Read El líder de la manada Online
Authors: César Millán,Melissa Jo Peltier
Tags: #Adiestramiento, #Perros
1. ¿Cuándo volver a casa? Cuando conoces a tu perro comprendes sus necesidades físicas y psicológicas y podrás determinar la duración necesaria del tiempo que dediques cada mañana y cada tarde al paseo. Para perros más pequeños o de un nivel más bajo de energía, recomiendo un mínimo de media a una hora. Para otros, excepto aquellos más viejos o con discapacidades, recomiendo un mínimo de cuarenta y cinco minutos. Si añades mochila, cinta de correr y otro ejercicio vigoroso, podrás acortar el tiempo. Aprenderás a conocer sus límites y a saber cuándo empieza a cansarse y está preparado para volver a casa.
2. Cuando vuelvas a casa, utiliza los mismos principios que cuando sales. Muchos de mis clientes dominan la primera parte del paseo, pero luego se desinflan en cuanto abren la puerta para volver a entrar, de modo que casi todo lo que han logrado se va por el desagüe. Tú, como líder de la manada, eres quien debe abrir las puertas y entrar el primero en tu territorio para después decidir lo que el perro debe hacer cuando llegue.
3. Ten un plan para cuando llegues a casa. Sigue siendo muy importante para el perro que sepa qué papel va a jugar cuando vuelva. Tienes que saber de antemano qué actividad quieres que realice. A lo mejor te gusta que haya un sitio en concreto donde prefieres que se siente y espere a que guardes la correa, el abrigo, las zapatillas de caminar o mientras vas al baño. Un desafío psicológico extenderá los beneficios del paseo y reestablecerá tu papel de líder dentro de la casa.
4. Después del paseo es el mejor momento para darle de comer y de beber a tu perro. De ese modo imitas de la mejor manera posible la experiencia que habría tenido en la naturaleza: salir, avanzar, buscar una presa y comérsela. Sin embargo, a veces es lo mejor para el perro darle tiempo a que descanse un poco antes de comer. Ofrécele agua y luego déjale descansar un poco mientras tú te duchas y te vistes; puede que sea eso lo que prefiera después de un largo paseo. En el Centro de Psicología Canina me lleva un tiempo preparar la comida una vez hemos vuelto de hacer nuestro ejercicio matutino, y durante ese tiempo los perros beben agua y descansan un poco.
1. Para mí es importante mezclar la comida de mis perros con las manos. No se puede comprar amor en lata, y quiero impregnar la comida de mi olor y de mi energía. Quiero darles algo más que alimento. Quiero alimentarios como a mí me alimentó mi madre, con mucho amor en cada comida que preparaba para nosotros. Es mi ritual personal. Por supuesto no es algo obligatorio, pero creo que ser un buen líder de la manada implica encontrar nuevos modos de construir esa conexión entre mis perros y yo.
2. Es muy, muy importante para la salud psicológica de un perro, para todo su ser (para su
alma
, si quieres llamarlo así) que se gane la comida que recibe. Ganarse la comida alimenta su autoestima. Es un orgullo interior, una medalla de oro. Cuando nos limitamos a poner un cuenco de comida delante de ellos, les estamos negando la satisfacción de una necesidad animal básica.
3. Es típico en un perro excitarse e interesarse cuando se prepara la comida o cuando alguien abre una lata. El sonido y el olor de la comida crea una asociación feliz para él, de modo que se pondrá alerta inmediatamente. Pero también es natural para él volver al estado en que se encontraba antes de que abrieras la lata. Si te das cuenta de que se está sobreexcitando, esos serán los primeros síntomas de que la situación va a escalar. Tendrás que corregir el comportamiento inmediatamente: haz que vuelva al modo «espera» y no le des la comida hasta que olvide esa sobreexcitación y obsesión.
4. Crear un comportamiento de espera serena y sumisa antes de comer es un desafío psicológico importante para un perro. Es muy difícil de conseguir porque en estado salvaje es la excitación y la dominancia lo que le valen su derecho a la comida. En el mundo natural, los más activos, rápidos y osados son los primeros en comer. Pero dado que nuestro perro está domesticado, podemos crear un estado totalmente distinto, en el que no necesita excitarse, ni ser dominante para poder comer. ¡Esto es especialmente importante para aquellos que tengan dos o más perros! Puedes pedirle al perro que se quede tranquilo mientras preparas la comida. Proporciona al perro un momento de desafío, una actividad como ésta crea atención y agudeza, y ayuda a construir confianza. Siempre es mejor darle un desafío a tu perro a que sea él quien te lo ponga a ti.
5. En el Centro de Psicología Canina yo añado otro reto a la hora de la comida: pido a los perros que me miren a mí, y no al plato de la comida, antes de dársela. Con ello alcanzo dos objetivos: uno es evitar que se obsesionen con la comida. El segundo es que creo un ritual de apreciación entre mi manada y yo. En otras palabras: la comida proviene de mí, que soy su líder. Yo soy la fuente de todo lo que tienen. Si se concentran en mí, puedo proporcionarles energía sedante con la mirada. No se trata de dominarles, sino de establecer el ritual que nos une, crear una especie de conversación en la que les digo «sí, voy a daros esta comida. Me alegro de compartirla con vosotros. Y me siento muy orgulloso al veros en ese estado de tranquilidad». Mientras esta «conversación» se desarrolla, nos volvemos todos el espejo de la energía del otro de la que tanto he hablado en este libro. Cuando humanos y perros nos comunicamos la misma energía y estamos en la misma predisposición, el lazo que ya existe entre nosotros sale reforzado.
En los carnívoros es natural hasta cierto punto mostrarse territorial con la comida debido al antiguo instinto de supervivencia. Estoy seguro de que conoces a algún humano que se niega a compartir ni siquiera una patata frita de su plato. Sin embargo, en una casa nunca se debe permitir que un perro se muestre posesivo o se obsesione. Si la agresión es leve, puede arreglase empleando la técnica que se describe a continuación. Si se trata de algo más serio, sólo un profesional puede ocuparse de eliminar la obsesión por la comida y después darte a ti, el dueño del perro, unos «deberes» para continuar con su rehabilitación. Pero debes tomarte esta clase de agresividad muy en serio, incluso en un cachorro. No es un comportamiento «mono», sino una prueba de que para él no eres su líder.
1. Observa si tu perro da muestras de agresividad con su cuenco de comida. Si te acercas hacia él y está desarrollando esa agresividad por la comida, verás que baja la cabeza y la mete en el plato, como si quisiera ocultártela. También puede ocurrir que se le erice el pelo del cuello con el fin de hacerse parecer más grande a tus ojos, como si fuera un pez globo. Percibirás tensión en su cuerpo y veras que la cola se le queda rígida aunque pueda estarla moviendo. Con todos esos signos pretende decirte a ti, o a otro perro: «Esto es mío. ¡No te acerques!».
2. Si tienes más de un perro y la agresividad va dirigida hacia otro, y no a ti, la situación es algo más sencilla de resolver. En mi manada nunca damos de comer primero al perro más excitado o al dominante. Siempre recompensamos al perro que se encuentra en un estado de tranquilidad y sumisión. Y ese estado será el modelo a seguir por el resto de la manada. De modo que si tienes más de un perro, nunca debes dar de comer primero al más dominante, o al más viejo, o a tu favorito. Mucha gente dice: «Doy de comer primero al perro más excitado porque es el jefe». Es un error que sólo consigue crear competitividad entre ellos y más dominancia, además de peleas y disgustos a la hora de la comida.
3. En el Centro, pido siempre al perro más agresivo que muestre serenidad y sumisión, y me tomo mi tiempo para conseguir ese estado antes de darle de comer. Si se muestra muy agresivo, lo sujeto con la correa e incluso lo paso a otra dependencia desde la que pueda ver lo que está pasando. Cuando le toque a él, ya sabrá que los demás perros no van hacia la comida, de modo que gran parte de la tensión se habrá desvanecido. Para entonces los demás perros habrán terminado de comer y estarán satisfechos y relajados, y es la energía que van a proyectar. Y eso al final los ayuda a todos a saber qué ése es el ritual de la comida, y que no tiene nada que ver con la competitividad, sino con saber esperar.
4. Cuando un perro dirige su agresividad por la comida hacia ti, debes tener mucho cuidado a la hora de intentar redirigir su comportamiento. Puesto que comer y reproducirse son los dos impulsos más fuertes en todos los animales, un perro agresivo por la comida puede causar daños serios a una persona que le interrumpa, y aconsejo a cualquiera que sufra este tipo de problema que llame a un profesional cualificado.
5. Nunca des afecto a un perro obsesionado por la comida para intentar detener su comportamiento. Lo único que conseguirás es reforzarlo, y dependiendo de la intensidad de su agresividad, puedes arriesgarte a recibir un buen mordisco.
6. El ritual de la espera puede evitar que se llegue a la agresividad por comida, o al menos detenerlo antes de que sea demasiado tarde. Cuando un perro es capaz de manipularte para que le des comida ladrando o saltando sobre ti, te está diciendo que le pertenecen tanto la comida como tu persona. Cuidado con este síntoma.
1. En primer lugar, no te dejes intimidar automáticamente por el ladrido agresivo de un perro. Muchas veces lo que en la superficie puede parecer agresividad resulta ser una declaración de dominancia, o un modo de decir «éste es mi territorio».
2. Cuando un perro carga contra ti y es territorial, sólo suele querer que te alejes. En este caso, la mejor respuesta es simplemente pararse, mantener la calma y reclamar tu propio espacio. Enfréntate a la energía que viene contra ti y proyecta tu propia energía serena y firme. Utiliza tu «diálogo interior» para proyectar la idea de que «no pretendo hacerte daño, pero tampoco voy a retroceder. Sólo quiero mi espacio, no el tuyo». Eso debería bloquear la agresividad y bajar las revoluciones de un perro que se está mostrando simplemente territorial, además de aumentar el respeto que sienta por ti.
3. Una vez hay respeto, es que estás proyectando la energía que bloquea al perro. El animal se calmará y podrá analizarte mejor. Si esto ocurre, verás que el lenguaje corporal cambia. La postura se relaja, la cabeza baja un tanto y el perro evitará establecer contacto visual contigo. El impulso de supervivencia se ha calmado.
4. Si se trata de un lugar por el que debes pasar con asiduidad, es vital que ganes esta primera batalla psicológica. Incluso si el perro se encuentra detrás de la valla, le estás entregando la victoria y pasarás una y otra vez por la misma situación cada vez que camines ante esa valla. Se trata de eso, una batalla psicológica: tu energía contra la suya. Puedes saber que has ganado si el lenguaje corporal cambia como hemos descrito antes y el animal se retira.
5. Una vez empieza a retirarse, puedes acercarte o utilizar el sonido para acelerar la retirada (dar una palmada o hacer sonar unas piedras dentro de una botella de plástico). Al hacer esto, estás condicionando su mente para que asocie el sonido con alejarse de ti. Puedes volver a utilizarlo si la situación se repite con el mismo perro.
6. Recuerda no utilizar el sonido cuando un perro avanza hacia ti a menos que sepas que ha sido entrenado para responder a una determinada orden, o que esa orden funcionará proviniendo de ti. Es mejor empezar manteniendo la calma y quedándote callado, eso sí firme y concentrado. Muchas veces la gente se deja llevar por el miedo y grita, o le dice al perro «¡vete!». A menos que la energía que haya tras el sonido sea al cien por cien firme y serena, seguramente no funcionará y puede incluso que sirva para que la agresividad crezca. Recuerda que si el perro se muestra agresivo, no querrás
añadir
energía, sino restarla.
7. Nunca te des la vuelta o sigas andando hasta que el perro retroceda, aunque esté del otro lado de una valla. De este modo le estás dando la victoria y tendrás que volver a pasar por todo el proceso la próxima vez. Y puede que sea aún más difícil porque le habrás dado un poder que antes no tenía al saber que ya te ha vencido una vez. Si no hay valla, dar media vuelta, alejarte o correr puede convertirte en una presa y desencadenar una persecución.
8. Si has de pasar por un vecindario de modo regular, puedes llevarte un bastón para sentirte más grande. Reyes y emperadores de épocas pasadas siempre llevaban bastones y báculos para hacerse parecer más fuertes psicológicamente, para parecer más grandes y ocupar más espacio. Utiliza esta psicología con los perros: cuanto más espacio puedas poseer, más fuerte y confiado parecerás. No te pongas cascos ni te retraigas a tu propio mundo, sino que debes ser consciente de lo que te rodea y reclamar tu espacio a cada paso que des.
9. Llevar un palo, un bastón, un paraguas o un montón de libros (incluso llevar un bote de gas paralizante o gas pimienta en el bolso) puede contribuir a que te sientas más seguro psicológicamente. La idea no es utilizar el gas contra el perro, y desde luego tampoco lo es pegarle con el palo. Si lo haces, lo más probable es que el animal reaccione intentando «pegarte», y en una competición física contra un perro de raza tan fuerte como un rottweiler, un pastor o un pitbull, es obvio quién tiene las de perder. No se trata de buscar pelea, pero si sentirte más seguro y más preparado te hace más fácil proyectar serenidad y firmeza, dejarás de ser un objetivo, o lo serás menos, y no sólo para los perros agresivos, sino para los humanos también.
10. Si te da la impresión de que el perro ha olvidado la fase de agresión y simplemente se acerca a ti para olfatearte, ése será un momento importante para valorar de nuevo la situación. ¿Su lenguaje corporal parecer relajado, o te está acechando, dispuesto a atacar? Si conoces al perro y es un animal habitualmente pacífico, es una cosa, pero si es un desconocido, sigue reclamando tu espacio y da un paso hacia él. Lo más importante es que nunca lo tengas a la espalda en lo que sería un clásico movimiento de «emboscada». Y no te alejes hasta que sea el perro el que te dé a ti la espalda.
11. Si hay más de un perro, nunca permitas que uno de ellos se coloque a tu espalda. Una estrategia clásica del ataque en manada es que uno de los integrantes le plante cara a la presa y el otro ataque por la espalda. Hace poco organizamos una sesión para los carteros de Atlanta y estudiamos precisamente ese caso en el que varios de ellos se habían visto inmersos. Si tú te ves en esa misma situación, mantén la calma y reclama tu espacio con más firmeza aún. Pon el bastón, el carro o el bolso delante de ti, abre las piernas y pon los brazos en jarras para que parezcas más grande. Si no retrocedes y utilizas tu energía, podrás repeler el ataque.