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Authors: Greg Bear

Tags: #ciencia ficción

Eternidad (55 page)

BOOK: Eternidad
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La Vía se enroscó formando grandes espirales, espirales enormes, consumiéndose como una mecha ardiente, y murió. El tiempo de los avatares llegó a su fin en la Tierra.

83
Timbl

Olmy sintió, más que ver, que la puerta se cerraba. La estática crujió en el aire seco y un gemido se extendió desde el lugar donde sus pies tocaban la arena roja. Luego nada, salvo el susurro de la brisa.

Por un instante temió que sólo vería otra conquista jart, un mundo fanáticamente empaquetado y preservado para mando descendiente. Pero Timbl no había sido invadido por los jarts. Al parecer no se habían molestado en reabrir aquella puerta, y nunca regresarían.

Se hallaba bajo el brillo cegador del sol de Timbl. Su piel alterada podía soportar aquel torrente ultravioleta; era una sensación grata y familiar. No parecía importar cuánto tiempo había transcurrido allí. Timbl sería un hogar para Olmy en cualquier época.

Estaba en la cima de un cerro. Al norte del cerro se extendía un campo llano pavimentado, blanco y bruñido a pesar de la ausencia de vehículos del Hexamon. Era el lugar donde una vez se había abierto la puerta de Timbl. La habían cerrado poco antes de la Secesión, cuando el Hexamon había comenzado a retirarse de la Vía.

Olmy miró hacia el oeste y vio el brillante océano azul. Un arco diminuto y flamígero cruzó el cielo y fue interceptado por un haz de luz purpúrea. Aún caían fragmentos de cometas, y todavía eran interceptados por las defensas del Hexamon. No había pasado tanto tiempo, pese a todo.

Sin duda había muchos ciudadanos del Hexamon en Timbl, refugiados después del cierre de la puerta. No le faltaría compañía humana. Pero no era eso lo que buscaba en primer lugar. Cualquier visitante de Timbl debía recibir la bienvenida personal de un frant para tener estatus oficial.

Al principio de su historia, cuando Timbl sufría el acoso de devastadoras lluvias de cometas, los frants habían evolucionado de tal modo que podían transmitir los recuerdos y experiencias de cada individuo a sus congéneres. El conjunto de los frants llevaba los recuerdos de todos los individuos, si no en detalle, al menos como una especie de historia congénita. Todo individuo frant, al regresar a casa, era absorbido e integrado cuando transmitía sus datos.

A aquellas alturas, todos los frants maduros de Timbl sabrían algo sobre Olmy. Al compartir los recuerdos, y difundir las personalidades, habrían asimilado las experiencias de los frants con quienes él había trabajado atrás. Todo frant adulto sería amigo suyo.

No merecía tanto, pero así era.

Olmy bajó hacia el este, hacia los campos en sazón donde el viento mecía plantas amarillas y azules, hacia la aldea más cercana, con su típica stupa central. Se cruzó con jóvenes frants que lo miraron impasibles; los jóvenes no lo reconocerían. Olmy encontró al primer individuo maduro en las inmediaciones de un mercado cerrado para el descanso del mediodía.

Aquel frant alto y desmañado, de rostro estrecho y ojos saltones, arropado en una capa ceremonial, estaba sentado en un banco de piedra. Lo miró un instante en silencio.

—Bienvenido, ser Olmy —dijo—. Encantado de verte por aquí.

—El gusto es mío —dijo Olmy.

Epílogo

Primero, le dijo Mirsky a su compañero, comenzaremos por el principio.

¿Y después?
, preguntó Lanier.

Buscaremos puntos de interés, hasta llegar al final.

¿Y después?

Agradecimientos

Karen Anderson ha vuelto a brindarme una ayuda inestimable en lo que a idiomas e historia se refiere. Su trabajo en el último capítulo de Eón construyó los cimientos de la Oikoumené en esta continuación. Adrienne Martine-Barnes aportó mucho material de investigación útil; he tenido el atrevimiento de ignorar sus observaciones sobre la arquitectura de Rodas, para indicar profundos cambios históricos en Rhodos. Brian Toasen, editor ilustre, creyó y confió y corrió riesgos, y también trabajó esforzadamente para evitar que mi prosa se tambaleara. No culpéis de nada a ninguno de ellos; todos los errores de este libro son míos, o tal vez de mi ordenador.

Biografía

Greg Bear, nacido en 1951, vive en Seattle, en el estado de Washington con su esposa Astrid (hija de Poul Anderson) y sus dos hijos. Bear se especializó en lengua inglesa por la Universidad de San Diego, aunque también utiliza los temas científicos en sus narraciones, lo que ha inducido a algunos comentaristas y editores a considerarlo uno de los modernos exponentes de una determinada ciencia ficción: la escrita por profesionales de la literatura interesados por la ciencia.

Bear ha sido también ilustrador de revistas de ciencia ficción y autor de varias novelas de fantasía:
INFINITY CONCERTÓ
(1984),
THE SERPENT MAGE
(1986), lo que no suele ser habitual en los autores claramente encuadrados en la ciencia ficción hard, caracterizados por su carrera profesional científica. Bear publicó su primera narración a los quince años de edad y, hasta la fecha, ha obtenido ya dos premios Hugo, cuatro premios Nébula, el premio Apollo de Francia y el premio Ignotus en España. Entre 1988 y 1990 ha sido presidente de la
Science Fiction Writers of America (SFWA).

Tras publicar diversos relatos desde 1967 y su primera novela,
HEGIRA
, en 1979, obtuvo el primer Hugo y Nébula con el relato Blood Music (1983), que apareció en España en la versión extendida a novela, MÚSICA EN LA SANGRE (1985). Trata de un tema de biotecnología con la presencia de células capaces de pensar y que componen una especie de ordenador biológico que reconstruirá la humanidad.

Alcanzó un gran éxito con la novela
EÓN
(1985,
NOVA ciencia ficción
, número 90), que continúa en E
TERNIDAD
(1988, N
OVA éxito
, número 12). Gira en torno a un nuevo mundo-universo descubierto en un asteroide hueco que se acerca a la Tierra. La fascinación por un universo alternativo y su nueva y enorme ingeniería acerca esta obra a sus evidentes inspiradores: Clarke, Niven y Varley. Bear ha recuperado elementos de esa idea en la más reciente de sus novelas:
LEGADO
(1995,
NOVA éxito
, número 10), acerca de un mundo cuya biología permite la herencia de los rasgos adquiridos.

Otra obra de interés es una novela sobre una catástrofe planetaria que lleva por título
LA FRAGUA DE DIÓS
(1987). Quedó finalista en el premio Hugo, y gracias al éxito popular ha aparecido una continuación en
ANVIL OF STARS
que expande el último capítulo de
LA FRAGUA DE DIÓS.

También cabe citar la novela corta
HEADS
(1990) y la recopilación de relatos
THE VENGING
(1992), que incluye narraciones como
«Tangents»
(1986) —premio Hugo y Nébula—, y
«Hard-fought»
(1983) —también premio Nébula—. Además, junto con Martin Greenberg, ha editado recientemente una antología de relatos de diversos autores con el título
NEW LEGENDS
(1995).

Con
MARTE SE MUEVE
(1993,
NOVA ciencia ficción,
número 79), indiscutiblemente una de las mejores entre las recientes novelas sobre Marte, Bear ha obtenido el premio Nébula 1995 y el premio español Ignotus de 1996. Su anterior novela,
REINA DE LOS ÁNGELES
(1990,
NOVA ciencia ficción
, número 54), fue finalista en el premio Hugo de 1991 y obtuvo un gran éxito de crítica y público.

Junto con Gregory Benford y David Brin, Greg Bear ha aceptado el encargo de continuar la famosa saga de la Fundación de Asimov para componer una nueva trilogía llamada a hacer historia en el género.

Datos actualizados a partir de CIENCIA FICCIÓN: GUÍA DE LECTURA de MIQUEL BARCELÓ, NOVA ciencia ficción, núm. 28, Ediciones B, Barcelona (1990).

Notas

[1]
La cita correcta es: "Siempre trato de hacer seis cosas imposibles antes del desayuno." La frase es de la Reina Roja, en
Alicia a través del espejo
de Lewis Carroll.
(N. del T.)

[2]
Una alusión a
Cuento de Navidad,
de Charles Dickens.
(N. del T.)

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