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Aunque dicho así pueda parecer críptico y complicado, en la práctica resulta más sencillo. De hecho, a menudo ni siquiera es necesario pedir su colaboración. A veces, una simple pregunta podría iniciar todo el proceso:
—Cuando te sientes atraída por alguien —podría, por ejemplo, preguntarle—, ¿cómo lo sabes? Quiero decir, ¿qué señales recibes de ti misma, desde tu interior, que te permiten darte cuenta —y aquí ralentizaría el tono de mi voz, haciéndolo más grave y sugestivo, como recomendaría Ross Jeffries o cualquier otro hipnotista— de que estás sintiendo… una atracción increíble… hacia esa persona… que no conoces?
Al hacer esta pregunta, ya estoy invocando el estado de atracción del que hablamos. Esto es así porque para responder correctamente debe, al menos hasta cierto punto, revivir esas sensaciones y, con ellas, dicho estado.
De hecho, al modificar mi voz justo en el momento en que inicio la parte de la frase: «estás sintiendo una atracción increíble hacia esa persona que no conoces», pretendo además lograr que su subconsciente interprete dicha parte de la frase como un mensaje disociado y distinto y, a ser posible, que lo interprete como una orden.
En otras palabras, revivo un estado y, a la vez, lanzo mensajes subliminales a su subconsciente que le dictan cómo se tiene que sentir (nótese además que la coletilla «que no conoces» está, en realidad, injustificada, ya que la primera pregunta hacía referencia solo a su estado de atracción, y no al hecho de que este se diese hacia un desconocido. Al hacerlo ahora, sin embargo, es muy posible que su subconsciente lo acepte acríticamente e incluso lo interprete como un mandato). La idea es que asocie dicho estado a mi compañía o mi persona.
En este punto, la mayoría suele contestar algo como:
—Bueno, creo que siento una especie de sensación extraña… como mariposas revoloteando en el estómago…
Aquí, ante todo, me tengo que asegurar de que realmente está reviviendo dicho estado con tanta intensidad como sea posible (si no es así, la animo a que lo sienta con mayor intensidad y fuerza). Para estar seguro de que es así, estudio con atención sus signos externos. Una vez hecho esto, procedo al anclaje:
—Sí, claro —respondo—… Y estoy seguro de que cuanto —cambio de tono de voz de nuevo al modo hipnótico y, además, esta vez podría acompañarlo de alguna clase de gesto o sonido— más y más sientes esa poderosa sensación de atracción…, es decir, cuanto la sientes más y más, las mariposas de tu estómago revolotean con más fuerza.
Al hacer esto, estoy dando nuevas órdenes a su subconsciente («más y más sientes esa sensación de atracción», «la sientes más y más», «las mariposas de tu estómago revolotean con más fuerza») que encuentran el camino libre de los obstáculos que interpondría su mente lógica y, por otra parte, estoy anclando dicha sensación, más intensa aun que instantes atrás, a ese tono de voz y al gesto particular que he llevado a cabo.
Después puede que trate algún otro tema de relleno, para volver a incitarla —quizás con palabras distintas— a evocar dicho estado más tarde. Al cabo de algunas repeticiones, habré logrado un potente anclaje.
A partir de ese momento, cada vez que quiera accionar dicho mecanismo, solo tendré que recurrir a dicho tono de voz y a dicho gesto, circunstancia que aprovecharé para cargar su mente con nuevos mensajes subliminales en sintonía con mi objetivo. Por ejemplo, podría preguntarle si la atracción que sintió la última vez fue inmediata o llevó un tiempo. Conteste lo que me conteste, yo podría seguir con algo como:
—¿Y tú que crees? ¿No crees que es mucho más emocionante cuando —cambio de nuevo de tono y utilización del gesto una vez más— sientes esa atracción intensa y abrasadora de forma repentina por alguien —aquí podría desviar el gesto y hacer que apunte hacia mí, para reforzar la asociación entre dicha sensación y mi persona— que apenas ha hablado contigo y sin haberlo planeado?
Fascinante, ¿no es cierto?
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Por supuesto, las posibilidades de estos recursos son prácticamente infinitas, por lo que decido dejar su exploración en tu mano a partir de este momento. Entre tanto, recuerda que el uso de la hipnosis, aunque parezca algo estrambótico o rebuscado, puede dar muy buenos resultados cuando se usa de forma adecuada y en el momento y contexto adecuados. Por otro lado, puede tener consecuencias desastrosas cuando dichos factores no se tienen suficientemente en cuenta.
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En momentos que lo requieran, también puedes ir más lejos. Por ejemplo, supón que te revela qué palabras asocia a ciertos estados intensos de ánimo o excitación sexual. Si algunas palabras se encuentran ancladas en ellas para dichos estados, podríamos decir que contamos con las Palabras de Trance para estados como excitación sexual, deseo, etc.
Podría, por ejemplo, haber anclado las palabras «oscuro» y «expansión» a su estado de deseo sexual por algo. Aunque por lo general hay más de dos, tomaremos estas como las Palabras de Trance del estado de deseo sexual. Pues bien, nuestro trabajo tendría dos partes. Primero, averiguar dichas Palabras de Trance para los estados que nos interesa provocar. Segundo, usarlas para provocarlos. Si quisiéramos lograr lo primero, no tendríamos más que lograr que hablara sobre algo que le haga revivir dicho estado y tomar nota cuidadosa de las palabras que repite con frecuencia en las que pone un especial énfasis cuando lo hace o cuando describe algo relativo al estado.
Para provocar lo segundo, podríamos refrasearlas nosotros mismos de diversas formas, con el objetivo de anclar dichos estados a nuestra propia persona. Podríamos, incluso, servirnos de las Frases Ardilla que ya hemos estudiado.
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¿Cómo son las metáforas y las comparaciones de que se sirve? ¿Qué palabras utiliza? Cuando habla de temas abstractos, ¿recurre a menudo a expresiones como «ver», «aspecto», utiliza palabras como «sonar», «ruido» o es más amigo de otras como «tomar» o «impresión» «dar buena espina»? En el primer caso estaríamos hablando de una persona probablemente visual, en el segundo de otra auditiva y en el tercero de alguien kinestésico.
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Por ejemplo, las personas con mayor capacidad de abstracción tienden a ser muy visuales, los músicos y las personas muy políglotas suelen haber desarrollado mucho su sistema de representación auditivo. En cuanto a las personas de inclinación kinestésica, suelen desarrollar una gran afición por la danza, los deportes y todas aquellas actividades que impliquen la participación de su propio cuerpo en su aprendizaje y desempeño.
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[410]
Por ejemplo, alguien visual mira a algo fijamente, dibuja o trata de leer algo. Alguien auditivo canturrea para sí mismo o busca hablar con alguien. Y una persona kinestésica tiende a moverse.
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Podría ofrecer una larga lista de elementos que pueden tenerse en cuenta para establecer los sistemas de representación predilectos de una persona y de cómo considerarlos, pero el trabajo sería propio de un manual de PNL. Se trata de un tema extenso y apasionante, con aplicaciones de todo tipo, así que espero que me disculpes si te remito a tu librería o a Internet si deseas ampliar información. Dicho sea de paso, se trata de una información muy de moda y, por tanto, también muy accesible y fácil de obtener.
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[412]
Ver CLAVES DEL MOVIMIENTO OCULAR.
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[413]
Ver JUEGO INTERNO.
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Si no sabes cómo alcanzar un estado de relajación profunda, te recomiendo que recurras a uno de los muchos cursos que existen al respecto. La mayoría de ellos los puedes encontrar en librerías y suelen incorporar alguna clase de complemento en formato de audio.
Llegar a desarrollar esta capacidad no te servirá únicamente para autohipnotizarte, sino para muchas otras cosas (ver ADIVINACIÓN Y CIENCIAS ALTERNATIVAS).
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[415]
Esta es la definición que la PNL ofrece de «calibrar». Según ellos, equivale a percibir con precisión las señales conductuales o fisiológicas que ocurren en una persona y relacionar estas señales con estados internos que constituyen patrones en la persona. Nosotros usamos la palabra en un sentido más amplio, refiriéndonos tanto a nuestra capacidad para calibrar a la otra persona como a calibrar nuestro propio comportamiento. Es decir, afinarlo, llevar a cabo pequeñas modificaciones en este hasta hacer de él el más adecuado para progresar en la interacción.
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[416]
Ver FOCOS A ELLA
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[417]
Ver ANTICÍPATE A LO QUE QUIEREN OÍR
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[418]
Ver EL NEGA
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[419]
El ejemplo extremo de esto es cuando se puede besar a una mujer sin haber cruzado palabra con ella. Algo, sin embargo, que se da con mayor frecuencia de lo que podría parecernos.
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[420]
Un sucedáneo de esta opción podría basarse en chatear con mujeres desde dicho sofá a través de Internet. Sin embargo, el Cibercalibraje debería ser solo un complemento del Calibraje real, nunca su sustituto.
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[421]
Es mejor que lo asumas. La única forma en que vas a hacerte muy bueno y destacar con cualquier destreza, es dedicándole un esfuerzo superior al de la mayoría de la gente. En otras palabras, uno no puede esperar hacer lo que hace cualquier Frusco y convertirse en un Aven. Así de simple. Si quieres ser culturista, debes adquirir sus conocimientos y entrenarte como un culturista. Si quieres ser un Aven, debes entrenarte como un Aven y aprender lo que él sabe.
Las buenas noticias son que, al igual que el músculo físico, el músculo de la destreza social también puede desarrollarse enormemente con la adecuada práctica y entrenamiento. Nosotros conocemos formas de comprimir dicho entrenamiento en el menor tiempo posible. Ahora bien, no te quepa duda de que si sigues este camino se va a tratar de algo más intenso.
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[422]
Ver NO REINVENTES LA RUEDA: ESTUDIA
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[423]
Ver SU PUNTO DÉBIL
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[424]
Hay excepciones, cierto, pero este libro no se ha escrito para ellas.
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[425]
Ver UNA MUJER NUNCA TE DIRÁ CÓMO ATRAERLA.
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Como ya hemos apuntado, los principales estados que puede atravesar son: Placer-agrado-excitación…, indiferencia-aburrimiento… y asco-repulsión-odio.
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Las tres actitudes que más deben importarte son: de acuerdo-correcto…, no sabe-neutralidad… y en desacuerdo-incorrecto.
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Sobre todo, presta atención a los siguientes: mirada, posición de la boca, brillo en los ojos, posición en los músculos faciales y del cuerpo, formas concretas de moverse, respirar, hablar o de actuar.
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Ahora bien, en la práctica, ¿cómo se hace esto?
Mi consejo es que para obtener el código de cada uno de esos estados, realices preguntas, te sirvas de juegos y saques temas que sabes de antemano que van a provocar en ella ciertas reacciones. Si, por ejemplo, la retas a que te describa, reviviéndolo con todos sus pormenores, el mejor momento de su vida, o que te hable de aquellos detalles de algún hombre con el que ha estado que lo hacían tan especial o excitante, es obvio que va a sentirse bien cuando lo haga. Siempre, claro está, que logres que se embarque en una buena descripción.
También puedes preguntarle cosas sobre su perro o gato que la hagan revivir pequeños momentos de felicidad, como: «¿Te despierta por las mañanas lamiéndote o poniéndote la patita sobre la cara? ¿Qué otras cosas hace?» Comidas, películas, poemas y canciones favoritas, etc., son otras inmejorables fuentes de información.
Una vez más, ten presente que no nos referimos a extraer información sobre sus gustos, como muchos Fruscos pensarían. Eso es lo que puede parecer en la superficie, pero lo que realmente pretendemos es aprender a reconocer los signos que se acompañan a los estados mencionados antes de éxtasis, placer, deseo, etc.
Por lo que respecta a sus estados de desagrado, odio, asco o repulsión, puedes estimularlos de similar forma. Pregúntale cosas como: «¿Se ha lastimado tu perrito alguna vez?». O pídele que te describa la cosa del mundo que más asco le daría comer, y por qué. Logra que te hable del hombre con el que jamás se acostaría aún tras un holocausto nuclear y aun cuando de ello dependiera el futuro de la raza humana. Observa entonces los cambios que se producen en ella al pensar en estas cosas.
Si, en cambio, tratas de descubrir los signos que acompañan a sus estados de aburrimiento o indiferencia, anímala a revivir la última vez que algo o alguien la aburrió mortalmente, pregúntale sobre la asignatura que más sueño le daba u obsérvala cuando sea evidente que algo o alguien —tú no, por favor— la está aburriendo.
Por último, puedes averiguar aquellos signos que debes asociar a sus diferentes estados de opinión. Con este fin, plantéale pequeños temas de controversia y observa los cambios que se producen en ella cuando haces algún comentario sobre cosas con las que está rotunda y entusiasmadamente de acuerdo y en total desacuerdo. Ofrécele también tópicos respecto a los cuales se muestra neutral y relaciónalos con signos externos.
Los beneficios de contar con esta clase de conocimiento son innumerables.
Por un lado, conocer sus reacciones cuando está en desacuerdo o de acuerdo con algo, o se muestra neutral, va a guiarte cuando apliques juegos de adivinación y otras Rutinas de Lectura en Frío sobre ella (ver LECTURA EN FRÍO). ¿Por qué? Porque te permitirá saber si vas por el buen o mal camino y corregirte en tus predicciones y afirmaciones antes de que ella siquiera abra la boca.
Paralelamente, saber qué signos externos se asocian a sus estados de agrado, desagrado o indiferencia, te permitirá determinar lo que ella siente en realidad con relación a cualquier cosa que hagas o digas con independencia de sus palabras. Entre muchas otras cosas, esto te facilitará la tarea de decidir si debes avanzar o no. Por ejemplo, si haces chistes sexuales acerca de vosotros, su reacción mostrará —o no— que en el fondo le atrae la idea de mantener una relación íntima contigo. Y, por supuesto, serás capaz de determinar si cuanto dices y las rutinas que aplicas sobre ella le están impactando positivamente, etcétera.
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