Estaba desnudo, su piel morena contrastaba sobre la piel blanca del diván, su abdomen musculoso tenso y húmedo por los lametones, los brazos bajo su cabeza marcando bíceps y tríceps, la boca abierta intentando aspirar suficiente aire, los ojos entornados, resistiéndose a cerrarse. Las piernas abiertas, el pene totalmente expuesto ante ella, erguido y erecto con cada vena marcada, el glande rosado llorando lágrimas de semen, los testículos alzados y tensos. Era perfecto. Sublime. Y total e irrevocablemente suyo.
Luka volvió a colocarse entre sus piernas, pasando lánguidamente los dedos por el interior de sus muslos, éstos se tensaron e iniciaron el ascenso, pero Alex logró contenerlos antes de que sus caderas se elevaran. Luka sonrió. Volvió a recorrerlos, pero esta vez clavándole ligeramente las uñas, él jadeó. Acercó su boca y empezó a lamerle los muslos, el aire escapó de los pulmones de Alex. Ella continuó ascendiendo hasta el escroto, abarcando un testículo en su boca, moviendo la lengua contra él. Alex hundió las uñas en las palmas de sus manos. Ella extendió la tortura al otro testículo mientras sus dedos recorrían con caricias suaves el perineo para luego abandonarlo a favor de la línea de la ingle, trazó con la lengua el camino que tomaron los dedos, evitando en todo momento tocarle el pene, creándole tal expectación que apenas podía respirar. Luka vio por el rabillo del ojo cómo se le tensaban los brazos y le temblaba el torso y, sin ningún aviso, sin que él esperara otra cosa más que lánguidas caricias torturantes, Luka abrió la boca abarcándole el glande. Alex elevó las caderas sin poder evitarlo, ella se las sujetó con las manos y apretó la boca contra el capullo hinchado para luego comenzar a devorarle la polla con labios, lengua y dientes. Dibujó cada vena hinchada con la lengua, arrastró los dientes suavemente contra el frenillo, lo absorbió con descaro introduciéndolo más en ella a cada momento.
Alex se olvidó de las reglas, de quedarse quieto y de todo, la agarró fuertemente por el cabello y la empujó contra él mientras sentía el calor del orgasmo atravesarle la espalda hasta los testículos para luego quemarle la polla en su salida. Rugió cuando se corrió y la sintió tragar cada gota de semen mientras él se hundía desesperado en su cálida boca.
Luka siguió lamiendo y tragando hasta que lo sintió relajarse en su boca. Luego lo soltó. El pene reposaba semiflácido sobre el nido de rizos púbicos. Sonrió. Alex estaba tumbado sobre el diván, los brazos caídos a ambos lados del cuerpo, las piernas todavía abiertas pero sin fuerzas.
Luka se levantó, cogió una lata de Coca-Cola y volvió a sentarse donde antes. Abrió la lata y bebió; aunque no le disgustaba el sabor del semen, lo cierto es que tenía mucha sed... no sólo de líquidos. Se sentía húmeda y acalorada. Cruzó las piernas apretándolas, buscando un poco de alivio.
Alex abrió los ojos atónito, había tenido un orgasmo devastador, el más potente de toda su vida y ella estaba ahí, tan tranquila, sentada entre sus piernas bebiendo a morro de una lata. Totalmente vestida. La observó atentamente, tenía el rostro sonrojado y la frente perlada de sudor. Su mano se movía inquieta sobre la lata, acariciándola como si de su polla se tratara. Las piernas cruzadas se tensaban y destensabas por debajo de la tela de los pantalones. No estaba tan tranquila como aparentaba.
—¡Dios! Ha sido increíble —exclamó—. Rectifico, tú eres increíble. —Luego se levantó lentamente del diván y dio unos cuantos pasos hacia la escalera—. Me voy a dar una ducha... necesito refrescarme, no te importa, ¿verdad?
—¿Eh?, no, claro que no. Dúchate. — ¡Hombres! El estaba satisfecho, a ella que le dieran... pues vale.
Luka se levantó renuente del diván esperando que él dijera algo más, pero no lo dijo, en su lugar se dio la vuelta mientras la dejaba sola, parada al lado del diván y más caliente que una hoguera en la noche de San Juan. ¡Hombres!
—Estoy pensando... —empezó a hablar él sin darse la vuelta.
—Dime —respondió ella anhelante.
—Nada...
—Vale. —La desilusión era obvia en sus rasgos.
Alex dio un paso y de repente giró ciento ochenta grados, se abalanzó contra ella y la tumbó en el diván mientras la besaba apasionadamente. Un sonido de tela rasgada vibró en el aire cuando le abrió la camisa sin tocar los botones y hundió la cara entre sus exquisitos pechos.
Lunes 22 de diciembre de 2008
—Veintidós mil quinientos trece... miiiiiil euros —cantaba un niño en la radio.
—Otro número que no tocaaaaaaaaa —le contestaba cantando Luka mientras revisaba atentamente los números de lotería apuntados a boli en un papel.
Eran las doce del mediodía, la voz de los niños del Colegio San Idelfonso resonaba con potencia en la oficina mientras administraba el correo y hacía facturas entonando el conocido sonsonete.
Por supuesto, estaba trabajando.
El miércoles siguiente a la debacle, Dani, siguiendo las instrucciones del jefazo, le había mandado un
e-mail,
no había pasado siquiera un día y estaban desbordados.
Gabriel no era capaz de entenderse con el ordenador —ni con nadie, ya puestos—, no daba pie con bola con los presupuestos y la mayoría de los clientes que llamaban preguntaban personalmente por ella y al cabo de pocos y eternos minutos colgaban diciendo que ya volverían a llamar a primeros de año. Quizá fuera porque Gabriel cogía el teléfono con el mismo talante que trataba a los empleados, o a lo mejor era porque cuando vio que no estaba hecho para las relaciones públicas encargó a Antonio, el más antiguo y afable de todos sus empleados, que apuntara él los pedidos y Antonio lo hacía con todo el gusto del mundo, sólo que además, de premio, les contaba la vida y cotilleos de toda persona viva o muerta en cien kilómetros a la redonda. Lo cierto es que la empresa se había convertido en un caos absoluto que nadie, excepto quizá Dani, sabía cómo llevar... Pero claro, su amigo alegaba estar siempre demasiado ocupado como para hacer más todavía... y a Gabriel no le quedó otro remedio que solicitar más o menos humildemente su ayuda.
Para: C3PO
Asunto: Nuevo trato
Luka, te escribo este correo al dictado de Gabriel. A partir de aquí trascribo sus palabras:
Te ofrezco un nuevo trato, te pago siete días de vacaciones y trabajas el resto del mes.
De: C3PO
Para: Daniel@cristalexpres. es
Asunto: No me parece justo
Si quieres que trabaje lo que queda de mes, me tienes que pagar los quince días de vacaciones.
Para: C3PO
Asunto: Me niego
No te puedo pagar quince días de vacaciones porque te vas a coger varios. Mis cuentas no fallan, te has cogido el 16, 17, 18 y librarás el 24, 25, 26 y 31 de diciembre, y 1 y 2 de enero, por tanto sólo trabajarás siete días. No te voy a pagar más que lo que trabajes.
De: C3PO
Para: [email protected]
Asunto: Error
Los días que has dicho son fiesta nacional y puente bajo convenio, por tanto me pertenecen y no cuentan como vacaciones. Acepto que el 16 y 18 me los quites de vacaciones, el 17 estuve a mi hora en mi puesto de trabajo, pero el resto de días, es decir TRECE, me los tienes que pagar si quieres que trabaje.
Para: C3PO
Asunto: Crisis
Estamos en crisis, el trabajo flojea, tengo la obligación de ahorrar por si esto fuera a peor, me es totalmente imposible pagarte los trece días que me pides.
Los clientes preguntan por ti constantemente... los presupuestos, pedidos y facturas están sin hacer... piensa en todo el trabajo que tendrás atrasado el día que vuelvas tras tus vacaciones... será muy agobiante para ti. ¿No sería mejor que trabajaras estos días para evitar la acumulación?
De: C3PO
Para: [email protected]
Asunto: No me chupo el dedo
No hay problema con la acumulación de trabajo, ya lo haré en mi jornada laboral de CUARENTA HORAS SEMANALES y si no me da tiempo pues se quedará atrasado hasta que se haga...
Te propongo otro trato, aunque sé que me voy a arrepentir... En vez de pagarme trece días, págame los siete que me proponías y trabajaré todas las mañanas que queden hasta fin de año, excepto las fiestas y puentes de convenio.
Para: C3PO
Asunto: Seis
Te pago seis días y todas las tardes libres hasta fin de año.
Y ese era el motivo por el cual Luka estaba escuchando el sorteo de Navidad en la nave, en vez de en su casa.
Alex llegó a las dos en punto, puntual como siempre. Luka salió sonriente, le saludó con un beso y montó en el coche. Comieron en casa de ella ya que Alex había insistido en que no podían visitar el ático hasta el viernes, aclarando que era porque estaba preparando una sorpresa y la tenía en mitad del salón. Luka se sentía como niño en Navidad, deseando ir de incógnito y revisar su salón para ver la sorpresa... pero no podía hacerlo, más que nada porque no tenía las llaves para abrir la puerta. Al terminar de comer, Alex regresó a su trabajo y Luka aprovechó para buscar regalos; como la gran mayoría de la gente, los compraba a última hora... ¿No iba a ir contra corriente, verdad?
La tarde pasó en un suspiro y cuando llegó la hora de la cena, Alex, como venía siendo habitual últimamente, estaba en la cocina enfundado en un delantal. Cenaron conversando de mil y una cosas, devorándose con la mirada y en el mismo momento en que el último cacharro estuvo colocado en el lavavajillas se ducharon por partes, el jacuzzi enano seguía siendo... enano, y se metieron en la cama, no a dormir precisamente.
Estaban tumbados de lado sobre el pequeño colchón de noventa centímetros de ancho que, por cierto, se veía muy escaso en comparación con el monstruo de la otra casa. Luka con las nalgas encajadas en la ingle de Alex y éste abrazándola mientras le acariciaba la tripita con dedos juguetones.
—¿Duermes? —susurró ella.
—Todavía no, estoy disfrutando un poco de tu barriguita.
—¿Cuándo te irás? —preguntó de sopetón.
—¿Qué? — ¿A qué demonios venía esto ahora?
—¿Cuándo te irás a pasar las fiestas con tu familia? ¿El miércoles por la mañana? —preguntó abatida, aunque se había hecho a la idea de que él se iría por Navidad, seguía sin hacerle la más mínima gracia.
—No me voy.
—¿No? —El corazón se le aceleró esperanzado. ¡No se iba!
—No. Tengo muchos asuntos pendientes que terminar antes de que acaben las fiestas, la empresa está empezando y no es cuestión de que me largue —por no mencionar que tenía su regalo a medias y que le estaba costando Dios y ayuda terminarlo; menos mal que Javi y Dani le estaban echando un cable—, así que he decidido pasar aquí las fiestas.
—Oh —susurró de repente entristecida—, ¿y no vas a ver a tu familia? —No podía imaginar unas navidades sin su gente, sus amigos, sus padres, tenía que ser deprimente.
—Sí los veré. Mis padres y mi hermana Lola con su familia vienen a pasar la Nochevieja y el año nuevo a mi casa. Y en Navidad les llamaré por teléfono, no estoy en el fin del mundo, ¿sabes?, puedo comunicarme con ellos en cualquier momento —aclaró sonriendo al ver cómo ella se preocupaba por que estuviera solo en esas fechas.
—Ajá. Y... —Luka se mordió los labios pensativa y al final se decidió— ¿tienes algún plan para Nochebuena y Navidad?
—Ninguno.
—¿Quieres venir a casa de mis padres? Mi madre prepara comida para todo un regimiento y además cocina muy bien —dijo sin atreverse a girar la cara para mirarlo.
—Me encantaría.
—Bien. Pues ya está, todo arreglado. —Bostezó relajada al fin.
—Duérmete.
Pero la sugerencia llegaba tarde, se había quedado dormida en el momento en que supo que no se iban a separar durante las fiestas. Alex sonrió y se apretó más contra ella. Había soñado con que ella le ofreciera pasar esos días con él, lo había deseado con todas sus fuerzas, pero no se había atrevido a creerlo. Ahora era una realidad. Luka le acaba de abrir las últimas puertas de su mundo. Lo supiera o no, ella era suya. Para siempre.
Miércoles 24 de diciembre de 2008
Alex contemplaba satisfecho la sorpresa, casi estaba terminada, la había trasladado desde el salón al dormitorio más pequeño, que ahora estaba inundado de "cosas"... La cama, la mesilla y la sorpresa... Le había costado un triunfo y muchas llamadas telefónicas a Javi y Dani el llevar a cabo la idea, pero ya no quedaba nada. Esperaría a que se secara bien la silicona y al día siguiente le daría los últimos retoques, luego sólo le quedaría esperar hasta Reyes para entregarla... si es que era capaz de tener paciencia. Salió del cuarto y se duchó pensando en lo que le esperaba esa tarde, habían quedado en juntarse todos los amigos en casa de Pili hacia las siete más o menos, tomarían alguna copa, se felicitarían las fiestas y luego sobre las nueve cada cual se iría al sitio donde fueran a pasar la noche, en su caso a casa de sus futuros suegros, comenzó a frotarse el abdomen con la esponja, ¿Quién lo iba a pensar? Estaba nervioso cual adolescente que conoce a los padres de su novia por vez primera... que era exactamente su caso, pero sin ser adolescente, en fin, estaba seguro de que todo iría perfectamente. Se encargaría de ello personalmente.
Se lavó el pelo mientras sonreía satisfecho, aunque Luka no se diera cuenta, hacía un mes exacto que habían empezado a vivir juntos. No juntos en la misma casa... no, eso sería demasiado pedir, pero dormían juntos de viernes a domingo en su casa y de lunes a jueves en la de ella, comían, pasaban la tarde y cenaban juntos... Eso para él significaba ni más ni menos que vivían como pareja... De un modo un tanto especial, lo reconocía, pero juntos al fin y al cabo. Se aclaró el champú, terminó de ducharse y subió al ático para verificar que su regalo de Navidad estuviera perfecto. Lo estaba, comprobó satisfecho al mirar la enorme cama que dominaba la estancia mientras su polla se erguía aprobadora. Pasó la mano por encima de su pene desnudo pensando en cómo recibiría Luka lo que había preparado de sorpresa... Esperaba que bien. Cuadró los hombros, relajó las piernas y se dirigió al armario que había comprado hacía una semana. Cuando Luka tenía razón, la tenía. El armario era imprescindible, lo mismo que las dos sillas que habían comprado haciendo juego con la mesa. Sacó unos pantalones de pinzas verde musgo, una camisa marrón y el bóxer, se vistió y fue a buscar a su chica.