Catalina la fugitiva de San Benito (106 page)

BOOK: Catalina la fugitiva de San Benito
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154
Era notoria la desfachatez de los mendigos de la Corte, que entendían que su presencia ayudaba a descargar muchas conciencias y exigían, más que suplicaban, la ayuda de las gentes.

155
Salir corriendo.

156
Dorotea juega con las frases de moda de la obra de Calderón,
Casa con dos puertas mala es de guardar,
sustituyendo el nombre de Laura por el de María Cordero.

157
Dice céfiro por viento.

158
Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador.

159
Falda usada por las damas de la Corte y armada con círculos de alambre de tal complicación y volumen que posteriormente fue prohibida por una pragmática real, que no surtió efecto ya que la segunda esposa de Felipe IV, su sobrina Mariana de Austria, fue la primera en desobedecerla.

160
corpiño cerrado. Si era abierto recibía el nombre de «saboyana».

161
Calzado femenino que realzaba la estatura de la mujer y que llegó, en alguna ocasión, a tener ocho suelas de corcho.

162
Mancebía o burdel.

163
España guerreaba en media Europa; el Palatinado era uno de los lugares donde se desarrollaba la contienda.

164
Alude así el capitán al nombre que también se daba a las prostitutas que cobraban con dinero contante y sonante. «Trin tin» por onomatopeya del sonido del metal y «batín» por la ganancia del comercio carnal.

165
Embarcación holandesa de carga, cuya característica principal era su panzudo casco.

166
Es la prostituta que gusta de callejear.

167
Vieja alcahueta.

168
Hacer público algo.

169
Esclavos marcados que trabajaban lejos de sus amos y que podían comprar su libertad.

170
Por deudas, en la época, se podía condenar al deudor a estar amarrado al remo de una galera un número determinado de años.

171
Otro de los muchos nombres que en aquel tiempo se daba a las mancebías.

172
Nombre que asimismo se daba a los que se dedicaban a la. «Farsa» (los cómicos).

173
El correo real. Su concesionario, el conde de Villamediana, se dice que fue asesinado por orden del rey.

174
. Caperuza puntiaguda semejante a la que llevan en Semana Santa los cofrades de las diversas cofradías, que con el san Benito completaba la imagen del que iba a ser sometido a un auto de fe.

175
García de Paredes fue el soldado más fuerte de los tercios del Gran Capitán, en Italia.

176
Mujer joven de costumbres livianas que se prostituye por su cuenta y cubre esta actividad con la tapadera de otros oficios.

177
Un alguacil al mando de cuatro o seis corchetes vigilaba los barrios de Madrid para velar por el orden nocturno.

178
Prostituta muy joven y de cierta clase.

179
Cantantes a los que, a fin de que conservaran la voz aguda de los niños, se les castraba.

180
Dícese «farsa» por «comedia». Los comediantes eran los farsantes.

181
Conseguir el fin perseguido.

182
Antes de la pieza principal, uno de los actores pedía la benevolencia del público, principalmente la del patio de mosqueteros y de la cazuela de las mujeres.

183
Baile y cante popular andaluz de tal ritmo y erotismo que llegó a estar prohibido por la Inquisición. Ana de Andrade fue su principal representante, y de su cruce con las jácaras de Escarramán nació, según Quevedo, el «Ay, ay, ay».

184
Ésta se bailaba con castañuelas o tejoletas, panderos y guitarras. Los jesuitas cargaban contra ella desde los pulpitos.

185
Ya hemos comentado en otra nota lo que eran este tipo de guantes. Aquí queremos resaltar que era costumbre extendida obsequiar en cualquier ocasión con guantes a las personas. Eran famosos en el mundo los guantes españoles. La infanta María de Austria, hermana de Felipe IV, regaló cien pares de ellos al príncipe de Gales futuro Carlos II de Inglaterra, cuando éste vino a Madrid a pedir su mano.

186
Todos estos sahumerios respondían a la creencia de los médicos en que los sudores que provocaban eran buenos para los enfermos de sífilis.

187
Se pueden considerar la madre de las actuales castañuelas.

188
En los bailes (no en las danzas) se movían manos y pies, y llegaron a ser tan atrevidas que desde el pulpito fueron denunciadas por el clero.

189
Corpiño abierto que mostraba un generoso escote.

190
Nombre de la falda que se colocaba con un armazón de mimbre en su interior, tal que si fuera una cesta invertida de las que se usaban para llevar pollos.

191
En la época a la que nos referimos el telón de embocadura no existía. Aquí ha sido colocado por conveniencia del autor.

192
Era la ventana o balcón de una de las casa laterales y que estaba destinada al rey.

193
Encargado de encender las lamparillas de pantalla de latón que montadas al pie de la corbata del escenario ayudaban a iluminar la escena.

194
Basado en un hecho real.

195
Así se llamaba el
hecho
de lanzar al escenario algún cascote que otro.

196
Frase que puso de moda en el cerco de Granada Gonzalo Fernández de Córdoba, que al ser requerido por el rey, que indagaba por qué se había «perdido» con una bella mora y no lo hallaban, contestó dicha frase queriendo decir: «No os puedo explicar dónde he estado.»

197
Era costumbre entre los nobles pasear en coche por la calle Mayor y por los jardines del Buen Retiro, compitiendo en suntuosidad y lujo tanto en las carrozas como en los tiros de las caballerías y en los uniformes de los lacayos y postillones. En estas ocasiones se pasaban billetes y se concertaban encuentros sobornando dueñas o ganándose otras voluntades.

198
A fin de ganarse el sustento, el pintor real Diego de Silva y Velázquez fue nombrado aposentador. El cargo implicaba la obligación de ocuparse, en los viajes, de aposentar a la familia real y a su séquito. Ni que decir tiene que dado al volumen de equipaje y al tiempo que duraban entonces los desplazamientos, este oficio privó al gran pintor de legar a la posteridad un número mucho mayor de obras.

199
Era importantísimo no tener entre los antepasados ninguna mácula que pudiera relacionar al solicitante con judíos, moriscos o con profesiones denigrantes. Incluso el ser escribano exigía una dispensa especial.

200
Son las danzas de palacio.

201
Son las populares.

202
Útiles necesarios para dar una función teatral.

203
Coplas populares, que siempre tenían un estribillo.

204
Llamado así por ser un coche de origen francés que estaba «cortado», permitiendo únicamente el transporte de dos pasajeros.

205
Dedicarse a la prostitución.

206
Bubas sifilíticas.

207
Decíase de la persona, hombre o mujer, que estaba al frente de la casa. Ambos incluso recibían el nombre de suegros por parte de la clientela.

208
Prostituta de baja calidad.

209
Jugar a las cartas.

210
El conjunto de notas que he colocado a continuación explican un poco los términos que se empleaban en aquellos tiempos y pienso que, amén de instructivas, son curiosas y divertidas para el lector.

211
Casa de juego.

212
Fullero que juega en compañía de otro para limpiar al contrincante.

213
Trampa que consiste en colocar las cartas de suerte que al repartirlas vengan de dos en dos y que al recibir uno se sepa ya cuál es la otra que ha recibido el contrario.

214
Meter solapadamente una carta entre las demás para quitar la suerte que derechamente venía a un contrario.

215
El que, de acuerdo con un fullero, se coloca detrás de los jugadores mirando las cartas por encima del hombro y se las comunicaba a su cómplice mediante una serie de señas acordadas.

216
Retirar un tahúr el dinero que ha ganado en la rueda y no volver a jugar más.

217
El incauto.

218
Se da cuenta de la trampa.

219
Manceba, querida.

220
Piropeador.

221
Adulador, cobista.

222
Veleidoso, veleta.

223
Así se llamaban a los que robaban en los cepillos de las iglesias.

224
Los ladrones que se introducían en las casas a través de una ventana o balcón que estuviera en la altura.

225
Esta localidad costaba menos que la de los bancos colocados delante del degolladero, pero estaban sus ocupantes sentados; generalmente se ubicaban en ella pequeños comerciantes y gentes pudientes del pueblo llano que no querían situarse en pie, junto a la mosquetería.

226
Así se llamaba a los cornudos que lo eran a conciencia.

227
Connotación peyorativa, referida a los que andaban por los caminos.

228
Las cañas consistía en un juego donde grupos de caballeros se perseguían alternativamente lanzando unos venablos cortos en tanto los otros los intentaban esquivar cubriéndose con los escudos.

229
Falda.

230
Mujer de la mancebía tenida en poco; así llamada en referencia a la punta de la caña de pescar por donde pasa el sedal, y significaba «pescadora» o «buscona».

231
Canto griego de arrepentimiento y retractación.

232
Nombre que daba la mujer al marido y éste a su mujer. Lo podemos traducir como «el cotidiano», «el de cada día».

233
Sistema de caza que consistía en preparar un laberinto de ropa colgada y hacer que la pieza se fuera adentrando en él y no pudiera escapar, dándole muerte al final. Se importó de Flandes en tiempos del emperador Carlos V.

234
Los concejos equivalían a los ministerios actuales. Los presidía un alto cargo y el conde duque hizo hacer unas ventanillas disimuladas para que el monarca pudiera espiar desde ellas a los consejeros para así ver al que le era favorable y al que no lo era.

235
Eran lugares dedicados a cambiar impresiones y a discutir de los más variados temas. Se podrían comparar a los actuales casinos.

236
Pesar la hebra, charlar amablemente.

237
Mujer pública (C. J. Cela).

238
Alcahueta.

239
Se refiere la frase al juego de las cañas, en el que grupos de caballeros se perseguían, alternativamente, en una plaza o espacio cerrado, lanzándose venablos de madera que se partían sobre los escudos.

240
Dados.

241
Ser cobarde y estar poseído por el miedo.

242
Véase nota 116.

243
Véase nota 146.

244
Los títulos nobiliarios a los que se unía la condición de horca y puchero tenían el privilegio de poder hacer, en caso de guerra, levas de hombres para ponerlos al servicio de la Corona, con la condición de armarlos y alimentarlos y el derecho de ahorcarlos en caso de faltas o delitos tipificados en el código militar.

245
Valido del duque de Lerma cuyo valor en el patíbulo originó la frase: «Más valor que don Rodrigo en la horca», y cuyo proceso fue la comidilla de todo Madrid.

246
Pieza de hierro sujeta a una argolla, que colocada en el cuello del reo le obligaba a acudir hasta el patíbulo con la cabeza erguida para vergüenza y oprobio del mismo y para que el público pudiera ver su rostro.

247
Especie de capirote de papel engrudado que se sujetaba en la cabeza del condenado para su escarnio e ignominia.

248
Hecho histórico.

249
Se refería Catalina que al tener la sagrada forma en las manos era ella la custodia sagrada y, por lo tanto, intocable. (Es éste un hecho histórico.)

250
Cuando cualquier delincuente o huido de la justicia conseguía entrar en una iglesia, se consideraba intocable y nada ni nadie podía acceder a él.

251
Los capitanes recorrían ciudades y pueblos alistando a cuantos hombres lo desearan.

252
Los veedores eran los encargados de contabilizar a las gentes que alistaban en sus levas los capitanes, a fin de que la Corona no pagara por un inútil o por alguno que no hubiera cumplido dieciocho años o tuviera más de cincuenta.

253
Los cartujos que autorizados por el superior cumplían cualquier misión fuera de los muros del convento debían llevar escritas todas sus peticiones para, de esta manera, no romper el voto del silencio.

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