Cuentos desde el Reino Peligroso (23 page)

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Authors: J.R.R. Tolkien

Tags: #Fantástico

BOOK: Cuentos desde el Reino Peligroso
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y por caminos cansados.

Se sentó, y entonó un canto,

demorado en su misión;

y al ver a una mariposa

por esposa la pidió.

Ella, hermosa y despreciándolo,

le devolvió escarnio y burla;

así, pues, estudió hechizos

largos años, forja y runas.

De gasa etérea una trampa

tejió para perseguirla,

de cuero hizo un ala,

y otra con plumón de golondrina.

Y perpleja la atrapó

con hilos de telaraña;

le construyó pabellones

de lirios, y en ellos camas

de flores y de vilanos

para que allí se tendiera;

la vistió con luz de plata

y con fina y blanca seda.

Con gemas formó collares,

pero ella las derrochó

y dio en disputas amargas;

triste, entonces, se alejó

y la dejó marchitándose

mientras trémulo partía,

seguido de un huracán,

con alas de golondrina.

Y pasó los archipiélagos

donde hay montes de oro mágico,

caléndulas, e incontables

fuentes de brillos plateados.

Se entregó a pillaje y guerra,

corsario en costas perdidas,

por Belmaría campeó,

Thelamía y Fantasía.

Se forjó morrión y escudo

de coral y de marfil,

una espada de esmeralda,

y terrible fue su lid

contra los elfos de Aerie

y Faerie, caballeros

de ojos brillantes y rubios

que a desafiarle vinieron.

De cristal fue su armadura,

de calcedonia la vaina;

y en plenilunio, con ébano

y plata talló su lanza.

Venablos de malaquita

y estalactita blandió,

y fue y venció en Paraíso

a muchas moscas-dragón.

Combatió a los Avispones,

Abejas y Zumbacuernos,

y ganó el Panal Dorado;

y ya a su casa volviendo

en barco de gasa y hojas,

de capullos la techumbre,

se sentó y cantó; y bruñó

sus armas con nuevo lustre.

Se demoró por un tiempo

en los islotes perdidos:

y no hallando más que hierba

tomó el único camino,

y volvió, y llegando a casa

con el panal, ¡le vinieron

misión y mensaje a mientes!

En gestas y en sortilegios

ya los había olvidado,

en viaje y torneo, errante.

Ha, pues, de partir de nuevo

y reconstruir su nave,

un mensajero por siempre,

un pasajero cansino,

arrastrado por el viento,

como una pluma: un marino.

4
La princesa Mee

Era Mee, la Princesa,

adorable y pequeña;

así lo cantaban los elfos.

Su cabello adornaba

con perlas engarzadas;

de oro y fina seda, un pañuelo

lucía en la cabeza;

y una trenza de estrellas

plateadas su cuello envolvía.

Ligeras telarañas

formaban una capa que en luz de luna refulgía,

y ceñía su talle

con gotas de diamante como bañadas en rocío.

De día caminaba

envuelta en su gris capa

con capucha de azul sombrío;

mas de noche lucía

brillante y cristalina

bajo la bóveda de estrellas:

su calzado era tenue

como malla de peces

cuando pasaba entre centellas

a bailar a su lago,

y a su reflejo helado

de aguas quietas iba a jugar.

Cual luminosa niebla

volando y dando vueltas,

destellaba, como el cristal,

donde sus pies de plata

fugazmente rozaban,

ágiles, la pista de baile.

Miró arriba, hacia lo alto,

al cielo despejado

y a la oscura costa delante;

y girando de pronto

y bajando los ojos,

vio que iba a su par, allá abajo

una Princesa Shee

tan bella como Mee

¡y las dos, pie con pie, danzando!

Era Shee tan liviana

como Mee, iluminada;

pero, ¡qué extraño!, estaba Shee

puesta al revés, inversa,

coronada de estrellas

en un hondo pozo sin fin.

Su brillante mirada

inmóvil contemplaba

los ojos de Mee con sorpresa,

¡era algo extraordinario,

andar cabeza abajo

moviéndose en un mar de estrellas!

Sus pies, únicamente,

se encontraban a veces;

pues dónde estarán los senderos

que llevan al lugar

donde de pie no están,

sino del revés, en el cielo,

nadie puede decirlo,

ni aprenderlo de hechizos

que los elfos puedan lanzar.

Así pues todavía

como entonces, hoy día,

una elfa baila en soledad;

perlas en el cabello,

y con su talle esbelto,

con sus zapatos tenues,

como malla de peces, Mee:

¡como malla de peces,

con sus zapatos tenues,

y con su talle esbelto,

perlas en el cabello, Shee!

5
El hombre de la luna se acostó tarde

Existe un bar, un viejo bar

detrás de un altozano,

donde hay cerveza tan oscura

que un día el Hombre de la Luna

bajó a tomar un trago.

Allí hay un gato borrachín

que en el violín es ducho.

Y su arco sube, y baja, y va

gimiendo aquí, siseando allá,

chirriando cual serrucho.

El posadero tiene un perro

amigo de las bromas.

Si cuenta un chiste algún cliente

alza la oreja y ríe fuerte

y a veces se sofoca.

Y tiene una vaca con cuernos

altiva cual princesa,

que con la música enloquece,

agita el rabo y se estremece,

mientras baila en la hierba.

Los platos, ¡oh!, de plata son,

igual que las cucharas.

Para el domingo, un juego fino

Ja víspera, con todo mimo,

se limpia y abrillanta.

Bebía el Hombre de la Luna,

y ya maullaba el gato.

El perro el rabo se cazaba,

la vaca, loca, y la cuchara

danzaba con el plato.

El Hombre un trago más tomó,

rodando de la silla.

Durmió, y soñaba con cerveza.

Palidecieron las estrellas,

el alba aparecía.

Le dijo al gato el postillón:

«Relinchan muy ansiosos

los blancos potros de la Luna,

pues su amo ronca sin premura

y el Sol saldrá bien pronto».

El gato, entonces, comenzó

su música estridente,

chirriando y serruchando aprisa.

El dueño al Hombre sacudía:

«¡Ya son las tres y veinte!».

Llevaron al Hombre a la Luna,

subiendo la lomada.

Detrás, los potros galopando;

la vaca iba saltando; un plato

huyó con la cuchara.

Pero el violín tocó más rápido,

rugía el perro, andaban

vaca y potros patas arriba,

y del lecho todos salían

a bailar a la sala.

¡Saltó la cuerda del violín!

Reía el perro; un brinco

sobre la Luna dio la vaca;

con el plato huyó la cuchara

de plata del domingo.

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