Cuentos desde el Reino Peligroso (22 page)

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Authors: J.R.R. Tolkien

Tags: #Fantástico

BOOK: Cuentos desde el Reino Peligroso
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chaqueta azul brillante, zapatos amarillos.

Nunca lo sorprendieron, por cimas o por valles,

por las sendas del bosque o junto al Tornasauce,

tampoco entre nenúfares, navegando en el río.

Pero un día atrapó a la Hija del Río,

de verde entre los juncos, cabellera ondulada,

a las aves cantando viejos cantos del agua.

¡La atrapó fuerte y bien! Silbó el junco,

la rata huyó, gimió la garza; su corazón temblaba.

Tom Bombadil le dijo: «¡Aquí estás, mi doncella!

¡A mi casa vendrás! Servida está la mesa

con crema y mantequilla, panal y panecillos;

rosas en el alféizar y en torno a los postigos.

¡Vendrás a la Colina! No pienses en tu madre. ¡

En su profunda charca no encontrarás amante!».

Tuvo una boda alegre Tom Bombadil el viejo,

corona de ranúnculos, ¡fuera pluma y sombrero!;

por guirnalda, lucía nomeolvides y lirios

la novia, en verde y plata. Cantó como estornino,

feliz tocó el violín, zumbó como una abeja,

tomó a su dama de agua por la cintura esbelta.

La casa iluminada, ropa blanca en la cama;

a la luna de miel los Tejones llegaban,

bailando en la Colina, y el Hombre-Sauce hacía

golpetear la ventana mientras ellos dormían;

y la Mujer del Río suspiraba entre juncos,

oyendo al Tumulario llorar, allá en su túmulo.

Tom Bombadil el viejo no atendía a las voces,

las llamadas, el baile, los ruidos de la noche;

durmió, y después del alba cantó cual estornino:

«¡Eh, vamos derry dol, alegre dol, cariño!».

Sentado en el umbral se puso a cortar varas,

mientras Baya de Oro peinaba trenzas gualdas.

2
El paseo en bote de Tom Bombadil

El año envejecía y llamaba ya el Viento

del Oeste en el Bosque; Tom cazó una hoja al vuelo.

«En alas de la brisa me llega un día alegre.

¡Hoy será! ¿A qué esperar hasta el año que viene?

El bote he de arreglar, he de ir donde me arroje

el río, hacia el oeste, vagar según me antoje.»

Se posó Pajarita. «Pío-lá, Tom, te he visto.

Imagino, imagino, adonde vas tan listo.

¿Le diré, le diré por dónde puede hallarte?»

«¡Cotilla! ¡Cierra el pico! O voy a desplumarte,

¡por doquier parloteas chismes que no te atañen!

Asada te verás si vas al Hombre-Sauce,

¡en espetón de sauce se acabará el fisgar!»

Reyezuela dio un salto, piando echó a volar.

«¡Antes, antes atrápame! Los nombres no hacen falta.

Me posaré en su oreja: que atienda mis palabras.

"Cuando el sol ya se ponga, allá en Mithe", diré,

"¡Aprisa, aprisa! ¡Baja! ¡Momento de beber!".»

Tom reía entre dientes: «Tal vez hoy vaya a Mithe.

Ya sé que hay otros rumbos, pero allí irá mi esquife».

Parchó el bote, hizo remos; desde la oculta cala

lo arrastró bajo alisos, entre sauces y cañas,

y partió río abajo, cantando: «¡Sauce-bobo,

que corra el río-sauce por el bajo y el fondo!».

«¡Hola! Dime, Tom Bombadil, ¿dónde vas zarandeado

en cascara de nuez remando río abajo?»

«Siguiendo el Tornasauce quizá hasta el Brandivino;

tal vez prendan un fuego en mi honor mis amigos,

en el Fin de la Cerca. Es la pequeña gente

amable al fin del día y los visito a veces.»

«¡Saluda allí a los míos y con sus nuevas vuelve!

¡Cuéntame de remansos y escondrijos de peces!»

«Hoy no», respondió Bombadil. «Hoy sólo estoy remando

para olfatear el agua, y no llevo recados.»

«Je je! ¡Tom malaspulgas! ¡Cuida no hundas la barca!

¡Hay ramas en el fondo! ¡Qué risa si naufragas!»

«¡Calla, Azul Pescador! ¡Tus deseos olvida!

¡Vuela ya a acicalarte con un peine de espinas!

Tan señor en tu rama y sucio paje en casa:

entre basura vives, con tu pecho escarlata.

Sé yo que, pico al aire, otros pájaros muestran

de dónde sopla el viento: ¡y se acabó la pesca!»

Pescador cerró el pico, y guiñó; Tom, cantando,

pasó bajo la rama. El ave huyó volando;

cayó una pluma azul, que Tom atrapó presto

y vio que al sol brillaba: «Qué regalo tan bello».

La prendió en su sombrero, tiró la pluma vieja.

Dijo: «¡Azul para Tom, color que alegra y queda!».

El agua burbujeó, se formaron anillos.

¡Pías! Le dio con el remo a una sombra en el río.

«¡Tom Bombadil! ¡Chiss! ¡Chiss! Mucho ha que no te veo

¿Te hiciste navegante? ¿Qué si tu barca vuelco?»

«¿Qué? Bien, Mozo Bigotes, en ti cabalgaría.

¡Con mi mano en tu lomo la piel te temblaría!»

«¡Bah, Tom Bombadil, bah! Se lo diré a mi madre:

"¡Llama a nuestros parientes, hermano, hermana, padre!

Está remando Tom, pato patadepalo:

¡subido a una bañera va Tornasauce abajo!"»

«¡Daré a los Tumularios que curtan tu pelleja!

¡Te ahogarán con anillos! Si tu madre te viera

no te conocería si no es por un bigote.

Si no eres más veloz, ¡a Tom nunca provoques!»

«¡Buff!», dijo el mozo nutria, salpicando con agua

el sombrero de Tom; y agitando la barca

pasó debajo de ella, y en la orilla tumbado

miró hasta que a lo lejos se perdió Tom cantando.

El Cisne de Isla Elvet pasó altivo de largo,

miró a Tom con desprecio, le resopló bien alto.

Rió Tom: «Viejo cisne, ¿de tu pluma te acuerdas?

¡Dame una nueva entonces! Ajó el tiempo la vieja.

Una palabra amable y te tendría aprecio:

¡garganta larga y muda, y aun así soberbio!

¡Si un día el Rey regresa, quizá vaya y te atrape,

marque tu pico gualdo, y los humos te baje!».

Ahuecó el Cisne el ala, siseó y nadó deprisa;

en su estela mecido Tom remando seguía.

Tom llegó a Saucepresa, donde el río espumeando

cae raudo a Las Tornadas, saltando y salpicando;

a Tom sobre las piedras, girando y dando tumbos,

como a un corcho llevó al muelle de Grindmuro.

«¡Eh! ¡Mirad! ¡Tom del Bosque con su barba chivesca!»,

reían en Espino y en el Fin de la Cerca.

«¡Ojo, Tom! ¡Flecha y arco contigo acabarán!

Del Túmulo o del Bosque, aquí nadie podrá

cruzar el Brandivino, en balsa o en chinchorro.»

«¡Bah, bah, mis barrigudos! ¡No os alegréis tan pronto!

»Yo os he visto cavar hoyos para esconderos

si un tejón o una cabra os miran: ¡os dan miedo

los rayos de la luna, vuestras sombras también!

¡Si os azuzo los orcos, echaréis a correr!»

«Llámalos, Tom del Bosque. Y habla hasta que te aburras.

¡Tres flechas en tu gorro! ¡Tú poco nos asustas!

¿Adonde irás ahora? Pues si buscas cerveza,

¡para tu sed las cubas de Espino son pequeñas!»

«Al Río de la Comarca, pasando el Brandivino,

mas para mi chinchorro muy rápido va el río.

A la gente pequeña que me acoja en su barca

desearé bellas tardes y risueñas mañanas.»

De rojo el Brandivino en llamas se encendía

mientras se hundía el sol, luego gris se perdía.

En la Escala de Mithe nadie fue a recibirlo.

El Pontón en silencio. Dijo Tom: «¡Bienvenido!».

Tom emprendió el camino al llegar el ocaso.

En Junquera vio luces, y una voz le echó el alto:

«¡Eh!». Pararon los poneys, resbalaron las ruedas;

de largo pasó Tom, sin mirar a la vera.

«¡Alto ahí, vagabundo que Marjala atraviesas!

¿Qué te trajo hasta aquí? ¡Gorro lleno de flechas!

¿Te han dado una advertencia, te cogieron rondando?

¡Ven aquí! ¡Dime ahora qué es lo que andas buscando!

Cerveza. Que me aspen, aunque sin blanca estás.

¡Diré que echen las trancas, ninguna encontrarás!»

«¡Vaya, Pies Embarrados! ¡Llegas tarde a la cita

allá atrás en el Mithe y hosca es la bienvenida!

Viejo y gordo no puedes andar sin resoplar,

cual saco vas en carro, ¡más amable has de estar!

¡Rico barril con patas! Te echaría ya mismo,

siendo tú el perdedor, si eligiera el mendigo.

¡Vamos, Maggot! ¡Arriba! Una jarra me debes.

¡Viejo amigo, hasta a oscuras debieras conocerme!»

Sin parar en Junquera, se fueron entre risas,

pese a que la posada a dulce malta olía.

Por la Senda de Maggot traqueteando se fueron.

Tom bailaba y saltaba en el carro, contento.

Sobre El Habar, estrellas; luz en casa de Maggot;

los sorprendió la noche, pero hay fuego esperando.

Los hijos y las hijas saludaban corteses;

para la sed, la esposa les traía picheles.

Hubo alegres canciones, cuentos, bailes y cena.

El buen Maggot brincaba con su cintura gruesa,

Tom bebía en cabriolas, y bailaban las hijas

Repique de campanas; y la esposa reía.

En paja, helecho y pluma los demás se acostaron.

Juntaron las cabezas Tom y Pies Embarrados,

cambiando junto al fuego nuevas de las Quebradas,

y de allí hasta las Torres; de marcha y cabalgata,

de cebada y collalbas, de la siembra y la siega;

chismes de Bree, la forja, el molino y la feria;

susurros de los árboles, el viento en los alerces,

en el Vado altos Guardas, y las Sombras allende.

Al fin se durmió Maggot sentado junto al fuego.

Tom partió antes del alba: como entrevistos sueños,

alegres, tristes y otros de advertencia secreta.

La puerta nadie oyó, la lluvia mañanera

se llevó sus pisadas, no dejó en Mithe rastro;

nadie en Fin de la Cerca oyó cantos ni pasos.

En Grindmuro se estuvo su chinchorro tres días,

y una buena mañana fue Tornasauce arriba.

Nutrias, cuentan los hobbits, de noche lo soltaron

y pasando la presa río arriba empujaron.

El Cisne, navegando, desde Isla Elvet vino

y tirando del barco, con la cuerda en el pico,

lo arrastró con orgullo; las nutrias a su lado

en torno a las raíces del Sauce lo guiaron;

Pescador iba a proa, cantaba Reyezuela

alegre en la bancada: el bote iba de vuelta.

El mozo nutria dijo, al llegar a la cala:

«¿Qué es un pez sin aletas, o un pato sin sus patas?».

¡Ay! ¡Loco-río-sauce! ¡Se olvidaron los remos!

Y esperan en Grindmuro que Tom vuelva por ellos.

3
Errabundo

Había un viajero alegre,

un mensajero y marino:

construyó de oro una góndola

para errar a su capricho,

con naranjas amarillas

y gachas por provisión;

la perfumó con lavanda,

mejorana y cardamón.

Al viento de los cargueros

le pidió que lo llevara

por los diecisiete ríos

interpuestos en su marcha.

Desembarcó solitario

donde corre pedregoso

sobre guijarros el Derrilyn

siempre alegre y presuroso.

A la Tierra de la Sombra

llegó, cruzando los prados,

bajo y sobre las colinas

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