Misterio en la casa deshabitada (19 page)

BOOK: Misterio en la casa deshabitada
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De hecho, la cena resultó una nutrida y agradable reunión, pues, al enterarse de que había sucedido algo extraordinario y que el inspector estaba satisfechísimo de los Cinco Pesquisidores, la madre de Pip telefoneó a los padres de Fatty, que habían regresado ya de su viaje, y a los de Larry, invitándoles a cenar con ellos aquella noche.

Los muchachos trasnocharon como los mayores, y éstos escucharon, asombrados, el interesante relato del tercer misterio aclarado por los Pesquisidores. Y, aunque la madre de Pip pensó para sus adentros que no le gustaba que Pip y Bets se mezclasen en semejantes andanzas, se abstuvo de expresar su sentir en voz alta.

Fatty, naturalmente, fue el héroe de la velada. Su descripción de los sistemas de escribir cartas invisibles, salir de habitaciones cerradas con llave y disfrazarse, fue escuchada con interés y asombro.

—¡Magnífico, Federico! —elogió su madre. No tenía idea de que practicases estas cosas. Ni siquiera sabía que estuvieses enterado de ellas!

—Verás, mamá —suspiró Fatty—. Has de saber que recientemente me he dedicado a estudiar los métodos empleados por los detectives. No puedo menos de pensar que en este aspecto, tengo un don especial. Confío en que no insistirás en que estudie para militar, porque estoy seguro de que no serviría para el ejército. Soy un detective nato. Podría contarte cosos increíbles. Por ejemplo, una vez...

—¡Chitón! —ordenó Pip, incapaz de soportar por más tiempo la vanidad de Fatty—. Admito que, a veces, eres muy listo; pero al fin y al cabo, sabes perfectamente que lo que nos puso sobre la pista del Misterio de la Habitación Secreta fue la casualidad de que yo trepase a aquel árbol.

—Todos sois dignos de encomio —terció el inspector, mirándoles con expresión radiante—. Incluso la pequeña Bets, que fue lo suficiente lista para oler el zumo de naranja de la carta de Federico, evitando con ello que todos los Pesquisidores cayesen en una trampa.

Bets se ruborizó. Es muy fastidioso ser la menor de los Pesquisidores, pero resultaba agradabilísimo ser elogiada por el inspector.

¡Qué velada más feliz y emocionante aquélla! Nadie quería regresar a casa, ni acostarse. El inspector fue el primero en despedirse, cuando pasó a recogerle su coche.

—Buenas noches —murmuró—, y gracias, muchísimas gracias a todos por desentrañar este misterio. Espero que tendréis ocasión de desentrañar muchos más. Siempre apreciaré vuestra ayuda, si me permitís la expresión. Porque, en realidad, habéis hecho algo más que ayudar.

—¡Adiós! —exclamaron los Pesquisidores, agitando la mano a su gran amigo.

¡Cuánto les satisfacía haberle visto de nuevo!

—Apuesto a que el viejo Ahuyentador está fastidiado —comentó Fatty, poniéndose el abrigo para regresar a su casa con «Buster» y sus padres.

—A mí me da un poco de lástima —musitó la compasiva Bets—. ¡Pensar que ha fracasado otra vez, y que encima tiene un horrible resfriado, y fue encerrado en aquel sucio sótano y perdió el casco!

—Sí —convino Daisy—, me figuro que está pasando un mal trago. Propongo que seamos generosos. ¿Qué os parece si le llevásemos unas flores o algún otro obsequio si mañana sigue en cama? No le tengo simpatía, ni se la tendré jamás, pero, al igual que Bets, no puedo menos de sentir un poco de lástima por él.

—¿Llevar flores al viejo Ahuyentador? —espetó Fatty, desdeñosamente—. ¿Estás loca? No tengo inconveniente en ir a buscar su casco, o en regalarle un poco de jabón para lavarse el uniforme. ¡Pero «flores», ni hablar! ¡Las flores y el Ahuyentador no pegan ni a la de tres!

—De acuerdo —suspiró Daisy—. En este caso, le regalaremos una pastilla de jabón y buscaremos su casco. ¡Qué sorpresa se llevará!

—¡De eso no me cabe la menor duda! —convino Fatty—. ¡Ya voy, mamá! ¡Aguarda un minuto a que me despido! Ahora, Daisy, no se te ocurra comprar un jabón a base de perfume de violetas o de guisantes de olor. ¡Para el Ahuyentador, ácido fénico y gracias!

—Todos rieron. «Buster» coreó las risas con sus ladridos.

—Adiós, «Buster» —murmuró Bets, acariciándolo—. Hasta mañana.

—Adiós —dijo Fatty—. ¡Ah, y escuchad! Os propongo... ¡Sí, mamá, ya voy! ¡Un segundo!

—¿Nos propones qué? —inquirieron los demás Pesquisidores.

—¡Os propongo desentrañar otro misterio en cuanto se nos presente la ocasión! —concluyó Fatty, descendiendo los escalones de la entrada—. ¡Y a ser posible de los que tiran de espaldas! ¿De acuerdo?

—¡Oh, «sí»! —vociferaron los Pesquisidores, alborozados—. Estamos de acuerdo, Fatty, completamente de acuerdo!

F I N

NOTAS

‹ 1 ›
«Fat» significa gordo, en inglés, y el diminutivo «Fatty» gordito. (N. de la T.)

‹ 2 ›
Este vocablo significa «bollo», en inglés. (N. de la T.)

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