Romance Extremo (19 page)

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Authors: Alvaro Ganuza

BOOK: Romance Extremo
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-Me voy al agua.

Echo una mirada más a Tomás, que se encuentra sentado en la arena a varios metros de nosotras, y me voy.

Hay gente en la playa, pero se está cómodo. Hay mucho espacio y puedes ir al agua sin necesidad de rodear o saltar toallas.

Me coloco bien la braguita del biquini negro y jadeo de placer cuando la templada agua del mediterráneo moja mis pies. ¡Qué buena está! Sigo entrando lentamente y cuando me cubre hasta mitad de muslo, salto de cabeza.

Tras algo más de media hora de relajante baño, salgo para regresar a la toalla y en la orilla, me sacudo el pelo y destapono los oídos saltando primero sobre un pie y después sobre el otro.

-Hola. Miro al chico joven que se me acerca. Moreno, ultrabronceado, con un bonito físico trabajado sin ser excesivo y un escueto slip rojo.

-Hola.- respondo por cortesía.

Él sonríe y se pasa una mano por el pelo.

-No me reconocerás, pero soy Hugo, el Drag que os a yudó a tu amiga y a ti en Deseo.

-¡Anda!- exclamo sorprendida.

Voy hacia él y le planto dos besos en las mejillas.

-No te habría reconocido.- admito entre risas.

-Ya imagino.- sonríe él.- ¿Qué tal estáis?

-Bien, bien. Gracias a ti solo fue un susto. Mi amiga está en la toalla, ¿por qué no vienes y charlamos un rato?

-Bueno.- se encoge de hombros divertido.

-Al menos que irías a algún lado.

-No, no. Yo también estoy con unos amigos aquí al lado y me acerqué porque te reconocí.

-Que bien, pues vamos que ella también estará contenta de verte.

Conforme nos vamos acercando a las toallas, me doy cuenta que Tomás se ha unido al grupo. Seguramente alguna de esas pedorras le ha insistido, y no solo eso, también le han prestado una toalla, se ha quitado la ropa y luce el bañador dorado que le compré.

¡Madre mía, si es que está tremendo!

Las chicas al verme llegar sonríen, pero clavan la vista en el chico guapo que tengo al lado. A Tomás lo ignoro directamente.

-Raquel, mira con quién me he encontrado.- le digo.

Ella se levanta las gafas de sol de marca y lo escanea de arriba abajo con la intención de reconocerle.

-Ahora mismo no caigo.- dice ella confundida.

Hugo y yo reímos.

-Pues te liaste con él.- me burlo.

A Raquel le cambia la cara, Hugo me mira con los ojos abiertos como platos y yo sigo riendo.

-¡Que es broma, tonta!- exclamo divertida.- Es Hugo, el Drag que nos ayudó en Deseo.

-¡Oh, nuestro salvador!- alza la voz y se levanta de la toalla para saludarlo.

Hago rápidamente las presentaciones y le invito a que se quede un rato, acomodado en mi toalla.

-Voy a por bebidas.- comento mientras busco mi cartera en el bolso.- ¿Quieres una cerveza, Hugo? Invitación por la ayuda prestada.

-Vale, gracias.- contesta sonriente.

Me levanto de la toalla y rodeo a las chicas que cotorrean con el invitado, para dirigirme al chiringuito que hay a unos metros.

-Te acompaño.- murmura Tomás al tiempo que se levanta.

Caminamos en silencio hasta la barra de la terraza y llamo a la camarera. Ésta me ignora y come con los ojos a mi acompañante. ¡Zorrón a la vista!

Cuando se acerca le hago el pedido con un tono de “
y date prisa, bonita
”.

-Espero que no te moleste que me haya acercado, tus amigas han insistido hasta hacerme pasar vergüenza.- comenta Tomás.

-Tranquilo, no pasa nada.

Y es cierto. No sé si quiero que esté cerca o que esté lejos. Ya no sé lo quiero, mi mente es un completo caos. Estoy enfadada con él, pero en el fondo quiero dejar de estarlo. O no, no sé, ya no lo sé.

-Todavía me duelen los riñones del golpe de ayer.

Sonrío y bajo la cabeza avergonzada.

-De acuerdo.- acepto girándome hacia él.- Anoche me pasé veinte pueblos y te pido disculpas.

Tomás arquea las cejas sorprendido. Parece que no se lo esperaba.

-Acepto tus disculpas y yo también te las pido si en algún momento te molesté.

-Lo hiciste, no me gusta que me traten como una cría, pero acepto tus disculpas y así estamos en paz.

-Y armonía.- añade.

Sonrío y extiendo mi mano. Él me la estrecha y se inclina para besarme... pero me aparto.

-¿Dónde vas?- pregunto divertida.

-A sellar el trato.- contesta como si fuera obvio.

-Los tratos se sellan así.

Le doy un apretón a la mano y la subo y bajo un par de veces.

Tomás se ríe y la pedorra de la camarera carraspea.

-¿Algo más?- pregunta mirándole a él.

-Sí, que me cobres.- respondo borde mientras le tiendo un billete de cincuenta euros.

La chica lo coge y marcha a la caja registradora.

Cuando regresa con los cambios, los guardo en la cartera y cojo la mitad de las cervezas. Tomás pilla el resto y partimos de regreso a las toallas.

Las chicas parecen divertidas con Hugo y él muy cómodo con ellas. Al llegar, estallan en carcajadas y Tomás y yo nos miramos sin saber que hacer. Repartimos las bebidas y nos unimos a la fiesta.

Lucía parece muy tontita con Hugo y el hecho de que no mire a Tomás, indica una clara señal de interés por el muchacho. Él también parece que se centra en hablar con ella más que con el resto. ¿Surgirá algo?

Por lo visto, Hugo ha estudiado Artes Escénicas y se gana un dinerillo extra como Drag Queen en Deseo 54, y a pesar de lo que todo el mundo crea, no es gay.

¡Uff! No sé si ha sido el alcohol de las cervezas, el calor que hace o ambas cosas, pero estoy asfixiada.

-Voy al agua, me muero de calor.- farfullo.

No espero ni a que respondan si alguien se anima a venir. Me levanto y marcho hacia la orilla.

Doy un grito de sorpresa cuando Tomás me coge en brazos y me levanta del suelo.

-¿Qué haces?- pregunto cogiéndome a su cuello.

-Llevarte al agua.- responde sonriente.- No pensarías que iba a dejarte sola.

-Tengo mucha calor.- musito apoyando la cabeza en su hombro.

-Estás roja. No deberías estar tanto tiempo bajo el sol. Luego ponte debajo de la sombrilla.

-Vale.

Doy un respingo cuando mi culo entra en contacto con el agua y Tomás se ríe. Poco a poco va entrando en el mar hasta que a ambos nos cubre los hombros.

Me deshago de sus brazos e introduzco la cabeza bajo el agua. ¡Oh, qué frescor! Braceo un par de veces y me giro hacia Tomás, que se sumerge y bucea hasta aparecer a mi lado.

El pelo mojado y hacia atrás lo hace más irresistible, y sus ojos verdes resplandecen con el brillo del agua.

Me coge de la cintura y me atrae hacia él.

-¿Qué haces?- pregunto entre risas.

-Ya te has alejado bastante de mí estos días. No quiero que lo hagas más.- murmura serio.

Asiento y le rodeo con brazos y piernas, mientras él me estrecha más fuerte entre sus brazos.

Nuestras narices son las primeras en contactar y tras ladear un poco la cabeza, rozamos nuestros labios para dar paso a unos intensos y apasionados besos. Nuestras lenguas se buscan ansiosas, añorando durante días el roce de la otra.

-Joder, como te he echado de menos.- jadea él.

-Sí.- exhalo.- Mucho.

Nos separamos antes de estallar de lujuria, porque no es el momento ni el lugar, y seguimos disfrutando del agua. Y como el mar, no pienso poner trabas a lo nuestro y dejaré que me lleve la corriente, sea al puerto que sea.

Hugo ha decidido coger sus cosas de donde estaba con sus amigos y quedarse con nosotros. Algo que celebramos, especialmente Lucía.

Marc y Raúl aparecen justo a la hora de la comida, que compramos en el chiringuito de al lado junto con más bebida, mucha más, y estallo en escandalosas carcajadas cuando Maca, envidiosa, me chismorrea al oído un
“Joder, aquí todas con pareja y yo más sola que la una”
.

Intento parar porque mi amiga me mira seria, pero no puedo. Será el alcohol, el calor, o que por fin todo mi ser está feliz por estar con Tomás, borrándose lo malo.

Me lanzo sobre ella y caemos sobre las toallas muertas de risa.

-A mí me tendrás siempre.- le digo al oído.

-¿Compartimos a Tomás?

-¡Ni en sueños!- respondo veloz.

Y volvemos a reír como dos locas borrachas. Aunque yo creo que estoy más borracha de amor que de otra cosa.

Disfrutamos de una tarde magnífica: de risas constantes gracias al cachondo de Raúl; de buenos baños, tanto de agua como de sol; de un delicioso masaje que me da Tomás y que más tarde se lo devuelvo; de una Maca cabreada por la picadura de una medusa en la pierna y que después, llámalo casualidad o llámalo destino, conoce a un guapísimo chico en el puesto de socorro del que queda encandilada y él, por lo que veo cuando la acompaño, también.

Desearía que este día no acabase nunca, pero el sol anaranjado empieza a descender a las aguas del mediterráneo.

Los brazos de Tomás rodean mi cintura, su pecho se pega a mi espalda, sus piernas flanquean las mías y su mentón se apoya en mi hombro. Estamos sentados en la toalla viendo el hermoso atardecer.

-¿Estás bien?- susurra.

-Sí.- sonrío y apoyo mis brazos sobre los suyos.- Me gustaría que este día no acabase.

-Habrá más.

Levanto el rostro hacia él.

-¿Me lo prometes?

-Te lo prometo.

Y sella la promesa con un dulce beso en los labios que es la guinda del pastel para este magnífico día.

No sabéis lo fácil que es dejarse llevar por la corriente, por los sentimientos. Esa misma noche Tomás viene a mi cuarto y hacemos apasionadamente el amor una, y otra, y otra vez. Recompensando a nuestros cuerpos, nuestras almas y nuestros corazones por los días de tortura ausencia.

A mi padre le cuesta asimilarlo. Ése es el tema del que me quería hablar, de mi relación con Tomás, con el chico que encontré apaleado, que después me salvó de un posible rapto y que ha terminado siendo mi escolta. Pero le he hecho entrar en razón. ¿Qué mejor novio que el que es capaz de dar su vida por la de su querida hija?

Dicen que el tiempo vuela cuando se está enamorado. Yo diría que pasa fugaz, como un rayo en plena noche de tormenta. Y así ha pasado el verano.

La última semana de agosto la dedico a enviar o entregar curriculums en todas las empresas y laboratorios de la zona que encuentro. Me da pena empezar a trabajar ya que dejaré de pasar tantas horas con Tomás, pero él me dice que me llevará y recogerá en la puerta, todos y cada uno de los días, y que aunque sean menos horas las que nos veamos, serán más intensas.

El último día de agosto, martes, recibo una llamada para empezar mis prácticas al día siguiente en un laboratorio farmacológico. Eso alegra a mi padre, pero a mí me entristece un poco, y mucho más cuando Tomás me dice que no se va a quedar esta noche en mi cuarto porque necesito estar descansada para el día siguiente.

Doy vueltas en la cama sin poder dormir. Estoy nerviosa por empezar mañana con una rutina que se alargará en el tiempo, es lo que tiene trabajar; y triste porque no podré ver tanto como quiero a mi chico.

Suspiro y me quedo mirando al techo. La luz de la luna se cuela a través de las cortinas y proyectan en él figuras abstractas a las que doy forma en mi mente: una ola, una mano, dos cabezas juntas...

Un destello azul cruza mis figuras. Es rápido, un visto y no visto, y me incorporo de la cama asombrada. Miro la ventana más cercana a mi cama y me levanto.

Hoy me he puesto un sexy camisón de seda blanco para chantajear a Tomás y que se quedara. Él se ha reído con mis artimañas y tras un ardiente beso, se ha marchado.

Camino descalza hasta la cortina y cuando alzo la mano para retirarla y poder ver el exterior, una intensa y brillante luz me ilumina y ciega.

Mi corazón se acelera, mi piel se eriza y me tiro contra el tocador cuando empiezo a escuchar el tiroteo.

CAPÍTULO 15

 

 

Aparto de un empujón el taburete y me oculto bajo el tocador. ¿Qué está pasando?

Grito asustada cuando uno de los cristales de mi ventana se rompe en mil pedazos. La puerta de la habitación se abre y levanto la vista, aterrada. Es Tomás y me observa con el pánico reflejado en su rostro.

-¡Tomás!- grito e intento levantarme.

-¡No te muevas!- grita él.

Corre agachado hasta mí y me abraza fuerte.

-¿Estás bien?- pregunta alarmado.

-Sí.- gimoteo asustada.- ¿Qué está pasando?

El ruido del tiroteo se va mezclando con el de las sirenas de policía.

-Es una redada.- dice él.- Vienen a por tu padre.

Alzo el rostro hacia Tomás y las lágrimas corren veloces por mis mejillas.

-¡Las chicas!- alzo la voz.- ¡Debemos poner a salvo a las chicas!

-Ya lo hice yo.

Me aferro temblorosa a Tomás y él intenta resguardarme contra su cuerpo.

-¡Mi padre!- sollozo.- ¡Debo ir con él, Tomás!

-No, no vas a ir a ningún lado.

Se mueve nervioso y busca en sus pantalones. Saca el móvil y veo que llama a “A.A Mamá”.

-¿Qué haces?- pregunto perpleja.

Él no contesta y se lleva el móvil a la oreja.

-¡Pablo!- ruge al teléfono.- ¡Diles que no disparen al segundo piso, que estoy con Victoria! ¡Ya sé que solo estáis respondiendo, pero no lo hagáis al segundo piso, joder! ¡Díselo al comisario!

¿Comisario? Mi corazón da un vuelco. Intento soltarme de su brazo, pero él me agarra más fuerte.

-¡Suéltame!- gritó y le doy un guantazo.- ¡Eres un puto chivato de mierda! ¡¿Qué has hecho?!

Tomás tira el móvil y me agarra casi agresivo por los hombros.

-¡No soy ningún chivato!

-¡Sí lo eres! ¡Un maldito topo que ha vendido a mi padre! ¡Y me has traicionado!

-¡Soy policía!- grita.

Enmudezco. ¿Policía? ¿Tomás es policía?

-Soy el oficial Gabriel Sánchez.

Si mi corazón fuera de cristal ahora mismo estallaría en un millón de pedazos.

-Me has utilizado.- musito horrorizada.- Me has utilizado todo este tiempo.

-Debía... pero...- balbucea nervioso.

Grito de rabia, me zafo de sus manos y le pego. Le pego con odio, el mayor odio que he sentido en mi vida.

Esto es una pesadilla. Todo ha sido mentira en estos meses y el amor que prodigaba hacia mí era falso e incluso su identidad. Todo. Me ha usado para atrapar a mi padre y yo se lo he puesto en bandeja.

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