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Authors: Ian Shaw & Stan Hendrickx & Pierre Vermeersch & Beatrix Midant-Reynes & Kathryn Bard & Jaromir Malek & Stephen Seidlmayer & Gae Callender & Janine Bourriau & Betsy Brian & Jacobus Van Dijk & John Taylor & Alan Lloyd & David Peacock

Tags: #Historia

Historia del Antiguo Egipto (10 page)

BOOK: Historia del Antiguo Egipto
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Cronología y geografía

Tras establecer que las tumbas eran predinásticas, su siguiente tarea consistió en organizar la considerable cantidad de material excavado y situar la recién definida cultura predinástica dentro de un marco cronológico. Utilizando la cerámica de novecientas tumbas de los cementerios de Hiw y Abadiya, Petrie inventó un sistema de seriación que formó la base de un sistema de
sequence dates
(«fechas secuenciales»), en el cual las nuevas categorías cerámicas eran definidas atendiendo a la forma y decoración de los recipientes. Petrie llegó a la hipótesis intuitiva de que los vasos de asas onduladas (
wavy-handled vases
) evolucionaron de forma gradual a partir de recipientes globulares con asas funcionales claramente moldeadas hasta formas cilindricas en las cuales las asas eran meramente decorativas. La cronología de las
sequence dates
se organizó en principio en torno a este concepto de la evolución del diseño de las asas onduladas.

El resultado fue una tabla con cincuenta fechas secuenciales, numeradas desde la treinta en adelante para permitir incorporar las culturas más antiguas que todavía no se hubieran descubierto. Esto terminó resultando una sabia decisión, puesto que las excavaciones de Brunton en El Badari tendrían como resultado la posterior identificación del Período Badariense, la primera etapa del Predinástico del Alto Egipto (véase el capítulo 2). La duración de cada una de las fases individuales de estas
sequence dates
era incierta y la única conexión con una fecha absoluta era la existente entre la SD 79-80 y el ascenso al trono del rey Menes al comienzo de la I Dinastía, que se situaba en c. 3000 a.C.

Las
sequence dates
se agruparon en tres períodos. Primero estaba el Amraciense (o Nagada I), nombre que recibió del yacimiento tipo de El Amra, que incorporaba los estilos SD 30-38; esta fase se corresponde con el desarrollo máximo de la cerámica roja de borde superior negro y de los recipientes rojos pulidos con motivos decorativos blancos pintados. En segundo lugar se encontraba el Gerzense (o Nagada II), a partir del yacimiento El Gerza, que incluía los estilos SD 39-60 y se caracteriza por la aparición de la cerámica de asas onduladas, la cerámica tosca de uso diario y unos motivos decorativos realizados con pintura marrón sobre un fondo color crema. Por último se encontraba Nagada III, que incluía las SD 61-80 y era la fase final, señalada por la aparición de un estilo llamado tardío, cuyas formas comienzan a evocar las de la cerámica dinástica. Según Petrie, fue durante la fase Nagada III cuando llegó a Egipto una «raza nueva» asiática, que trajo consigo la semilla de la civilización faraónica.

Los especialistas han alabado con frecuencia el sistema de
sequence dates
de Petrie y, si bien varios análisis han corregido y mejorado su precisión, las tres fases básicas del final del Predinástico nunca han sido puestas en duda en lo básico y en la actualidad siguen siendo la urdimbre sobre la cual se teje la Prehistoria de Egipto.

La fiabilidad del corpus de cerámica es vital para la validez del sistema. En 1942,Walter Federn, un exiliado vienes en Estados Unidos, expuso algunas imperfecciones en el corpus de Petrie. Para poder clasificar los recipientes de la colección de De Morgan en el Museo de Brooklyn se vio obligado a revisar los grupos de Petrie, quitando dos de ellos de la secuencia. Fue Federn quien introdujo un factor que había ignorado Petrie, la pasta de los recipientes. También se hizo aparente entonces que un sistema basado en material procedente de los cementerios del Alto Egipto no era necesariamente aplicable ni a las necrópolis del norte de Egipto ni a las de Nubia.

A pesar de sus reconocidas insuficiencias, el trabajo de Petrie siguió siendo el único medio de organizar el Predinástico en fases culturales hasta la llegada del sistema creado por Werner Kaiser en la década de 1960, pero ni siquiera entonces pudo ser reemplazado. Kaiser serió la cerámica de ciento setenta tumbas de los Cementerios 14001500 de Armant utilizando la publicación del yacimiento, realizada por Robert Mond y Oliver Myers en la década de 1930. Su trabajo reveló que en el cementerio existía también una cronología «horizontal». La cerámica roja de borde superior negro abundaba en la parte sur de la necrópolis, mientras que las formas «tardías» se concentraban en la zona septentrional del mismo. Un análisis realmente detallado de la clasificación, basado aún en el corpus de Petrie, permitió a Kaiser corregir y afinar el sistema de
sequence dates
. De este modo los tres grandes períodos de Petrie quedaron confirmados, pero refinados con el añadido de once subdivisiones (o
Stufen
) desde la la hasta la Illb. En 1989, la tesis doctoral de Stan Hendrickx permitió aplicar el sistema de Kaiser a todos los yacimientos Nagada de Egipto. El resultado fueron unas ligeras modificaciones, sobre todo en las fases de transición entre Nagada I y Nagada II.

Otras mejoras importantes en la cronología predinástica han tenido que ver con los avances en la cronología absoluta. Tanto las
sequence dates
de Petrie como las
Stufen
de Kaiser son sistemas de datación relativa, poseen como
terminus ante quem
c. 3000 a.C. (la supuesta fecha de la unificación de Egipto); pero en sí mismas no proporcionan ninguna fecha absoluta para el comienzo y el final de cada una de las fases y subdivisiones del Período Nagada. Los necesarios puntos de contacto con una cronología absoluta se hicieron posibles en la segunda mitad del siglo XX, gracias a la invención de los sistemas de datación basados en el análisis de fenómenos físicos y químicos. Por lo que respecta al Predinástico egipcio, la termoluminiscencia (TL) y el radiocarbono (Carbono 14) son los más importantes de estos métodos científicos.

Libby probó la exactitud del sistema de datación por radiocarbono en materiales de la región de Fayum y, desde entonces, el análisis de muestras para datación ha sido lo suficientemente sistemático como para permitir construir un marco cronológico bastante preciso, en el que las tres fases de Petrie encontraron su sitio. La primera fase de Nagada (Amraciense) se sitúa entre 4000 y 3500 a.C., seguida por una segunda fase (Gerzense), que va desde 3500 hasta 3200 a.C., para concluir con la fase final del Predinástico, situada entre 3200 y 3000 a.C.

En todos los casos, la localización geográfica de los yacimientos Nagada I es el Alto Egipto, desde Matmar, en el norte, hasta Kubbaniya y Bahan, en el sur. Esta situación cambia, sin embargo, con la cultura Nagada II, que se caracteriza sobre todo por un proceso de expansión: partiendo desde su núcleo meridional se difunde hacia el norte hasta alcanzar el extremo oriental del delta y también hacia el sur, donde entra en contacto directo con el «Grupo A» nubio.

Nagada I (Amraciense)

Entre Petrie y Quibell descubrieron varios miles de tumbas predinásticas (quince mil para todo el Período Predinástico). Como resultado de ello, durante más de un siglo nuestro conocimiento del período se basó casi por completo en restos funerarios.

En términos generales, el Amraciense no es distinto de la más antigua cultura badariense. Los rituales y los tipos de ofrendas funerarios son tan similares que cabe preguntarse si la segunda no es una versión más antigua y regional de la primera.

En general, los muertos amracienses se enterraban en sencillos agujeros ovalados en posición fetal sobre el costado izquierdo, con la cabeza apuntando al sur y mirando hacia el oeste. Debajo del difunto se colocaba una estera y, en ocasiones, la cabeza sobre un almohada de paja o cuero. Otra estera o la piel de un animal, por lo general una cabra o una gacela, cubría o envolvía al difunto y en la mayor parte de las ocasiones también la mayoría de las ofrendas. Los restos de tela que se han conservado sugieren que la vestimenta típica del difunto era una especie de sudario de tela o taparrabos de cuero entretejido con tela. Si bien la mayoría de los enterramientos más sencillos son de personas en solitario, los enterramientos múltiples también son bastante frecuentes, sobre todo los formados por una mujer (posiblemente la madre) y un niño recién nacido. Comparado con el período anterior se aprecia la aparición de enterramientos más grandes, dotados de un sarcófago de madera o arcilla y un ajuar más generoso. Aunque saqueadas, las tumbas amracienses de Hieracómpolis son notables por su forma rectangular y su tamaño (la mayor mide 2,50 X 1,80 metros). En dos casos, la inclusión de magníficas cabezas de maza discoidales de pórfido probablemente indique que se trata del enterramiento de personajes poderosos. La cultura amraciense se diferencia sobre todo de la badariense en la diversidad del ajuar funerario y los subsiguientes signos de jerarquía; desde el punto de vista de esta diversificación, es evidente que Hieracómpolis ya era un lugar relevante.

Las diferencias entre la cultura badariense y la amraciense se pueden apreciar sobre todo en los cambios producidos en la cultura material. La cerámica roja de borde superior negro se va volviendo lentamente menos habitual; una tendencia que terminará llevando a su total desaparición a finales del Predinástico. El efecto ondulado de la superficie de la cerámica se hizo más raro, al igual que la cerámica pulida negra. Sin embargo, al mismo tiempo, la cerámica roja pulida siguió floreciendo con formas variadas, a menudo con distintos estilos de decoración en la superficie. Los ejemplos mejor decorados presentan esculturas en el borde y dibujos geométricos, animales y vegetales. Se trata de los comienzos de una iconografía que terminará incorporada al núcleo de la civilización faraónica.

La fauna representada en los recipientes es fundamentalmente ribereña, como hipopótamos, cocodrilos, lagartijas y flamencos; pero también escorpiones, gacelas, jirafas, icneumones y bóvidos. Estos últimos aparecen dibujados de forma esquemática, lo cual dificulta su identificación precisa. En ocasiones también puede aparecer representado un barco, como avance de lo que será el
leitmotiv
de la fase Nagada II. Las figuras humanas, si bien en esta época son discretas, ya estaban presentes en la versión amraciense del universo. Este tipo de figuras aparecen representadas esquemáticamente, con una pequeña cabeza redonda sobre un torso triangular que termina en unas caderas estrechas con unas piernas delgadas como palos, a menudo sin pies. Los brazos aparecen representados sólo cuando las figuras se encuentran realizando alguna actividad.

Las imágenes que incorporan figuras humanas se pueden dividir en dos tipos: el primero —y más frecuente— es la caza y el segundo el guerrero victorioso. Un buen ejemplo de escena de caza aparece en un recipiente Nagada I conservado en el Museo Pushkin de Bellas Artes de Moscú (el Cuenco de Moscú). La escena incluye a una persona que sujeta un cuenco en la mano izquierda, mientras que con la derecha controla a cuatro galgos con las correas. Es la imagen misma del cazador, con el rey llevando la cola de un animal colgada del cinturón, algo que varios siglos después todavía se podía ver en la llamada Paleta del Cazador o en el mango del cuchillo de Gebel el Arak (el primero actualmente en el Museo Británico y el segundo en el Louvre) y que, de hecho, siguió siendo una imagen poderosa hasta el final del Período Faraónico.

El tema del guerrero victorioso aparece en el alargado cuerpo de un recipiente Nagada I de la colección del Petrie Museum, en la University College de Londres. La imagen consta de dos figuras humanas situadas entre motivos de plantas; la figura de mayor tamaño, con tallos vegetales o plumas adornando su cabello, alza los brazos por encima de la cabeza, mientras su virilidad queda marcada de forma inequívoca por un pene o una funda de pene. Unas cintas entrelazadas que caen por entre sus piernas pueden representar una tela decorada. Una línea blanca emerge del pecho de esta misma figura y se enrolla en torno al cuello de una segunda figura, una persona de mucho menor tamaño y con pelo largo. Un abultamiento en la espalda de esta figura más pequeña puede representar sus brazos atados. A pesar de una clara protuberancia pélvica, el sexo de esta segunda persona es ambiguo; si es femenino, su pequeño tamaño quedaría justificado. Una escena similar decora un recipiente idéntico del Museo de Bruselas, así como uno del mismo material hallado en la década de 1990 por arqueólogos alemanes en Abydos. La preponderancia de la figura atada y la ausencia de brazos o su presencia atados en figuras de escaso tamaño sugiere con fuerza la imaginería del conquistador y el derrotado. Este temprano tema de dominación parece ser el prototipo de las tradicionales escenas de victoria del Período Faraónico. Resulta interesante destacar que, en fechas tan tempranas como la fase Nagada I, ya existe el tema dual de la caza y la guerra —entendida siempre como victoriosa—, lo cual implica la existencia de un grupo de cazadores-guerreros investidos ya con un aura de poder.

Las tumbas y ofrendas funerarias en la cultura Nagada I no indican tanto una creciente jerarquización como una tendencia hacia la diversidad social. Parece que, en un principio, las ofrendas de esta fase pretenden sólo señalar la identidad del difunto. No será hasta la fase Nagada II (y más aún en Nagada III) cuando se hagan evidentes las grandes acumulaciones de bienes funerarios.

Las estatuillas funerarias son particularmente significativas. Hombres y mujeres aparecen representados de pie (más raramente sentados), haciéndose énfasis en sus rasgos sexuales primarios. Sólo unas pocas de los millares de tumbas excavadas contienen estas figurillas, por lo general de forma individual, siendo raros los grupos de dos o tres en una única tumba. La cantidad máxima encontrada en un enterramiento es un grupo de dieciséis. Basándose en el análisis de las demás ofrendas, las tumbas que contenían las estatuillas no eran especialmente ricas en otros aspectos y, en ocasiones, estas pequeñas figuras esculpidas son la única ofrenda de la inhumación. ¿Es posible que se trate de las tumbas de escultores? Cualquiera que sea su significado, la presencia de estos objetos indica más bien exclusividad y no riqueza expresada mediante una gran cantidad de bienes funerarios. El uso del cobre y los cuchillos de sílex como ofrendas funerarias plantea la misma cuestión durante la fase Nagada II.

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