo están envolviendo. Y esos signos de interrogación y el circa latino para señalar la aproximación o la incertidumbre en las fechas: San Ignacio de Antioquía: c50-c107, San Policarpo de Esmirna: c69-c155, San Justino Mártir: c1OO-c163, y así. San Pablo: nacido entre el 7 y el 12?, muerto en el 66 o 67? No hay afirmación de estos expertos en incertidumbre que no esté atenuada por una duda. Y cuando aparece la expresión "sin duda", lo que quieren significar es lo contrario: que hay muchísimas dudas. ¡Pero qué podemos esperar si ni siquiera sabemos cuándo nació Cristo! Si su nacimiento es el que parte la historia en dos, ha tenido que nacer en el año 1 de la era que inaugura. Pero resulta que los evangelios de Mateo y Lucas nos dicen que nació bajo Herodes, y éste murió cuando menos cuatro años antes. Los romanos contaban los años a partir de la fundación de Roma, ab urbe condita. En el siglo VI el monje Dionisio el Exiguo propuso reemplazar la cronología romana por una cristiana, la actual de Occidente: contamos los años antes y después de Cristo, no antes y después de la fundación de Roma. Sólo que Dionisio hizo coincidir el año 1 de la nueva era con el 754 romano sin tener en cuenta que los evangelios de Mateo y Lucas dicen que Cristo nació bajo el reinado de Herodes, quien según la cronología romana murió en el año 750 ab urbe condita, o sea en el año 4 antes de Cristo. De todas formas si Dionisio hubiera hecho coincidir el año 1 de la era cristiana con el 754 de la romana todavía seguirla equivocado ya que Herodes no murió en el instante mismo en que nació Cristo sino más o menos dos años antes, pues según el Evangelio de Mateo cuando el rey judío se enteró del nacimiento de Cristo "mandó matar a todos los niños de Belén y su comarca de dos años para abajo". Dionisio erró pues aproximadamente en seis años. Por lo demás tampoco hubiera podido establecer con exactitud a qué año de la era romana debía corresponder el año 1 de la nueva era que proponía pues simple y sencillamente ningún evangelio nos dice en qué año de la era romana nació Cristo. ¡Claro que Cristo es un hombre excepcional! Nació seis años antes de sí mismo. Todo lo que hace Dios es chambón: el mar, el cielo, la tierra, los animales comiéndose unos a otros y el hombre a los animales... Ni siquiera fue capaz de dictarles a sus escribas la fecha en que nació su Hijo único. ¡Ni que hubiera tenido veinte como mi mamá, que por el 15 ya confundía los nombres! ¡Viejo güevón! Ganas no me faltan de bajarte a tirones de barba del techo de la Capilla Sixtina.
Deduciendo de las fechas inciertas de unos textos inciertos otras fechas inciertas para otros textos inciertos los exegetas lacayos al servicio de la Puta han establecido el formidable engaño de la cronología cristiana: una telaraña deleznable y pringosa que no tienen de dónde colgar. La verdad es que hoy nadie sabe dónde (como no sea en el Imperio Romano), ni cuándo (como no sea en un lapso de ciento veinte años) fueron escritos los evangelios canónicos, que junto con algunos de los despreciados evangelios apócrifos son los únicos textos que dan detalles concretos de la existencia de Cristo: que nació en Belén de la estirpe del rey David, que su infancia transcurrió en Nazaret, que empezó su vida pública hacia los 30 años y demás mentiras burdas que les hacen tragar a los niños cristianos con la sopa. Cristos en un comienzo hubo muchos: un Cristo de los nazarenos, un Cristo de los ebionitas, un Cristo de los elkesaítas, un Cristo de los adopcionistas, un Cristo de los docetistas, un Cristo de los gnósticos, un Cristo de Basílides, un Cristo de Cerinto, un Cristo de Carpócrates, un Cristo de Pablo, un Cristo de Juan, un Cristo de Mateo, un Cristo de Marcos, un Cristo de Lucas, un Cristo de Marción... Hoy no hay más que uno: el de la Puta, una mezcla confusa del de Pablo con los cuatro Cristos de los evangelios canónicos. Carpócrates sostenía que Jesús era hijo de José y que sólo difería de los restantes hombres en que por tener el alma pura recordaba perfectamente lo que había presenciado en la esfera del Dios increado, al cual volvía después de su paso por el mundo. Cerinto sostenía que Jesús fue un ser humano normal hasta su bautismo, cuando un Cristo divino descendió sobre él y empezó a actuar a través de él, pero para terminar abandonándolo poco antes de la crucifixión y dejándolo a su suerte en la cruz. Los ebionitas rechazaban la divinidad de Cristo. Los adopcionistas decían que Jesús fue adoptado por Dios en algún momento de su vida. Los docetistas sostenían que el cuerpo de Cristo parecía de ser humano pero que en realidad estaba hecho de una substancia celestial. Los gnósticos cristianos decían que Jesús no tuvo un cuerpo material y que les transmitió una sabiduría esotérica a unos cuantos discípulos.