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Authors: Eleanor Coppola

Tags: #Historia, Referencia, Otros

Notas a Apocalipsis Now (20 page)

BOOK: Notas a Apocalipsis Now
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Sofía está jugando a hacer de director. Les está gritando «¡Acción!». a dos guardias en el muelle. Finge que tiene una cámara en las manos y mira y enfoca por entre los dedos.

Tengo una picadura de insecto en el dorso de la mano. La tengo hinchada y enrojecida y me pica muchísimo.

1º de abril, Pagsanjan

Ayer Francis volvió a filmar en el desfiladero. Subí con ellos a tomar algunas fotos. La locación está río arriba, encima de unos rápidos, así que la lancha de patrulla que utilizaban era de mentira; sólo la parte de arriba flotaba sobre una balsa de bidones de aceite y botes atados entre sí. Francis, Dean y el supervisor del guión iban en otros botes, observando la toma. A mí me llevaban en una embarcación un poco más adelante para que pudiera filmar hacia atrás. Mis remeras eran un hombre anciano y su hijo de doce años. Intentaban con esmero llevarme a la posición que les pedía. Me había olvidado del fotómetro, pensando que podría obtener la lectura de producción, pero mi iluminación era distinta de la de ellos y tuve que calcular las exposiciones a ojo.

A medida que avanzaba el día la luz presentaba más contrastes. Resultaba bellísimo de mirar, pero no sé qué conseguí reproducir con la cámara. Cuando se puso demasiado oscuro para filmar bajamos hasta el set del reducto de Kurtz para ver el ensayo de la toma de la noche: la voladura de Monkey Island. Habíamos esperado toda la tarde anterior y no logramos hacer la toma porque el presidente Marcos estaba en la zona y el departamento de producción no se pudo poner en contacto con él para conseguir el permiso para realizar las explosiones. Si las llevábamos a cabo sin avisar, podía pensar que era un ataque de los rebeldes. Hoy Francis ha recibido de él una autorización y una disculpa por no haber estado disponible la noche anterior. Alegó que estaba «meditando». Alguien comentó: «Me gustaría saber quién era ella».

Ayer, a medianoche, los hombres de efectos especiales remontaron el río y empezaron a retirar los explosivos para que esta mañana no hubiera ningún accidente cuando se restableciera el tráfico fluvial.

El bunker de la cámara desde donde Francis observaba el ensayo estaba en la orilla de enfrente y río abajo. Me llegaba el olor del maíz del campo contiguo, Las preparaciones siguieron durante mucho rato. Permanecimos a oscuras, esperando, escuchando la radio. Estaban colocando la lancha de patrulla. Los decoradores del set empezaron a encender miles de velas en las escaleras del templo. Los de efectos especiales se encontraban en sus puestos. Luciano estaba acabando la iluminación; los de seguridad verificaban los alrededores para asegurarse de que no había nadie del lugar expuesto al peligro. Cuando el asistente de dirección vino a informar que todo estaba listo, ordenó que el helicóptero despegara con Enrico y la cámara aérea. Vittorio hablaba constantemente por la radio con las distintas posiciones de cámaras y con Luciano sobre la luz. El helicóptero se situó en su puesto, pero tuvo que dar otra vuelta porque hubo un problema de último minuto con la iluminación. Finalmente todo estuvo listo para filmar. Cuando el helicóptero recuperó su posición empezó la cuenta regresiva. Las cámaras empezaron a filmar y se gritó «Acción». La lancha comenzó a avanzar; Monkey Island, el templo principal y el muelle se iluminaron. Titilaban a la luz de unas cuatro mil velas. Altos estandartes ondeaban en las ligeras corrientes de aire. Empezaron las explosiones. Enormes bolas de fuego, explosiones de magnesia, luz blanca y fuegos artificiales de colores sonaron en una misma sinfonía. Sentí la onda expansiva en el pecho. Fui sacudida hacia atrás. Notaba cómo mi cámara seguía moviéndose a pesar de que intentaba mantenerla quieta, sentada en el suelo y apretando las rodillas contra el pecho. Al final, una cortina de humo oscureció el set y Francis gritó: «¡Corten!». En mi toma salía la silueta de Francis frente a la explosión. Un gran trozo de roca falsa, de fibra de vidrio, estaba ardiendo fuera de control. Oí los gritos de Joe Lombardi ordenando a sus hombres que trajeran las mangueras. Esperamos una media hora, hasta que el fuego estuvo controlado, para cruzar el río.

Cuando entramos en el edificio del departamento de maquillaje y el comedor, estaba todo decorado con flores, unas cuantas figuras de hielo, velas en las mesas y letreros que decían «200 días de filmación». Había cerdo asado, melón con jamón, la cena prevista y un pastel decorado. Mientras tomábamos el postre trajeron una gran caja forrada con papel de plata y de dentro saltó una chica en
topless
y con todo el cuerpo pintado. Hubo gritos y silbidos. Llevaba unas estrellas rojas pintadas sobre los pezones. Después de la cena, salimos fuera y Joe Lombardi le dio a Francis un interruptor colgado de un cable para que apretara el botón. Encendía una muestra de fuegos artificiales en los que se leía «
Apocalipsis Now
, día 200. Buena suerte, Francis». Al fondo saltaban cohetes y remolinos de luz. Fue todo muy divertido, pero parecían migajas al lado de lo que había organizado para la toma de la noche.

6 de abril, Pagsanjan

Anoche hubo la mayor explosión de todas. Era el recorrido del napalm por el templo principal. Los de efectos especiales dijeron que jamás se había escenificado algo como aquello, aparte de en las guerras de verdad. Yo estaba en el búnker con los de efectos especiales, filmando una vista a través de los dos puestos por los que miraban mientras calculaban el tiempo de cada efecto en particular. Los efectos estaban calculados para hacer explosión con segundos de diferencia; así, se produciría una cadena continua de explosiones. La conmoción fue tan poderosa que un minuto pareció durar años. Al final, la gente gritó y aplaudió. El cielo parecía de día hasta Pagsanjan. La toma desde el helicóptero fue quizá la más espectacular.

Cuando terminó me puse a grabar sonido. Dean dijo en el grabador lo que yo había estado pensando:

-Dios mío, en ninguna parte del mundo podrías comprar una entrada para ver un espectáculo como este.

Francis decía:

-No hay demasiados sitios en el mundo donde podrías hacerla; en Estados Unidos jamás te lo permitirían. Los ecologistas te matarían. Pero en una guerra no pasa nada.

Los hombres de efectos especiales estaban emocionados, y quizás un poco tristes de que aquello hubiera acabado.

Abril, unos días después de Pascua, Hidden Valley

Gio y Roman han venido a pasar las vacaciones de Semana Santa. A mí me pica la espalda. Se me está pelando la quemadura solar. La semana pasada fuimos todos en helicóptero a un remoto paraje del sur. Acampamos en una isla tropical digna de una postal. Estaba deshabitada. Había una pequeña aldea de pescadores en una franja de tierra que quedaba a quince minutos en bote. La gente salía de todos los rincones para ver el helicóptero y reunirse a nuestro alrededor. Era una zona sin turistas y sin hoteles. Los únicos occidentales eran dos voluntarios del Cuerpo de Paz que enseñaban planificación familiar y daban clases de nutrición a los nativos. La gente era simpática y se mostraba curiosa, casi como si fuéramos extraterrestres. En la isla nos dieron cangrejo, un calamar y pescado, para que comiéramos con la sandía y los mangos. La arena era blanca y había un arrecife de coral. Con las antiparras de buceo vimos peces y una vida submarina asombrosa. También había cocoteros, pájaros extraños y vegetación selvática. Unas cuantas cabras merodeaban por allí. Un hombre que estaba cazando nos dio lo que bautizó como paloma. Era verde, con plumas grises, y parecía más bien un loro. Lo asamos con carbón de cocotero y estaba muy rico. Sobre las colinas cubiertas de palmeras se levantó una luna llena. Dormimos en la playa, envueltos en mantas. Durante la noche desperté varias veces y vi a pescadores mirándonos y hablando en tagalo. Parece que a lo largo de la noche suben las embarcaciones a la arena y seleccionan lo que pescaron. Por la mañana había un montón de pececitos en la orilla y muchas moscas.

El domingo fue Pascua, y se oían las campanas de la iglesia de la aldea.

Pasamos el día nadando. Exploramos el arrecife y las pequeñas cuevas y tomamos sol. Al final del día cargamos todo en el helicóptero y regresamos a Hidden Valley en una hora y cuarto. Por tierra y tomando los pequeños transbordadores hubiésemos tardado tres días en llegar. El helicóptero es la casa rodante del futuro.

Sofía quería saber por qué el conejo de Pascua no había ido a la isla. Estuvo hablando mucho rato del tema. Quería saber simplemente el motivo. «Quizá no pudo cruzar el agua.» Pero no se lo creyó. Cuando llegamos a casa, Sofía pintó huevos de Pascua y puso pastel y dibujos y flores para el conejo de Pascua. A la mañana siguiente se encontró una carta del conejo en la que se disculpaba y le decía que vendría el domingo siguiente. A principios de la semana estuve en Hong Kong y, por suerte, encontré huevos de Pascua de chocolate sobrantes en la sofisticada pastelería del hotel.

15 de abril, Hidden Valley

Estoy sentada a la mesa en el porche de la habitación de los chicos. Justo frente a las ventanas con mosquitero hay varios árboles de cacao. Las vainas pardorrojizas cuelgan de sus ramas. La luz del anochecer va abandonando las hojas. Recibí una carta en la que me dicen que en Napa están floreciendo los manzanos. Barlow me cuenta que en las verdes laderas que ve por la ventana, en Petaluma, hay terneros blancos y negros, y que los tulipanes de su porche están floreciendo. Dick nos dijo que existía el rumor de que la producción puede suspenderse a causa del estado de salud de Marty. Comentó que Francis pidió a la oficina de producción que nos reserve pasajes de regreso a casa para dentro de tres o cuatro días. No me había dado cuenta de lo nostálgica que me siento.

Aquí un rumor funciona como en cualquier parte. Contiene aproximadamente un diez por ciento de verdad. Es probable que Francis esté intentando que el médico de Marty le dé una fecha concreta a partir de la cual podrá trabajar con normalidad. El trabajo se va acumulando, y Francis pasa mucho tiempo tratando de conseguir metraje válido, usando dobles y solucionando problemas.

Me puse a pensar en los miles de rumores que han circulado durante esta producción. Son casi una forma de arte. Son como ese juego de niños en el que le susurras algo al oído de tu compañero y la frase va circulando en el grupo. Esto es básicamente lo que ocurre aquí, y todo el mundo conoce a todos los del grupo. Cuando estábamos en la locación en Baler, los extras, que se alojaban en unas aulas vacías del colegio, empezaron a escribir los rumores en el pizarrón. Lo llamaban «control de rumores», para que así se pudiera apreciar el rumor en su forma original.

Los rumores son casi siempre sobre quién está teniendo relaciones con quién, quién está robando qué y sobre los cambios en el cronograma de producción. Esta mañana me enteré de lo siguiente:

1. A pasó un fin de semana en secreto en Hong Kong con B y ahora lo pueden despedir.

2. B se acuesta con sus dos sirvientas filipinas en una cama de matrimonio.

3. El martes se va a interrumpir la producción para esperar a Marty.

19 de abril, Pagsanjan

Esta mañana, Francis estaba ansioso por llegar al set. Nos levantamos temprano, despertamos al piloto, preparamos a los niños y subimos al helicóptero. Pero no arrancaba. Se había quedado sin batería.

Mientras intentaban encender el motor, me quedé contemplando una hormiga que transportaba un trocito de papel de aluminio rosa y verde por el césped, en el borde de la pista de aterrizaje. Trajeron un tractor y un coche y conectaron los cables a la batería. Al final conseguimos despegar. Durante el vuelo, cruzamos varias zonas de lluvia. Los niños sacaban las manos por la ventanilla, unos pocos segundos por vez, para comprobar cuánto tiempo aguantaban. Daba la sensación de que las gotas de agua pinchaban, como cuando a uno se le duerme una mano.

Aterrizamos en el set, en un montículo de césped, un poco lejos del campo central porque había banderas y globos que el viento que levanta el helicóptero hubiera derribado. Había un gran cartel de «Bienvenido a casa, Marty». Hoy es su primer día de regreso al set. Llegó hace una hora. Está tostado y tiene un aspecto estupendo, como si viniera de Palm Beach. Francis le puso el oído en el pecho, como para comprobar su estado. Le dijo que su aspecto es demasiado bueno. La toma de hoy es un primer plano, una toma en picada en la escena donde recibe las instrucciones y en la que se supone que Marty sufre una intensa resaca y tiene la mirada dispersa.

La gran noticia del día es que Francis ha decidido hacer las maletas el 15 de mayo, haya o no terminado. Los rumores se han disparado. Todos los departamentos están desplegando sus teorías: ¿Qué escenas se van a cortar? Durante toda la película jamás se cumplieron los plazos. ¿Quienes serán los primeros en marcharse a casa? ¿Quién se quedará a terminar?

Francis y yo discutimos un día sí y el otro no. Ha sido una situación muy dolorosa para los dos, y los niños lo han presenciado todo. Finalmente, ayer por la tarde alcanzamos el punto álgido de nuestras discusiones. Entonces apareció Gina Lollobrigida en la puerta, diciendo que tenía que hablar urgentemente con Francis. Estábamos en el dormitorio. Le dijimos a Gio que le pidiera que se fuera al restaurante o a algún otro sitio y que volviera en una o dos horas. Seguimos discutiendo, no sé cuánto tiempo. Al final, Francis llamó a Gio y le dijo lo que ambos hemos estado temiendo desesperadamente:

-Nos vamos a divorciar; tu madre y yo no somos felices juntos y vamos a pedir el divorcio.

Francis estaba sentado en la cama. Yo estaba sentada a la mesa, llorando sin lágrimas. Roman entró y dijo que Gina estaba esperando. Me di cuenta de que el tabique estaba abierto por arriba y que lo había oído todo. Francis salió a hablar con ella. Yo me metí en el baño a llorar. Después me puse el traje de baño, tomé a Sofía y nos fuimos las dos a bañamos a la piscina de agua mineral tibia. Sofía estaba tan feliz, efusiva, llena de vida. Me mostró sus nuevas piruetas, nadando de espaldas hasta la pequeña cascada y fingió que se lavaba el pelo. El sol del final de la tarde estaba justo abandonando las hojas gigantes, mi planta favorita de bambú y los enormes helechos. Las sombras empezaban a caer por encima de las rocas volcánicas. Me di cuenta de que me sentía bien. De hecho, sentía una especie de euforia, flotando y mirando a mi alrededor.

Francis y los niños se acercaron por el sendero. Francis estaba muy serio. Me di cuenta de que esperaba encontrarme llorando o abriéndome las venas, o quién sabe cómo. Y nosotras nadábamos de un lado al otro. Empezamos a comprender que los dos sentíamos un inmenso alivio. Empezamos a saltar y chapotear. Al final Francis dijo:

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