Y efectivamente, los espíritus se transfieren entonces a millares de cerdos:
Marcos 5.13. ...
los espíritus impuros ... entraron en los puercos..., en número de 2.000...
La narración de Marcos de la vida y muerte de Jesús es en lo esencial tan parecida a la de Mateo, que poco podemos agregar a lo dicho en el capítulo anterior. Podríamos mencionar un detalle interesante:
Aunque parece que Marcos escribió en griego, está más cerca del arameo que el mismo Mateo. De hecho, parte de la imperfección de su griego consiste en que su evangelio contiene numerosas expresiones arameas traducidas literalmente, como si Marcos escribiera en griego pero pensara en arameo.
Con mayor frecuencia que los demás evangelios, Marcos da los nombres en arameo y luego los traduce, como en el caso de «Boanerges». Otro ejemplo surge en el caso de la hija del funcionario de la sinagoga, muchacha a la que Jesús resucita. Los tres evangelios sinópticos narran este milagro, pero sólo Marcos cita las palabras de Jesús, al resucitar a la muchacha, en su arameo nativo:
Marcos 5.41.
Y tomándola
(Jesús),
le dijo: «Talitha. Qumi», que quiere decir: Niña, a ti le lo digo, levántate.
En otro momento, Marcos cuenta que Jesús cura a un sordo y tartamudo:
Marcos 7.34.
y mirando al cielo, suspiró y dijo: «Efeta», que quiere decir «ábrete»;
Y una vez más cuando Jesús ora en Getsemaní dirigiéndose a Dios como «Padre», transcribe primero la palabra en arameo:
Marcos 14.36.
Decía
(Jesús):
Abba, Padre, todo te es posible; aleja de mí este cáliz...
El Evangelio según san Lucas • Lucas • Teófilo • Zacarías • Isabel • María • Juan el Bautista • César Augusto • Cirino • Belén • Navidad • Simeón • Los doctores • Tiberio César • El hijo de José • Judas, el hermano de Santiago • El centurión • El buen samaritano • El pobre Lázaro • Un país lejano • Herodes Antipas • La crucifixión
Al igual que el de san Mateo, el tercero y último de los evangelios sinópticos parece basarse ampliamente en el de san Marcos, pero incluye otros temas adicionales.
Por tanto, Lucas es sin duda posterior a Marcos, y probablemente más tardío que Mateo. En general, los eruditos están de acuerdo en que Lucas se escribió algún tiempo después del año crítico del 70 dC, cuando los romanos tomaron la ciudad y destruyeron el Templo. Algunos incluso sugieren fechas tan tardías como el 100 dC, aunque el 80 dC sería más aceptable.
Si Lucas es posterior a Mateo, parece, a pesar de ello, haberse escrito de manera independiente. Además de lo que se halla en Marcos, su contenido complementario es en su mayor parte enteramente distinto de los temas adicionales tratados en Mateo.
Hasta cierto punto, ello tal vez obedezca a un propósito diferente.
Supongamos que empezamos con el evangelio de san Marcos, el más antiguo de los sinópticos, y lo consideramos tal como parece ser: la simple historia de un profeta y hacedor de milagros que el autor toma por el Mesías y que es injustamente acusado y ejecutado, pero que vuelve gloriosamente a la vida. Tal como la cuenta Marcos, la historia se dirige al cristiano ordinario de origen judío.
Al refundir ese evangelio, Mateo añade textos con el fin de que convenga (según su opinión) al entendimiento de las personas versadas en las enseñanzas del Antiguo Testamento, intercalándolos con numerosas referencias a profecías bíblicas, utilizando leyendas referentes a Jesús que eran corrientes en la época y asociándolas a tales profecías.
Por otro lado. Lucas refunde el evangelio de Marcos de forma que convenga especialmente a los gentiles simpatizantes del cristianismo que piensan en la conversión, o que ya son conversos y desean saber más cosas respecto a los orígenes de tal religión.
Lucas ignora en general las profecías del Antiguo Testamento por considerarlas accesorias, y encuadra a los judíos en el papel de villanos de manera más clara que Mateo y Marcos. Trata a las autoridades romanas con mayor suavidad que en los dos evangelios primeros, y describe al propio Jesús con una actitud hacia los gentiles más afable que en los otros evangelios sinópticos.
Muchos consideran que Lucas era gentil, aunque no hay pruebas concluyentes. Su nombre es romano, pues Lucas (Loukas en griego y Lucas en latín) es una versión abreviada de Lucius o de Lucanus, dos nombres genuinamente romanos. En sí mismo, esto no dice nada, por supuesto, pues en la época del Nuevo Testamento los judíos adoptaban a veces nombres romanos. Pablo es un nombre romano, pero no hay duda de que el apóstol de ese nombre era judío.
Además, se considera que el griego en que está redactado Lucas tiene un valor literario sensiblemente mayor que el de Mateo o el de Marcos (en efecto, la superioridad de Lucas es evidente para muchos incluso en las traducciones), de modo que se estima que el autor debió tener una estricta educación helénica. Eso refuerza la posibilidad de que fuese gentil, aunque no lo demuestra sin lugar a dudas.
Podemos hallar más indicios en el hecho de que el mismo autor de Lucas escribió casi con toda seguridad los Hechos de los Apóstoles, libro que narra los acontecimientos sucedidos en las décadas siguientes a la crucifixión, en especial los concernientes a los viajes del apóstol Pablo.
Hay muestras de que el autor de los Hechos era en realidad un amigo de Pablo que lo acompañaba en sus viajes. Así, en cierto momento se dice que Pablo tiene la visión de un hombre que grita socorro en Macedonia:
Hechos 16.10.
Luego que vio la visión, buscamos cómo pasar a Macedonia...
Es posible que el autor de los Hechos haya incluido de pronto una cita de las memorias de Pablo sin hacerlo constar. (Las convenciones sobre el empleo de las citas son de origen moderno, claro está.) Sin embargo, parece más sensato suponer que la utilización de la primera persona de plural significa que el autor era alguien del séquito de Pablo que intentaba pasar a Macedonia con él.
Pero ¿quién podría ser tal compañero? En sus cartas, Pablo menciona varias veces a personas especialmente cercanas a él. Así, en la Epístola a los Colosenses, Pablo envía la carta a un amigo mandándole recuerdos de quienes le rodean;
Colosenses 4.14.
Os saluda Lucas, el médico amado, y Demas.
Suele pensarse que Lucas era el médico de cabecera de Pablo, y la naturaleza de esa función garantizaría una relación íntima entre ambos durante los fatigosos viajes de Pablo. En la Segunda Epístola a Timoteo, Pablo declara de manera concreta:
2 Timoteo 4.10. ...
Demas me ha abandonado por amor de este siglo...
[1]
2 Timoteo 4.11.
Sólo Lucas está conmigo...
Eso indica la particular fidelidad de su médico. También se menciona a Lucas como uno de los que envía saludos en la conclusión de la Epístola a Filemón.
Dice la tradición que Lucas es autor del tercer evangelio y de los Hechos de los Apóstoles. Tal creencia se remonta a Ireneo, obispo de Galia hacia el 170 dC.
Eso sigue sin ayudarnos a decidir si Lucas era judío o gentil.
Sin embargo, los Hechos de los Apóstoles tratan de Antioquía de forma especialmente detallada, como si el autor tuviese buen conocimiento de los asuntos de la iglesia en esa ciudad. Los cristianos de Antioquía eran en su mayor parte de origen gentil (había relativamente pocos judíos), y si Lucas era miembro de la iglesia de esa diócesis, hay buenas probabilidades de que fuese gentil. Unos de los padres primitivos de la Iglesia, Eusebio de Cesárea escribió en el 324 dC una historia religiosa
[2]
donde se afirma que Lucas era ciudadano de Antioquía de extracción siria. Esta es la tradición generalmente aceptada.
Sin embargo, en los Hechos de los Apóstoles hay un versículo donde se enumera a algunos miembros de la iglesia de Antioquía:
Hechos 13.1.
Había en la iglesia de Antioquía profetas y doctores: Bernabé y Simeón, llamado Níger; Lucio de Cirene...
¿Puede ser Lucio de Cirene el Lucas de las epístolas paulinas? Algunos lo han sugerido. Pero Cirene era un centro judío importante, y si Lucas era natural de Cirene y no de Antioquía, las posibilidades de que fuese judío aumentan considerablemente.
En conjunto, la mejor prueba en favor del origen gentil de Lucas es que él mismo escribiera con una actitud de simpatía hacia los gentiles.
Lucas inicia su evangelio a la manera griega habitual dirigiéndose a la persona a quien va dedicado:
Lucas 1.3.
Me ha parecido también a mí... escribirte ordenadamente, óptimo Teófilo,
Lucas 1.4.
para que conozcas la firmeza de las enseñanzas que tú has recibido de viva voz.
Parece que Lucas tratara de consolidar la conversión de algún griego en concreto. No se sabe absolutamente nada de este futuro converso, pero suele pensarse que era de buena familia, pues Lucas le trata de «óptimo».
Algunos sugieren que Teófilo era un funcionario del tribunal de Roma que estaba juzgando al apóstol Pablo y que el evangelio de San Lucas constituía un alegato para la defensa preparado por el íntimo amigo y compañero de Pablo. Tenía el propósito de informar al tribunal de que Pablo no era traidor a Roma, sino un enviado de Dios.
También hay quien sugiere que Teófilo (ese nombre significa «el que ama a Dios») no era una persona de carne y hueso, sino que representaba, simbólicamente, a los conversos potenciales en general.
Lucas no escribía bajo la ilusión de ser el primer biógrafo de Jesús, porque sabía muy bien que existía toda una serie de biografías semejantes. En primer lugar, estaba Marcos, y tal vez hubiese otros que no se aceptaran como canónicos y que, por tanto, se habrían perdido:
Lucas 1.1.
Puesto que muchos han intentado componer un relato de los acontecimientos cumplidos entre nosotros,
Pero si no era el primero en ese campo, tal vez pretendiera ser el más completo. Marcos empieza por el bautismo de Jesús por Juan, en una época en que Jesús ya era adulto, y termina con la resurrección. Mateo se remonta al nacimiento de Jesús, pero Lucas va aún más lejos, al nacimiento de Juan el Bautista.
Su intención quizá fuese dejar enteramente claro que Juan era un elemento accesorio, un precursor que evidentemente reconocía su propia misión de heraldo del hombre más grande que le sucedería. Esto quizá pudo ser especialmente importante a la luz de las polémicas doctrinales que se produjeron en las décadas inmediatamente posteriores a la crucifixión, cuando los seguidores de Juan el Bautista sostuvieron durante algún tiempo una tradición que, al parecer, era independiente de los discípulos de Jesús. Así, en los Hechos de los Apóstoles, se presenta a un recién llegado de la manera siguiente:
Hechos 18.24.
Cierto judío de nombre Apolo ... llegó a Efeso...
Hechos 18.25, ...
sólo conocía el bautismo de Juan.
Al parecer era un seguidor de las doctrinas de Juan el Bautista que, sin embargo, conoció a Jesús y rápidamente se unió a sus partidarios.
Por tanto. Lucas empieza con Zacarías, padre de Juan el Bautista, personaje no mencionado en ninguna otra parte del Nuevo Testamento:
Lucas 1.5.
Hubo en los días de Herodes..., un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías...
El sacerdocio se dividía en veinticuatro secciones de «turnos», cada uno de los cuales significaba una semana de servicio en el Templo, de manera que un individuo determinado servía una semana seguida dos veces al año. Esos veinticuatro turnos se nombraban por un antepasado de ascendencia arónica, y se enumeran en 1 Crónicas. Entre ellos están:
1 Crónicas 24.10.
la séptima
[3]
a Cos, la octava, a Abías;
Así, Zacarías era sacerdote del octavo turno.
También se presenta a la madre de Juan el Bautista:
Lucas 1.5. ...
cuya mujer
(de Zacarías),
de la descendencia de Arón, se llamaba Isabel.
Isabel («Eleisabet») es un nombre arónico genuino, pues es equivalente al hebreo «Elisheba», y así se llamaba la mujer de Arón:
Éxodo 6.23.
Arón tomó por mujer a Elisabet...
El matrimonio no tenía hijos y, como ya estaban entrados en años, parecía que tal situación permanecería inalterable. Isabel compartía tal destino con una serie de mujeres del Antiguo Testamento: Sara, mujer de Abraham; Raquel, de Jacob; la mujer anónima de Manué; y Ana, la mujer de Elcana. En cada uno de los casos mencionados, la esterilidad acababa mediante la intervención divina con el nacimiento de un hijo ilustre: Isaac, José, Sansón y Samuel, respectivamente. La historia de Isabel sigue esos modelos anteriores.
Zacarías hace su turno de servicio en el Templo en fecha no especificada. Se le aparece el ángel Gabriel, igual que un ángel se apareció a la mujer de Manué. Le anuncia a Zacarías que tendrá un hijo en términos que en parte recuerdan las palabras de la historia anterior respecto a la mujer de Manué. Poco después, Isabel queda efectivamente embarazada.
La historia gira ahora en torno a la futura madre de Jesús:
Lucas 1.26.
En el mes sexto
(del embarazo de Isabel)
fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret,
Lucas 1.27.
a una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
Lucas 1.28.
Y... le dijo...
Lucas 1.31.
y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
Lucas subraya el hecho de que María es virgen, pero ello no es en absoluto un anuncio claro del nacimiento virginal, como en Mateo. Aunque virgen en el momento de la «anunciación», María estaba comprometida en matrimonio, y las palabras de Gabriel pueden entenderse en el sentido de que después de consumado su matrimonio con José concebirá de una manera normal.
Desde luego, la historia continúa:
Lucas 1.34.
Dijo María al ángel: ¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco varón?
Si consideramos que está a punto de casarse resulta una pregunta extraña, a menos que, como sugieren algunos comentadores, pretenda ser virgen para siempre aunque se case. (Sin embargo, Lucas no dice eso.) Otra posibilidad es que María concibiese en el momento de la anunciación, mientras aún era virgen. Sin embargo, al contestar a María, Gabriel utiliza el futuro imperfecto: