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Authors: Noelia Amarillo

Tags: #Erótico

Falsas apariencias (30 page)

BOOK: Falsas apariencias
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Al terminar de comer decidió ponerse cómodo y tumbarse un rato. Fuera zapatos, calcetines y camisa. Se quedó con la camiseta y los vaqueros más que nada porque no fuera a acusarle la señora de querer contactos ilícitos.

Estaba adoptando la quinta posición incómoda en el sillón cuando la oyó gemir, se levantó de inmediato y se acercó al dormitorio.

Estaba acurrucada en la cama, abrazándose el estómago y doblada sobre sí misma en posición fetal, con los labios apretados y los ojos cerrados. De repente se movió, encogiéndose más aún a la vez que dejaba escapar un sollozo. Alex olvidó su enfado, el mal genio y las palabras que nunca debieron decirse y se tumbó a su lado. Pegó el pecho contra la espalda femenina y la acarició desde el hombro, bajando por el brazo, hasta la mano con la que se apretaba el estómago, buscó el final de la camiseta e introdujo los dedos bajo ésta, subiéndola hasta el abdomen y apoyando la palma justo debajo del ombligo. Comenzó a trazar círculos lentos y suaves.

Luka relajó un poco el cuerpo y permitió el ligero masaje suspirando aliviada. Alex no pudo evitar besarle la nuca para a continuación pasarle el brazo por debajo y acomodarle la cabeza sobre su hombro la vez que continuaba acariciando suavemente donde pensaba que estaban colocados —más o menos— los ovarios. Sintió cómo ella se relajaba completamente y extendía las piernas hasta juntarlas a las de él.

Era la primera vez en su vida que estaba así con una mujer. Como amigo en vez de cómo amante. Inmerso en un cerco de ternura, amistad y devoción por alguien a quien conocía hacía apenas dos semanas, un cerco del que ni quería, ni le era posible salir. Sentía la conexión entre ellos pulsando al ritmo del latido acompasado de sus corazones, hermanados en ese preciso momento, los cuerpos de ambos tocándose en armonía, acoplados perfectamente el uno en el otro; supo que si la dejaba escapar se arrepentiría para siempre, por el resto de sus días... y ese era un periodo muy largo de tiempo.

No supo cuántas horas habían pasado cuando la sintió moverse contra él. Imaginó que al final se había quedado dormido, seguía abrazándola cariñosamente y no pensaba separarse de ella, dijera lo que dijera, así que abrió la boca para preguntar cómo se encontraba cuando la oyó susurrar y su corazón dio un bote en el pecho.

—Me lo estás estropeando, ¿sabes? —dijo ella con voz ronca y casi inaudible.

—¿El qué? —contestó Alex apretándola más contra él, cerrando los ojos, rogando haber entendido bien, deseando que fuera el diálogo que él pensaba que era
[1]
.

—El estar sola.

Luka se giró entre sus brazos hasta quedar frente a él, la expresión de su rostro decía claramente que se acababa de dar cuenta de la "inconsciencia" que había soltado. Alex sonrió. La había pillado
in fraganti
y no iba a permitir que lo olvidara. La abrazó de nuevo y sin apartar la mirada de sus ojos la besó.

Viernes 14 de noviembre de 2008, 20.35h

¡Ay, Dios! ¿Qué había hecho? ¿A santo de qué había dicho esas palabras? En menudo berenjenal se acababa de meter. Despertarse rodeada por el calor de Alex le había hecho olvidar todas sus reservas, al menos durante unos segundos, segundos que su estúpido cerebro había utilizado para jugársela bien. Observó la cara de Alex, ¡socorro! Estaba claro que un friki del cine como él —como ella— no había pasado por alto ni el diálogo ni el significado del mismo. ¡Demonios! ¿Y ahora qué?

En ese momento lo supo. Ella no lo había dicho estando consciente. Pero a él le daba lo mismo. Lo había dicho y se iba a valer de esa información para su propio provecho, para el de ambos. La vio morderse el labio y supo exactamente qué estaba pensando. Estaba ideando la manera de dar marcha atrás y convencerle de que no había dicho nada. Pero, ¡ah! Lo había dicho.

La abrazó más estrechamente. Tumbados en la cama frente a frente, con las piernas enredadas y las manos largas y finas de Luka sobre su pecho cubierto por la camiseta se sentía en el mismísimo paraíso.

—¿Te encuentras mejor? —le preguntó recorriéndole la cara con los dedos para acabar enredándolos en su pelo —castaño por fin.

—¿Te refieres a si ya he dejado de ser la bruja mala del Este?

—Mmh... a eso también. —Sonrió.

—Estoy bien. Ya no me duele nada y no tengo ganas de matar a Totó. Así que tranquilo.

—Me alegro, ya me veía buscando el camino de baldosas amarillas para encontrar al mago de Oz y que te devolviera a tu estado normal.

Luka soltó una carcajada, para luego estirarse como una gata y alejarse de su abrazo. Alex gruñó y la devolvió a su posición anterior. Es decir, entre sus brazos.

—¿Ya no te duele nada?

—No. Estoy algo molesta y tal, pero nada del otro mundo. —Él la miraba interrogante y ella supuso que requería más explicaciones—. ¡Dios! Me he comportado como una verdadera bruja, ¿verdad?

—Sí.

—Bueno... los peores días son el anterior al que me venga y el día de su llegada. Es cuando más me duele y no me suelo mostrar muy racional. Pero en cuanto me empieza a bajar "en serio" los dolores comienzan a remitir. Ahora estoy algo dolorida, pero vamos... nada comparado con esta mañana y seguro que el sábado ya estaré perfectamente, desangrándome, pero de maravilla.

—Me alegro, he estado a punto de matarte un par de veces, ahora me quedo más tranquilo, lo cierto es que no me apetece nada ir a la cárcel.

—¡Idiota! —Le golpeó en las costillas riendo, para luego ponerse seria—. Nadie te pidió que vinieras.

—¿Vas a empezar de nuevo? —Enarcó una ceja.

—Es sólo que me das miedo. —Allá vamos, pensó ella.

—¿Yo? ¿Por qué? —contestó perplejo.

—Porque no actúas como se supone que tienes que actuar.

—Me he perdido. —Completamente.

—A ver —Luka se deshizo de sus brazos y se sentó en la cama con las rodillas encogidas y pegadas al pecho—, se supone que echamos un polvo esporádico, uno de esos de "hola y adiós", y en vez de "adiós" tenemos un "hasta mañana", en lugar de desaparecer y si te he visto no me acuerdo, nos hemos seguido viendo con más o menos regularidad, escribiéndonos mensajes, ¡Dios! Si incluso trabajas a mi lado y según me has contado has alquilado un piso en mi misma calle. Y... eso no es lo que yo había pensado.

—¿Habías pensado conocerme y tener una aventura? —dijo irritado. Joder, lo estaba arreglando la señora.

—¡NO! No había pensado conocer a nadie. Ni tener una "aventura" con nadie... Mira, mi vida es como es... mía. Y de repente ya no es estoy sola, estás tú y, para ser sincera, no tengo ni la más remota idea de lo que quiero —dijo recordando las palabras de Ruth.

—Ah... entiendo. No. No entiendo absolutamente nada. Tu vida sigue siendo tuya, yo no voy a hacer nada para cambiarla. Nada en absoluto —reafirmo él—, pero eso no significa que puedas jugar conmigo, que pasemos juntos el fin de semana y luego me ignores y me des cortes de manga toda la semana.

—¡Yo no he hecho eso!

—¿Ah, no? ¿Y cómo llamarías tú a lo que ha pasado esta semana?

—Tenía trabajo que hacer —contestó bajando la mirada.

—¿No tenías siquiera un minuto para decirme una sola palabra agradable? —Alex se sentó en la cama y apoyó la espalda en la pared—. No sé qué ha pasado, ni lo que piensas, pero a mí me gusta lo que tenemos cuando no te da por ser la "reina de hielo". No entiendo qué hay de malo en vernos a menudo, la verdad.

—¿A menudo? —Cambió su posición acurrucada, ahora estaba de rodillas en la cama con las manos en forma de garra alzadas a la altura de su pecho—. Ha sido acoso y derribo. Has escrito a diario, me viniste a ver el martes, querías quedar el miércoles y el jueves y hoy me has venido a buscar al trabajo. Eso no es a menudo. ¡Eso es todos los días!

—¡Y qué! —Alex se había levantado de la cama y ahora estaba recorriendo los dos metros escasos de habitación como un león enjaulado—. ¿Qué hay de malo? Explícamelo. ¿Te has sentido acosada realmente? Mírame a los ojos y dime que no te ha agradado mi atención, que no has esperado mis mensajes, que te han defraudado mis visitas.

—Joder. —El muy cabronazo tenía razón, se volvió a sentar abrazándose las rodillas—. ¡Estás desbaratando mi mundo! No puedo vivir pendiente de que me escribas o no, de que vengas o no. No puedo esperar verte siempre, ni dormir contigo todas las noches.

—Es que no vas a necesitar estar pendiente ni esperando porque yo no lo voy a permitir. Antes de que te dé tiempo a echarme de menos, estaré ahí, a tu lado. —Y en cuanto te despistes estarás viviendo conmigo. A diario. Aunque claro está, esto no pensaba decirlo en este preciso momento.

—¡JA! ¿Y luego qué? ¿Te implantarás en mi vida? ¿Tomarás mis decisiones? ¿Vivirás mi vida? —Ya no hablaba, gritaba de pie sobre el colchón—, Y cuando no sea como tú quieres que sea, entonces será culpa mía y yo tendré que volver a mi vida. Para eso mejor sigo como estoy. O mejor dicho, como estaba antes de que aparecieras.

—¡NO! ¿Por qué iba a hacerlo? — ¿Era eso lo que pasaba? Lo había imaginado, pero no quería dar crédito. Mierda. Mataría a ese puto tipejo—. Te quiero como eres, sin cambiar ni un ápice. Y no tengo ninguna intención de implantarme en tu vida. Tengo la mía propia, por si no te has dado cuenta.

Luka no respondió, algo de toda esa parrafada le había llamado la atención. ¿Me quiere? ¿Cómo soy? ¿Sin cambiar ni un ápice? Bajó de la cama y se acercó a él, tanto que casi se tocaban.

—¿En serio? —atinó por fin a contestar, con la cabeza ladeada y los ojos entrecerrados, como queriendo ver a través de él...

—Sí. Estamos bien juntos, nos divertimos y nos compenetramos. Ambos somos adultos y mal que bien sabemos lo que queremos y lo que ofrecemos. Yo no te voy a pedir nada y estoy seguro de que tú tampoco vas a hacerlo. No digo que nos casemos y tengamos hijos, al menos por el momento —aclaró él al ver su mirada, nunca se sabía por dónde podía saltar Luka, mejor tener todas las salidas cubiertas—, pero sí te digo que demos tiempo al tiempo, que vayamos viendo cómo nos va, cómo nos sentimos juntos... —pensó un momento antes de continuar... quizá si le diera una salida viable... —, además, piénsalo, los dos tenemos nuestros trabajos, nuestros pisos, somos económicamente independientes. Si la cosa no fuera bien, no habría problemas en que tú retomaras tu vida. —La suya quedaría claramente destrozada, pero no iba a decírselo, al menos por ahora—. Me conoces, sabes que no soy una persona posesiva —no mucho, al menos— ni dominante. Si te hartas, me mandas a la mierda y ya está.

—¿Seguro? ¿Adiós y ya está, sin llamadas para pedir explicaciones ni nada por el estilo? —No se fiaba ni un pelo.

—Adiós y ya está. Tienes mi palabra —prometió él muy a su pesar, no es que pensara perseguirla en caso de que le mandara a freír espárragos, pero con este trato conseguir una segunda oportunidad en caso de problemas iba a ser complicado.

—Vale. —Alzó la mano esperando que él la estrechara.

—Trato hecho —selló Alex la promesa... esperaba no arrepentirse.

Capítulo 16

Viernes 21 de noviembre de 2008

Luka aparcó el coche y salió corriendo hacia el portal de su casa. Se le había echado la hora encima. Llevaba toda la tarde en casa de Pili probándose los zapatos de su amiga —era lo único en lo que coincidían sus tallas—, experimentando con miles de maquillajes distintos y ensayando diversos tipos de peinados. Más o menos lo tenía todo decidido. En la mochila llevaba los zapatos negros de charol y las sandalias de vestir blancas, el maquillaje de tonos terrosos y el de tonos rosados y el collar de cristales Swarovski. Ahora sólo quedaba decidirse por un vestido y listo, mañana era la inauguración de la exposición y quería estar lo más guapa posible. Miró el reloj que guardaba en el bolsillo —algún día recordaría ponerle una correa—. ¡Ay señor! Las nueve y media pasadas y había quedado con Alex a las nueve... No quería ni pensar en la bronca que se iba a llevar. Apresuró el paso hacia el portal, metió la llave en la cerradura y en ese momento la llamaron. Giró sobre sí misma y allí estaba él, en la puerta del bar de la esquina con sus vaqueros desgastados y las sempiternas deportivas blancas, la chaqueta de cuero abierta y un jersey de cuello vuelto gris. Guapísimo, como siempre.

—Hola, preciosa —se acercó Alex recorriendo los pocos metros que les separaban—, estaba tomando algo mientras te esperaba —comentó antes de saludarla en condiciones, es decir con un beso largo, apasionado y húmedo. ¡Faltaría más!

—Hola, Alex, siento haber llegado tarde, pero se me echó el tiempo encima sin querer y para colmo de males he pillado caravana en la glorieta de arriba —comenzó Luka la excusa, tan rápido que apenas respiraba—, intenté irme por la de abajo pero...

—Shh... —la silenció con otro beso antes de que se asfixiara—, ya imaginaba que llegarías tarde, de hecho, llegas incluso pronto para mis expectativas.

—¿Sí? —respondió patidifusa... ¿Llegaba pronto? ¿Desde cuándo?

—Claro. —La miró y se echó a reír—. Luka, cielo, despierta, que no soy idiota, cuando alguien queda con otro alguien el tiempo tiende a pasar muy rápido. A mí me pasa y a ti te pasa y a todo el mundo le pasa. No hay problema.

—¿No? —Increíble.

—Claro que no. —Apoyó la mano en su espalda y la guió de nuevo hacia el portal—. Deja la mochila en casa y luego vamos a la mía. Estoy deseando que la veas. Te va a encantar, ya verás... he pensado que...

—Espera. —Se plantó ella en la puerta—. ¿Quieres que vayamos a tu casa esta noche?

—Lo estoy deseando. Está algo desangelada, pero he pensado que lo mismo podría poner algunas fotos en las paredes, como en la tuya, y no sé... a ver qué se nos ocurre porque lo cierto es que da un poco de grima verla tan vacía... —Estaba entusiasmado, no podía evitarlo, tenía casa nueva desde hacía quince días y ella aún no la había visto. Deseaba que le gustara, que se sintiera cómoda, que pusiera su granito de arena y la convirtiera en la casa de ambos.

—Pero eso no puede ser —repuso Luka entrando en el ascensor.

—¿Por qué? —Se apagó el brillo en sus ojos y la desilusión hizo presa en sus rasgos.

—Porque no puedo dejar a mis niñas solas, y además tengo que prepararme para la exposición de mañana, eso lleva tiempo y muchas pruebas...

—¿Por qué no puedes dejar solos a los bich... animales?

—Porque tengo que darles de comer. —Abrió la puerta del ascensor.

—Bueno, eso no es problema. Les pones ahora de comer, nos vamos a mi casa, la ves y luego volvemos a la tuya y ya está. Mañana por la mañana ya me harás el "pase" con los modelos para la expo...

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