Sonidos del corazon (23 page)

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Authors: Jordi Sierra i Fabra

Tags: #Infantil y juvenil, Romántico

BOOK: Sonidos del corazon
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—Papá opina que fue el mejor compositor de los años setenta.

—Y posiblemente de los ochenta… los noventa… No sé. Es un pedazo de bestia con la cabeza llena de música. Un editor llamado Dick James lo contrató por diez libras semanales para hacer canciones y finalmente el propio Elton grabó un puñado de ellas en 1969. Ahí empezó todo. En cuanto a
Jesus Christ Superstar
, con ella Andrew Lloyd-Webber inició su carrera llena de éxitos y óperas rock o como queráis llamarlas, porque
Evita
o
The Phantom of the Opera
no son precisamente rockeras que digamos. Lo que
Hair
representó como obra aperturista lo consolidó esta versión de la vida de Jesucristo que, obviamente, en aquel tiempo, desencadenó una tremenda controversia. Poner a cantar a Jesús, María Magdalena y Judas, amén de la libertad como se trataban sus relaciones en la obra, hizo que la Iglesia sacara toda su artillería. No se dieron cuenta de que gracias a eso una generación se acercó más a la figura de Jesús que con mil y un sermones. El éxito de
Superstar
hizo que apareciera una segunda obra menor,
Godspell
, basada en los Evangelios. —Lester dejó de hablar y se bebió un vaso entero de agua. Chasqueó la lengua y, como si se reactivara cada vez por sí mismo, sin necesidad de ánimos o preguntas, se dispuso a completar su análisis de lo que, para él, era el tiempo de oro del rock—. Y ahora…

Capítulo 43

Y ahora… lo que sucedió en la recta final de esos años luminosos, comenzando por el glam rock.

—Nunca había oído hablar de eso —confesó Valeria.

—Tiempos de libertad, de apertura sexual, también de ambigüedad… Al glam rock se le llamó
gay power
. Todo un terremoto que tuvo como líder nada menos que a otra de las grandes estrellas de la historia: David Bowie, el príncipe mutante, el duque blanco, el camaleón…

—El tipo que tiene un ojo de cada color —bromeó Juanjo.

Valeria se echó a reír hasta que comprendió que lo había dicho en serio.

—En el verano de 1971 apareció un single muy especial, «Space Oddity». David Bowie no era un recién llegado, había grabado sin éxito anteriormente, estaba casado y tenía un hijo llamado Zowie. Lo importante es que se presentó con un mensaje ambiguo en el terreno sexual, con una belleza masculino-femenina llena de provocación. Los discos que le asentaron fueron
The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders from
Mars
y
Aladdin Sane
. Su capacidad para inventar personajes corre pareja a sus maquillajes y su estética. Cine, vídeos perfectos, álbumes siempre innovadores…

También Lou Reed, que dejó la Velvet y Nueva York, se benefició de ese giro argumental del rock y de la mano de Bowie triunfó en Inglaterra, donde hizo sus mejores discos,
Transformer
y
Berlin
. Mirad cómo son las cosas que en 1976 los punkies se declararon en parte herederos de él. En Estados Unidos, y aunque vistos desde la perspectiva actual no tenían nada que ver, apareció Alice Cooper, que no era una mujer, sino un grupo de rockeros de pelo en pecho. Su cantante, siempre disfrazado y llevando el show al máximo, degollaba o guillotinaba muñecas en escena. Bowie dijo en
Melody
Maker
que era homosexual y para muchos eso fue una liberación, una catarsis. El tema gay todavía levantaba ampollas entonces.

—Han pasado muchos años y no veo que sea mejor —dijo Valeria.

—Por lo menos pueden decirlo abiertamente, y organizar fiestas, el
Love Parade
… Ya sé que hay países, sobre todo árabes o filocomunistas, en los que se los persigue, pero en 1972 que una estrella pop dijera eso…

—Lo más divertido del glam fue la ropa y los maquillajes que se gastaban los tíos —

comentó Juanjo.

—Bowie creó escuela, principalmente con
Aladdin Sane
, quizá su imagen más comercial, pero sí, es cierto. Hubo una moda glam que sobre todo tuvo muy buenos grupos. Los principales, Roxy Music, T. Rex y Slade —dijo Lester—. Si Bowie era el rey, Roxy fue la corte. Contaban con Bryan Ferry de cantante. Dejaron una larga lista de hits y álbumes maravillosos hasta los geniales
Flesh + Blood
y
Avalon
, ya fuera de la estética glam, cuando se reagruparon en 1978.

—Pero hubo más gente, ¿no?

—Sí, cantidad, pero el glam visto desde hoy parece una payasada. Fue controvertido en su momento por ese «oscuro» lado gay. Que Bowie admitiera ser gay…

—Pero ¿lo era, o lo es? —Juanjo frunció el ceño.

—Chico, años después se casó con una de las
top models
más famosas, Imán, así que, o era bisexual o vete tú a saber. Insisto en que la ambigüedad era lo que primaba. La indefinición por naturaleza. Bowie dijo en 1973: «Yo no soy lo que la gente piensa. Yo he sido el creador de un personaje que me ha gustado y que me ha encantado representar hasta el punto de que me he sentido totalmente identificado con él mucho más que con David Bowie. Pero sí sé qué es lo que hago y por qué lo hago». En Inglaterra llegó a pedirse en la Cámara de los Comunes que se le prohibiera la entrada por «vender la cultura de los campos de exterminio» ya que sus shows eran «una incitación total al infanticidio y una explotación comercial del masoquismo que enseña a nuestros hijos a odiar, no a amar». Por entonces los conciertos de Alice incluían guillotinas, ahorcamientos, apuñalamientos de muñecas, sangre y la presencia de una serpiente. Al final, en 1973 lo único que interesó a los yanquis fueron los grandes, los auténticos: Led Zeppelin, Pink Floyd, Elton John o el propio Bowie. Allí también tenían sus propias modas, como el child power o el Philadelphia Sound.

—¿El poder de los niños? —Valeria volvió a extrañarse.

—Ya te dije que la historia del rock era divertida, querida. Y cincuenta años dan para mucho. ¿A que vas de sorpresa en sorpresa?

—De pasmo en pasmo.

—En aquellos días se le ponía una etiqueta a todo. Que si Rexmanía, que si Slademanía, que si… En Estados Unidos aparecieron los Jackson 5, un bombazo, con Michael Jackson haciendo diabluras a los diez años. Se habían arrastrado por muchas partes, actuando incluso en clubs de
streaptease
, desde que Michael tenía seis o siete años, pero finalmente su talento se impuso. En 1979, Michael ya dio el primer paso para convertirse en la megaestrella que fue. La réplica blanca fueron los Osmonds, rubitos y con Donny Osmond de estrella. Por su parte, el Philadelphia Sound fue un «invento» de dos productores: Leon Huff y Kenny Gamble. Contaban con un grupo de músicos de estudio a los que bautizaron como MFSB, Mother, Father, Sister, Brother, y lanzaron a la fama a un nuevo enjambre de artistas negros de cierto relieve.

—¿Cómo pudo haber tantas cosas entre 1969 y 1973? —suspiró Valeria.

—Ya te dije que fue un tiempo creativo en el que todo cabía, rock, rock duro, intimismo, soft rock, child power, glam power, jazz-rock, folk, folk-rock, vanguardismo, rock sinfónico… Y todavía falta para rematar el aderezo.

—¿Qué es? Creía que…

—¿Y el reggae?

—Bob Marley —dijo Juanjo.

—El reggae es más que Marley —manifestó Lester—. Es una filosofía de vida, el sentimiento y el pulso de un pueblo. Por eso no puedo hablar de Bob sin antes hacer un poco de historia.

—Me encanta cuando te pones a contar esas cosas del pasado —reconoció Valeria.

—Pelota —se burló Juanjo.

—¡Eh! —Le soltó un manotazo.

—Si queréis os dejo solos —amenazó el viejo rockero.

—No, no. —Se estuvieron quietos y dejaron de atizarse el uno al otro como críos.

—En Inglaterra había una amplia representación jamaicana y los jamaicanos se hacían notar, con sus amplios gorros con los colores de su bandera, el peinado rasta formado por largas mechas de pelo hirsuto… y fumando
ganja
, o sea, marihuana, algo que en la isla es parte de su tradición. Poco a poco, en las listas de éxitos inglesas van apareciendo gotitas de reggae, Jimmy Cliff abre el fuego en 1970 y le siguen unos pocos más que acaban de destapar el tarro. Por ahí se colará ya el resto hasta Bob Marley. El reggae está a punto de dar el salto al mercado internacional. —Miró a Juanjo—. ¿Qué sabes del reggae?

—Es un estilo de…

—Nada de estilos. —Lester le quitó la palabra—. La música jamaicana se expresa a través del ska, el calipso y el mento. En los años cincuenta, en Jamaica se escuchaban las emisoras de Nueva Orleans, por ejemplo, con su blues, rhythm & blues, rock and roll…

Lo que hicieron los jamaicanos fue mezclarlo con su ritmo, ese tempo medio que caracteriza su música, monótono y constante. El ska arrancó en los años sesenta y cambió progresivamente. Una de sus variantes fue el
rocksteady
, agresivo, duro, que interpretaban los llamados
rude boys
, los más radicales de los guetos de Kingston. En los años sesenta Jamaica recibió influencias del soul, sus músicos introdujeron metales en sus temas, y con Desmond Dekker aparecería por primera vez el reggae como expresión sonora y ritmo musical. Un jamaicano blanco afincado en Londres consiguió que el sello Island se interesara por el reggae. Ahí fue donde se coló Bob Marley en la historia, y con tanta fuerza que en los años siguiente hasta los grandes hicieron reggae, Paul Simon, Eric Clapton, incluso Led Zeppelin en
Houses of the holy
. A finales de los setenta Police le daría un toque rockero. No solo eso, los Rolling se fueron a grabar a Jamaica. Estaban de moda.

—¿Por qué Marley?

—Porque era el Dylan negro, porque era un poeta, porque tenía una voz y un carisma únicos. Con dieciséis años grabó sus primeras canciones y formó The Wailers, su banda, en 1964. Pasó por la cárcel y a finales de los sesenta grabó dos elepés clave:
Soul rebel
y
Soul revolution
. A partir de 1972, y con varios álbumes editados, arrasó en Inglaterra y el mundo entero hasta su muerte. Muchos artistas fueron número uno con sus canciones, Clapton, Johnny Nash… Sus letras eran críticas, nada complacientes, defendía su clase social y atacaba el mundo occidental, reivindicando el poder negro frente a la opresión blanca.

—¿Con esto llegamos a esa gran crisis de la que siempre hablas como punto de inflexión histórica?

—Así me gusta, chaval: que hables con propiedad.

—No me tomes el pelo, va.

—Lo digo en serio. Está bien soltar un taco de vez en cuando pero hay gente que no sabe expresarse y es una pena. —No dejó que Juanjo interviniera—. Llegamos a octubre de 1973, sí, y no voy a soltarte los cien nombres que tengo en la cabeza y que fueron algo en ese tiempo. Mencionaré solo a Steely Dan y a Doobie Brothers. ¡Oh, yo amaba también a Linda Ronstadt! —Puso los ojos en blanco—. Había cientos de nombres, y todos hacían algo válido. Pero no quiero soltarlos sin más.

—Bueno, tienes una memoria que apabulla —dijo Valeria.

—¡Lo que tengo es la cabeza llena de música! ¡Decir esos nombres de corrido sería casi un pecado, pero supongo que si me paso os aburriré, y no quiero hacerlo!

—No nos aburres —le tranquilizó ella.

—A partir de 1973 sigue habiendo muchos artistas, porque el mundo es grande y la música llega a todas partes, pero no hay tantas figuras. Ya lo veréis. Por hoy hemos terminado: estoy agotado.

Parecía sentir toda aquella música en su cabeza.

Pero había disfrutado de la larga, muy larga sesión.

—Vamos a tocar un rato —le dijo Juanjo a Valeria incorporándose el primero.

Capítulo 44

El local de ensayo, sin Amalia y Cristian, parecía distinto.

La ausencia del bajo y su instrumental, pero más la de la batería, que ella ya se había llevado, le confería una dimensión mayor de vacío y abandono.

Una casa después del divorcio de los que antes se amaron en ella.

Valeria lo sabía bien.

Juanjo se dejó caer en una de las sillas y miró las cuatro paredes igual que si estuvieran a punto de aplastarle. La guitarra, a un lado, parecía estar tan lejos como la Luna de la Tierra. Valeria ocupó otra de las sillas y esperó a que su compañero dijera algo.

Fue el silencio lo que la obligó a hablar a ella.

—¿Qué vas a hacer?

—No lo sé.

—Me refiero a este sitio. No podrás pagarlo tú solo aunque Lester se enrolle o tu padre…

—Tendré que dejarlo, claro.

—Es una pena —expresó su dolor—. Me parece el sitio ideal. Y está él —señaló con un dedo al techo, al piso del viejo rockero—. ¿Crees que…?

Juanjo movió la cabeza de lado a lado un par de veces.

Más que preocupado, estaba serio.

—Te aprecia —dijo la chica.

—Eso no tiene nada que ver. No puede regalar lo poco que tiene ni yo pedírselo. Ya hizo ajustes por los viejos tiempos con mi padre.

—¿Aún quieres que toquemos juntos? —preguntó Valeria inesperadamente.

—Sí, ¿por qué?

—¿Con más gente?

—No lo sé, de momento…

—Si lo hacemos, yo he de colaborar.

—¿Con el alquiler? —alzó las cejas él.

—Mi padre no me dirá que no.

Era justo, y lo sabía. No objetó nada.

Lo hizo Valeria.

—¿Por qué has dicho que no sabes si tocarás con más gente y has terminado con un

«de momento…» sin concluir?

—Lo que ha sucedido ha sido bastante decepcionante.

—No creo que seas de los que se rinden.

—Siempre puedo formar otra banda, pero cuando he dicho «de momento» es porque quizá siga solo, con mis canciones.

—¿Solo?

—Contigo. Si me ayudas.

—¿Un dúo guitarra-violín?

—¿Por qué no? —se encogió de hombros.

—Eso sí sería raro.

—No te olvides de que también toco el piano, el órgano… Un dúo teclados-violín es menos raro.

—Juanjo, tú eres guitarra, un gran guitarra. No renuncies a eso por nada, y menos por mí.

Se colgaron de sus miradas por primera vez, y fue algo inquietante, prolongado, lleno de interrogantes, misterios y dudas al borde de mil respuestas imaginarias. Una incierta verdad flotó entre los dos.

La rehuyeron.

—He de contarte algo. —Valeria se rindió.

—¿He de preocuparme? —Se agitó inquieto en la silla.

—No. Bueno, no sé.

—Tu madre se vuelve a Moscú.

—¡No! —Sonrió sin ganas—. Mañana van a hacerme una prueba para entrar en la Joven Sinfónica de la Paz.

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