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Authors: Lydia Cacho

Los demonios del Eden (9 page)

BOOK: Los demonios del Eden
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—Hemos buscado a este hombre por todas partes —aseveró David González, investigador perteneciente al cuerpo del U.S. Marshal—. Este es el tipo de sujeto criminal que se convierte en prioridad para nosotros, a cualquier tipo que abuse de niños lo consideramos basura.

John Clark, inspector en jefe de la Fuerza Especial (Special Task Force) del U.S. Marshal, aseguró:

—Los investigadores concluyeron que Jean Succar estaba utilizando un sistema de enrrutado de telefonía celular sumamente sofisticado y costoso que enviaba señales hasta Alemania, de allí al Pacífico Sur, para que la llamada llegara a México sin saber a ciencia cierta la localización geográfica del pederasta.

—Son los equipos que utiliza el narco —asegura un agente de la AFI—; si era sólo un hombre enamorado de una niña, ¿de dónde tanta sofisticación en su estrategia de huida? ¿Quién lo protegió?

El giro de los eventos no se hizo esperar. A principios de diciembre de 2004, en un operativo especial de la Subprocuraduría de Investigaciones Especiales en Delincuencia Organizada (SIEDO) en Cancún, Hernández Castrillón fue detenido por encubrir la entrada de narcotraficantes al estado de Quintana Roo. Esa misma semana apareció entre sus documentos un oficio, fechado luego de la detención de Succar en Arizona y firmado por el diputado Miguel Angel Yunes, en el cual el legislador ex priísta de Veracruz solicitaba al delegado de la PGR “la no acción penal contra él por las falsas acusaciones de las víctimas en el caso Succar”.

Fuentes de la PGR de Quintana Roo aseguran que después de que el ex delegado recibiera ese documento, comenzó a poner trabas a la investigación, ya muy avanzada, del caso Succar, en especial en lo referente al lavado de dinero y los nexos con el crimen organizado. Una ex colaboradora de Hernández Castrillón (ahora también detenida por corrupción) aseguró a la autora que, a partir de la detención de Succar, el “jefe recibió tres llamadas del senador Emilio Gamboa Patrón, solicitándole que no dejara que los infundios de esas niñas siguieran adelante”. No se sabe cuál fue 1a respuesta del delegado.

En esas fechas el abogado Sidharta Andrade le presentó su renuncia a Succar Kuri. El argumento del joven litigante era muy sencillo: su cliente le aseguró que jamás violó a ninguna menor, que él en realidad se había enamorado de Emma y que todo era un complot en su contra.

De acuerdo con Andrade, resulta imposible defender a alguien que le miente a su defensor. Además, en entrevista concedida durante la realización de este libro, Sidharta Andrade y su hermano Edmar, también abogado de Succar, afirmaron que jamás defenderían a un pederasta. De igual manera, que las circunstancias y su conocimiento de las acciones previas de Leidy Campos, así como de la relación laboral de su cliente con el subprocurador Miguel Angel Pech Cen, indicaban que podía, en efecto, haber una intriga perversa.

Más tarde Succar se vengaría de los Andrade por medio de su nuevo abogado, un conocido litigante de las mafias llamado Joaquín Espinosa, quien trabajara para el ex gobernador Mario Villanueva Madrid (hoy preso en Almoloya por proteger y coadyuvar al fortalecimiento del narcotráfico en Quintana Roo). Según el acusado, los Andrade cobraron por su trabajo con tres villas de Solymar, ya que el padre de los abogados, Gabino Andrade, tenía aún un poder amplio para realizar negociaciones a nombre de Succar Kuri. Los jóvenes, en denuncia penal contra Joaquín “Guacho” Espinosa, aseveran que éste los amenazó de muerte y, más tarde, se presentó con un grupo de matones en las Villas Solymar donde se encontraban Sidharta y Edmar, y los balacearon, propinándole a uno de ellos una golpiza.

15. Desenterrando viejos huesos

Paulina Arias es una mujer de complexión delgada, profundamente religiosa y que sabe controlar sus pasiones. De vestimenta conservadora, desde hace años es maestra de formación moral de alumnas y alumnos del Colegio La Salle de Cancún, institución religiosa para estudiantes de clase media alta.

Allí conoció a su alumna Emma, quien le confió, a1os dieciséis años de edad, lo que había vivido con su “tío” Johny Succar.

La intervención de la maestra Paulina Arias en el caso tuvo consecuencias fatales. Aunque ella asegura que en un principio se involucró por su “sed de justicia y porque es lo moralmente correcto”, según sus propias declaraciones, llegó demasiado tarde (sabía del abuso desde hacía años). Su injerencia contribuyó a que la torpeza en la intervención de la Procuraduría de Justicia del Estado destapara el trabajo silencioso que ya la PGR llevaba a cabo; esto provocó la huida del pederasta, según la opinión de uno de los ministerios públicos federales de la PGR, quien solicitó se omitiera su nombre por razones obvias.

En sus declaraciones ante la PGR, una vez que Succar se diera a la fuga, Arias aseguró que estaba enterada de los abusos de aquél desde hacía tres años (2001), cuando la testigo principal era su alumna de formación moral en la escuela La Salle. Incluso la maestra, en su afán de mostrar a la PGR que actuaba en buena lid, llevó ante Anuro Maldonado, ministerio público federal experto en investigaciones de pornografía infantil, un diario de su computadora, en el cual escribió con lujo de detalles todas las confidencias privadas de sus alumnas, incluyendo, claro está, las de la primera delatora de Succar.

Paulina no sabía en ese momento que el estupro, la corrupción de menores y la pornografía infantil se persiguen de oficio y que una persona adulta enterada de tales hechos que se reserve denunciarlo a las autoridades puede ser indiciada por delito de omisión. La maestra abrió un ataque frontal en los medios contra la abogada Acacio y las ONG, lo que enrareció aún más el ambiente y favoreció el escándalo en los medios. Incluso terminó por darle la espalda a su ex alumna y acusarla de complicidad con su violador. Quienes conocen a Paulina aseguran que cayó presa del miedo cuando supo que la PGR podría procesarla por guardar silencio tantos años. Arias, quien perdió su trabajo en La Salle, estaba muy asustada y desconfiaba de todos los que la rodeaban.

La hipocresía social se hizo patente en esos días. En tanto todo Cancún discutía el escándalo de Succar Kuri, en la escuela católica La Salle bullía el miedo. Roberto, joven estudiante de esa preparatoria, lo explica:

—Estábamos en el patio y un chavo comenzó a decir que quién se iba a imaginar que Johny, ese ruco que nos llevaba a los chavos y chavas de la escuela a la disco Dady’O y nos pagaba las cuentas, iba a ser un abusador de niñas. Otros se acercaron y se hizo una bolita. Todos hablaban al mismo tiempo. Uno de ellos comentó: “¿Se acuerdan que los llevaba a la disco y luego a sus villas y les decía que allí podían echarse un palito a gusto? ¡Qué tal que los filmó a ustedes! ¡Y a sus novias!”. Dos cuates se le fueron a golpes y lo dejaron bien dañado. Creo que estábamos asustados. Días después cuando la mamá del golpeado fue a hablar con el rector de la escuela, les dijeron que el tema Succar estaba vetado, que ese nombre no se volvería a mencionar.

De acuerdo con Roberto, al menos tres o cuatro generaciones de estudiantes de secundaria y prepa eran “amigos” de1 Johny.

Aseguró que varios maestros estaban enterados y nadie decía nada, Era un secreto a voces. Lo de Emma lo sabía media escuela antes de que tronara, y no era la única, había otras diez o quince niñas que habían pasado lo mismo que ella. Sus papás no tenían ni la más remota idea.

Mientras tanto, la Procuraduría de Justicia del Estado, perdida en dimes y diretes, dejaba en un cajón la cinta de dio en la que se grabó una conversación entre Emma, la denunciante y Gloria Pita, la esposa de Jean Succar Kuri. La siguiente es la transcripción exacta y total de esa conversación, que arroja luz sobre la complicidad de la esposa en el abuso de los menores.

Suena el teléfono...

Gloria : Hello

Emma: Bueno, señora Gloria, habla Emma. ¿Que me habló por teléfono?

Gloria: Si

Emma: Sí, dígame

Gloria: Oye, ¿por qué le quieres hacer daño a mi esposo?

Emma: No le quiero hacer daño.

Gloria: ¿Entonces?

Emma: No sé de qué habla, no sé por qué piensa eso.

Gloria: Tú bien sabes de qué estoy hablando.

Emma: No sé de qué me está hablando, no sé qué tanto le dijo a mi mamá que estaba muy alterada.

Gloria: Claro que hablé porque yo no voy a permitir que tú le hagas daño ami, a mi marido.

Emma: No es mi intención hacerle ningún daño.

Gloria: Entonces, ¿por qué estás haciendo lo que estás haciendo?

Emma: No voy a hacer nada injusto, ¿qué piensa que estoy haciendo?

Gloria: Injusto, porque tú sabes y esas niñas saben que él no hizo nada.

Emma: ¿Y usted qué sabe?

Gloria: Yo sé todo.

Emma: ¿Qué es todo?

Gloria: Yo sé todas tu (ininteligible).., tuya y de ellas.

Emma: Ah, ¿es mí historia y de ellas?

Gloria: Y, pues, yo no sé qué es lo que tú estás haciendo, estás convenciendo a esas niñas para que hablen de más.

Emma: No, para nada.

Gloria: ¿Entonces?

Emma: Yo me llevo con las niñas pero no las estoy convenciendo para nada, no sé por qué piensa eso.

Gloria: Entonces, ¿por qué fuistes a hacer eso?

Emma: Es que no entiendo qué revoltijo se traen, pero ¿qué es lo que fui a hacer?

Gloria: Tú sabes y yo no puedo hablar aquí delante de mis hijos de eso.

Emma: Mmm ¿y no puede alejarse?

Gloria: ¿Perdón?

Emma: Es su celular, ¿no?

Gloria: Sí.

Emma: Este, ¿no puede alejarse para hablar?

Gloria: No, porque afuera está lloviendo.

Emma: Mmm... si quiere le vuelvo a marcar cuando pueda hablar.

Gloria: No, no, ¿por qué no de una vez? Yo lo único que quiero saber es por qué le quieres hacer daño.

Emma: Pues es que no, no tengo intención de hacerle daño, ni a él ni a nadie.

Gloria: Pero, ¿por qué lo estás haciendo? ¿Por qué estás haciendo eso?

Emma: Pero es que, ¿qué estoy haciendo? Sólo dígame.

Gloria: Que le metistes una demanda y llevastes a tu hermanita y a tu hermanito y a Katia a declarar.., y a tu sobrina.

Emma: ¿A mi hermanito?

Gloria: Sí.

Emma: Yo creo que ni siquiera usted misma sabe de lo que está hablando, claramente.

Gloria: Yo sí sé porque mi marido me habló ayer y me dijo de qué se trata la demanda.

Emma: ¿Y de qué se trata? Según ustedes, más bien.

Gloria: Pues, no sé, fue lo que dijo el abogado... por eso le hablé a tu mamá, quiero saber de qué se trata, qué es lo que quieres.

Emma: Yo quiero absolutamente nada.

Gloria: ¿Entonces?

Emma: Ay, ¿qué le puedo decir al respecto?

Gloria: ¿Perdón?

Emma: ¿Qué le puedo decir? No, no quiero nada, yo simplemente quería saber por qué le habló a mi mamá porque, pus, mi mamá es punto y apane de esto, digo, ella desconoce muchas situaciones.

Gloria: Porque tu mamá es mamá de esa niña y tu mamá puede convencer, así como tú co... la convenciste, tu mamá la puede convencer también e ir a declarar que todo lo que dijo es mentira.

Emma: Pues, digo, no creo que yo pueda manipular a una, a una niña para pie declare o para que invente, si es que lo hice y mi mamá tampoco podría.

Gloria: Claro que sí porque es una niña y es fácil de convencerla.

Emma: ¿Ah, sí?

Gloria: Sí.

Emma: Precisamente, ¿verdad?

Gloria: Así es.

Emma: Eso lo debe saber muy bien su esposo.

Gloria: También él lo sabe, fíjate, pero tú cuando llegastes a él ya no eras una niña.

Emma: ¿No? ¿Y qué era yo?

Gloria: Tú ya sabías al revés y al derecho todo, de qué se trataba.

Emma: A los trece años, ¿usted cree?

Gloria: Sí

Emma: Mmmm... usted llegó a los quince con él, ¿no?

Gloria: No, un poquito más grande.

Emma: Mmm, él me había dicho que como a los quince, dieciséis.

Gloria: No, te dijo, te informó mal.

Emma: Pues sí... pues no, yo no creo que una niña de trece años todavía sepa lo que hace realmente.

Gloria: Pues yo hasta los... (Se detiene bruscamente y guarda silencio.)

Emma: Alguna vez usted tuvo trece años y debe saber a lo que me refiero.

Gloria: Yo tuve trece años y yo sabía lo que me convenía y lo que no me convenía en ese entonces.., y eran otras épocas, se supone que estábamos más cenados en aquel tiempo, ahorita ustedes ya están más abiertas.

Emma: Pues sí, ahorita sí.

Gloria: Y si uno comete errores es porque quiere...

Emma: No, no siempre.

Gloria: …no porque las obligas.., sí. (Se nota nerviosa y tartamudea.)

Emma: No, cuando no tienes la información ni la educación ni... no, no, desgraciadamente no es así. Y cuando no tienes una protección de tus padres, menos.

Gloria: Hasta, hasta donde yo sé tú tenías a tus papás. Pues silos tenía ¿dónde estaban en ese momento? Eso no es culpa mía que te hayan dejado sola.

Emma: Exactamente.

Gloria: No es culpa de nosotros que no te hayan dado la información.

Emma: No, no le echo la culpa a nadie, de hecho.., porque realmente hasta mis padres son ignorantes en muchos aspectos.

Gloria: No creo.

Emma: Yo sí lo creo.

Gloria: No lo creo.

Emma: Usted lo sabe que sí.

Gloria: No, hoy en día nadie, nadie es ignorante. Hace treinta años, te lo creo, pero hoy en esta época nadie es ignorante.

Emma: Mmm.

Gloria: Hay mucha información, mucha televisión.

Emma: Pues sí.

Gloria: Yo, yo le llamé a tu mamá para saber qué es lo que quieres.

Emma: Sí, sí me dijo que le dijo de los videos y todo, ¿no?

Gloria: Sí.

Emma: Mmm.

Gloria: Por desgracia, mi marido.., yo, no lo sé, le llamo desgracia o, o buena suerte o pendejada que mi marido me contaba todo.

Emma: Al igual que a mí.

Gloria: Ah, pues sí. Es muy comunicativo él, él nos platica todo a todas... porque no somos las únicas ni las últimas, ni las primeras.

Emma: Mmm.

Gloria: Pero da la casualidad que yo me robé unas cosas que encontré en la casa (de Solymar) y aquí las tengo.

Emma: ¿Qué... los videos donde estoy con las niñas?

Gloria: Hmjm (afirmativo) y muchas cosas más.

Emma: Sí... y donde estoy con él, me imagino.

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