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Authors: Kevin J. Anderson

Campeones de la Fuerza

BOOK: Campeones de la Fuerza
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Luke Skywalker ha llevado adelante su proyecto de instituir una Academia Jedi con la que poder reinstaurar la orden que había cuidado de la paz y la estabilidad de la galaxia durante milenios. Tras lograr reunir a doce discípulos que han mostrado un talento innato para la Fuerza, se entrega a la tarea de adiestrarlos. Sin embargo, las ruinas massassi de Yavin 4, sede de la recién creada Academia, esconden un terrible secreto: el espíritu de un antiguo maestro de la orden tenebrosa de los Señores del Sith, Exar Kun.

Kyp Durron, un joven al que Han Solo había rescatado de una vida de esclavitud, demuestra una particular sed de conocimientos que le lleva a convertirse en discípulo del maestro espectral. Llega a rebelarse contra Luke; se enfrenta a él guiado por el lado oscuro de la Fuerza y Luke queda postrado en estado de coma. Kyp logra hacerse con el control del terrible Triturador de Soles, un arma desarrollada en un centro secreto de investigación imperial.

Impulsado por su odio al Imperio, decide enfrentarse a la flota de la almirante Daala, usando el Triturador de Soles para hacer estallar la Nebulosa del Caldero y destruir la flota de la almirante con ella. Kyp emprende a continuación una misión apocalíptica de destrucción cegado por el odio, y se dirige a Carida, planeta con un centro de entrenamiento imperial en el que cree posible poder encontrar a su hermano.

Entretanto, un saboteador controlado por el Imperio descubre el lugar donde Han y Leia mantienen en secreto a Anakin, su tercer hijo, y agentes imperiales emprenden su búsqueda. Leia se embarca en una carrera a vida o muerte al planeta Anoth, mientras Han intenta un encuentro desesperado con Kyp para tratar de conseguir que éste renuncie a su oscura cruzada.

En un intento de redimirse y recuperar el honor perdido, Kyp, en compañía de Solo, emprenderá una misión suicida que les enfrentará con el impresionante prototipo de Estrella de la Muerte, una batalla de la que saben que no pueden salir vencedores aun contando con la ayuda de Luke Skywalker.

Kevin J. Anderson

Campeones de la Fuerza

Trilogía de la Academia Jedi 3

ePUB v1.0

LittleAngel
07.01.12

Título Original:
Champions on the Force

1995, Editorial Martínez Roca

Traducción: Albert Solé

1

El
Triturador de Soles
se sumergió en el sistema de Carida como el cuchillo de un asesino que se hunde en el corazón de una víctima desprevenida.

Kyp Durron, envejecido mucho más de lo que correspondía a sus años, estaba encorvado encima de los controles con sus oscuros ojos ardiendo apasionadamente y toda la atención concentrada en su nuevo objetivo. Kyp se disponía a eliminar todas las amenazas que se cernían sobre la Nueva República mediante el poderío de la superarma y las poderosas técnicas que le había enseñado Exar Kun, su mentor espectral.

Pocos días antes había aniquilado a la almirante Daala y sus dos Destructores Estelares en la Nebulosa del Caldero. Después había lanzado al espacio una de las cápsulas de mensaje en forma de ataúd con que contaba el
Triturador de Soles
, eyectándola cerca de la periferia de la explosión para que la galaxia pudiera saber a quién había que atribuir aquella victoria.

Como próximo objetivo, Kyp se disponía a desafiar al centro de adiestramiento militar imperial de Carida.

El planeta militar era un mundo de gran tamaño con una gravedad bastante elevada que servía para endurecer los músculos de los aspirantes a convertirse en soldados de las tropas de asalto. Sus masas terrestres no domesticadas por la civilización proporcionaban una amplia gama de entornos de entrenamiento: eriales árticos, junglas casi imposibles de atravesar, riscos y montañas muy escarpadas, y desiertos abrasadores por los que se arrastraban reptiles venenosos de muchas patas.

Carida parecía el reverso de Deyer, el acogedor y apacible mundo natal de Kyp, donde él y su familia habían vivido en colonias de balsas que flotaban sobre la tranquila superficie de los lagos terraformados. Deyer había sido un mundo lleno de paz, pero esa paz había quedado hecha añicos años antes cuando los padres de Kyp decidieron elevar su voz protestando contra la destrucción de Alderaan. Las tropas de asalto imperiales habían aplastado la colonia, desterrando a Kyp y sus padres a las minas de especia de Kessel mientras su hermano Zeth era reclutado a la fuerza y enviado al centro de adiestramiento imperial.

Cuando se puso en órbita alrededor del planeta militar, el rostro de Kyp mostraba la expresión tensa y endurecida de una persona que ha atravesado las llamas devastadoras de su propia conciencia. Sus ojos estaban ribeteados de sombras. No esperaba encontrar con vida a su hermano después de tantos años, pero estaba decidido a averiguar la verdad.

Y si Zeth no estaba allí, Kyp contaba con el poder suficiente para destruir todo el sistema solar de Carida.

Una semana antes Kyp había dado por muerto a Luke Skywalker, y lo había dejado yaciendo en la cima del Gran Templo de Yavin 4. Había robado los parámetros de diseño del
Triturador de Soles
de la mente de su ingenua creadora, la doctora Qwi Xux. Después había hecho estallar cinco estrellas para incinerar a la almirante Daala y sus dos Destructores Estelares. Daala había intentado huir de la explosión de las estrellas en el último momento, pero no le había servido de nada. La onda expansiva había sido lo suficientemente poderosa como para opacar todos los visores del
Triturador de Soles
un segundo antes de que el frente de fuego alcanzara al navío insignia de Daala, el
Gorgona
.

La obsesión de Kyp se había ido volviendo más y más irresistible después de aquella impresionante victoria, y había lanzado al
Triturador de Soles
en un vector directo hiperespacial, avanzando a velocidad máxima con el objetivo final de aniquilar al Imperio.

La red defensiva de Carida detectó la presencia del
Triturador de Soles
apenas Kyp hubo entrado en órbita alrededor del planeta. Kyp decidió transmitir su ultimátum antes de que las fuerzas imperiales intentaran alguna estupidez, y empezó a emitir en una amplia gama de frecuencias.

—Academia militar de Carida, aquí el piloto del
Triturador de Soles
—dijo, tratando de conseguir que su voz sonara lo más grave posible. Kyp rebuscó en su mente intentando recordar el nombre del embajador que había causado un incidente diplomático en Coruscant al arrojar el contenido de su copa al rostro de Mon Mothma—. Deseo hablar con..., con el embajador Furgan para discutir los términos de su rendición.

El planeta no respondió. Kyp permaneció inmóvil con la mirada clavada en el sistema de comunicaciones, esperando que algún sonido brotara de la rejilla.

Sus consolas de alarma parpadearon cuando los caridanos intentaron centrar un rayo tractor en el
Triturador de Soles
, pero Kyp manipuló los controles con una velocidad aumentada por el entrenamiento Jedi e hizo que su órbita oscilase de una manera tan imprevisible que nunca podrían obtener una conexión positiva.

—No he venido aquí para perder el tiempo con jueguecitos, Carida. —La mano de Kyp se tensó hasta convertirse en un puño que descargó sobre la unidad de comunicaciones—. Si no responden dentro de los quince minutos siguientes, dispararé un torpedo contra el corazón de su sol. Creo que están familiarizados con las potencialidades de esta arma. ¿Me han entendido?

Kyp empezó a contar en voz alta.

—Uno... Dos... Tres... Cuatro...

Llegó a once antes de que una voz seca y cortante surgiera repentinamente del sistema de comunicaciones.

—Estamos transmitiendo un conjunto de coordenadas de descenso, intruso. Sígalas con toda exactitud o será destruido. Transfiera el control de su nave a las tropas de asalto inmediatamente después de haber descendido.

—No parece comprender lo qué está ocurriendo aquí —replicó Kyp sin tomarse la molestia de reprimir la risa—. O me deja hablar con el embajador Furgan ahora mismo, o todo su sistema planetario se convertirá en la mancha luminosa más nueva de la galaxia... Ya he hecho estallar una nebulosa para acabar con un par de cruceros de combate imperiales. ¿Cree que no soy capaz de destruir una simple estrella para acabar con un planeta lleno de soldados de las tropas de asalto? Busque al embajador Furgan, y proporcióneme un contacto visual.

El panel holográfico empezó a parpadear, y el rostro achatado de Furgan apareció en el mientras su mano apartaba al oficial de comunicaciones. Kyp reconoció al embajador por sus frondosas cejas y sus gruesos labios purpúreos.

—¿Por qué ha venido aquí, rebelde? —preguntó Furgan—. No está en situación de exigir nada.

Kyp alzó los ojos hacia el techo de la cabina y sintió que estaba empezando a perder la paciencia.

—Escúcheme con mucha atención. Furgan: quiero averiguar qué ha sido de mi hermano Zeth —dijo—. Mi hermano fue reclutado a la fuerza en el planeta Deyer hace diez años, y después fue traído aquí. Discutiremos los términos de la rendición en cuanto yo haya obtenido esa información.

Furgan le miró fijamente y frunció el ceño uniendo sus espesas e hirsutas cejas.

—El Imperio no negocia con terroristas.

—No le queda otra elección.

Furgan se removió nerviosamente y acabó rindiéndose.

—Necesitaré algún tiempo para acceder a una información tan antigua —dijo—. Mantenga su posición orbital actual, y ya nos pondremos en contacto con usted.

—Dispone de una hora —dijo Kyp, y cortó la transmisión.

El embajador Furgan bajó la vista hacia su oficial de comunicaciones en la ciudadela principal del centro de adiestramiento militar imperial de Carida mientras fruncía sus gruesos labios del color de un morado reciente.

—Compruebe si ese chico ha dicho la verdad, teniente Dauren —ordenó—. Quiero saber qué es capaz de hacer esa arma.

Un capitán de las tropas de asalto entró en la sala moviéndose con un paso tan marcial y exacto que Furgan sintió cómo escalofríos de admiración subían y bajaban a lo largo de su columna vertebral.

—Informe —dijo mirando al capitán.

El altavoz del casco amplificó la voz del capitán de las tropas de asalto.

—El coronel Ardax anuncia que su fuerza de ataque está preparada para partir con rumbo hacia el planeta Anoth —dijo—. Hemos cargado ocho vehículos MT-AT en el destructor
Venganza
junto con una dotación completa de tropas y armamento.

Los dedos de Furgan tabalearon sobre el reluciente metal de la consola que tenía delante.

—A primera vista ese contingente puede parecer una exhibición de poder ridículamente excesiva para secuestrar a un bebé e imponerse a su única cuidadora, una mujer..., pero estamos hablando de un bebé Jedi, y no voy a cometer el error de subestimar las defensas que los rebeldes puedan haber instalado allí. Dígale al coronel Ardax que prepare a su fuerza de ataque para la partida inmediata. Antes he de resolver un pequeño problema que acaba de surgir..., y después podremos ir a buscar un sustituto joven y maleable para el Emperador.

El capitán de las tropas de asalto saludó, giró sobre el tacón de una bota impecablemente lustrada y salió de la sala.

—Nuestra red de espionaje nos ha informado de que los rebeldes cuentan con un arma imperial robada llamada
Triturador de Soles
que se supone puede provocar la explosión de una estrella, embajador —dijo el oficial de comunicaciones mientras examinaba las lecturas de sus paneles—. Y hace menos de una semana hubo una misteriosa explosión múltiple de supernovas en la Nebulosa del Caldero..., tal como ha afirmado el intruso.

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