Marea oscura I: Ofensiva (25 page)

Read Marea oscura I: Ofensiva Online

Authors: Michael A. Stackpole

Tags: #Aventuras, #Ciencia ficción

BOOK: Marea oscura I: Ofensiva
4Mb size Format: txt, pdf, ePub

Esa tarde, el dantari trajo un gran montón de leña de blba. Regresó con una segunda carga, y Anakin le dio otra raíz de vincha. El nativo se alejó en la oscuridad y poco después les llegaron gritos de alegría procedentes del lejano campamento dantari.

Anakin partió una rama por la mitad y la echó al fuego.

—Bueno, ya son felices.

—Sí, eso parece —Mara asintió, y las sombras que proyectaba la hoguera ocultaron su expresión plomiza—. Lo has hecho bien.

—Gracias. Yo pienso lo mismo.

Anakin siguió pensando lo mismo hasta que se despertó a la mañana siguiente y encontró al dantari esperándolo en el campamento. Estaba sentado en el tronco derribado de un blba. Con una expresión parecida a la de un hutt con una carrera de vainas amañada, el nativo extendió la mano vacía hacia Anakin.

Capítulo 20

Gavin no se detuvo en la entrada del despacho que el almirante Traest Kre'fey tenía asignado en Dubrillion. Golpeó el dintel de la puerta con los nudillos y entró en la habitación. Había dado un par de pasos cuando alzó la mirada de su datapad y se encontró con que había dos personas más reunidas con el almirante.

—Lo lamento, almirante, no sabía que estuviera ocupado —Gavin reaccionó y saludó.

El bothan le devolvió el saludo.

—No hay problema, coronel Darklighter. Creo que ya conoce a Lando Calrissian y a Leia Organa Solo.

Gavin enrojeció.

—Sí, nos han presentado, pero no los conozco.. —Lando y Leia fueron héroes de la Rebelión junto a su primo Biggs. Él era un niño cuando oyó hablar por primera vez de ellos, e incluso llegó a enamorarse platónicamente de la princesa Leia. Aunque hacía mucho que había superado ese sentimiento, volver a encontrarse con ellos le devolvía a su infancia y le hacía sentirse como un impostor sólo por estar en la misma habitación—. Puedo volver más tarde, señor.

Kre'fey negó con la cabeza.

—No, no es necesario —el bothan señaló la exposición holográfica de datos y tablas—. Las naves agamarianas que llegaron con nosotros han estado sacando a la gente del planeta con sus lanzaderas. Los yuuzhan vong no hacen nada por detenerlas, así que suponemos que atacarán cuando empiecen a salir las caravanas de refugiados. El Escuadrón Pícaro va a tener que quitárnoslos de encima.

—He estado trabajando en eso, almirante —Gavin miró su datapad—. Tengo un escuadrón completo de Ala-X listo para partir, y los habitantes de Dubrillion tienen gran cantidad de
feúchos
, es decir, naves que han sido modificadas para recorrer en el cinturón de asteroides y que van armadas. Deberían valer por un grupo de cazas.

Lando sonrió con gesto seguro.

—Aquí tenemos buenos pilotos. Mantendrán a los yuuzhan vong alejados de la caravana de naves.

—Seguro que sí, pero lo que me preocupa es que sólo unos cuantos de esos
feúchos
están equipados con hipervelocidad. Necesitaremos una nave en la cola que sea capaz de recuperar a los pilotos y a sus cazas. El Escuadrón Pícaro rechazará a los yuuzhan vong mientras se recuperan los cazas, y entonces saltaremos nosotros.

Kre'fey se acarició el vello blanquecino de la barbilla.

—Yo pensé que el
Ralroost
sería la última nave en salir y que nosotros recuperaríamos los cazas.

Leia frunció el ceño.

—Estamos embarcando pasajeros en el
Ralroost
, pero si sale en último lugar, los yuuzhan vong se concentrarán en atacar esa nave. ¿Quiere correr ese riesgo?

El bothan soltó una risilla.

— ¿Que si quiero correr el riesgo? No. ¿Que si creo que no hay otra opción? Sí—se apoyó en la mesa en la que se hallaba el holoproyector—. Sabemos que, pese a la generosidad de los agamarianos al enviarnos todas sus naves, no podemos salvar a toda la población de Dubrillion.

Gavin contempló la ciudad arrasada. Cuando volvió a reunirse el escuadrón, Kre'fey había accedido a la petición agamariana de que el
Ralroost
escoltara una caravana de naves a Dubrillion. Gavin pensaba que Kre'fey había tramado aquella petición para situar su nave en un escenario donde Coruscant no podría negarle el contacto con los yuuzhan vong. Cuando llegó la caravana, los yuuzhan vong enviaron media docena de cazas detrás de las naves, pero los Ala-X los mantuvieron a raya sin sufrir bajas.

En los cuatro días que habían pasado desde la llegada de la caravana, los yuuzhan vong se habían limitado a unas cuantas incursiones que parecían destinadas a comprobar el tiempo de respuesta de los Ala-X y del resto de los cazas que había traído el
Ralroost
. Gavin estaba seguro de que todos sus movimientos estaban siendo observados y catalogados. No se había sentido tan vulnerable desde que el gran almirante Thrawn murió en Bilbringi.

El pueblo de Dubrillion se había enfrentado a la inminente invasión con un estoicismo que a Gavin le parecía admirable. Teniendo en cuenta que no podían salvar a todo el mundo, se les pidió a las familias que tomaran la terrible decisión de elegir quién se salvaría y quién se quedaría atrás. Los mejores niños de Dubrillion, junto con historiadores, artistas y líderes culturales eran seleccionados para el transporte a Agarrar. Los hermanos se repartían en distintas naves para impedir que se perdieran las familias en caso de que alguna nave no consiguiera escapar. Las madres veían partir a sus hijos, los amantes se separaban y los nietos, con lágrimas en los ojos, decían adiós a unos abuelos que no volverían a ver en su vida.

Kre'fey prosiguió.

—El pueblo de Dubrillion ha tenido que tomar la peor decisión de su vida. Si yo evitara tomar una decisión así, sería como burlarme de su heroísmo. Y no lo haré.

Leia asintió en silencio. Su callada aprobación de las palabras d Kre'fey estaba llena de nobleza y dolor.

—Entonces yo iré en el
Ralroost
—dijo.

El almirante negó con la cabeza.

—Con todos mis respetos, creo que sería mejor que fuera con el senador A'Kla en su nave.

Leia sonrió.

—Lo haría, pero creo que no sabe que el senador ya ha reservado espacio en el
Ralroost
para él y su séquito. Ha cedido el
Dulce Recuerdo
a unos pilotos que han viajado a Agamar, y que ya están de vuelta para recoger otro grupo.

—Entonces será un placer tenerla a bordo —el almirante se puso firme y miró a Gavin—. ¿Algo más, coronel?

Gavin le entregó el datapad.

—Ya he encontrado a los pilotos que necesito para completar el Escuadrón Pícaro. Me he tomado la libertad de mirar los registros de los pilotos que han corrido en el cinturón y he escogido a los mejores. . entre aquellos que siguen disponibles.

Leia alargó la mano.

— ¿Puedo ver la lista?

El almirante asintió, y Gavin le alcanzó el datapad. Leia lo contempló un instante y alzó la vista.

—Mi hija no está en la lista.

—No, princesa, no está.

— ¿Por qué no? Fue la mejor piloto del cinturón.

Leia sabía que Jaina estaba inquieta, descontenta con las tareas que le habían asignado y ansiosa por contribuir. Se enfadaría muchísimo si no la escogían para pilotar en el Escuadrón Pícaro por ser hija de Leia. Y ahora, al margen de las tareas que tuvieran asignadas, todos estaban en peligro.

—Lo sé, pero es demasiado joven.

La princesa alzó la barbilla y entrecerró los ojos.

—Corríjame si me equivoco —dijo en un tono que hacía evidente que no se equivocaba—, pero creo que mi hija tiene la misma edad que tenía usted cuando se unió al Escuadrón Pícaro, coronel Darklighter.

Gavin se sintió acalorado y notó que volvía a enrojecer.

—Sí, es cierto, pero era un momento de desesperación. .

— ¿Y éste no lo es?

—Sí, pero...

Leia habló en un tono profundamente afectado.

—Permítame hacerle una pregunta, Gavin. Si uno de sus hijos fuera el mejor piloto, ¿le negaría un puesto en el escuadrón?

—No me pregunte eso —a Gavin se le hizo un nudo en el estómago—. He pilotado contra los vong y sé lo terribles que pueden llegar a ser. Ni siquiera estoy seguro de sobrevivir yo. No quiero mandar al hijo de nadie a que muera ahí fuera. Y menos a su hija, princesa. Ha cumplido de sobra con su parte de sacrificio hacia la Nueva República.

Leia se acercó a él y le puso una mano en el hombro. Luego le miró a los ojos y sonrió con valentía.

—Gavin, ambos sabemos que aquellos que tienen la capacidad de solucionar problemas nunca tienen la oportunidad de pasar desapercibidos, ni de descansar y llevar una vida normal. La gente como nosotros asume responsabilidades para que otras personas no vean sus vidas arruinadas.

Podemos desear que eso cambie, pero no cambiará.

Le entregó el datapad.

—No puedo expresar con palabras mi agradecimiento porque haya dejado fuera a Jaina, pero si permitimos que vuele podremos salvar otras vidas. Es una excelente piloto, sabe manejar un Ala-X mejor que nadie y es una Jedi. Puede que la Fuerza no sea tan efectiva con los yuuzhan vong, pero en caso de que otros miembros del escuadrón estén en peligro, ella lo percibirá y podrá ayudar.

Gavin se tragó el nudo que tenía en la garganta.

—Dos de los mejores pilotos del antiguo escuadrón procedían de Corellia y de Alderaan, así que supongo que contar con alguien cuya sangre procede de ambos sitios sería muy positivo. ¿Se lo dirá usted o lo hago yo?

—Comuníqueselo usted, coronel —Leia sonrió orgullosa—. Creo que la misión quedaría un tanto ensombrecida si se la comunica su madre.

—Cuidaremos bien de ella, princesa. Tiene mi palabra.

—Lo sé, Gavin. Que la Fuerza le acompañe.

—Pícaro Once, responde, por favor.

Jaina parpadeó y dio un respingo en la cabina cuando se dio cuenta de que la llamada era para ella.
¡Estoy en el Escuadrón Pícaro!
Era una idea que tenía su aspecto surrealista, porque, cuando era pequeña, la vida de su tío antes de ser Caballero Jedi había caído en el olvido. Y aunque Luke era reconocido como el fundador del Escuadrón Pícaro, Wedge Antilles y el resto de los pilotos eran los que habían definido al escuadrón y lo habían convertido en una leyenda.

Aunque sabía que era muy buena pilotando, no pensaba que fuera lo suficientemente buena como para formar parte del escuadrón, y menos a su edad.
Pero los momentos desesperados requieren medidas desesperadas
.

—Pícaro Once, responde. Si tu unidad de comunicación te está dando problemas, levanta la mano.

Jaina cogió el micrófono.

—Perdón, Nueve. Todo bien. Estoy lista.

—Hay que estar alerta,
Palillos
. No puedes distraerte.

—A tus órdenes, Nueve —Jaina sonrió, disfrutando de que ya le hubieran asignado un apodo en el escuadrón. Sabía que se debía al hecho de que su AlaX tuviera una palanca de control y que, además, ella llevara un sable láser, que a los pilotos les parecía otro palillo.

La voz de Gavin irrumpió en el canal de comunicación.

—Pícaros, nos vamos. Nos encontraremos en el punto Ángel-Uno. Id hacia 342 punto 55 y repostad.

Jaina hizo doble clic en su unidad de comunicación para indicar que había recibido el mensaje y dio potencia a los propulsores. El Ala-X ascendió suavemente y se mantuvo inmóvil en el aire mientras recogía el tren de aterrizaje. Miró por las ventanillas de la cabina y vio a su madre flanqueada por Elegos y Lando. Levantó los pulgares hacia arriba con mucho énfasis y, cuando Pícaro Diez salió del hangar, ella aceleró y siguió a su compañero de escuadrón.

Una vez fuera, accionó los mandos, aceleró a fondo y salió disparada hacia el cinturón de asteroides.

A Jaina se le seguía poniendo la carne de gallina cuando recordaba el momento en el que el coronel Darklighter había venido a ofrecerle un puesto en su escuadrón. El Escuadrón Pícaro liberó a Coruscant del Imperio, ayudó a derrotar al Cártel de Bacta, formó parte de la derrota del gran almirante Thrawn y tuvo un papel clave en la larga lucha contra el Imperio. Su tío, su madre y su padre eran considerados héroes de la Rebelión, pero los Pícaros eran un símbolo, un grupo de héroes con el que mucha gente se identificaba. Ella quería a su familia y le encantaba ser Jedi, pero el hecho de formar parte del escuadrón era algo que se había ganado por sí misma, no algo que le hubieran otorgado por sus habilidades en la Fuerza o por la reputación de sus padres.

Cuando llegó al punto de encuentro, Jaina miró la pantalla principal del sensor. Los Pícaros estaban a medio camino entre el cinturón de asteroides y la caravana agamariana. Otros escuadrones de cazas construidos a partir de antiguos diseños TIE y un montón de
feúchos
permanecían en formación detrás del Escuadrón Pícaro. Al final de la caravana se encontraba el
Ralroost
. Un par de lanzaderas venían desde el planeta para embarcar en el crucero de asalto bothan. Utilizando la Fuerza, Jaina supo que su madre y Danni estaban en una de ellas.

Other books

Frozen Assets by Quentin Bates
Martian's Daughter: A Memoir by Whitman, Marina von Neumann
A Geek Girl's Guide to Arsenic by Julie Anne Lindsey
Masked by RB Stutz
Point of No Return by N.R. Walker
Place Called Estherville by Erskine Caldwell
A Bride Unveiled by Jillian Hunter