Read Marea oscura I: Ofensiva Online
Authors: Michael A. Stackpole
Tags: #Aventuras, #Ciencia ficción
Esperó que la fetidez de la matanza recordara a Ganner que tenían la muerte muy cerca.
Escondidos de nuevo entre las rocas de las colinas, los dos Jedi se quitaron el calzado especial para ascender. Ganner se lo echó a la espalda con gesto arisco y se volvió hacia Corran.
—Si vuelves a hacer eso alguna vez, te mataré.
—Es una posible muerte, no una segura, como habría sido ésta.
—Ese hombre, viste cómo lo hacían trizas y no hiciste nada.
—Exacto, no hice nada porque podrían haber seguido nuestras huellas hasta los estudiantes. Sólo vimos dos yuuzhan vong, pero en la concha grande podría haber docenas de ellos, quizá cientos. Si hubieras acabado con esos dos, en caso de que hubieras podido, habrías condenado a muerte a la doctora Pace, a Trista y a los demás.
Ganner rió con ironía.
—No habría sido así si hubieran sido los únicos yuuzhan vong.
— ¿Y qué probabilidades hay de eso?
El joven arqueó una ceja.
—Aquí sólo hay dos Jedi.
—Tu lógica es aplastante, Ganner —Corran se echó a la espalda el calzado de arena y se ajustó los guantes—. Puede que haya dos o puede que haya dos mil.
No dudo de que antes de largarnos de este planeta tengamos que matar a unos cuantos, pero hemos de procurar retrasar ese momento lo más posible.
— ¿Para que muera más gente?
—No, para que tengamos la posibilidad de evitar que capturen a los agamarianos. Lo que hemos visto ha sido información pura, y quiero estudiarla.
No era sólo una paliza.
—Era diversión, diversión cruel.
—Quizás al final sí, pero era algo más —Corran frunció el ceño—. Por la forma en que le hablaban, era como si esperaran algo de él. Su desprecio y su ira, como demostraba el frenesí final..., era algo más.
—Vale, piensa en los motivos de nuestros asesinos. No creo que esa información te aporte nada.
—Puede que no, pero no tenemos nada más. Las muestras del suelo también son información..
—Matar a los yuuzhan vong te aportaría una valiosa información.
—Es posible. Dos Jedi muertos también serían información —Corran se señaló la sien derecha—. Ahora lo esencial es volver con los estudiantes y ver si nos pueden ayudar a averiguar lo que está pasando aquí. Luego veremos si podemos marcharnos sin problemas con todo lo que sabemos.
— ¿Y si no podemos?
Corran se encogió de hombros.
—Las primeras veces que los yuuzhan vong se enfrentaron a los Jedi, ganamos. Ahora tenemos que ver cuánto podemos ampliar esa racha.
Jacen Solo abrió los ojos de repente, y por un momento no supo dónde estaba. Sabía que se hallaba en Belkadan, pero le sorprendió encontrarse en las instalaciones de ExGal. En los primeros instantes no identificó el porqué de su sorpresa. Así que se quitó la manta de encima, sacó las piernas de la cama y se sentó.
Se pasó los dedos por su larga melena castaña y se tapó los ojos con las manos. Había soñado que se encontraba en el poblado yuuzhan vong donde estaban cultivando los villips. Había ido para liberar a los esclavos. En su sueño, entraba en el agua y los llamaba para que se le acercaran. Ellos venían, y su amo tras ellos. Jacen le hacía al yuuzhan vong lo mismo que él le había hecho al anciano, y lo dejaba hundiéndose lentamente en las turbias y tranquilas aguas.
Ha sido tan real
. Jacen se quitó las manos de los ojos y se las miró hasta que pudo distinguirlas en la penumbra. Casi podía sentir el tacto del sable láser en el duelo contra el guerrero yuuzhan vong. Movió los hombros y se estiró, buscando algún dolor que, de alguna manera, convirtiera en real lo que había soñado.
Sabía que era muy probable que hubiera sido un sueño. Había pasado una semana desde que presenciaron el asesinato del anciano, y habían estado investigando. Los yuuzhan vong se habían esmerado en convertir Belkadan, o al menos aquella zona, en un huerto de naves. Estaban cultivando villips, coralitas y dovin basal por todas partes. Al parecer, todos los trabajadores eran esclavos, aunque algunos de los supervisores tenían ayudantes que a Jacen le parecían humanos, y que cooperaban. También tenían las protuberancias, pero la Fuerza no emanaba de ellos con aquel ruido de fondo, sino muy reducida.
Que aquella visión fuera simplemente un sueño tenía sentido. Evidentemente, se trataba de una fantasía que había generado para anular su frustración. Casi deseaba aceptar que había sido un sueño para poder volver a dormir, pero dos cosas le impidieron hacerlo.
Una era la urgencia que envolvía la visión. Estaba dispuesto a reconocer que su frustración era suficiente para provocar el sueño, pero había sido más profunda la noche después de presenciar el asesinato. Y desde entonces no habían vuelto a aquel sitio.
Y la segunda era la palpable realidad de la visión. No parecía un recuerdo, sino algo que tenía que hacer. Y sabía muy bien que cuando un Jedi estaba abierto a la Fuerza, podía tener revelaciones sobre el futuro. Yoda, el Maestro de su tío, era conocido por su sabiduría y su capacidad para ver el futuro. Jacen nunca había sentido que tuviera el don de la clarividencia gracias a la Fuerza, pero le dio la impresión de que aquello era muy parecido a tener una visión.
Se levantó y salió de la habitación que había pertenecido a Danni. Habían destrozado casi todo, pero pudo recuperar unos cuantos hologramas estáticos y un par de recuerdos más que pensaba devolver a la joven. Movió con los pies los desechos de la entrada de la habitación de su tío y se apoyó en el dintel de la puerta.
Una pequeña lámpara irradiaba una cálida luz en el rincón del fondo de la habitación. Luke estaba sentado en el suelo, frente a la puerta, y era apenas una silueta recortada. Jacen comenzó a decir algo, pero la sensación de paz y concentración que percibió en su tío le hicieron callarse.
No era la primera vez que Jacen veía a Luke entrar en trance Jedi para estrechar sus lazos con la Fuerza. Tras firmar la paz con el Remanente, cuando su tío realizó los cambios en la estructura de la academia, algunos alumnos bromeaban con que el Maestro se estaba haciendo viejo y necesitaba echarse sus siestecitas de Fuerza. A Jacen le hacían gracia, pero envidiaba la conexión que Luke tenía con la Fuerza. Él quería esa intimidad para sí, aunque sabía el precio que su tío había tenido que pagar para obtenerla. Sabía que no era algo fácil de obtener, pero esperaba fervientemente que su camino no fuera tan largo ni enrevesado como lo fue el de Luke.
Se apartó de la puerta y se apoyó contra la pared. Su tío le había dicho que la experiencia enseña que a veces hay que tomar decisiones difíciles. Determinar si lo que había visto era real era una decisión francamente difícil. Su razón le aconsejaba que dudara de lo que había visto, pero su corazón le decía que partiera.
Intuyo que ésa es la mejor opción, y la Fuerza está más guiada por la intuición que por la razón
. Jacen exhaló lentamente y volvió a la habitación de Danni para ponerse el uniforme de combate. Se enganchó un intercomunicador en la solapa para poder registrar los datos de su misión.
Así podré cumplir el objetivo de mi tío mientras realizo el mío
. No le dijo a R2-D2 que se iba, porque sabía que el androide despertaría a su tío y que la misión terminaría antes de empezar.
Al pasar por la puerta de Luke, se inclinó ante su Maestro. Después, cubierto por una larga túnica Jedi, salió de las instalaciones de ExGal y se internó en la noche.
A cada paso que daba, Jacen se sentía más imbuido en la visión que había tenido. Cada hoja, cada nube, el zumbido de los insectos y el murmullo de la gravilla al deslizarse colina abajo a su paso. Todo era como lo recordaba. Dejó de pensar y comenzó a concentrarse en sus sensaciones, eligiendo el siguiente paso al azar y con la certeza de que había tomado la decisión correcta.
Avanzó en la noche, con mucho cuidado; pero con una sensación creciente de invulnerabilidad, fruto de la certeza de saber a lo que iba. Su visión se estaba haciendo realidad. Se acercaba a una confrontación que liberaría a los esclavos y comenzaría a hacer retroceder a los yuuzhan vong. Sabía que Luke no lo entendería, y que probablemente no lo aprobaría, pero Jacen se sentía obligado a cumplir el destino que la Fuerza le había planteado.
De repente se encontró bajando hacia la orilla de la laguna. La luz de la luna se reflejaba en las ondas plateadas y en el agua que llenaba las hojas de las plantas de villip. Los esclavos se movían entre los tallos, regando los villips una y otra vez con cucharones llenos de agua oscura. Los únicos sonidos eran los del agua cayendo y los susurros de los villips.
Jacen se detuvo en la orilla y se quitó la túnica. Respiró hondo y dejó que la calma fluyera en su interior. Sonrió levemente y su gesto se tomó afable. Abrió los brazos y los estiró.
—Venid a mí. Yo os salvaré.
Los esclavos alzaron la cabeza a la vez y le miraron. Una serie de agudos silbidos fluyeron de un lado a otro, y algunos villips los imitaron. Jacen reconoció el sonido como el que hacía R2-D2 cuando estaba asombrado, así que sonrió e indicó a los esclavos que se acercaran a él.
—Venid a mí. La esclavitud ha terminado.
Los esclavos comenzaron a moverse, pero de un modo que no coincidía con su visión.
¡Se están alejando de mí!
Los esclavos se marchaban en silencio, encogiéndose como si fueran a recibir un golpe. Los de la primera fila le miraron mientras esperaban a los rezagados. Los primeros en salir echaron a correr, salpicándose de agua.
Entonces, en mitad de la formación de esclavos, se hizo un vacío. Un guerrero yuuzhan vong vestido con armadura y con un anfibastón entró en el agua y se situó frente a él. Giró el arma en círculos, primero hacia delante, luego por encima de su cabeza y finalmente por detrás. Se detuvo en seco, con el bastón entre el antebrazo derecho y las costillas, y se agachó.
Jacen entró en el agua hasta la mitad de las piernas y sacó su sable láser. Lo activó y el zumbido ahogó los débiles lamentos de los esclavos. La hoja verde iluminaba tenuemente los villips. Jacen describió despacio un círculo con la siseante espada, cortó el tallo de una planta y partió por la mitad los dos villips mientras caían.
El guerrero aulló y comenzó a correr hacia Jacen. El agua apenas parecía detenerle. El anfibastón comenzó a girar de nuevo. La punta rozaba el agua al describir el círculo entero.
Jacen echó a correr hacia su enemigo, pero, al ser más pequeño, el agua le frenaba. El joven Jedi se detuvo y elevó el sable láser por encima del hombro derecho. Después, al acercarse el guerrero, irguió las muñecas para que la hoja apuntara hacia delante, y embistió.
¡Es lo que hice en mi visión!
Pero el guerrero yuuzhan vong no parecía formar parte de la visión. Giró de nuevo a la derecha, esquivando la hoja de energía verde, y golpeó el anfibastón contra la espalda de Jacen. Una de las almohadillas que recubrían su traje absorbió gran parte del impacto, pero la fuerza del golpe le hizo tambalearse hacia delante. Jacen cayó de rodillas y se dio la vuelta, bloqueando con el sable láser el siguiente ataque.
La hoja rechazó el golpe, pero no tuvo el efecto que el joven esperaba.
¡Tendría que haber cortado treinta centímetros de esa cosa!
Jacen se puso en pie, bloqueó otro ataque bajo por la izquierda y, con un giro de muñecas, alzó el sable láser dando un corte que debería haber partido al yuuzhan vong por la mitad.
La armadura alienígena desprendió chispas y humo. El guerrero retrocedió uno o dos pasos y atacó con su anfibastón. Jacen lo esquivó y le dio una estocada en la muñeca derecha. Hubo más chispas, más humo e incluso un zumbido, pero la mano no se separó del brazo.
Sorprendido, Jacen elevó de nuevo la hoja para lanzar otro ataque, pero el yuuzhan vong ya había retrocedido. Antes de que Jacen pudiera optar por atacar el estómago del guerrero, éste alargó el puño derecho y dio al chico en el cuello.
El duro golpe hizo sacudirse a Jacen. Hubiera caído al agua, pero chocó contra una planta de villip que le mantuvo en pie. El muchacho movió la cabeza para despejarse y se agachó al ver que el yuuzhan vong iba a asestarle una patada. No le dio, pero hizo estallar uno de los villips. El líquido viscoso que emanó de la planta hizo que le ardieran los ojos, la nariz y la boca.
Asfixiado, Jacen se agazapó tras la planta. Se echó agua en la cara para lavársela, se movió hacia la izquierda y asestó dos golpes rápidos al yuuzhan vong, que retrocedió un poco. Pero, a la luz del sable, Jacen se dio cuenta de que la herida de la armadura del yuuzhan vong era algo más que una cicatriz descolorida.