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Authors: Neil Strauss

Tags: #Ensayo, Biografía

El método (The game) (30 page)

BOOK: El método (The game)
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CAPÍTULO 14

Cuando llegué a casa de Mystery, lo encontré desarmando la cama con movimientos tan mecánicos como sus respuestas.

Style: ¿Qué estás haciendo?

Mystery: Le voy a regalar mi cama a mi hermana. La quiero, y ella se merece tener una cama mejor.

Style: ¿Estás tan deprimido que renunciarías a todo?

Mystery: Sí. Todo es fútil, memético. Si conoces la memética, sabrás que todo ocurre en vano. Nada tiene sentido.

Style: Pero tú tienes un intelecto superior. Tienes el deber de aparearte.

Mystery: Eso ya no importa. Voy a retirar mis genes del mercado.

Style: ¿Piensas mucho en la muerte últimamente?

Mystery: Continuamente.

Style: ¿Has pensado en hacerte daño o en hacer algo destructivo?

Mystery: Sí. Esto de vivir ya no me divierte. Estoy Fubar
[1]
.

Style: ¿Has pensado en suicidarte?

Mystery: Sí.

Style: ¿Cómo lo harías?

Mystery: Me ahogaría; siempre ha sido la forma de morir que más miedo me ha dado.

Style: ¿Qué te impide hacerlo?

Mystery: Primero quiero dar todas mis cosas. Tiré el ordenador de Patricia al suelo y lo rompí. Quiero darle el mío. Necesita un ordenador.

Style: ¿Le importó que se rompiera?

Mystery: No mucho.

Style: ¿Se enfadó contigo cuando lo rompiste?

Mystery: No.

Style: ¿Podrías suicidarte durante las próximas veinticuatro horas?

Mystery: ¿Por qué me haces tantas preguntas?

Style: Porque soy tu amigo y estoy preocupado por ti.

[Suena el timbre.]

Style: ¿Quién es?

Voz en el portero automático: Hola, soy Tyler Durden. He venido a ver a Mystery. Soy un absoluto fan suyo y me gustaría conocerlo.

Style: No es un buen momento.

Voz en el portero automático: Pero vengo desde Kingston.

Style: Lo siento, pero Mystery no puede ver a nadie ahora. Está… enfermo.

CAPÍTULO 15

Fui a la cocina, llamé a información y pedí el número de teléfono de los padres de Mystery. En el mundo real, Mystery se llamaba Erik von Markovik, aunque eso tampoco era más que otra ilusión, pues hacía algunos años que se había cambiado legalmente el nombre, que antes era Erik Horvat-Markovic.

El teléfono sonó una, dos, tres veces. Una voz brusca y cortante resonó al otro lado de la línea. Era el padre de Mystery.

—Hola, soy un amigo de su hijo, Erik.

—¿Quién?

—Me llamo Neil. Soy un amigo de Erik. Llamo porque…

—¡No quiero hablar con ningún amigo de Erik! —gritó.

—Pero su hijo necesita…

Clic. El muy cabrón me había colgado.

Sólo había otra persona a la que podía llamar. Volví al cuarto de Mystery. Se estaba tomando una pastilla con un poco de agua. Tenía la cara roja y contraída, como si estuviera llorando en silencio.

—¿Qué te has tomado? —le pregunté.

—Unas pildoras para dormir.

—¿Cuántas?

¡Joder! Iba a tener que llamar a una ambulancia.

—Sólo dos.

—¿Por qué las has tomado?

—La vida es una mierda cuando estoy despierto. Todo es inútil. Cuando estoy dormido, sueño.

Empezaba a sonar como Marión Brando en
Apocalypse Now
.

—Anoche soñé que estaba en un DeLorean que volaba; ya sabes, como en
Regreso al futuro
. Y estábamos rodeados de cables. Estaba con mi hermana; ella conducía. Subimos por encima de los cables y vi mi vida pasar bajo nosotros.

—Dime el número de teléfono de Patricia.

Las lágrimas empezaron a fluir de sus ojos. Parecía un bebé grande; un bebé grande que estaba a punto de suicidarse.

—¿Te acuerdas del teléfono de Patricia? —insistí lentamente, dulcemente, como si le estuviera hablando a un niño. Y, lentamente, dulcemente, como lo haría un niño, Mystery me dio el número de teléfono de Patricia.

Esperaba que Patricia no me colgara, que no hubiera borrado permanentemente a Mystery de su vida, que tuviera una solución para sus problemas.

Contestó al teléfono en seguida. Ella había sido la pieza básica de la que dependía el equilibrio en la vida de Mystery, pero él no había advertido el alcance de su efecto estabilizador hasta que ella lo había abandonado.

Patricia tenía una voz ronca con un ligero acento rumano. Me habló con una mezcla de compasión y preocupación.

—No es la primera vez que intenta suicidarse —me dijo—. Lo mejor que puedes hacer es llamar a su madre o a su hermana. Ellas lo internarán en alguna institución.

—¿Para siempre?

—No, sólo hasta que supere la crisis.

Mystery salió de su habitación, pasó por mi lado y siguió andando hacia la puerta.

—¿Qué haces? —le grité.

Mystery se volvió hacia mí y me miró sin demostrar ninguna emoción. —Lo hemos pasado bien —dijo.

Después siguió andando hacia la puerta.

—¿Adónde vas?

—Primero voy a matar a mi padre. Después me pegaré un tiro.

Ésas fueron sus últimas palabras antes de salir del apartamento.

CAPÍTULO 16

Fui corriendo detrás de Mystery, que bajaba la escalera lentamente, como un autómata. Lo adelanté y lo detuve en el portal.

—Venga —le dije al tiempo que le tiraba de la manga—. Volvamos arriba. He hablado con tu hermana. Va a venir a por ti.

Él vaciló unos instantes, como si no supiera si debía creerme. Se comportaba con completa sumisión. Con continuas palabras de ánimo, conseguí que regresara al apartamento. Una vez allí, volví a llamar a su familia, usando el número de teléfono que me había dado Patricia.

Todo irá bien mientras no conteste su padre, me dije.

Contestó la hermana de Mystery. Me dijo que estaría ahí en media hora.

Mystery se había sentado en el futón que tenía en la cocina. Las pastillas para dormir debían de estar empezando a hacer efecto, pues, con la mirada perdida, comenzó a farfullar frases inconexas sobre la teoría de la evolución, la memética y distintos patrones de sargeo. Cada frase acababa siempre con las mismas palabras: «inútil» o «Fubar».

Su hermana entró en el apartamento seguida de su madre. Al ver a Mystery, las dos se quedaron pálidas.

—No sabía que estuviera tan mal —comentó Martina.

Mientras su madre lo ayudaba a bajar la escalera, Martina le preparó una pequeña maleta. Él se dejaba llevar dócilmente, ajeno al mundo que lo rodeaba.

Salieron a la calle y se montaron en el coche que los llevaría al pabellón psiquiátrico del hospital Humber. Mientras la madre abría la puerta del coche, un
set
de cuatro chicas pasó andando por su lado. Por un momento, los ojos de Mystery recobraron su antiguo brillo.

Lo observé atentamente, esperando que se volviera hacia mí y me dijera: «¿Es tu
set
o el mío?». Entonces yo sabría que todo se arreglaría.

Pero el brillo desapareció de sus ojos. Su madre lo ayudó a entrar en el coche. Le levantó las piernas y las colocó dentro. Después cerró la puerta.

Lo vi a través del cristal, con el
set
de las cuatro rubias reflejado en la luna del coche. Estaba pálido. Tenía la mirada perdida, la boca cerrada y la mandíbula apretada. Su afilado
piercing
brillaba con ira contra la fría luz del atardecer.

Las cuatro chicas, paradas ante la puerta de un restaurante japonés, reían mientras miraban la carta de sushi. Era un sonido precioso. Era el sonido de la vida. Esperaba que Mystery pudiera oírlo.

CAPÍTULO 17

La depresión de Mystery provocó una crisis de fe en la Comunidad; estábamos tan metidos en ella que nos estaba destrozando la vida. A Papa lo iban a echar de la universidad por sus notas. A Adonis, un MDLS de San Francisco, le habían despedido de su trabajo como publicista al descubrir que pasaba la mayor parte del día en el
Salón de Mystery
. Yo hacía meses que no escribía prácticamente nada. Incluso Vision había llegado a tal nivel de adicción a los foros de seducción que le había dado los cables de su ADSL a su compañero de apartamento y le había pedido que los escondiera durante dos semanas. Mientras tanto, la Comunidad crecía exponencialmente. Todos los días, nuevos chicos —algunos de ellos todavía en el instituto— acudían a nosotros en busca de consejos, y no sólo sobre seducción o socialización, sino sobre todo tipo de cosas. Nos preguntaban a qué universidad debían ir; si debían dejar la medicación psiquiátrica que estaban tomando; si debían dejar de masturbarse o de drogarse; si debían usar siempre un condón; si debían irse de casa. Querían saber qué leer, qué pensar y cómo comportarse para ser como nosotros. Una de esas pobres almas era un libanes musculoso de veintipocos años que se hacía llamar Prizer. Era de El Paso y nunca había besado a una chica. Quería que lo ayudásemos a sentirse cómodo alrededor de las mujeres. Le dijimos que lo primero que tenía que hacer era intentar hacerse amigo de algunas chicas. Y, en segundo lugar, debía acostarse con una chica lo antes posible; y no hacía falta que fuera demasiado exigente respecto a la chica. Prizer siguió nuestros consejos al pie de la letra. Éstas son algunas líneas escogidas de sus partes de sargeo:

Grupo MSN:
Salón de Mystery

Asunto:
Parte de sargeo
. Perder la virginidad en Ciudad Juárez

Autor: Prizer

Ya era hora de que me acostara con una chica, así que crucé la frontera y fui a Ciudad Juárez. Ya sé que son putas, así que supongo que técnicamente no cuenta como seducción. De todas maneras creo que me ayudará a
sargear
, pues ya no pareceré tan desesperado. Al principio me costó empalmarme. Lo que más me excitó fue hacerlo por detrás. Y el sesenta y nueve. ¿Creéis que, ahora que ya no soy virgen, le pareceré más atractivo a las chicas?

Grupo MSN:
Salón de Mystery

Asunto:
Parte de sargeo
. Otra noche en Ciudad Juárez

Autor: Prizer

He vuelto a ir a Ciudad Juárez. Ya he estado con cuatro putas. ¡Ésta hasta se tragó mi lefa! Pero sigo sin conseguir correrme dentro. ¿Eso es normal? En cualquier caso, lo que hice esta vez, para practicar, fue hacerme a la idea de que ella era mi novia. Aunque cuando le dije que quería comerle el agujero del culo ella me cobró cinco dólares más. Eso no molo. En cualquier caso, he pensado que, con todo el dinero que me gasto en talleres y en libros y en ese tipo de cosas, podría irme de putas a México durante seis meses. Quizá eso me ayudara más con mi sargeo. Es mucho más directo. Además, ¿no creéis que follar más me ayudaría a tener más confianza en mí mismo?

Cuando los miembros de la Comunidad le recriminaron por colgar partes de sargeo sobre prostitutas, Prizer acudió a mí en busca de ayuda. Después fue Cityprc
[1]
, de Rhode Island, quien acudió a mí en busca de consejo. Y, después, docenas de chicos más, de los que nunca había oído hablar. Todos pidiéndome ayuda, todos ofreciéndome dinero a cambio de que yo les enseñara a ligar. Querían volar a Los Ángeles para
sargear
conmigo o pagarme el billete para que yo fuese a
sargear
con ellos. Estaban dispuestos a pagar el precio que hiciese falta por ver a un verdadero MDLS en acción.

Con Mystery encerrado en un psiquiátrico y Juggler tan involucrado en su RE que incluso había llegado a interrumpir su página web, los alumnos estaban hambrientos de liderazgo. Y, sin saber cómo, yo me convertí en su nuevo gurú. Todos esos partes en los que yo había compartido mis patrones, mis
técnicas
y mis experiencias con el resto de la Comunidad no sólo me habían servido para aprender, sino que también habían sido una manera de promocionarme.

Pero la seducción es un arte oscuro. Sus secretos tienen un precio y todos debemos pagarlo, ya sea en cordura, en tiempo, en trabajo, en educación, en salud, en moralidad o en renuncia a uno mismo. Puede que en las discotecas fuésemos superhombres, pero, en nuestro interior, nos estábamos pudriendo.

—Antes, yo quería ser como tú y como Mystery —me dijo Papa cuando lo llamé para ver qué tal estaba—. Pero tengo que aprender a ser yo mismo. Tengo un gran potencial, pero lo estoy echando a perder. Antes de entrar en la Comunidad, siempre sacaba sobresalientes.

Papa había decidido dejar la Comunidad. Para empezar, se había borrado de los seminarios de sargeo.

—No volveré a llamar a una
TB
hasta que ponga mi vida en orden —me dijo—. Y si me llaman ellas a mí, les diré que tengo que enderezar mi vida antes de salir con ellas. Prefiero vivir antes que
sargear
.

—Tienes que enfocar los estudios como enfocas la seducción, Papa.

—Sí —asintió él, como si acabara de tener una visión—. Buscaré una
ala
para cada asignatura. Desarrollaré patrones y
técnicas
de estudio. Cerraré mis exámenes con un diez.

—No sé, Papa… Quizá estés yendo un poco demasiado lejos. Aunque, pensándolo bien, puede que funcione.

—Me siento libre —exclamó Papa—. ¡Es una gozada!

Me gustaría decir que todos nos sentíamos así, que todos nos dimos cuenta de que nos habíamos involucrado demasiado en el juego de la seducción, que todos dimos un paso atrás devolviendo el equilibrio a nuestras vidas, redefiniendo nuestras prioridades. Me gustaría decir que relegamos la seducción al lugar que le correspondía: el de un hobby glorificado.

Pero en la hipnosis existe un concepto llamado fraccionamiento, según el cual, cuando una persona sale de un trance y luego vuelve a sumirse en él, el segundo trance es más profundo y poderoso que el primero.

Y eso fue lo que nos ocurrió. Salimos de nuestro trance durante unos días, incluso llegamos a ver la luz del mundo real. Pero no tardamos en regresar a la Comunidad y, esta vez, llegamos más lejos de lo que ninguno de nosotros hubiera creído posible.

Paso 6: Crea un lazo afectivo

Al observar el recreo, parecía que los niños estaban jugando al fútbol mientras las niñas no hacían nada. Pero las niñas sí hacían algo: hablaban. Hablaban unas con otras sobre el mundo en el que vivían. Y se convirtieron en expertas, mientras que los niños no lo eran.

Carol Gilligan,
In a different voice
:

psychological theories and women’s

development

CAPÍTULO 1

Petra era una chica checa de diecinueve años con largo cabello castaño, el cuerpo delgado y bronceado de una modelo y un vocabulario inglés que apenas llegaba a la docena de palabras. La conocí, a ella y a su prima, en la isla croata de Hvar con Nightlight9, un MDLS de Seattle. Nosotros les enseñamos nuestros trucos de magia. Les dibujamos un reloj en un trozo de papel y fijamos una hora para quedar esa noche. Las chicas llegaron a la hora acordada, nos cogieron de la mano y nos llevaron a una cala desierta. Se quitaron toda la ropa, menos las bragas y las zapatillas de tenis, y corrieron hacia el agua. Nosotros las seguimos e hicimos el amor con ellas mientras hablaban en checo.

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