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Authors: Arthur C. Clarke & Gentry Lee

Tags: #Ciencia ficción

El jardín de Rama (49 page)

BOOK: El jardín de Rama
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Su primer intento serio durante el último día fue un completo fracaso. Al intuir que la precisión de la sincronización de su transmisión podría ser el problema, Richard y los Einstein desarrollaron una rutina para control de secuencias, que les iba a permitir lanzar una señal con una precisión medible en femtosegundos, de modo que los cilindros recibirían la instrucción dentro de una fracción de tiempo extremadamente reducida.

Un instante después de que Richard envió a los cilindros lo que él creía era un nuevo conjunto de parámetros, una fuerte alarma resonó en el centro de control. Al cabo de unos segundos una imagen fantasmal de El Águila apareció en el aire, por encima de Richard y de los biots.

—Seres humanos —dijo el holográfico Águila—, tengan mucho cuidado. Gran cuidado y conocimiento se emplearon para diseñar el delicado equilibrio de su hábitat. No alteren los algoritmos críticos a menos que se presente una legítima emergencia.

Aun cuando estaba pasmado, Richard actuó de inmediato, ordenándoles a los Einstein que registraran todo lo que estaban viendo. El Águila repitió su advertencia una segunda vez y después se desvaneció, pero toda la escena quedó guardada en los subsistemas de grabación magnetovideofónica de los biots.

3

—¿Vas a estar deprimido para siempre? —preguntó Nicole, mirando a su marido al otro lado de la mesa donde desayunaban—. Además, hasta ahora nada terrible ocurrió: las condiciones climáticas se mantuvieron bien.

—Creo que están mejor que antes, tío Richard —se esforzó Patrick—. Eres un héroe en la universidad… aun cuando algunos de los chicos creen que eres parte alienígena.

Richard logró esbozar una sonrisa.

—El gobierno no está siguiendo mis recomendaciones —dijo en voz baja—, y no está prestando la menor atención a la advertencia de El Águila. Hasta hay algunos, en la oficina de ingeniería, que andan diciendo que yo mismo creé el holograma de El Águila ¿Se pueden imaginar eso?

—Kenji cree lo que le dijiste, querido.

—Entonces, ¿por qué está permitiendo que todos los de meteorología continuamente aumenten la intensidad de la reacción establecida? No tienen manera de predecir los efectos a largo plazo.

—¿Qué es lo que te preocupa, papá? —preguntó Ellie un instante después.

—Manejar un volumen tan grande de gases es un proceso muy complicado, Ellie, y siento gran respeto por los extraterrestres que diseñaron la infraestructura de Nuevo Edén en primer lugar.
Ellos
fueron los que insistieron en que las concentraciones de dióxido de carbono y de partículas se tienen que mantener debajo de niveles específicos. Estoy seguro de que sabían lo que decían.

Patrick y Ellie terminaron el desayuno y se retiraron de la mesa Varios minutos más tarde, después de que los muchachos salieron de la casa Nicole dio vuelta alrededor de la mesa y puso las manos sobre los hombros de Richard.

—¿Recuerdas la noche que discurrimos sobre Albert Einstein con Patrick y Ellie?

Richard miró a Nicole con el ceño fruncido.

—Más tarde, esa noche, cuando estábamos en la cama, comenté que el descubrimiento que Einstein hizo de la relación entre materia y energía fue “terrible”, porque condujo a la existencia de las armas termonucleares… ¿Recuerdas tu respuesta? Richard sacudió la cabeza.

—Me dijiste que Einstein era un científico y que el trabajo de su vida era el de buscar el conocimiento y la verdad. «No hay conocimiento que sea terrible», dijiste, «es únicamente lo que otros seres humanos “hacen” con ese conocimiento a lo que se puede denominar terrible».

Richard sonrió.

—¿Me estás tratando de absolver de responsabilidad en este asunto del clima?

—Puede ser —contestó Nicole. Se inclinó y lo besó en los labios—. Sé que eres uno de los seres humanos más inteligentes, más creativos, que haya existido jamás y no me gusta verte cargar con todas las preocupaciones de la colonia en tus hombros.

Richard le devolvió el beso con considerable intensidad.

—¿Crees que podamos terminar antes de que Benjy despierte? —susurró—. No tiene clases hoy y anoche se quedó despierto hasta muy tarde.

—Puede ser —respondió Nicole, con sonrisa seductora—. Por lo menos, podemos intentarlo. Mi primer caso recién está previsto para las diez en punto.

El curso superior que Eponine dictaba en la Escuela Secundaria Central, llamado, simplemente, “Arte y Literatura”, abarcaba muchos aspectos de la cultura que los colonos habían, por lo menos temporalmente, dejado atrás. En los fundamentos académicos básicos, Eponine cubría un conjunto multicultural y ecléctico de fuentes y alentaba a los alumnos para que continuaran un estudio independiente en cualquier campo específico que hallaran estimulante. Aunque siempre seguía un plan en las lecciones y un programa de estudios en la enseñanza, Eponine era ese tipo de educadora que adaptaba cada una de sus clases a los temas que interesaban a los alumnos.

Eponine misma opinaba que
“Les Miserables”
de Víctor Hugo, era la más grandiosa novela jamás escrita y que el pintor impresionista del siglo XIX, Pierre Auguste Renoir, de la ciudad natal de Eponine, Limoges, fue el mejor pintor que haya existido. Ella incluía la obra de sus dos compatriotas en la clase, pero estructuraba cuidadosamente el resto del material de referencia de modo de brindarle una justa representación a otras naciones y culturas.

Dado que los biots Kawabata la ayudaban todos los años con la obra que representaban los alumnos, fue algo natural emplear las novelas del verdadero Kawabata,
“Mil grullas”
y
“El país de Nieve”
, como ejemplos de literatura japonesa. Las tres semanas sobre poesía comprendían desde Frost hasta Rilke, pasando por Omar Khayyam. Sin embargo, el principal foco poético era Benita García, no sólo debido a la presencia de los biots García por todo Nuevo Edén, sino porque la poesía y la vida de Benita García eran fascinantes para los jóvenes.

El año que a Eponine se le exigió usar la banda roja alrededor del brazo, después de que sus exámenes indicaron presencia positiva de anticuerpos para el RV-41, en su clase avanzada solamente quedaron once alumnos. Los resultados de esos exámenes médicos le plantearon a la administración de la escuela un difícil dilema. Aunque el inspector había resistido valientemente los esfuerzos de un estridente grupo de padres, en su mayoría de Ha Kone, que había exigido que “despidieran” a Eponine de la escuela secundaria. No obstante, él y su personal cedieron un tanto a la histeria de la colonia al convertir al curso superior de Eponine en optativo: como resultado, su clase fue mucho más reducida que en los dos años anteriores.

Ellie Wakefield era la alumna favorita de Eponine. A pesar de las grandes lagunas en los conocimientos de la joven, debido a los años que transcurrió dormida en el viaje de regreso desde El Nodo al Sistema Solar, su inteligencia natural y su avidez por aprender convertían en un placer tenerla en el aula. A menudo, Eponine le pedía a Ellie que llevara a cabo tareas especiales. La mañana que la clase empezó a estudiar a Benita García, —casualmente, la misma mañana que Richard Wakefield había discutido con su hija las preocupaciones que tenía sobre las actividades de control meteorológico en la colonia—, a Ellie se le había pedido que aprendiera de memoria uno de los poemas del primer libro de Benita García,
“Sueños de un muchacha mejicana”
, escrito cuando la mujer mejicana todavía era adolescente. Sin embargo, antes de que Ellie recitara, Eponine trató de atizar la imaginación de los jóvenes dándoles una breve clase sobre la vida de Benita.

—La
verdadera
Benita García fue una de las mujeres más asombrosas que hayan existido jamás —dijo Eponine, señalando con la cabeza al inexpresivo biot García que estaba parado en el rincón del aula y ayudaba a Eponine en todas las tediosas tareas rutinarias de la enseñanza—. Poeta, cosmonauta, líder política, mística… su vida fue tanto un reflejo de la historia de su época como una inspiración para todos.

—Su padre era un importante terrateniente del estado mejicano de Yucatán, lejos del corazón artístico y político de la nación. Benita era hija única, descendiente de madre maya y de un padre mucho más viejo. Pasó la mayor parte de su niñez sola, en la plantación familiar cercana a las maravillosas minas mayas de Puuc, en Uxmal. Cuando era niña, Benita frecuentemente jugaba entre las pirámides y edificios de ese centro ceremonial de mil años de antigüedad.

—Fue una alumna dotada desde el comienzo pero fueron su imaginación y pujanza las que verdaderamente la apartaron de los demás alumnos de su clase. Benita escribió su primer poema cuando tenia nueve años y, para los quince, época en la que estaba en un internado católico de la capital yucateca de Mérida, dos de sus poemas se habían publicado en el prestigioso
Diario de México
.

—Después de terminar la secundaria, Benita sorprendió a sus profesores y familiares cuando anunció que deseaba ser cosmonauta. En 2129, fue la primera mejicana que ingresaba en la Academia Espacial de Colorado. Cuando se recibió, cuatro años más tarde, los profundos recortes de presupuesto para la investigación espacial ya habían empezado. Después del derrumbe financiero de 2134, el mundo se precipitó en la depresión a la que se conoce como Gran Caos y virtualmente, toda exploración espacial se detuvo. Benita fue despedida por la AIE en 2137, y creyó que su carrera espacial había terminado.

—En 2144, una de las últimas naves de transpone interplanetario, el James Martin, retornó con serias dificultades técnicas de Marte a la Tierra y trajo principalmente, mujeres y niños de las colonias marcianas. La nave espacial a duras penas pudo llegar a la órbita de la Tierra, y parecía que todos los pasajeros iban a morir. Benita García y tres de sus amigos del cuerpo de cosmonautas equiparon con toda celeridad un vehículo de rescate y lograron salvar a veinticuatro de los viajeros en la misión espacial más espectacular de todos los tiempos…

La mente de Ellie flotó lejos de la narración de Eponine. Imaginó cuánto regocijo habría existido en la misión de rescate de Benita. Benita había piloteado el vehículo en forma manual, sin línea vital de comunicaciones con el centro de operaciones de la Tierra, y arriesgó su vida para salvar la de otros. ¿Podría haber mayor compromiso con los congéneres?

Mientras pensaba en la abnegación de Benita García, una imagen de Nicole surgió en la mente de Ellie. A eso siguió rápidamente todo un montaje de imágenes de Nicole: primero, Ellie vio a su madre vistiendo la toga de juez y hablando con toda claridad ante el Senado. Después, Nicole le masajeaba el cuello a Richard, en el estudio, ya bien avanzada la noche; le enseñaba pacientemente a Benjy a leer, un día tras otro; iba al lado de Patrick en una bicicleta para jugar al tenis en el parque, o le decía a Linc qué preparar para la cena. En la última imagen, Nicole estaba sentada en la cama de Ellie muy tarde, en la noche, contestando preguntas sobre la vida y el amor.
Mi madre es mi heroína
, Ellie se dio cuenta de pronto.
Es tan abnegada como Benita García
.

—… Imaginen una muchachita mejicana de dieciséis años que vuelve a casa durante las vacaciones del internado y que trepa lentamente los empinados escalones de la Pirámide del Mago, en Uxmal. Debajo de ella, en la ya cálida mañana de primavera, las lagartijas juegan entre las rocas y las ruinas…

Eponine hizo una leve señal con la cabeza a Ellie: era el momento de decir su poema. Se paró al lado de su asiento y recitó:

Todo lo has visto, vieja lagartija.

Has visto nuestras alegrías, nuestras lágrimas,

nuestros corazones llenos de sueños

y terribles deseos.

¿Y eso nunca cambia?

¿Es que acaso la madre india de mi madre

se sentó en estos escalones

hace mil años

y te contó las pasiones

que no podía, que no iba a compartir?

A la noche miro las estrellas

y me atrevo a verme entre ellas.

Mi corazón se remonta por sobre estas pirámides,

volando libre hacia donde-todo-puede-ser.

Sí, Benita, las lagartijas me dicen,

si a tí y a la madre de tu madre,

cuyos anhelantes sueños años atrás

se harán realidad en tí.

Cuando Ellie terminó, lágrimas silenciosas rodaban por sus mejillas. Su profesora y los demás alumnos probablemente creyeron que se había sentido profundamente conmovida por el poema y por la clase sobre Benita García. Sencillamente, no podían entender que Ellie acababa de experimentar una epifanía emocional, que acababa de descubrir la verdadera profundidad del amor y del respeto que le profesaba a su madre.

Era la última semana de ensayos para la obra de la escuela. Eponine había escogido una obra antigua,
“Esperando a Godot”
, del escritor del siglo XX, laureado con el Nobel, Samuel Beckett, debido a que su tema era aplicable a la vida en Nuevo Edén. Los dos personajes principales, ambos vestidos con harapos durante toda la obra, eran encamados por Ellie Wakefield y Pedro Martínez, un apuesto joven de diecinueve años que había sido uno de los adolescentes “con problemas” que se agregaron al contingente de la colonia durante los últimos meses previos al lanzamiento.

Eponine no podría haber producido la obra sin los Kawabata: los biots diseñaron y crearon los foros y el vestuario, controlaban las luces, y hasta dirigían los ensayos cuando Eponine no podía estar presente. La escuela tenía cuatro Kawabata en total, y tres de ellos estaban bajo la jurisdicción de Eponine durante las seis semanas inmediatamente precedentes a la obra.

—Buen trabajo —gritó Eponine, acercándose a los estudiantes que estaban en el escenario—. Ya fue suficiente trabajo por hoy.

—Señorita Wakefield —dijo Kawabata Número 052—, hubo tres momentos en los que sus palabras no fueron exactamente correctas. En el parlamento que empieza…

—Díselo mañana —interrumpió con delicadeza Eponine, haciendo un ademán para que el biot se alejara—, tendrá más significado para ella entonces. —Se dio la vuelta para mirar al pequeño grupo de actores—. ¿Hay alguna pregunta?

—Sé que ya hablamos de esto antes, señorita Eponine —dijo Pedro Martínez, con tono vacilante—, pero me ayudaría si lo pudiéramos discutir otra vez… Usted nos dijo que Godot no era una persona, que él o ella, en realidad, era un concepto o una fantasía… que todos estábamos esperando algo… Lo siento, pero me resulta difícil entender con exactitud qué…

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