Albert Speer (103 page)

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Authors: Memorias

Tags: #Biografía, Historia

BOOK: Albert Speer
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dispone de la mano de obra necesaria para llevar a cabo tales traslados, pues los Departamentos que han de facilitarla no han obedecido las órdenes dadas en este sentido. (!)» Unos meses antes, el 10 de marzo de 1944, expuse a la Comisión lo siguiente: «Es extraordinariamente difícil popularizar la fabricación de rodamientos. Aún no hemos logrado dar a entender a la gente que son tan importantes como los tanques y cañones. En mi opinión, hay que insistir más en ello. No es cosa de ningún Estado Mayor, sino una vieja preocupación mía, que vuelve una y otra vez: nada de conceptos propagandísticos». En el Tercer Reich, ni siquiera en tiempos de guerra bastaba con haber recibido una orden. También nosotros dependíamos de la predisposición de los interesados.

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Informe del DNB del 21 y 22 de agosto de 1943.

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Del 28 de julio de 1941 hasta el 20 de marzo de 1943, es decir, en 21 meses, Hitler interrumpió cuatro veces su estancia en Rastenburg, de donde se alejó un total de 57 días. El 20 de marzo de 1943, por orden de su médico, se tomó unas vacaciones y pasó tres semanas en el Obersalzberg, y después continuó trabajando durante nueve meses en Rastenburg. Luego, a partir del 16 de marzo de 1944, completamente agotado, pasó cuatro meses entre el Obersalzberg y Berlín. (Domarus:
Hitlers Reden
, vol. IV, Munich, 1965)

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Véase E. Brun,
Allgemeine Neurosenlehre (Teoría general sobre la neurosis
), 1954: «Él (el paciente) ya no regulaba automáticamente su necesidad de recuperación física y mental y se mostraba insensible al sobreesfuerzo. […] A la voluntad consciente se opone un “no” subconsciente cuya voz se intenta sofocar mediante un exceso de celo incesante y compulsivo. La extrema fatiga que se va imponiendo gradualmente y que desaparecería muy pronto si se intercalaran las pausas necesarias para descansar, se hace general por obra de unos “abogados del diablo” inconscientes cuyo objeto es camuflar unos sentimientos de inferioridad profundamente arraigados».

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Desde el principio de la guerra llevaba uniforme militar en lugar del político, y había prometido al Reichstag que no se despojaría de él hasta que terminara la contienda, igual que hizo en su día Isabel la Católica, que juró no mudarse la camisa hasta que su país quedara por completo liberado de los moros.

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Acta de reuniones del
Führer
del 13 al 15 de noviembre de 1943, punto 10: «La reconstrucción del Teatro Nacional y del Prinzregenten-theater de Munich serán apoyadas por el Ministerio». Las obras no pudieron terminarse.

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A la industria de explosivos le costó grandes esfuerzos satisfacer la creciente demanda de munición para el Ejército de Tierra y la artillería antiaérea. El índice de producción de explosivos fue de 103 en 1941,131 en 1942, 191 en 1943 y 226 en 1944; el de municiones, incluidas las bombas, fue de 102 en 1941, 106 en 1942, 247 en 1943 y 306 en 1944. Aunque ambos índices no sean exactamente comparables, no dejan de mostrar que no se habría dispuesto de suficientes explosivos para más bombas.

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Acta de reuniones del
Führer
del 18 de junio de 1943: «Se ha hecho notar al
Führer
que constituye una necesidad imperiosa que visite la cuenca del Ruhr. Ha prometido que lo hará en cuanto disponga de tiempo para ello». También Goebbels anotó un mes más tarde en su Diario (25 de julio de 1943): «Por encima de todo, en estas cartas se pregunta una y otra vez por qué el
Führer
no acude a visitar los territorios más duramente afectados por los bombardeos».

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El tráfico transcontinental pretendía trasladar en unos cuantos trenes cantidades similares a las que transportaría un buque de carga, porque Hitler opinaba que las comunicaciones marítimas nunca eran lo bastante seguras y no podían garantizarse en tiempo de guerra. También hubo que incorporar al proyecto, ya terminado, de las instalaciones ferroviarias de las ciudades de Berlín y Munich una vía férrea suplementaria para el nuevo ferrocarril.

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El 26 de junio de 1944, Hitler se felicitó a sí mismo ante los directores de las industrias diciendo: «Sólo sé una cosa, y es que hacen falta nervios de acero y una increíble determinación para resistir en tiempos como estos y adoptar decisiones que siempre son de vida o muerte… Otro en mi lugar no habría podido hacer todo lo que yo he hecho, no habría tenido bastante nervio».

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Ciertas anotaciones del Diario de Goebbels reproducen ideas de Hitler expresadas en los mismos términos. Así, por ejemplo, el 10 de septiembre de 1943 escribe: «Lo que ahora habría que considerar como una gran desgracia, podría ser una gran suerte en el futuro. Durante la lucha por nuestro Movimiento y por nuestro Estado se ha probado una y otra vez que las crisis y los reveses, vistos en términos históricos, han terminado repercutiendo siempre a nuestro favor».

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Crónica de 1943: «El ministro, actuando con rapidez, consiguió en el cuartel general un decreto del
Führer
que lo facultaba plenamente para aprovechar la capacidad italiana para fabricar armamento. La firma de este decreto por parte del
Führer
, que ya se había efectuado el 12 de septiembre, se repitió el 13 del mismo mes, con objeto de poner de manifiesto que la liberación del
Duce
no influía en absoluto en los plenos poderes concedidos al ministro. El ministro temía que la formación de un nuevo Gobierno fascista en Italia le impidiera aprovechar la industria italiana para fabricar armamento alemán».

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Se había planeado reemprender la extracción de carbón en Ucrania en abril de 1942 y construir una fábrica de municiones cerca del frente. Los éxitos militares de la Unión Soviética dieron al traste con el proyecto a fines de agosto de 1943.

En el llamado Protectorado de Bohemia y Moravia, que se encontraba de hecho bajo la soberanía de las SS, a las que nadie osaba tocar, se producían los objetos más diversos para sus formaciones. En verano de 1943, el Ministerio estableció un plan para fabricar cada mes 1.000 tanques ligeros más empleando a los especialistas y las máquinas existentes en esa región. Hitler ordenó a Himmler, aunque no lo hizo hasta octubre de 1943, que paralizase la producción para las SS y que concediese a las organizaciones armamentistas las mismas atribuciones de las que ya gozábamos en Alemania. (Crónica de 8 de octubre de 1943) No pudimos emplear esta región industrial hasta fines de 1943, y la producción de los denominados «tanques checos» no comenzó hasta mayo de 1944, mes en que se fabricaron 66 unidades, cifra que ascendió 3387 en noviembre de 1944.

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Crónica de 23 de julio de 1943: «El ministro propuso resolver la situación estableciendo industrias protegidas que debían estar a salvo de la retirada de obreros y que, por consiguiente, habrían de constituir un estímulo para los franceses».

{236}
Véase el Acta de reuniones del
Führer
del 11-12 de septiembre de 1943, punto 14.

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Crónica del 17 de septiembre de 1943: «La última conversación tuvo lugar en la residencia de invitados del Gobierno del Reich después de la cena y una vez que el ministro se entrevistara en privado con Bichelonne, quien había solicitado hacerlo para tratar el asunto Sauckel. Su Gobierno le había prohibido hablar oficialmente sobre este tema». En la Central de Planificación, el 1 de marzo de 1944 Kehrl informa: «De esta discusión (Bichelonne-Speer) nació la idea de las empresas que habrían de quedar protegidas de Sauckel. Esta idea se apoya en la palabra dada solemnemente por Alemania a través de la firma de mi ministro».

{238}
El 1 de marzo de 1944, Sauckel confirmó este punto ante la Central de Planificación: «Para mí resulta muy difícil estar como alemán en Francia cuando la situación implica, a ojos de los franceses, que la industria protegida de Francia lo está de las intervenciones de Sauckel».

{239}
Véase la Crónica de 21 de septiembre de 1943.

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Véase el Acta de reuniones del
Führer
de 30 septiembre-1 de octubre de 1943, punto 22.

{241}
Véase el documento de Nuremberg R. F. 22. El 27 de junio de 1943, Sauckel escribía a Hitler: «Por ello le ruego,
mein Führer
, que dé su conformidad a mi proyecto de trasladar al Reich, antes de que termine el año, a otros 500.000 franceses y francesas». Según una nota de su colaborador, el Dr. Stohfang, del 28 de julio de 1943, Hitler accedió a su petición.

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Un ejemplo grotesco muestra hasta qué punto los jefes regionales, en cuanto subordinados directos de Hitler, se saltaban las decisiones de las autoridades del Reich. En Leipzig se hallaba la central de todo el comercio alemán de pieles, dependiente del Reich. Un día Mutschmann, jefe regional de esta ciudad, comunicó al director de la central mencionada que había nombrado a un amigo como sucesor suyo. El ministro de Economía protestó enérgicamente, pues los directores de las centrales dependientes del Reich sólo podían ser nombrados por Berlín. El jefe regional ordenó sin más preámbulos que el director dejara su cargo al cabo de unos días, y el ministro de Economía tuvo que tomar una decisión totalmente absurda y envió camiones desde Berlín para trasladar a esta ciudad la sede del comercio de pieles, incluyendo todos los expedientes y al propio director.

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No supe nada de esto hasta que el jefe regional Kaufmann me habló del asunto a mediados de mayo de 1944; entonces protesté inmediatamente ante Hitler. (Más detalles en el capítulo XXIII)

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Hitler se enteraba demasiado tarde de esos proyectos; además, siempre se podía alegar
a posteriori
que el edificio amenazaba ruina. Ocho meses más tarde, el 26 de junio de 1944, protesté ante el jefe nacional Bormann: «En varias ciudades se está deseando derribar edificios y monumentos de valor histórico y artístico dañados por las bombas. Por una parte, estas intenciones se justifican alegando que los edificios han quedado en ruinas o que no pueden reconstruirse; por otra, se cree que es el momento de realizar depuraciones urbanísticas. Le quedaría muy agradecido si informara mediante una circular a los jefes regionales de que en principio los monumentos históricos, aunque estén en ruinas, deben conservarse a toda costa. Además, le ruego que comunique también a los jefes regionales que esos monumentos culturales no se podrán derribar hasta que los planes de reconstrucción de las ciudades y, con ellos, el destino de los edificios emblemáticos sean decididos definitivamente por el
Führer
».

Al mismo tiempo, y a pesar de la escasez de medios, ordené proporcionar material y mano de obra para evitar que los numerosos monumentos dañados siguieran deteriorándose. Intenté lo mismo en Francia y en el norte de Italia a través de la Organización Todt.

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De mi discurso del 30 de noviembre de 1943 sobre los fundamentos básicos de la planificación: «Los centros urbanos no deben reconstruirse según ideas artísticas; al contrario, debe aspirarse a evitar la congestión de las ciudades a causa del tráfico, como sucedía antes de la guerra y como sucederá en el futuro en mayor medida… Evidentemente, la planificación debe efectuarse con el mayor ahorro posible».

En la circular que dirigí a los jefes regionales el 18 de diciembre de 1943 añadía: «La desmovilización exigirá grandes proyectos para ocupar a la gran cantidad de mano que quedará libre. […] Si se toman a tiempo las necesarias decisiones urbanísticas, garantizaremos que después de la guerra no se pierda un tiempo precioso o que haya que adoptar medidas que obstaculicen el adecuado desarrollo urbanístico de nuestras ciudades. […] Si se construyen siguiendo el mismo método que se ha aplicado hasta ahora al armamento, cada año se edificará un elevado el número de viviendas, por lo que las superficies calificadas por la planificación urbanística no deberán demasiado pequeñas. […] Sin una adecuada previsión, al terminar la guerra habría que adoptar medidas apresuradas que resultarían incomprensibles en el futuro».

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Véase también Manstein,
Aus einem Soldatenlehen
, Bonn, 1958.

{247}
De mi informe «La importancia de Níkopol y de Krivoi Rog para la producción alemana de hierro», del 11 de noviembre de 1943.

{248}
De mi informe «Los metales para aleaciones en la industria de armamentos y la importancia de las aportaciones de cromo de los Balcanes y de Turquía», del 12 de noviembre de 1943.

{249}
Véase el acta de la conversación telefónica mantenida entre Hitler y Saur el 20 de diciembre de 1943, impresa en las reuniones estratégicas de Hitler.

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Véase la Crónica del 13 de octubre de 1943: «El punto que más irritó a los jefes de Sección fue el plan del ministro de asignarles uno o varios adjuntos procedentes de la industria. […] Como esta reordenación no estaba basada en cuestiones puramente técnicas, sino en aptitudes personales, los ánimos se caldearon».

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Se trata del doctor Gerhard Frank y de Erwin Bohr.

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Además de Dönitz, al que se asignó el mismo aparato, yo era el único que aún podía utilizar regularmente el avión para mis desplazamientos; los demás ministros ya no disponían de aviones especiales. El propio Hitler sólo volaba en contadas ocasiones, mientras que Göring, como antiguo piloto, tenía cierta aversión a volar en aquellos «aparatos modernos».

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Acta de reuniones del
Führer
del 28-29 de junio de 1942, punto 55: «El
Führer
ha declarado de manera categórica que nunca estará conforme con la fabricación de ametralladoras mientras no se disponga de munición para los fusiles. Por lo demás, está plenamente convencido de que el fusil […] es mejor para este cometido».

El programa de infantería fue impulsado el 14 de enero de 1944, dos semanas después del viaje a Laponia. Significó los siguientes incrementos:

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