Campeones de la Fuerza (9 page)

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Authors: Kevin J. Anderson

BOOK: Campeones de la Fuerza
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—Sé cuidar de mí misma —replicó—. Anda, vete de una vez... Si realmente puedes hacer algo para detener a Kyp, no deberías estar desperdiciando el tiempo aquí.

Han volvió a besarla, se despidió de los gemelos agitando la mano y desapareció dentro de la nave.

Lando Calrissian sacó el palillo con la flor-fruto exótico pinchado en el de su copa antes de que pudiera echar raíces en el fondo. Después tomó un sorbo del cóctel espumoso y dulzón y sonrió a Mara Jade, que estaba sentada delante de él en una mesa de un elegante salón rotatorio situado en la cima de uno de los rascacielos de Ciudad Imperial.

—¿Estás segura de que no quieres otra copa? —preguntó.

Mara Jade era una auténtica belleza: su cabellera tenía un color tan hermoso como poco habitual, y además tenía pómulos muy marcados, labios generosos y ojos del color de las gemas más caras. Aún no había tocado su primera copa, pero eso no impedía que Lando hiciera cuanto estaba en sus manos para irradiar confianza en sí mismo.

—No, Calrissian, muchas gracias. Tenemos asuntos de que hablar.

Las ventanas del recinto de observación mostraban la masa resplandeciente del antiguo Palacio Imperial y los pináculos y rascacielos de aspecto cristalino que se alzaban hasta llegar a los confines de la atmósfera. Los aerodeslizadores de transporte iban y venían por encima de los edificios, con sus flancos mostrando mensajes parpadeantes en muchos idiomas mientras llevaban a los grupos de turistas a contemplar el crepúsculo y el resplandor de la aurora. Dos lunas que no se parecían en nada la una a la otra flotaban en el cielo y derramaban su pálida claridad sobre la ajetreada ciudad.

Notas musicales surgidas de una compleja hilera de teclados con muchos niveles en cuyo centro estaba sentada una criatura tentaculada de piel entre púrpura y negra hicieron vibrar el aire de repente. La criatura era capaz de pulsar un número asombroso de teclas al mismo tiempo con un revoloteo de cilios. Su gran cabeza llena de protuberancias no tenía ojos, sino membranas timpánicas de distintos tamaños que le permitían oír la música en una increíble gama de tonos. Sus tentáculos se movían sin parar presionando las teclas y creando ecos casi imperceptibles, tocando melodías que resultaban al mismo tiempo demasiado graves y demasiado agudas para el oído humano.

Lando tomó otro sorbo y se recostó en su asiento con un suspiro y una afable sonrisa. Había dejado su elegante capa color borgoña encima del respaldo de su asiento. Mara Jade sólo llevaba un mono de vuelo muy ceñido al cuerpo, y sus curvas parecían senderos llenos de riesgos que atravesaran un complicado sistema planetario.

Lando la miró.

—Bien, ¿crees que la Alianza de Contrabandistas estaría interesada en un acuerdo para distribuir la especia brillestim de Kessel? —preguntó.

Mara asintió.

—Creo que puedo garantizarlo —dijo—. Moruth Doole permitió que las minas de especia acabaran llegando a un estado de abandono realmente lamentable. El contrabando del mercado negro de la Institución Penitenciaria imperial ha hecho que todo el planeta se convierta en una auténtica molestia para cualquier contrabandista un poco decente que intente ganarse la vida y se respete mínimamente a sí mismo. Se necesitaron señores del crimen tan poderosos y que tuvieran tantos recursos como Jabba el Hutt sólo para hacer que valiera la pena explotarlo.

—Yo haré que merezca la pena explotarlo —dijo Lando, y juntó las manos sobre la superficie de la mesa—. Recibí una recompensa de un millón de créditos de la Duquesa de Dargul, y puedo invertirlos con el objetivo de conseguir que los sistemas alcancen un nuevo nivel de sofisticación.

—¿Cuáles son exactamente tus planes? —preguntó Mara, inclinándose sobre la mesa hasta quedar un poco más cerca de él.

Lando respondió a su movimiento imitándolo y haciendo que sus grandes ojos castaños quedaran más cerca de los de Mara. El corazón le estaba latiendo a toda velocidad. Mara frunció el ceño y volvió a erguirse en su asiento esperando a que respondiera.

Lando se sintió un poco decepcionado, y tuvo que hacer un pequeño esfuerzo para encontrar las palabras necesarias.

—Eh... Bueno, no siento mucho cariño por la prisión que Doole convirtió en el centro de sus operaciones, pero creo que puedo utilizarla como punto de partida. Desmantelaré la mayor parte de la antigua institución penitenciaria, pero utilizaré los edificios como nueva base.

»Ah, y tampoco planeo utilizar esclavos como fuerza laboral. He pensado que podemos conseguir androides mineros. Estoy familiarizado con algunos procedimientos de explotación minera bastante sofisticados, ¿sabes? Si utilizo sistemas superrefrigerados, entonces las firmas infrarrojas no atraerán a esas arañas que se alimentan de energía y que estuvieron causando tantos problemas antes.

—Los androides no pueden hacerlo todo —dijo Mara—. Vas a necesitar a unas cuantas personas ahí abajo... ¿A quién podrás convencer para que trabaje en un medio ambiente tan horrible?

—Puede que sea horrible para los seres humanos —replicó Lando, juntando las manos detrás de la nuca mientras se erguía en su asiento—, pero no lo es para otras especies. De hecho, estoy pensando en un viejo amigo mío llamado Nien Nunb, que fue mi copiloto a bordo del
Halcón
durante la Batalla de Endor... Es sullustano, lo cual quiere decir que estamos hablando de un alienígena muy bajito que creció viviendo en los túneles y las madrigueras de un mundo volcánico bastante inhóspito. ¡Esas minas de especia le parecerían un auténtico balneario de primera categoría! —Mara le lanzó una mirada llena de escepticismo, y Lando se encogió de hombros—. Eh, ya he trabajado con él anteriormente, y confío en Nunb.

—Parece como si tuvieras preparadas casi todas las respuestas, Calrissian —dijo Mara—. Pero de momento todo esto no es más que charla... ¿Cuándo has planeado regresar a Kessel y ponerte a trabajar?

—Bueno, perdí mi nave allí. He de volver a Kessel para recuperar la
Dama Afortunada
y empezar a explotar las minas. —Lando enarcó las cejas—. Oye, supongo que no te apetecerá llevarme hasta ese sistema, ¿verdad?

—Pues no. —Mara Jade se puso en pie—. No me apetece en lo más mínimo.

—Bien, qué se le va a hacer... ¿Te reunirás conmigo en Kessel dentro de una semana estándar? A esas alturas ya tendría que haberme hecho una idea de qué tal van las cosas por allí, y entonces podremos establecer los cimientos para una relación muy larga y sólida.

Lando volvió a sonreírle.

—Una relación de negocios —le corrigió ella, pero no con tanta sequedad como podría haber llegado a utilizar.

—¿Estás totalmente segura de que no quieres cenar conmigo? —preguntó Lando.

—Ya he comido una barra de raciones —dijo Mara, y se dispuso a marcharse—. Una semana estándar, ¿de acuerdo? Te veré en Kessel.

Mara Jade giró sobre sí misma y se fue.

Lando le sopló un beso, pero Mara no le vio..., lo cual probablemente fuese preferible.

El músico tentaculado se inclinó sobre los teclados e interpretó una melancólica melodía llena de resonancias emocionales no correspondidas.

Han Solo tragó saliva intentando eliminar el nudo que se le había formado en la garganta mientras se preparaba para hablar ante los senadores y generales y la misma Mon Mothma. La atmósfera de la sala del Consejo estaba bastante cargada, y hacía calor.

—No suelo dirigirme a esta... Eh... —Han pensó a toda velocidad, intentando encontrar el tipo de lenguaje florido que Leia habría utilizado delante de un grupo de políticos—. No suelo dirigirme a esta augusta asamblea, pero necesito cierta información y la necesito deprisa.

Mon Mothma se irguió en su asiento, moviéndose con visible dificultad. Un androide médico permanecía inmóvil a su lado, atendiendo los silenciosos sistemas de apoyo vital y observación conectados al cuerpo de la Jefe de Estado. La piel de la líder agonizante se había vuelto de un color grisáceo, como si ya hubiera decidido morir y sólo estuviera esperando el momento en que se desprendería de sus huesos. Mon Mothma había abandonado toda pretensión de ocultar sus graves problemas de salud a medida que su estado físico iba empeorando rápidamente.

Según Leia, a Mon Mothma sólo le quedaban unas cuantas semanas de vida antes de que pereciese debido a la extraña enfermedad consuntiva que la iba debilitando sin cesar, pero mientras la observaba Han pensó que no apostaría a que sobreviviese ni siquiera ese tiempo.

—¿Qué es exactamente...? —empezó a decir Mon Mothma, y después hizo una pausa y respiró hondo—. ¿Qué es lo que necesita saber, general Solo?

Han volvió a tragar saliva. No podía ocultar la verdad, aunque no le gustaba nada tener que admitirla.

—Kyp Durron era mi amigo, pero... Bueno, parece ser que ha escogido el camino equivocado. Atacó a Luke Skywalker. Se ha llevado el
Triturador de Soles
, y ha hecho estallar la Nebulosa del Caldero para destruir la flota de la almirante Daala. Hace poco Leia y todos los estudiantes Jedi de Yavin experimentaron lo que definieron como «una gran perturbación en la Fuerza, y Leia está convencida de que Kyp puede haber hecho algo más.

El general Rieekan habló con su voz áspera y ronca de costumbre mientras observaba a Han con ojos llenos de cansancio. Rieekan había sido comandante de la Base Eco en Hoth, y había vivido muchos momentos difíciles.

—Nuestros exploradores acaban de regresar, general Solo. Su amigo ha vuelto a utilizar el
Triturador de Soles
: ha destruido el sistema estelar de Carida, sede de la academia militar imperial.

Han sintió que se le resecaba la garganta, aunque la noticia no era una gran sorpresa si se pensaba en lo mucho que Kyp odiaba al Imperio.

—Esta carnicería debe terminar. Ni siquiera el Emperador había llegado a tales extremos de atrocidad —dijo el general Jan Dodonna, el anciano experto en estrategia—. La Nueva República no emplea tácticas tan bárbaras.

—¡Bueno, pues ese joven sí que las emplea! —exclamó Garm Bel-Iblis—. Y ha destruido dos objetivos imperiales cruciales... Puede que no estemos de acuerdo con los métodos de Durron, pero su índice de éxitos únicamente puede definirse empleando la palabra «asombroso».

Mon Mothma intervino de repente. La agonizante Jefe de Estado había logrado encontrar las energías necesarias para hablar en un tono áspero e imperioso que atrajo la atención de todos los presentes en cuanto la oyeron.

—No permitiré que este joven sea presentado como..., como un héroe de guerra. —Hizo una pausa para respirar hondo y después alzó su tenso puño para indicar que aún no había terminado de hablar—. Su cruzada personal debe acabar. ¿Puede detener a Kyp Durron, general Solo?

—¡Antes he de encontrarle! Proporciónenme la información obtenida en las misiones de reconocimiento de la Nebulosa del Caldero y de Carida llevadas a cabo por sus exploradores. Quizá consiga dar con él... Si pudiera hablar con Kyp cara a cara, estoy seguro de que podría razonar con el chico.

—Tendrá acceso a toda la información que desee, general Solo —dijo Mon Mothma, y extendió las manos delante de su cuerpo colocándolas sobre la superficie de piedra sintética como si estuviera intentando apoyarse en ella—. ¿Necesitará... una escolta militar?

—No, eso podría asustarle y hacer que resultara aún más difícil de localizar —dijo Han—. Iré en el
Halcón
. Si tengo suerte, quizá también consiga volver con el
Triturador de Soles
—La mirada de Han recorrió lentamente la cámara del Consejo—. Y esta vez tendremos que asegurarnos que queda totalmente destruido.

Han ya casi había terminado los preparativos de emergencia de último momento para partir a bordo del
Halcón
cuando oyó una voz a su espalda.

—¡Han, viejo amigo! ¿Necesitas que te echen una mano?

Han miró por encima de su hombro y vio a Lando Calrissian cruzando el hangar para venir hacia él, y contempló cómo se agachaba para pasar por debajo del alerón de un caza X.

—Me marcho, Lando —dijo—. No se cuánto tiempo estaré fuera.

—Ya me había enterado de que te ibas —dijo Lando—. Eh, ¿por qué no dejas que venga contigo? Chewbacca está ocupado con la misión de las Fauces, así que necesitarás un copiloto.

Han titubeó antes de responder.

—Es algo que he de hacer yo solo, Lando —replicó por fin—. No puedo pedirle a nadie que venga conmigo.

—Pilotar el
Halcón
tú solo es una auténtica locura, Han. No sabes en qué clase de situaciones hostiles puedes llegar a verte metido... ¿Quién estará sentado delante de los controles si tienes que ir al pozo artillero? —Lando le obsequió con la sonrisa más irresistible de todo su repertorio—. Tienes que admitir que soy la elección obvia, ¿no?

Han dejó escapar un suspiro.

—Mi primera elección sería Chewbacca... ¿Sabes que echo de menos a ese montón de pelos? Por lo menos el nunca ha intentado quitarme el
Halcón
con una baraja de cartas.

—Oh, vamos, Han... Eso se acabó para siempre —dijo Lando—. Lo prometimos, ¿recuerdas?

—¿Cómo iba a poder olvidarlo? —gimió Han. Lando le había vencido en la última ronda de manos de sabacc que habían jugado y se había convertido en propietario del
Halcón
..., y después le había devuelto la nave a Han sólo para impresionar a Mara Jade—. Pero de todas formas... Bueno, ¿qué motivo tienes tú para meterte en esto, viejo pirata? —preguntó enarcando las cejas—. ¿Por qué tienes tantas ganas de venir conmigo?

Lando removió nerviosamente los pies sobre las relucientes planchas metálicas del suelo del hangar. Un motor sublumínico se puso en marcha al otro extremo de la cámara, emitió una especie de balido ahogado y acabó deteniéndose con una tos agónica mientras una dotación de mecánicos se apresuraba a trepar por el fuselaje de un caza A medio desmantelado.

Si queres que sea sincero contigo… En fin, la verdad es que necesito estar en Kessel dentro de una semana.

—Pero yo no voy a acercarme a Kessel en ningún momento de mi viaje —dijo Han.

—Todavía no sabes dónde irás, Han. Vas a partir en busca de Kyp, ¿verdad?

—De acuerdo, te has anotado un tanto. ¿Y qué pasa con Kessel? —preguntó—. Pensaba que no tendrías ninguna prisa por volver después de lo que nos ocurrió la última vez que estuvimos por allí. Por mi parte, puedo asegurarte que no me apetece en lo más mínimo volver a Kessel.

—Mara Jade va a reunirse conmigo en Kessel dentro de una semana. Somos socios en una nueva operación de minería de la especia.

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