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Authors: Neil Strauss

Tags: #Ensayo, Biografía

El método (The game) (43 page)

BOOK: El método (The game)
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En ese momento aparecieron los hermanos vírgenes con su hermana Min y un MDLS con la cabeza afeitada. Yo tenía la sensación de que, estuviera donde estuviese, siempre acababa rodeado de algún grupo de
TTF
en busca de consejos.

—Tu presentación ha sido la mejor del día —me dijo el MDLS calvo—. Tu comportamiento con esas chicas ha sido elegante y caballeroso. Veros en el escenario ha sido como ver un baile con una hermosa coreografía.

—Gracias —le dije yo—. ¿Cómo te llamas?

—Stylechild
[1]
.

Por primera vez en mucho tiempo, no supe qué decir.

—Elegí el nombre en honor a ti.

Mientras Stylechild me contaba que nunca había tenido suerte en la vida hasta que había encontrado la Comunidad y mis posts, Min me observaba con mirada traviesa. Aun así, decidí no
Sargear
con ella, pues eso era lo que hacían todos los demás tíos que estaban en la mansión. Aparte de las chicas que me habían ayudado en mi presentación, Min era la única que había estado en la mansión durante el fin de semana.

Pero, esa noche, en el Saddle Ranch, Min seguía sin quitarme la vista de encima. Tenía que decirle algo; pero no podía ser nada que ella hubiera leído en Internet o les hubiera oído contar a sus hermanos.

—Me voy a apuntar al toro mecánico —le dije finalmente—. ¿Me acompañas?

Y no era una frase vacía. Todavía tenía una cuenta pendiente con ese aparato. En muchos aspectos, montar el toro mecánico era como
sargear
. Tenía once niveles, que iban desde ridículamente fácil hasta diabólicamente difícil. Y, desde que lo había visto por primera vez, me había dicho a mí mismo que algún día superaría el último nivel, el mítico once. Hasta ahora, sólo había conseguido llegar hasta el diez.

Era una ambición completamente absurda y sin la menor utilidad. Pero si sientas a un hombre delante de un aparato con un mecanismo intrigante y le dices que tiene un sistema de puntuación con el que competir, lo más probable es que acabe obsesionado con dicho artilugio. De ahí la popularidad de los videojuegos, de las artes marciales, de Dragones y Mazmorras y de la Comunidad de la seducción.

Le pedí al encargado que pusiera el toro mecánico en el nivel once, le di una propina de cinco dólares para asegurarme de que me trataba con compasión y me monté. Por suerte, llevaba puestos unos pantalones de cuero, que ayudan a sujetarse a los costados. Recuerdo que la primera vez que monté, al día siguiente desperté con los muslos tan amoratados que casi no podía andar. Fue entonces cuando comprendí cómo debe de sentirse una mujer después de acostarse con un tipo de ciento treinta kilos.

Apoyé la entrepierna contra la parte delantera de la silla de montar, apreté las piernas contra los costados del toro y levanté una mano para indicar que estaba listo. La máquina cobró vida un instante después, vibrando con tanta fuerza que el mundo se tornó
borroso
a mi alrededor. Tenía la sensación de que el cerebro se me iba a salir de la cabeza. Mis caderas subían y bajaban más de prisa que los engranajes de un motor. Mis piernas perdieron el contacto con los costados del toro y empecé a golpearme los huevos, una y otra vez, contra el asidero de la silla. Pero, cuando estaba a punto de caer hacia un lado, el toro se detuvo. Había aguantado los siete segundos.

Al principio estaba eufórico. Me sentía como si hubiera logrado algo importante, aunque, desde luego, eso no iba a cambiarme la vida. Empecé a preguntarme por qué me habría obsesionado tanto con aquel aparato y, apenas unos minutos después, empecé a sentir los típicos remordimientos del comprador compulsivo.

Min me dijo que estaba cansada y me pidió que la acompañara a la mansión.

Yo capté el mensaje.

Mientras caminábamos, ella me cogió del brazo y me habló de sus hermanos y de cuánto les costaba aprender a
sargear
.

—Son muy protectores y se enfadan conmigo cuando salgo con algún chico —me dijo—. Pero yo creo que lo que les pasa es que están celosos porque ellos nunca tienen citas.

Al llegar a Proyecto Hollywood la llevé al
jacuzzi
.

—Mi último novio era un encanto —continuó diciendo—. Hacía todo lo que le pedía. Pero a mí me ponía nerviosa, y cuando empecé a entrar en los foros de la Comunidad, me di cuenta de por qué no me sentía atraída por ninguno de los chicos del colegio. ¡Son tan aburridos! No tienen ni idea de lo que es hacerse el chulo-gracioso.

Me quité toda la ropa excepto los calzoncillos y me metí en el agua caliente, que fue como un bálsamo para mi cuerpo dolorido. Ella se unió a mí en sujetador y bragas. Era delgada y delicada, como una marioneta. La cogí de las manos y la atraje hacia mí. Ella se sentó encima de mí y me rodeó el cuerpo con las piernas. Empezamos a besarnos. Yo le quité el sujetador. Después la llevé en brazos, desnuda y empapada, hasta mi dormitorio, me puse un condón y la penetré lentamente. No tuve que enfrentarme a ninguna resistencia de última hora. Con su admiración hacia mí, sus hermanos la habían conducido directamente hasta mis brazos.

Min fue la primera fan con la que me acosté, pero no la última. La Comunidad se nos estaba escapando de las manos. Con tantos negocios de seducción compitiendo en Internet, la Comunidad estaba creciendo de forma exponencial; especialmente en el sur de California, donde el Sunset Strip se estaba transformando delante de nuestros ojos.

Ninguna mujer estaba a salvo. Talleres de hasta quince alumnos recorrían las calles como si fueran pandillas de barrio. Había grupos de antiguos alumnos en Standard, en Dublin’s, en Saddle Ranch, en Miyagi’s… A las dos de la madrugada, cuando cerraban los locales, los MDLS invadían Mel’s, sentándose a cualquier mesa en la que hubiera una mujer. Y, todas las noches, traían a docenas de chicas a la mansión.

Y todo con mis frases de entrada y mis
técnicas
. Fuera a donde fuese, encontraba sus cabezas rapadas, sus diabólicas perillas, sus zapatos, exactamente iguales que los que yo me había comprado una semana antes en el Beverly Center. Había mini-yos por todas partes. Y no podía hacer nada por evitarlo.

CAPÍTULO 9

Grupo MSN:
Salón de Mystery

Asunto: Cien aproximaciones

Autor: Adonis

Cuando me despidieron del trabajo (demasiado tiempo en Internet), decidí mudarme a Los Ángeles para dedicarme a tiempo completo a mejorar mis
técnicas
de sargeo. Siempre me he sentido un poco bicho raro, por mi adicción al teclado del ordenador y porque todavía soy virgen, así que he marcado el próximo sábado en el calendario con la intención de hacer cien aproximaciones en un solo día. Empezaré por la tarde en Melrose, entre La Brea y Fairfax. He calculado que puedo hacer diez aproximaciones por hora, así que si paso cinco horas en Melrose, alcanzaré las cincuenta aproximaciones. (¿Podría decirme alguien cómo se llama la tienda en la que venden las botas New Rock?) Después me ducharé e iré a Sunset. Mi idea es ir a Dublin’s, a Miyagi’s, a Saddle Ranch y a Standard, y hacer entre doce y quince aproximaciones en cada local. Alcanzar las cien no debería ser difícil. Y, aunque me estrelle las cien veces, al menos superaré mi temor al rechazo.

Adonis

Grupo MSN:
Salón de Mystery

Asunto: ¡125 aproximaciones!

Autor: Adonis

¡Ha sido la leche! He conseguido 125 aproximaciones. Ha sido la leche. Antes de empezar, estuve escuchando las cintas de Confianza Imparable de Ross Jeffries. Ayudan mucho. Me imaginé que medía doce metros y que estaba hecho de diamante; nadie podía hacerme daño.

He empezado con la apertura clásica de la
VDS
: «¿Quiénes crees que mienten más, los hombres o las mujeres?». Al principio, las
TB
me miraban raro, como si estuviera haciendo una encuesta o algo así. Pero las cosas empezaron a funcionar en el Saddie Ranch. No creo que quedara ni una sola mujer con la que no lo intentara. Una
TB
8 me iba a dar su e-mail, pero yo intenté cerrar con teléfono y al final la fastidie por completo. ¡Joder! Lección aprendida. Después fui a Standard. Dentro había dos talleres practicando. Y como no quedaba ni un solo
set
al que no se hubiera aproximado ya algún
TTF
, salí a la calle y empecé a hacer aproximaciones como un loco.

Os recomiendo que lo hagáis a todos los que estáis empezando. (Pero, eso sí, un consejo, aseguraos primero de haber dado de sí vuestras nuevas botas New Rock.)

Mi próxima meta es conseguir mil aproximaciones antes de que acabe el mes. Así perfeccionaré mi
técnica
y, además, ya nunca más me sentiré intimidado por las mujeres.

Adonis

Grupo MSN:
Salón de Mystery

Asunto: 1.000 aproximaciones

Autor: Adonis

He anotado en un cuaderno cada aproximación y, tal y como os prometí, acabo de realizar la número mil. ¡Y todavía quedan cuatro días para que acabe el mes!

Después de mil aproximaciones, os puedo decir que sólo hay un número concreto de maneras en las que uno puede ser rechazado o ignorado. Y que eso a mí ya no me causa ningún dolor. ¿Por qué iba a importarme lo que pueda pensar alguien a quien no conozco de nada? Otra cosa que he aprendido es la importancia de desafiar o intrigar a las
TB
desde el primer momento. Es mejor que intentar ser lógico. Ya consigo aguantar hasta diez o quince minutos en un set.

También he estado Stylemageando. Al principio no era nada fácil, pero cada vez lo hago mejor. Y eso que apenas mido un metro sesenta. A veces logro aislar al
objetivo
y hacerle la demostración de valía del cubo. Otras incluso consigo cerrar con teléfono. Me siento como una persona nueva, más segura, sin miedos. Antes era tan inseguro, era tan consciente de mí mismo, que alejaba a la gente. Ahora, cuando ando por la calle, irradio confianza y las
TB
notan las vibraciones. De verdad, os recomiendo a todos que lo intentéis. Os aseguro que merece la pena.

El mes que viene voy a dedicarlo a perfeccionar mi
técnica
telefónica: ¡mil llamadas! Antes de que acabe el año, seguro que follo.

Adonis

CAPÍTULO 10

Grupo MSN:
Salón de Mystery

Asunto: ¿Eres un robot social?

Autor: Style

¿Os habéis fijado alguna vez en que hay algo raro en muchos de los tíos de la Comunidad?

Es como si les faltara algo; como si no fueran del todo humanos.

A algunos les va bien en el campo del sargeo: las chicas responden a sus
técnicas
, cierran con teléfono o incluso consiguen
completos
, pero nunca salen con la misma chica más de un par de veces.

¿Eres tú uno de ellos?

Para saberlo, hazte las siguientes preguntas:

¿Te invade el pánico cuando te quedas sin «material» a mitad de una conversación con una chica?

¿Tienes la sensación de que las mujeres te están haciendo un «
test de eliminación
» en cuanto te dicen algo que no es positivo?

¿Ves a todos los hombres que están con una mujer como a un MAG al que te gustaría destruir?

¿Eres incapaz de hablar de una chica sin mencionar su ranking?

¿Llamas a todas las mujeres con las que no te has acostado «
pivotes
»?

Cuando te cruzas con una mujer en un entorno no social, como una reunión de trabajo o una clínica de maternidad, ¿sientes un subidón de adrenalina que te obliga a abordarla?

¿Ha perdido valor todo lo que no está relacionado con
sargear
, como los libros, las películas, los amigos, la familia, el trabajo, los estudios, la comida o el agua?

¿Depende tu autoestima de tus relaciones con las mujeres?

Si tus respuestas son en su mayoría afirmativas, es muy posible que te hayas convertido en un robot social.

La mayoría de los sargeadores que conozco son robots sociales. Esta afirmación resulta especialmente cierta entre aquellos que se unen a la Comunidad con diecimuchos o veintipocos años. Al tener poca o ninguna experiencia previa de la vida, aprenden a socializar a través de métodos y escuelas de seducción adquiridas en los foros de Internet y en los talleres. Lo peor es que, posiblemente, ya nunca puedan volver a ser normales. Y tras veinte minutos con uno de estos robots sociales, los
objetivos
empiezan a darse cuenta de que no tienen nada más que ofrecerles. Entonces, ellos cuelgan posts en Internet quejándose de que las chicas son unos bichos raros.

Lo que pueden ofrecerte los foros de Internet y el estilo de vida de la Comunidad tiene un límite. Y, aunque pueden darte mucho, también pueden quitártelo. Pueden convertirte en una persona unidimensional. Pueden hacer que empieces a pensar que todo el mundo que te rodea es como tú, y que empieces a analizar cada uno de los movimientos de las personas más cercanas a ti.

La solución consiste en recordar que la mejor manera de
sargear
con una chica es teniendo algo mejor que hacer. Hay tíos que renuncian a todo —a sus estudios, a su trabajo, incluso a sus novias— para formar parte de la Comunidad, cuando son precisamente esas cosas las que permiten que uno viva una vida completa, aumentando el atractivo que uno tiene para las mujeres.

Así que recuperad el equilibrio en vuestras vidas. Si conseguís hacer algo que merezca la pena con vuestras vidas, las mujeres acudirán a vosotros en masa. Entonces, lo que habéis aprendido en la Comunidad os ayudará a seducirlas.

Style

CAPÍTULO 11

—No puedo decirles a los alumnos que vas a cancelar el taller.

Mystery y Papa volvían a discutir.

—Has apuntado a demasiados estudiantes —repuso Mystery al tiempo que levantaba los brazos con exasperación—. Con tantos alumnos, ya no es divertido. Y, además, no es justo para ellos.

—Y tú quieres hacernos quedar mal —dijo Papa con frustración.

—Pues si no te parece bien, puedes quitar mi nombre de tu página web —gritó Mystery—. Se acabó. No quiero saber nada más de tu
VDS
.

La de Mystery y Papa era una sociedad que había estado condenada al fracaso desde el inicio.

Al día siguiente Herbal se ofreció a ser el nuevo socio de Mystery. Era como si hubiera estado agazapado todo ese tiempo, esperando el momento adecuado para introducirse en el negocio de la seducción. Desde que había llegado a la mansión no había estado con ninguna otra chica, excepto con Sima, una ex MRE de Mystery que se había mudado de Toronto a Los Ángeles. Al poco tiempo de llegar, cuando Mystery y Sima empezaron a ponerse mutuamente nerviosos, ella empezó a mandarle IDI a Herbal. En vez de enfadarse, Mystery se sentó con Herbal y le explicó todo lo que tenía que hacer para seducirla. Sima y Herbal cerraron esa misma noche y, desde entonces, la amistad entre Herbal y Mystery pareció fortalecerse. Y, aun así, ninguno de los dos parecía darse cuenta de algo que todos los demás sí habíamos advertido: habían sentado un peligroso precedente.

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