Notas a Apocalipsis Now (16 page)

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Authors: Eleanor Coppola

Tags: #Historia, Referencia, Otros

BOOK: Notas a Apocalipsis Now
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Cenamos con Giovanni, Sofía. Vittorio y Luciano y su esposa. Resultó un poco triste, ahora que Gio y Roman no están, y que Tonia, Francesca y Fabrizio han ido a Roma. La mesa de la cena parecía silenciosa, como si reflejara la falta de vida que antes le dábamos todos juntos. Después de cenar miramos las diapositiva s que Vittorio había tomado durante la filmación. Fue sorprendente ver las imágenes de forma aislada. Francis se emocionó; no paraba de decir: «¡Dios mío, yo iría a ver esta película! ¿Ustedes no?». Al estar en el set cada día nos hacemos inmunes a su increíble imaginería. Y también es cierto que las fotos de Vittorio son extraordinarias. Había un par que no he dejado de recordar durante todo el día. Una de ellas, con una doble exposición: la cabeza de Martín sobre fondo negro, con Marlon y los niños ifugao superpuestos con claridad encima de su cabeza.

26 de octubre, Pagsanjan

A Sofía ayer se le cayó el primer diente. Estos últimos días, mientras ella jugueteaba con el diente que se movía, he pensado más de una vez en el hecho de que mi último hijo esté dejando de ser pequeño. Quiso que le escribiera a máquina una carta para el hada madrina, y me la dictó mientras yo la mecanografiaba:

«Soy Sofía. He perdido mi diente mientras nadaba en el lago Caliraya, así que no puedo dejártelo. Así que te dejo esta carta para que sepas que se me ha caído un diente. La próxima vez intentaré ponerlo debajo de mi almohada. Espero que me puedas dejar una sorpresa aunque no te haya dejado el diente bajo la almohada. Soy una niña».

Luego se acostó en la cama para dormir una siesta. No paró de llamarme, preguntándome cosas: «¿Es rubia el hada madrina?, ¿Lleva corona?; ¿Por qué llevan corona las hadas?; ¿ Quizá para que los niños no se piensen que son sus padres los que dejan el regalo?».

Al final se durmió y yo fui a la tienda china a ver si encontraba algo para hacerle un regalo sorpresa. Compré una bolsita de plástico que contenía un globo, chicles y caramelos, una cajita de lápices, un frasquito de colonia Johnson para niños y un trozo de papel de envolver de flores de colores. Me costó un poco encontrar todas estas cosas entre latas de comida, rollos de cuerda, velas, lámparas de queroseno, Coca-Cola, ropa interior, camisetas, galletas, utensilios de cocina, y demás… Volví a casa, hice un paquete de regalo y se lo puse debajo de la almohada. Luego me marché al set para ver cómo le iba a Francis. Cuando regresé a casa, Sofía estaba muy emocionada con la visita del hada madrina. Me mostró sus regalos, examinando cada cosa con cuidado. Luego me dijo: «¿Sabes qué, mamá? Creo que era un hada filipina, con el pelo corto y negro».

27 de octubre, Pagsanian

Anoche hubo una reunión de producción para repasar el calendario. Si no hay más retrasos por culpa de la lluvia, el último día de filmación será el 24 de diciembre.

Acabo de volver del set. Quería tomar unas cuantas imágenes de Alfredo acabando el puente que empezó ayer para que circule el carro portcámara en la larga toma de
travelling
, que pasará por todo el fronte del reducto de Kurtz. Lo considero un auténtico escultor de la madera y el metal. Francis salió de en medio de las vías y le estrechó la mano. Alfredo no es una persona engreída, pero tiene el aire de autoconfianza y satisfacción de quien se sabe capaz de crear los medios para que un director logre la toma complicada que desea.

Esta mañana ha llovido mucho. Francis tuvo que montar unas cuantas tomas dentro del templo para no perder la mañana de filmación. Alfredo y su equipo tienen impermeables y algunos de los filipinos se han puesto bolsas de plástico por encima de los hombros. Larry me sujetaba el paraguas para que no se me mojara la cámara. Luego empezó a diluviar y durante las últimas tomas acabé empapada. El paraguas sólo alcanzaba para proteger la cámara y mi cabeza, todo el resto se mojó. Al final nos dimos por vencidos y volvimos al coche, para llevamos todo el material a casa y secarlo. Llovía cada vez más fuerte; había zonas del set totalmente a oscuras. Mientras nos alejábamos no dejé de mirar atrás, tan bonito era el espectáculo. Larry y yo hablamos del hecho de que, en película, sólo se puede ver la lluvia cuando es tan fuerte como ésta. Nos habíamos alejado medio kilómetro cuando me di cuenta de que teníamos que intentar algunas tomas desde el templo, para mostrar la intensidad de la lluvia. Le dije al chófer que diera media vuelta. Pero cuando llegamos al templo y lo montamos todo, paró de llover. Me puse furiosa conmigo misma por haber querido volver a casa en vez de quedarme para filmar la lluvia. El retraso en reconocer la oportunidad del momento me costó la toma. Este es uno de los aspectos que encuentro más frustrantes de la realización de documentales: la manera en que mi mente se concentra en lo que tengo planeado y lo mucho que tardo en deshacerme de estas ideas preconcebidas para abordar algo que podría ser más interesante.

28 de octubre

Francis obtuvo la última toma ayer a las cinco de la tarde. Luego subimos al helicóptero que nos esperaba en el set y volamos a Manila. Era la primera vez que volaba desde que regresamos de Iba durante el tifón. Parecía una experiencia nueva, verlo todo desde el aire. Las redes de pesca semejaban diseños inmensos grabados sobre plata azulada. Había cenefas de barcas en la orilla y barcos anclados en la bahía de Manila. Roxas Boulevard, con su tráfico y sus hoteles, tenía un aspecto exótico y emocionante después de tanto tiempo en Pagsanjan. El helicóptero aterrizó en la calle, justo frente a la puerta principal del hotel Manila. Bajé de un salto, abrí la valija y saqué los zapatos de Francis, para que pudiera quitarse las embarradas botas antes de entrar. Había varios botones y porteros vestidos con uniformes blancos almidonados. El gerente del hotel nos esperaba. Nos acompañaron hasta nuestras habitaciones. De pronto me di cuenta de que yo todavía llevaba las botas sucias, e intenté no pisar la alfombra.

El hotel fue construido en 1910 Y acaba de abrir después de una nueva remodelación. Es una acertada mezcla de antiguo y moderno. Nuestra habitación tiene unas sillas de ratán muy bonitas, una mesita ratona victoriana de mármol y tejidos artesanales enmarcados en las paredes. En realidad, en lo que nos fijamos con más ilusión al entrar fue en la bañera. No tomaba un baño desde hacía más de cuatro meses. Francis era el que estaba más sucio, así que se bañó primero. Yo me quedé delante del aire acondicionado y dejé que mi cuerpo se enfriara. Cuando Francis salió de la bañera tomé un baño largo y caliente. Me encantó estar allí recostada, con el agua hasta el borde, todo lo caliente que podía resistir. Oía la tele en la habitación de al lado. Francis estaba mirando
Batman
. Después fuimos a cenar a nuestro restaurante japonés favorito. El sashimi estaba sensacional. Pedimos cuatro porciones.

Esta mañana me desperté a las seis y llamé a los chicos. Me hacía mucha ilusión hablar con ellos. Pero no conseguí línea, ya las siete y media tuvimos que irnos. El helicóptero nos recogió. A las ocho aterrizamos en el reducto de Kurtz y anduvimos por el barro hasta la ubicación de la primera cámara.

2 de noviembre

El domingo fue Halloween. Me llevé a Sofía a Manila para que pudiera ir con Claire a asustar a la gente por las casas de las familias norteamericanas de Dasmariñas. Tuvimos un viaje de ida muy agradable. Sofía se durmió en mi regazo. Era casi el anochecer y había una luz muy bonita; me limité a mirar por la ventana a lo largo de la carretera. En cada pueblo se estaban preparando para el día de Todos los Santos, el 1º de noviembre. Aquí es una de las celebraciones más importantes del año, En todos los cementerios había gente pintando y limpiando las lápidas, y a lo largo de las puertas y murallas exteriores se estaban instalando puestos de comida. Los pueblos más grandes tenían tambaleantes vueltas al mundo y los juegos típicos de un parque de diversiones. En un par de ocasiones encontramos procesiones fúnebres. Una de ellas pude veda bastante bien. Había un coche mortuorio, muy lustroso y con vidrios alrededor, con un ataúd y flores. Detrás de él iba la gente a pie. Los familiares más' cercanos, todos vestidos de negro, iban delante, luego los amigos y, detrás, una pequeña banda de instrumentos de viento cuyos miembros iban ataviados con uniformes caqui. El coche fúnebre tenía problemas para mantener la misma velocidad que la gente que caminaba, y de vez en cuando se detenía y tenía que volver a ponerse en marcha, lanzando una nube de humo negro encima de los caminantes.

La carretera que lleva a Manila pasa por cinco o seis distritos regionales. En cada uno había puestos callejeros en los que vendían las especialidades locales. Pasamos por paradas en las que vendían queso de carabao envuelto en hojas de banano, luego por una zona donde venden trozos de goma vieja y neumáticos usados y luego por un montón de puestos de pastel de coco. Había una tienda de artículos decorativos para jeeps, todo tipo de cosas para el tablero y el capó, como caballos plateados adhesivos, imágenes de Jesús y nombres de mujer impresos sobre placas de plástico rojo. Había una zona de puestos de fruta en los que vendían cestos de lanzones, una fruta local que a mí me resulta demasiado agria y llena de semillas, pero que a Sofía le encanta.

Pasamos por delante de un grupo de niños que hacían Volar sus barriletes por un campo verde de arroz. Parecía un dibujo sacado de una tarjeta navideña de las Naciones Unidas, excepto por el cartel que anunciaba el nombre del pesticida que se usaba en aquel campo. Mi amiga Arlene me dijo que la mayoría de los pesticidas que utilizan aquí en Estados Unidos están prohibidos.

Llegamos a Manila a primera hora de la noche. Dejé a Sofía en casa de nuestros amigos y me fui a registrar en un hotel. Estuve paseando y haciendo compras hasta que llegó la hora de ir a recogerla. Cuando llegué a buscarla, el padre de Claire me pidió que me quedara a cenar. Me preparó un vodka con tónica y estuvimos viendo cómo los niños, disfrazados, revolvían los caramelos en sus bolsas de Halloween. Luego nos sentamos a cenar. Bendijeron la mesa y sirvieron pizza de Shakey y, de postre, brownies con helado. Sentada allí, en la cabecera de la mesa, contemplé a los McGinity y a sus tres hijos rubios, mi vodka con tónica, la pizza y los brownies, y me pareció la imagen más exótica de todas las que he visto últimamente.

Al día siguiente invitamos a Claire al hotel y estuvo jugando en la piscina con Sofía. De vez en cuando me llegaban fragmentos de su conversación. Hablaban de política. Claire dijo: «Mi presidente no es el presidente Marcos, sino el presidente Ford». Luego hablaban de lo que les gustaba o disgustaba comer. Al final, Sofía dijo: «Bueno, ¿sabes qué?, a las cucarachas les gusta comer de todo».

Al anochecer, Sofía y yo fuimos en taxi hasta las oficinas y tomamos el ómnibus del equipo técnico, que volvía a Pagsanjan. En las afueras de Manila, el ómnibus pasó junto a un cementerio muy grande. Había muchísima gente y el tráfico empezó a avanzar lentamente. El cementerio estaba iluminado con simples bombitas y miles de velas. Desde lo alto del ómnibus podía ver con detalle las tumbas, la gente, los puestos de comida y las pequeñas danzas.

Sofía se había quedado dormida en el asiento contiguo al mío. Yo miraba por la ventanilla. Las imágenes que veía tenían tanta fuerza que me puse a pensar en mi amigo Ed, que me decía que las cosas que vemos a nuestro alrededor no son simplemente arbitrarias, sino que pueden ser interpretadas como los sueños. Se puede obtener información sobre lo que está ocurriendo en la vida de uno mirando las cosas que ocurren a alrededor. Me puse a pensar en lo que los cementerios y las tumbas simbolizan para mí, y en por qué los estaba viendo precisamente ahora.

De hecho, el motivo por el que había ido a Manila era que Francis se había marchado unos días y yo no quería quedarme sola en Pagsanjan. Quería hacer algo que me distrajera de pensar en él. Francis ha estado tan angustiado, últimamente, tan enojado: enojado con la película, enojado conmigo, enojado con su familia, enojado con todos sus colaboradores, enojado con su vida. Así que se marchó para estar totalmente a solas e intentar determinar qué le molesta tanto.

Últimamente parece haber estado luchando entre sus expectativas de
cómo cree
que es su vida y cómo se supone que la gente que lo rodea debería ser, en oposición a cómo son en la realidad. Parece que se le están derrumbando algunas de las creencias, actitudes y expectativas que tenía desde niño. Hay mucho dolor y rabia y miedos asociados con la muerte.

La gente que veía en los cementerios estaba mostrándoles su respeto a los muertos, al pasado, y luego celebraban el presente. Era como si simbolizaran algo de la muerte, algo que estaba a cierta distancia de mí, quizá ligado al mundo de Francis, pero no era algo triste; de alguna manera era un motivo de celebración.

3 de noviembre, Pagsanjan

Francis llegó a casa a primera hora de la mañana. Me dio un abrazo y un beso y me dijo que todo estaba bien. Que tenía las cosas más claras. Me explicó que, desde que era pequeño, siempre quiso tener talento y triunfar en la vida, ganarse la aprobación de su familia y de sus amigos y de las mujeres. Quería, por encima de todo, ser muy talentoso, pero siempre había tenido dudas, así que toda la aprobación que recibía lo hacía sentir desgraciado porque le parecía que era falsa. Y, en fin, me dijo que se ha dado cuenta de que sí tiene talento, pero no de la manera que él esperaba, no el talento que creía tener, no como en sus fantasías de la infancia. No el talento tradicional. Dice que cree que su talento real está en el área de la conceptualización: saber ver una cosa, saber cómo algo se podría hacer, adaptar las ideas a nuevas formas, innovar, en vez de construir de la nada. Manifestó que pensaba que su talento no se ajusta exactamente al concepto tradicional de la industria cinematográfica, y que quizá por eso se marchó de Los Ángeles de manera intuitiva. Quizá nunca sería capaz de concretar sus planes de crear un estudio de cine porque ser jefe de un estudio significa, más que nada, una idea preconcebida de lo que se debe hacer si se tiene éxito en la industria cinematográfica. Comentó que quizá la razón por la que esta película le está resultando tan difícil, y por la que se ha sentido tan desgraciado, es porque las formas tradicionales con que pensaba que debería trabajar no estaban funcionando, por eso estaba tan enojado y aterrorizado. Cuando, en realidad, su mejor logro en la película era conceptual e innovador y no se hubiera podido llevar a cabo de la manera tradicional. Me decía que, normalmente, el guión está terminado de manera definitiva antes de empezar la filmación, pero ahora se daba cuenta de que sus improvisaciones Y retoques han dado como resultado las mejores escenas de lo filmado hasta el momento. Se suponía que Marlon tenía que estar delgado y musculoso para interpretar el papel del oficial boina verde, pero cuando apareció con su irremediable sobrepeso, él tuvo que renunciar a sus ideas preconcebidas sobre el personaje y buscar una solución que llevara la película mucho más en la dirección del mito, lo cual resultó mejor que su concepto original. Expresó que empezó a darse cuenta de que quizás un buen director no sea el que está totalmente preparado, sino el que es capaz de tomar las situaciones que se presentan y usadas en su provecho, en vez de interrumpir la producción hasta que todo cuadre con sus planes originales. Dijo que él siempre tenía nuevas ideas y soluciones; que cuando llegó el tifón, no había detenido la filmación inmediatamente, sino que cambió la escena para que incluyera una tormenta. Y añadió que siempre estaba furioso consigo mismo por lo lento que avanza la filmación, y gran parte del motivo es la distinta manera de trabajar que tienen el equipo italiano y Vittorio. Él pensaba que era su culpa por no saber mantener un ritmo adecuado, pero ahora ha comprendido que Vittorio y su estilo de filmar son conceptos clave para esta película. Con su elección de un director de fotografía no tradicional estaba haciendo una película mejor. Piensa que, en realidad, está haciendo bien la película, utilizando sus talentos reales, y no haciéndola simplemente de la manera que creería que un buen director debía hacerla. Estaba ilusionado ante la posibilidad de explorar su talento donde siente que está realmente, de ver su vida tal como es y de despojarse de sus ideas preconcebidas.

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