—¿Qué es esa gran región que hay por allá? —preguntó Nicole, señalando la zona despejada que estaba inmediatamente al norte de donde habría estado el Mar Cilíndrico, si a Rama se la hubiera rearmado por completo.
—No me permiten decirles para qué sirve —contestó El Águila—. De hecho, me sorprende que me hayan permitido inclusive mostrarles que eso existe. Por lo general, nuestros viajeros de regreso ignoran por completo el contenido de su vehículo, fuera de lo concerniente a su propio hábitat. El plan nominal es, claro está, que cada especie se mantenga dentro de su propio módulo.
—Miren ese montículo, o esa torre del centro —Nicole le dijo a Richard, dirigiendo su atención hacia la otra región—, debe de tener casi dos kilómetros de altura.
—Y está conformada como una rosquilla. Quiero decir, que el centro está ahuecado.
Podían ver que las paredes exteriores de lo que, posiblemente, era un segundo hábitat ya estaban bastante avanzadas. El interior no se podrá ver desde el piso del taller.
—¿Nos puede dar una pista respecto de quién, o de qué, va a vivir
ahí?
—preguntó Nicole.
—Vamos —dijo El Águila con firmeza, meneando la cabeza en gesto de negación—. Es hora de que descendamos.
Richard y Nicole soltaron los telescopios, le echaron un vistazo a la disposición general de su propio hábitat (que no estaba en una etapa tan avanzada de construcción como el otro) y siguieron a El Águila de regreso al corredor. Después de cinco minutos de marcha llegaron a lo que El Águila les dijo que era un ascensor.
—Tienen que abrocharse con mucho cuidado a estos asientos —les dijo su guía—. Éste es un viaje bastante violento.
—La aceleración en la extraña cápsula oval que los trasladó fue poderosa y veloz. Casi dos minutos después, la desaceleración fue igualmente repentina. Habían llegado al piso del taller.
—¿Esta cosa se desplaza a trescientos kilómetros por hora? —preguntó Richard, después de hacer algunos rápidos cálculos mentales.
—A menos que esté apurado —repuso El Águila.
Richard y Nicole lo siguieron por el taller. Era inmenso. En muchos aspectos era mas asombroso que Rama misma porque casi la mitad de la gigantesca nave espacial estaba tendida en el suelo, rodeándolos. Tanto Nicole como Richard recordaron las abrumadoras sensaciones que experimentaron cuando viajaron en las telesillas aéreas en Rama y vieron el otro lado del Mar Cilíndrico, los misteriosos cuernos que aparecían en el Tazón Austral. Esas sensaciones de temor reverencial y atorada admiración habían regresado y hasta habían aumentado, cuando contemplaron la actividad que estaba teniendo lugar alrededor, y por encima de ellos, en el taller.
El ascensor los había depositado en la planta baja, inmediatamente afuera de las partes de su hábitat. La carcasa de Rama estaba frente a ellos. Revisaron su espesor mientras salían del ascensor.
—Alrededor de doscientos metros de espesor —le señaló Richard a Nicole, en respuesta a una pregunta que se habían hecho desde sus primeros días en Rama.
—¿Qué habrá debajo de nuestro hábitat, en la carcasa? —preguntó Nicole.
El Águila alzó tres de sus cuatro dedos, indicando que estaban solicitando información del Nivel Tres. Ambos seres humanos rieron.
—¿Vendrá usted con nosotros? —le preguntó Nicole a El Águila, pocos instantes después.
—¿De regreso al sistema solar de ustedes?… No, no puedo —respondió—… pero admito que sería interesante.
El Águila los condujo por una sección en la que se desplegaba intensa actividad: varias docenas de robots estaban trabajando en una estructura cilíndrica, grande, de unos sesenta metros de alto.
—Ésta es la planta principal de recirculación de fluidos —dijo El Águila—, todos los líquidos que llegan a los drenajes o a las alcantarillas del hábitat de ustedes se envían aquí. El agua purificada se envía de vuelta a la colonia a través de cañerías y el resto de las sustancias químicas se conserva para otros posibles usos. Esta planta se cerrará herméticamente y será inexpugnable. Utiliza una tecnología que supera ampliamente el nivel de evolución que alcanzaron ustedes.
Después, El Águila los hizo subir una escalerilla y entraron en el hábitat propiamente dicho. Los condujo en un visita exhaustiva. En cada sector, El Águila les mostró las características principales de esa zona particular y después, sin interrumpirse, se apropió de un robot para que los transportara al siguiente sector.
—¿Qué es, exactamente, lo que quiere que hagamos aquí? —indagó Nicole, después de varias horas, cuando El Águila se disponía a llevados a otra parte más del futuro hogar que iban a ocupar.
—Nada específico —repuso El Águila—. Ésta será su única visita a Rama. Quisimos que tuvieran una idea del tamaño de su hábitat, en el caso de que necesitaran eso para facilitar el proceso de diseño. En el Módulo de Habitación tenemos un modelo en escala de un vigésimo por cien. Todo el resto de nuestro trabajo se va a efectuar allá. Miró a Richard y Nicole y agregó:
—Podemos irnos cuando les plazca.
Nicole se sentó en una caja metálica gris y contempló lo que la rodeaba. La cantidad y la variedad de robots ya eran suficientes, por sí mismos, para hacerla sentir mareada. Nicole se había sentido abrumada desde el momento en que salió al balcón elevado del taller, y ahora estaba absolutamente atontada. Extendió el brazo hacia Richard.
—Sé que debería estar estudiando lo que estoy viendo, querido, pero nada de esto parece tener sentido. Estoy completamente saturada.
—Yo también —confesó Richard—. Nunca se me habría ocurrido que existiera algo más sorprendente e imponente que Rama, pero este taller ciertamente lo es.
—¿Te preguntaste, desde que estamos aquí —preguntó Nicole—, cómo será el taller que construyó este sitio? Más aún: imagina la línea de armado para El Nodo.
Richard rió.
—Podemos continuar hasta hacer una regresión infinita. Si El Nodo realmente es una máquina, como aparenta, no hay duda alguna de que es una máquina de un orden superior al de Rama. A Rama probablemente se la diseñó aquí. Está controlada, conjeturo, por El Nodo… pero, ¿qué creó y controla a El Nodo? ¿Fue un ser como nosotros que resultó de la evolución biológica? ¿Y sigue existiendo, en cualquier sentido que definamos la existencia, o se transformó en alguna otra clase de entidad que se contenta con permitir que su influencia se sienta a través de la existencia de estas asombrosas máquinas que creó?
Richard se sentó junto a su esposa.
—Es demasiado para mí. Creo que por hoy es suficiente… Regresemos a nuestros hijos.
Nicole se inclinó y lo tocó.
—Eres un hombre muy inteligente, Richard Wakefield. Ya sabes que ésa es una de las razones por las que te amo.
Un gran robot que se asemejaba a un horquilla elevadora rodó cerca de ellos, transportando algunos rollos de láminas de metal. Una vez más, Richard sacudió la cabeza en gesto de admiración.
—Gracias, querida —dijo, después de una vacilación—. Sabes que yo también te amo.
Se pusieron de pie al mismo tiempo y le hicieron una señal a El Águila para indicarle que ya estaban listos para partir.
La noche siguiente, ya de vuelta en el departamento que ocupaban en el Módulo de Habitación, tanto Richard como Nicole todavía estaban alerta treinta minutos después de hacer el amor:
—¿Qué pasa, querido? —preguntó Nicol—. ¿Hay algo que anda mal?
—Hoy tuve otro período nebuloso de inactividad —dijo Richard—. Duró casi tres horas.
—Por Dios —dijo Nicole y se sentó en la cama—. ¿Estás bien ahora? Voy a buscar el scanner y ver si puedo inferir algo a partir de tu biometría.
—No —respondió Richard, negando con la cabeza—. Mis nieblas nunca aparecen registradas en tu máquina. Pero ésta realmente me perturbo: me di cuenta de lo incapacitado que estoy durante estos trances. Apenas puedo funcionar siquiera y mucho menos ayudarlos a ti o a los chicos, ante cualquier inconveniente. Esos períodos en blanco me asustan.
—¿Recuerdas qué desencadenó éste?
—Perfectamente. Como siempre. Estaba pensando en nuestro viaje a El Hangar y en nuestro hábitat en particular. En forma inadvertida, empecé a recordar algunas escenas inconexas de mi odisea y, de repente, se produjo una niebla. Fue total. No estoy seguro de haberte reconocido a ti siquiera, durante los primeros cinco minutos.
—Lo siento, amor —dijo Nicole.
—Es, casi, como si algo estuviera vigilando mis pensamientos y, cuando llego a una cierta parte de mi memoria, entonces
¡BAM!
, recibo una especie de advertencia.
Richard y Nicole permanecieron en silencio durante casi un minuto.
—Cuando cierro los ojos —dijo Nicole—, todavía veo a esos robots escurriéndose por el interior de Rama.
—Yo también.
—Y, sin embargo, todavía tengo grandes dificultades para creer que eso fue una escena real y no algo que soñé o que vi en una película —dijo Nicole sonriendo—. Hemos llevado una vida verdaderamente increíble estos catorce anos pasados, ¿no te parece?
—Totalmente de acuerdo —repuso Richard, girando hacia el costado para adoptar su postura normal de sueño—, ¿y quién sabe? Quizá todavía no ha llegado lo más interesante.
El modelo holográfico de Nuevo Edén se proyectó en el centro de la gran sala de conferencias, en una escala de 1/2000. Dentro de Rama, el hábitat Tierra ocuparía una superficie de ciento sesenta kilómetros cuadrados de la Planicie Central, empezando justo enfrente del pie de la larga escalera del norte. El volumen cubierto iba a ser de veinte kilómetros de largo, en sentido perimétrico al cilindro; ocho kilómetros de ancho, en la dirección paralela al eje de rotación del cilindro, y ocho kilómetros de alto desde el piso de la colonia hasta el altísimo techo.
Sin embargo, el modelo de Nuevo Edén que tenían en el Módulo de Habitación que El Águila, Richard y Nicole usaron para hacer su trabajo de diseño, tenía un tamaño más manejable: encajaba con facilidad en la única sala grande y las proyecciones holográficas hacían que para los diseñadores fuera fácil caminar a través y entre, las diversas estructuras. Los cambios se introducían usando las subrutinas para diseño asistido por computadora que se ponían en acción ante las instrucciones verbales de El Águila.
—Otra vez hemos cambiado de opinión —dijo Nicole, comenzando la tercera discusión maratoniana de diseño con El Águila, al tiempo que, con su “linterna” negra, rodeaba en un círculo una concentración de edificios que se hallaba en el centro de la colonia—, ahora creemos que es una mala idea hacer que todo esté en un solo sitio y que toda la gente esté una encima de la otra. Richard y yo creemos que tendría más sentido que las zonas de alojamiento y las pequeñas tiendas comerciales estén en cuatro pueblecitos separados, ubicados en los vértices del rectángulo. Únicamente los edificios para uso común de los habitantes de la colonia estarían en el complejo central.
—Naturalmente, nuestro nuevo concepto va a modificar por completo el flujo de transpone que usted y yo discutimos ayer —añadió Richard—, así como la ubicación coordinada específica de los parques, del Bosque de Sherwood, del Lago Shakespeare y del Monte Olimpo. Pero todos los elementos originarios todavía se pueden acomodar en nuestro diseño actual de Nuevo Edén… aquí, mire, échele un vistazo a este boceto, y podrá ver adonde mudamos todo.
El Águila pareció hacer una mueca mientras contemplaba a sus ayudantes humanos. Después de un segundo miró el mapa que aparecía en la agenda electrónica de Richard.
—Espero que ésta sea la última alteración de importancia —comentó—. No avanzamos mucho si, cada vez que nos reunimos, empezamos a hacer el diseño todo de nuevo.
—Lo lamentamos —dijo Nicole—, pero nos costó comprender la magnitud de nuestra tarea. Ahora entendemos que estamos diseñando la estructura habitacional a largo plazo para tanto como dos mil seres humanos: si eso necesita varias repeticiones para que salga bien, entonces debemos emplear el tiempo.
—Veo que, otra vez, aumentaron la cantidad de estructuras grandes en el complejo central —dijo El Águila—. ¿Cuál es el objeto de este edificio que está detrás de la biblioteca y del salón de actos?
—Es un edificio de deportes y recreación —contestó Nicole—. Tendrá una pista para atletismo, un campo de juego para béisbol, una cancha de fútbol, canchas de tenis, un gimnasio y una piscina de natación… más suficientes asientos en cada sector como para admitir a casi todos los ciudadanos. Richard y yo imaginamos que el deporte será muy importante en Nuevo Edén, en especial si se tiene en cuenta que muchas de las tareas de rutina van a estar a cargo de los biots.
—También aumentaron el tamaño del hospital y de las escuelas…
—También fuimos demasiado conservadores en nuestras asignaciones originarias de espacio —interrumpió Richard—. No dejamos suficiente superficie libre para actividades que todavía no podemos definir de modo específico.
Los dos primeros encuentros de diseño habían durado diez horas cada uno. Al principio, tanto Richard como Nicole habían quedado maravillados ante lo rápido que El Águila incorporaba las recomendaciones específicas de diseño que ellos le hacían. Para el tercer encuentro, ya no estaban asombrados por la velocidad y la precisión que exhibía. Pero el biot alienígena los sorprendía con regularidad, al mostrar un intenso interés por algunos de los detalles culturales: por ejemplo, les preguntaba detalladamente sobre el nombre que los seres humanos le habían dado a su nueva colonia. Después de que Nicole le explicó que era esencial que el hábitat tuviera algún nombre específico, El Águila inquirió sobre el significado y la importancia de “Nuevo Edén”.
—Toda la familia discurrió sobre el nombre del hábitat, durante la mayor parte de una velada —explicó Richard—, y hubo muchas sugerencias buenas, la mayoría provenientes de la historia y de la literatura de nuestra especie: Utopía era uno de los favoritos. Arcadia, Elíseo, Paraíso, Concordia y Beauvois también merecieron seria consideración. Pero, finalmente, creímos que Nuevo Edén era la mejor elección.
—Verá —añadió Nicole—, el Edén mitológico era un comienzo, el principio de lo que podríamos llamar nuestra cultura occidental moderna. Era un paraíso de placeres, pleno de verdor, presuntamente diseñado para los seres humanos por un Dios poderoso que también había creado todo el resto del universo. Ese primer Edén era rico en formas de vida, pero carecía de tecnología.