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Authors: Jasper Fforde

Algo huele a podrido (44 page)

BOOK: Algo huele a podrido
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Besé a los dos y Landen me deseó buena suerte.


Dolor in reprehenderit…
mami —dijo Friday. Le agradecía sus amables palabras y oí que decían mi nombre. Era Aubrey, que hablaba con el árbitro, quien, como dictaba la costumbre, vestía como un párroco de pueblo.

—¿Qué dice? —oí que vociferaba Aubrey mientras me acercaba. Daba la impresión de que había un altercado y el partido ni siquiera había empezado—. ¡Muéstreme dónde pone eso en las reglas!

—¿Qué pasa? —pregunté.

—Los neandertales —dijo Aubrey entre dientes—. ¡Parece ser que, según las reglas, los no humanos no pueden jugar!

Miré a Stig y a los cuatro neandertales que todavía permanecían sentados en círculo, meditando.

—Regla 78b-45 (ii) —citó el árbitro mientras O'Fathens, el capitán de los Machacadores de Reading, miraba con expresión de alegría—. «Ningún jugador o equipo podrá usar un equino o cualquier otra criatura no humana para tener ventaja sobre el equipo contrario.»

—Pero eso no se refiere a un jugador —dije—. La regla claramente se refiere a caballos, antílopes y demás. Se añadió cuando los Aplanadores de Dorchester intentaron tener ventaja jugando a caballo, en 1962.

—A mí la regla me parece clara —gruñó O'Fathens, avanzando—. ¿Los neandertales son humanos?

Aubrey también dio un paso al frente. Las narices casi se tocaban.

—Bien… más o menos.

No quedaba más remedio que pedir arbitrio judicial. Como diez años antes se habían relajado las reglas relativas a los litigios en el campo, no era raro que la primera media hora del partido se invirtiese en disputas legales entre los equipos de abogados, de los que cada bando tenía dos, con un sustituto. Añadía dramatismo a los preliminares, pero acarreaba algunos problemas; después de una Superhoop especialmente litigiosa, seis años antes, un argumento legal había sido invalidado en el Tribunal Supremo dos años después del partido, así que se decidió la obligatoriedad de que tres jueces del Tribunal Supremo estuviesen disponibles para tomar una decisión inmediata e incuestionable sobre asuntos legales.

Nos acercamos al Tribunal Portátil y nuestros abogados respectivos hicieron sus alegaciones. Los tres jueces se retiraron a su cámara y regresaron unos minutos después para anunciar:

—El Tribunal de Apelación del Cróquet, en la acción Mazos contra Machacadores (legalidad de jugador neandertal), decide aceptar la demanda de los Machacadores. Para la ley inglesa los neandertales no son humanos y no pueden jugar.

Los seguidores de los Reading aclamaron la decisión cuando apareció en pantalla.

Aubrey abrió la boca, pero yo lo aparté.

—No malgastes esfuerzos, Aubrey.

—Podemos preparar una apelación en siete minutos —dijo el señor Runcorn, uno de nuestros abogados—. Creo que podemos encontrar un precedente no humano en la semifinal de la Superhoop de los Sauces de Worcester contra los Sidreros de Tauton, 1963.

Aubrey se rascó la cabeza y me miró.

—¿Thursday?

—Una apelación fallida nos haría perder dos aros —dije—. Yo digo que los abogados la preparen. Si creen que vale la pena, podemos presentar la apelación al final del primer tercio.

—¡Pero hemos perdido a cinco jugadores y ni siquiera hemos cogido los mazos!

—No se pierde hasta no haber perdido, Aubrey. Nosotros también tenemos algunos ases en la manga.

No bromeaba. Antes había visitado el pabellón de los abogados, mientras comprobaban el pasado de todos los jugadores del equipo contrario. El golpeador de los Machacadores, George
Rino
McNasty, tenía catorce multas de tráfico sin pagar y nuestro equipo legal logró que se juzgase su caso allí mismo; le sentenciaron a una hora de servicios comunitarios, lo que le dejó recogiendo basura en el aparcamiento hasta el final del segundo tercio. Jambe se volvió hacia el señor Runcorn.

—Vale, prepare la apelación para el final del primer tercio. Empezaremos con lo que tenemos.

Incluso usando al sustituto, sólo teníamos seis jugadores en lugar de diez. Pero la cosa fue a peor. Para jugar en el equipo local debías haber nacido en la ciudad o haber vivido al menos seis meses en ella antes de jugar. Nuestro sustituto,
Johnno
Swift, sólo había vivido en Swindon cinco meses y veintiséis días antes de empezar su carrera, hacía tres años, en los Mazos. Los abogados de Reading argumentaron que en su primer partido jugó ilegalmente, una falta que debería haberle valido una prohibición de por vida. Una vez más, los jueces aceptaron la demanda y la multitud gritó de emoción. Swift regresó abatido a los vestuarios.

—Bien —dijo O'Fathens, tendiéndole la mano a Jambe—, aceptamos que asumís la derrota, ¿vale?

—Vamos a jugar, O'Fathens. Incluso si Swindon pierde por mil tantos, la gente seguirá diciendo que éste fue el mejor…

—No lo creo —le interrumpió el abogado de los Machacadores con una sonrisa de triunfo—. Ahora sólo tienen cinco jugadores. Según la regla 68 lg, subsección (f/6): «Un equipo que no pueda empezar el partido con un mínimo de seis jugadores pierde automáticamente.» Señaló el texto en el volumen siete de las reglas de la Liga Mundial de Cróquet. Eso decía, efectivamente, justo bajo la regla que estipulaba la cantidad mínima de pasas de los bollos que se vendían en el estadio. ¡Derrotados! ¡Derrotados incluso antes de haber cogido un mazo! Swindon lo soportaría, pero el mundo no podría… la Revelación sería falsa y Kaine y la Goliath seguirían sin problemas con sus planes perversos.

—Lo comunicaré —dijo el árbitro.

—No —dijo Alf, chasqueando los dedos—, ¡tenemos otro jugador disponible!

—¿Quién?

Me señaló.

—¡Thursday!

Quedé conmocionada. Hacía ocho años que no jugaba.

—¡Protesto! —ladró el abogado de los Machacadores—. ¡La señorita Next no es de Swindon!

—Nací en St Septyk —dije lentamente—. Para este equipo es como si fuera de Swindon.

—Quizá como si fuera de Swindon —dijo el abogado, consultando apresuradamente las reglas—, pero no cuenta con la experiencia suficiente. Según la regla 23f subsección (g/9), no puede jugar al cróquet estándar internacional porque no ha jugado un mínimo de diez partidos estándar del condado.

Pensé un momento.

—La verdad es que sí que lo he hecho.

Era cierto. Cuando residía en Londres solía jugar para el equipo Middlesex de OpEspec. Lo hacía bastante bien, la verdad… aunque no como un profesional.

—Es la decisión del Tribunal de Apelación de Cróquet —entonaron los tres jueces, que estaban tan deseosos como cualquiera de ver un buen partido— que a la señorita Next se le permita representar a su ciudad en este encuentro.

O'Fathens perdió la compostura.

—¡Es una ridiculez! ¿Qué estupidez de decisión es ésa?

Los jueces le miraron con seriedad.

—Es la decisión del tribunal… y le consideramos en desacato. Los Machacadores pierden un tanto.

O'Fathens hervía de rabia pero se contuvo, se volvió y, seguido por sus abogados, se acercó a su equipo.

—¡Qué bien! —Rio Aubrey—. ¡No hemos ni empezado y ya vamos ganando!

Intentaba parecer entusiasmado, pero era difícil. Nosotros teníamos un equipo de seis jugadores… cinco y cuarto contándome a mí… y teníamos por delante todo el partido.

—Quedan diez minutos para el comienzo. Thursday, ponte el equipo extra de Snake. Es más o menos de tu talla.

Corrí a los vestuarios y me puse las protecciones de hombros y piernas de Snake. Widdershaine me ayudó a sujetármelas alrededor del pecho y agarré un mazo antes de volver corriendo al campo, ajustándome la cinta del casco mientras Aubrey empezaba con su charla estratégica.

—En encuentros anteriores —dijo con tranquilidad—, los Machacadores se han dedicado a comprobar los laterales débiles con una táctica de apertura Bomperini. Una finta desviada hacia el aro medio a la izquierda pero en realidad dirigido a un aro de fondo derecho sin defender.

El equipo lanzó un silbido.

—Pero nosotros lo estaremos esperando. Quiero que sepan que vamos a jugar agresivamente. En lugar de retroceder, nos lanzaremos directamente a una maniobra de rebote sorpresa. Smudger, empezarás tú con un pase lateral para Biffo, que a su vez pasará a Thursday…

—Espera —dijo Biffo—, Thursday simplemente completa el cupo. ¡Hace años que no le da a una pelota!

Era cierto. Pero Jambe pensaba a lo grande.

—Exacto. Quiero que piensen que Thursday es un arma secreta… que planeamos su incorporación tardía. Con un poco de suerte, malgastarán a un buen jugador marcándola. Thursday, mándala hacia su bola roja y Snake la interceptará. Da igual si fallas. Quiero que nuestra táctica los confunda. Y Penélope… limítate a asustar al otro equipo.

Un gruñido de la ayudante.

—Vale, no os paséis, no más violencia de la necesaria y prestad atención a la Duquesa. Le gusta golpear tobillos.

Unimos los puños y soltamos un alarido. Me dirigí lentamente a mi puesto en el campo con el corazón desbocado por la adrenalina.

—¿Estás bien?

Era Aubrey.

—Claro.

—Bien. Vamos a jugar al cróquet.

38 LMC Superhoop 88
Sábado 22 de julio de 1988, 14.00 Estadio de Swindon, Wessex

Machacadores de Reading:

Tim O’Fathens (capitán)

Carolyn
La Marca
Mays, medio campo

Ralph
El Libro
Spurrier, golpeador ofensivo

Quebrantahuesos
McSneed, aro delantero

George
Rino
McNasty, golpeador

Emma
TV
Longhurst, defensa

Louis Sherwin-Stark, rebotador

Han
Magnet
Ismail, aro delantero

Freddie
Dribler
Lochnis, defensa de estaca

Duquesa de Sheffield, apoyo

EQUIPO LEGAL: Wapcaplitt & Sfortz

LlNIER: lan Paten

ENTRENADOR: Geoffrey Snurge

Mazos de Swindon:

Aubrey Jambe (capitán)

Alan
Biffo
Mandible, medio campo

Snake
SpilHkin, golpeador ofensivo

Crunk (neandertal), defensa

Warg (neandertal), golpeador

Dort (neandertal), defensa

Stiggins (neandertal), rebotador

Smudger
Blarney, aro delantero

JonnoZim (neandertal) golpeador

Penélope Hrah, apoyo de aro medio

Thursday Next, directora/medio campo

EQUIPO LEGAL: Runcorn & Twizzit

SUB:
John
Jonno
Swift

ENTRENADOR: Alf Widdershaine

Me situé en mi puesto, en la línea de las veinte yardas, y miré a mi alrededor. Los arbustos de rododendros del centro me impedían ver el aro de fondo derecha; eché un vistazo al marcador y al reloj. Quedaban dos minutos. Había otros tres peligros naturales entre los que teníamos que jugar: el grupo que tomaba el té, que estaban formando algunos voluntarios; la apisonadora de jardín y el jardín italiano. Una vez que los miembros del grupo de té estuvieron en su puesto y el árbitro párroco quedó satisfecho de que sus Unieres coadjutores estaban todos en posición, el claxon emitió un alarido tremendo.

Sucedieron muchas cosas a la vez. Se oyeron dos golpes casi simultáneos al poner los dos equipos en marcha sus bolas, y corrí instintivamente para interceptar el pase de Biffo. Dado que los Machacadores no creían que yo valiese mucho, no me habían marcado, y el pase de Biffo vino hacia mí. Quedé enrojecida por la emoción y lo atrapé en el aire, golpeándolo hacia la bola del oponente en lo que parecía que sería un rebote aéreo. No salió bien. Pasó a casi treinta centímetros. La bola opuesta llegó hasta la línea de las cuarenta yardas, donde Spurrier la lanzó con fuerza a través del aro de fondo derecha: la clásica apertura Bomperini. No tuve mucho tiempo para reflexionar porque Aubrey gritó mi nombre y me volví para atacar la bola opuesta. Sonó el claxon y todos dejaron de jugar. Yo había tocado la bola opuesta cuando se encontraba al sur de la línea de cuarenta yardas, después de que la hubiera pasado la última persona que había golpeado una bola roja en dirección opuesta… Una de las transgresiones más claras.

—Lo siento, chicos —dije mientras los Machacadores formaban para el penalti. O'Fathens ejecutó el lanzamiento y catapultó nuestra bola a los rododendros. Mientras George intentaba encontrarla, y con nuestra otra bola fuera de juego en el jardín italiano, el equipo de los Machacadores se lanzó a la ofensiva e hizo aro tres veces antes de que pudiésemos recuperar el aliento. Incluso tras haber localizado la bola estábamos demasiado dispersos, y tras otros veintiocho minutos de duro trabajo defensivo logramos terminar el primer tercio con sólo cuatro aros contra los ocho de Reading.

—Son demasiados —jadeó Snake—. Ocho-cuatro es el peor resultado inicial de toda la historia de las finales de la Superhoop.

—Todavía no nos han derrotado —respondió Jambe, bebiendo—. Thursday, has jugado bien.

—¿Bien? —respondí, quitándome el casco y limpiándome el sudor de la frente—. ¡Hundí la bola con el primer golpe y nos hice perder un aro en un penalti!

—Pero aun así hemos logrado un aro… y ya hubiésemos perdido de no haber jugado tú. Tienes que relajarte un poco. Juegas como si nos jugásemos el destino del mundo.

El equipo no lo sabía, pero así era.

—Simplemente relájate un poco, tómate un segundo antes de golpear y todo irá bien. Biffo… buen trabajo; buen aro, Penélope, aunque si vuelves a perseguir a su apoyo es posible que te piten falta.

Un gruñido fue la respuesta de Penélope.

—¿Señor Jambe? —dijo el señor Runcorn, que había estado redactando una apelación contra la decisión de descartar a los neandertales.

—¿Sí? ¿Tenemos algún fundamento?

—Me temo que no. No soy capaz de dar con ningún fundamento. El precedente no humano ha sido rechazado en la apelación. Lo siento mucho, señor. Creo que lo estoy haciendo muy mal. ¿Puedo renunciar y ceder el puesto al sustituto?

—No es culpa suya —dijo Jambe con amabilidad—. Que el abogado sustituto siga con la búsqueda.

Runcorn saludó y se fue a sentar al banco de abogados, donde un joven con un traje que le sentaba fatal había permanecido sentado en silencio durante todo el primer tercio.

—La Duquesa es criminal —musitó Biffo sin aliento—. Casi me pilla dos veces.

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