Rumbo al cosmos (44 page)

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Authors: Javier Casado

BOOK: Rumbo al cosmos
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En este contexto, la misión de la Chandrayaan sería más bien un ejercicio publicitario de la capacidad india, orientado a captar clientes potenciales en los países de su entorno e incluso a nivel mundial, a los que el subcontinente asiático podría ofrecer tanto el diseño de satélites de diferentes tipos, como el lanzamiento de los mismos con notable fiabilidad y bajo coste. Un mercado en el que también aspira a introducirse seriamente su vecino, China, con similares capacidades, lo que podría convertir a estos países en serios rivales en el campo espacial, y en una importante amenaza para los intereses europeos y norteamericanos en esta área.

China: apostando por el futuro frente al ITAR

Noviembre 2007

Desde hace un par de décadas, China avanza paso a paso, pero imparable, por el camino de convertirse en uno de los grandes competidores mundiales en la arena espacial, a nivel comercial.

Hace ya 37 años que China se convirtió en el quinto país del mundo capaza de lanzar sus propios satélites, por detrás de EE.UU., Rusia, y Europa, y apenas un par de meses después de que Japón hiciera lo propio. Esta capacidad fue aumentando con nuevos y más potentes lanzadores, hasta dar un salto cualitativo en 2003 poniendo sus propios astronautas en el espacio (privilegio sólo compartido con EE.UU. y Rusia, a día de hoy). Sin embargo, hasta ahora, su capacidad a nivel comercial ha estado limitada por dos factores: principalmente, por las severas restricciones impuestas por los Estados Unidos, acogiéndose a las regulaciones ITAR sobre exportación, y, secundariamente, por el progresivo incremento de la masa de los satélites comerciales, que ha hecho perder algo de competitividad a sus lanzadores de tipo medio frente a otros pesados como el Ariane 5, capaces de poner en órbita dos satélites geoestacionarios de comunicaciones al mismo tiempo, con la consiguiente reducción de costes.

Imagen: El lanzador CZ-3, o Larga Marcha 3, es el más utilizado de los lanzadores de satélites chinos. Sin embargo, su comercialización al exterior está severamente limitada por las regulaciones ITAR norteamericanas. (
Foto: Xinhua
)

Pero esto último está a punto de cambiar tras el anuncio oficial del lanzamiento del Larga Marcha 5, que elevará hasta las 25 toneladas su capacidad de puesta en órbita LEO (frente a las 9 actuales), o hasta 14 toneladas en GTO, frente a las 5 del Larga Marcha 4. También se incrementa notablemente el diámetro de la cofia, desde los 3,4 hasta los 5 metros, posibilitando la puesta en órbita de cargas de mucho mayor volumen.

Nuevo lanzador y nuevas infraestructuras

Evidentemente, las capacidades de este lanzador no serán únicamente comerciales, teniendo también un gran potencial dentro del programa espacial tripulado chino. Se destaca, por ejemplo, su capacidad para la puesta en órbita de posibles módulos de una estación espacial, además de allanar el camino hacia una hipotética futura misión tripulada lunar. Algo que aún queda lejos en todos los sentidos, y para lo que el Larga Marcha 5 aún resultaría escaso en capacidad si se quisiera hacer con un solo lanzamiento, pero posibilitando la misión mediante un lanzamiento doble: con un posterior acoplamiento en órbita terrestre entre los módulos lanzados independientemente, se tendría capacidad para una misión orbital lunar. Una misión tripulada de alunizaje, por su parte, requeriría de al menos tres lanzamientos de este nuevo cohete, haciendo excesivamente complicada toda la logística de la misión, y convirtiéndola, en la práctica, en algo poco probable con estos medios.

Para llevar a cabo el desarrollo de este nuevo lanzador, una nueva factoría va a levantarse en Tianjin, cerca de la capital, Pekín. El pasado 30 de octubre se colocó la primera piedra de este complejo, de donde se espera que salga terminado el primer cohete en 2013. Un año antes, en 2012, debería haberse terminado la nueva base de lanzamiento que se está preparando en Wenchang, en la idílica isla tropical de Hainan, el territorio más meridional de China, y un codiciado destino vacacional. Su proximidad al ecuador, a sólo 19º de latitud norte, lo convierte en una ubicación excepcional para un gran número de misiones, especialmente las de satélites geoestacionarios, de espacio profundo, o tripuladas. De hecho, esta base de lanzamiento se convertirá en la tercera mejor ubicada a nivel mundial, tras la europea de Kourou y la india de Sriharikota, además de solventar los graves problemas de seguridad en su entorno que presenta la actual base de Xichang, que obligan a evacuar varias aldeas próximas a la base de forma previa a cada lanzamiento, después de que un accidente causase decenas de víctimas mortales entre la población en 1995.

Un duro competidor en la arena comercial…

Con el CZ-5 (iniciales en chino de Chang Zheng, o Larga Marcha), China equipara su capacidad de lanzamiento con la de las principales potencias espaciales: el nuevo lanzador tendrá una capacidad muy similar a la de las versiones más potentes del Atlas V o Delta IV-Heavy norteamericanos, el Proton ruso o el Ariane 5-ECA europeo. De hecho, su capacidad será ligeramente superior a la que estos lanzadores tienen en la actualidad, probablemente con el objetivo de no hallarse por debajo, dadas las posibles evoluciones de estos lanzadores, cuando el chino entre en servicio en 2013.

Imagen: El nuevo lanzador pesado CZ-5 (maqueta de la derecha) abrirá las puertas del mercado chino de lanzamiento a los grandes satélites geoestacionarios, lo que, unido a los bajos precios de los lanzamientos chinos, podría convertirlo en un serio competidor de los principales lanzadores occidentales. (
Foto: archivos del autor
)

Por todo ello, aunque se destaquen las capacidades del nuevo lanzador en el campo de la exploración espacial, lo cierto es que probablemente el mayor atractivo que presenta para las autoridades chinas es, precisamente, su capacidad para convertirse en un peligroso competidor de los que ahora dominan claramente el mercado comercial a nivel mundial, con el Ariane a la cabeza. Un mercado en el que la competitividad de los precios chinos podría hacerle ganar muchos enteros frente a sus competidores, pero en el que al mismo tiempo China ve seriamente restringida su entrada debido a las barreras impuestas por los Estados Unidos.

…con la venia de los Estados Unidos

Desde los años 90, Estados Unidos ha impuesto un fuerte veto al lanzamiento de satélites occidentales en lanzadores chinos, respaldándose en los términos del ITAR,
International Traffic in Arms Regulations
. Este conjunto de medidas se establecieron por el gobierno norteamericano sobre sus exportaciones internacionales con el objetivo de regular y restringir la exportación de elementos susceptibles de ser utilizados militarmente. Cualquier artículo que se establezca que pueda caer dentro de los límites del ITAR, sólo podrá ser exportado a otro país con autorización expresa del Departamento de Defensa.

Aunque establecidas con el propósito de evitar el envío de tecnología militar a países no amigos, en la práctica las regulaciones ITAR se han extendido a un gran número de productos comerciales civiles, estableciendo así un velado veto comercial a ciertos países. Este fue el caso concreto de China, cuando se prohibió que cualquier satélite con tecnología americana pudiera ser lanzado por aquel país. Dado que es prácticamente imposible encontrar algún satélite occidental que no porte algún elemento norteamericano en su interior, la normativa limitaba en la práctica el acceso de China al mercado comercial de satélites. Utilizaciones similares de los términos del ITAR se han llevado a cabo en otras ocasiones, como cuando el gobierno de los Estados Unidos prohibió a España vender aviones de transporte de fabricación española a Venezuela, a comienzos de 2006, porque equipaban algún componente electrónico de fabricación norteamericana al que podía aplicársele el ITAR; una medida generalmente considerada como represalia por la salida de las tropas españolas de Irak.

Debido a estas medidas restrictivas, China se ha visto imposibilitada de lanzar satélites occidentales desde 1996. Su mercado comercial se ha visto limitado así a satélites completamente autóctonos, o bien satélites foráneos que no portasen elementos de fabricación norteamericana en su interior. Esto ha restringido sus lanzamientos comerciales a seis desde 1999, entre los que solamente ha habido un fabricante occidental: la italiana Thales Alenia Space, que hace tiempo decidió seguir la estrategia de abrir una pequeña línea de fabricación de satélites con elementos libres de restricciones ITAR, con el objetivo de optar al mercado chino. Aunque los costes de esta decisión aún no han sido amortizados, por la dificultad que ha supuesto reemplazar a algunos grandes productores norteamericanos de componentes electrónicos, en Alenia se apuesta estratégicamente por esta línea de cara al futuro.

Apostando fuerte

Pese a todas las dificultades impuestas desde la otra orilla del Pacífico, China parece claramente dispuesta a no perder opciones en el mercado comercial con su CZ-5. Mientras las restricciones ITAR desaparecen, o mientras más países y empresas deciden soslayarlas con componentes no norteamericanos, podrá dar a conocer internacionalmente su flamante lanzador con espectaculares misiones tripuladas o de exploración del Sistema Solar. Y, al mismo tiempo, estará así en disposición de arrebatar una amplia porción de la tarta del comercio espacial, gracias a sus competitivos precios, si algún día el veto estadounidense es relajado o soslayado. Y ambas cosas podrían ocurrir de forma más o menos simultánea.

Efectivamente, acciones como la de la empresa italiana Alenia, capaz de eludir el veto del ITAR, amenazan seriamente a la competitividad norteamericana. No sólo se pierde mercado en la actualidad (terceros países pueden ahora encargar la fabricación de su satélite a Alenia para ser lanzado con un cohete chino a un menor coste), sino que se arriesga fuertemente la posición de exclusividad a futuro, al favorecerse la aparición de nuevos proveedores de componentes que hasta ahora eran prácticamente exclusivos de la industria norteamericana. Esto originó desde hace unos años la aparición de presiones internas en los Estados Unidos para que el gobierno relaje sus restricciones ITAR y así poder competir libremente en un mercado que quisieron estrangular, pero que en la práctica amenaza con escapárseles poco a poco.

Entre tanto, China va tomando posiciones. Sin duda aspira a convertirse en una gran potencia política y económica a nivel mundial, y el mercado comercial espacial es un apetitoso nicho que no desea dejar escapar.

CEV: El nuevo vehículo de transporte de tripulaciones de la NASA

Junio 2005

Siguiendo las directrices trazadas por el discurso de Bush de enero de 2004 en cuanto a política espacial, la NASA lanzó el pasado mes de marzo la petición de propuestas técnicas para el desarrollo de su nuevo vehículo de transporte espacial, el CEV (
Crew Exploration Vehicle
).

El 14 de enero de 2004, todos los telediarios anunciaban una sorprendente noticia: el Presidente de los EEUU, George W. Bush, anunciaba los nuevos planes estratégicos para la Agencia Espacial Norteamericana, que pasaban por un retorno a la Luna en los próximos años, y una misión tripulada a Marte poco después. Una noticia como poco sorprendente, teniendo en cuenta la trayectoria seguida por la administración americana en materia espacial desde los años 70.

Dos días después, el escenario se complicaba: la NASA cancelaba su próxima misión de mantenimiento al telescopio espacial Hubble, lo que en la práctica suponía el fin de dicho telescopio en un plazo breve. Otra noticia desconcertante en principio, al suponer abandonar un magnífico instrumento que estaba proporcionando fantásticos descubrimientos para la ciencia, y que tenía un coste de fabricación astronómico, sólo por no llevar a cabo una misión de mantenimiento más.

Las razones esgrimidas para el abandono del Hubble eran consecuencia de las medidas a adoptar tras el accidente del Columbia de enero de 2003: se argumentaba que, por razones de seguridad, sólo se llevarían a cabo aquellas misiones que permitieran un acoplamiento del transbordador con la Estación Espacial Internacional (ISS) en caso de necesidad. Ello permitiría a la tripulación del transbordador esperar allí una misión de rescate en caso de graves daños durante el ascenso que hicieran peligrar la reentrada. Dado que la órbita del Hubble es incompatible con la de la ISS (el transbordador no tiene capacidad suficiente para maniobrar de una a la otra), esta filosofía obligaba a cancelar la misión de mantenimiento del telescopio espacial. No obstante, entre la comunidad técnica y científica este razonamiento resultaba poco convincente.

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