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Authors: Jane Austen

Tags: #Clásico,Romántico

Persuasion (31 page)

BOOK: Persuasion
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Hay en algunas personas una rapidez de percepción, una precisión en el discernimiento de un carácter, una penetración natural, que la experiencia de otras gentes no alcanza jamás, y Lady Russell había sido menos bien dotada en este terreno que su joven amiga. Pero era una buena mujer, y si su primer objetivo era ser inteligente y buen juez de la gente, el segundo era ver feliz a Ana. Amaba a Ana más de lo que apreciaba sus propias cualidades; y cuando el desagrado del primer momento hubo pasado no le fue difícil sentir afecto maternal por el hombre que aseguraba la felicidad de quien consideraba su hija.

De toda la familia, la más satisfecha fue María. Era conveniente tener una hermana casada, y podía imaginarse que ella había contribuido algo a ello, teniendo a Ana consigo durante el otoño; y como su hermana debía ser mejor que sus cuñadas, era también grato pensar que el capitán Wentworth era más rico que el capitán Benwick o Carlos Hayter. No tuvo nada que lamentar cuando vio a Ana restituida a los derechos del señorío, como dueña de una bonita propiedad. Había además una cosa que la consolaba poderosamente de cualquier pesar que pudiese sentir. Ana no tenía un Uppercross delante de ella, no tenía tierras ni era cabeza de una familia; y si ocurría que el capitán Wentworth no era nunca hecho barón, no tendría ella motivos para envidiar la situación de Ana.

Hubiera sido un bien para la hermana mayor contentarse de igual manera, pero poco cambio podía esperarse de ella. Pronto tuvo la mortificación de ver alejarse a Mr. Elliot; y desde entonces nadie en situación aceptable se presentó para salvar las esperanzas que se desvanecieron al retirarse este caballero.

Las noticias del compromiso de su prima Ana cayeron inesperadamente sobre Mr. Elliot. Desarreglaba esto su ilusión de felicidad doméstica, sus esperanzas de mantener soltero a Sir Walter en favor de los derechos de su presunto yerno. Pero, molesto y desilusionado, pudo hacer aún algo por sus propios intereses y felicidad. Pronto dejó Bath; poco después también se fue mistress Clay y bien pronto se oyó decir que se había establecido en Londres bajo la protección del caballero, con lo que se evidenció hasta qué punto había éste jugado un doble juego, y cuán determinado estaba a no dejarse vencer por las artes de una mujer hábil.

El afecto de Mrs. Clay había sido más poderoso que su interés y había sacrificado al caballero más joven sus esperanzas de casarse con Sir Walter. Esta dama tenía, sin embargo, habilidades que eran tan grandes como sus afectos, y no era fácil decir cuál de los dos astutos triunfaría al final. Quién sabe si al impedir que se convirtiera Mrs. Clay en la esposa de Sir Walter, no se preparaba a ésta el camino para convertirse en esposa de Sir William.

No cabe duda que Sir Walter e Isabel sufrieron un terrible disgusto al perder a su compañera y al desilusionarse de ella. Tenían sus primos para consolarse, es cierto, pero bien pronto comprenderían que seguir y adular a otros sin ser a la vez seguidos y adulados es sólo un placer a medias.

Ana, muy fuertemente satisfecha con la intención de Lady Russell de amar como debía al capitán Wentworth, no tenía más sombra en su dicha que la que provenía de la sensación de que no había en su familia una persona con méritos suficientes para ser presentada a un hombre de buen sentido. Allí sintió poderosamente su inferioridad. La desproporción de sus fortunas no tenía la menor importancia; no sintió esto en ningún momento; pero no tener familia que lo recibiera y lo estimara como merecía; ninguna respetabilidad, armonía, buena voluntad que ofrecer a cambio de la digna y pronta bienvenida de sus cuñados y cuñadas, era un manantial de pesares, bajo circunstancias, por otra parte, extremadamente felices. Sólo dos amigas podía presentarle: Lady Russell y Mrs. Smith. A estas dos, él pareció dispuesto a dedicar inmediato afecto. A Lady Russell, pese a sus resentimientos anteriores, estaba él dispuesto a recibirla de todo corazón. Mientras no se viera obligado a confesar que ella había tenido razón en separarlos al principio, estaba presto a hacer grandes alabanzas de la dama; en cuanto a Mrs. Smith, había varias circunstancias que lo inclinaron pronto y para siempre a apreciarla como merecía.

Sus recientes buenos oficios con Ana eran ya más que suficientes; y el matrimonio de ésta, en lugar de privarla de una amistad, le otorgó dos. Fue ella la primera en visitarlos apenas se hubieron establecido; y el capitán Wentworth, encargándose de los negocios para que recobrase las propiedades de su esposo en las Indias Occidentales, escribiendo por ella, actuando y ocupándose de todas las dificultades del caso, con la actividad y el interés de un hombre valiente y un amigo solícito, devolvió todos los servicios que ésta hiciera o hubiese intentado hacer a su esposa.

Las buenas cualidades de Mrs. Smith no desmerecieron con el aumento de su renta. Con la salud recobrada y la adquisición de amigos que podía ver a menudo, continuó valiéndose de su perspicacia y de la alegría de su carácter; y teniendo estas fuentes de bienestar habría hecho frente a cualquier otro halago mundano. Habría podido estar más sana y ser más rica, siendo siempre dichosa. La fuente de su felicidad estaba en su espíritu, como la de su amiga Ana residía en el calor de su corazón. Ana era la ternura misma, y había encontrado algo digno de ella en el afecto del capitán Wentworth. La profesión de su marido era lo único que hacía desear a sus amigas que aquella ternura no fuese tan intensa, por miedo a una futura guerra que pudiera turbar el sol de su dicha. Su gloria era ser la esposa de un marino, pero debía pagar el precio de una constante alarma por pertenecer su esposo a aquella profesión que es, si fuese ello posible, más notable por sus virtudes domésticas que por su importancia nacional.

JANE AUSTEN (Steventon, Inglaterra, 16 de diciembre de 1775 – Winchester, Inglaterra, 18 de julio de 1817) fue una destacada novelista británica que vivió durante el período de la regencia. La ironía que emplea para dotar de comicidad a sus novelas hace que Jane Austen sea contada entre los "clásicos" de la novela inglesa, a la vez que su recepción va, incluso en la actualidad, más allá del interés académico, siendo leídas por un público más amplio.

Sus obras han sido llevadas al cine en diferentes ocasiones, algunas veces reproducidas de forma fiel, como el clásico Más fuerte que el orgullo de 1940 dirigido por Robert Z. Leonard y protagonizada por Greer Garson y Laurence Olivier y en otras haciendo adaptaciones a la época actual, como es el caso de Clueless, adaptación libre de Emma, o bien Sentido y sensibilidad, de 1995; Mansfield Park, de 2000, y las versiones de Bride and Prejudice (dirigida por Gurinder Chadha) en el 2004, y en el 2005 Orgullo y prejuicio (dirigida por Joe Wright), ambas basadas en la célebre Pride and Prejudice. El interés que la obra de Jane Austen sigue despertando hoy en día muestra la vigencia de su pensamiento y la influencia que ha tenido en la literatura posterior.

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