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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

Impávido (10 page)

BOOK: Impávido
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—La tradición exige que la unión de la sabiduría y la experiencia de los oficiales al mando de la flota ocupe un lugar importante en la decisión de los movimientos de la misma.

—¡La tradición! —Geary volvió a pasearse sacudiendo la cabeza—. Creo que sé un poco más que usted sobre el modo en que esta flota solía operar. Pruebe con el reglamento. Pruebe con el orden y la disciplina, o la unidad de mando. Yo soy el oficial al mando de esta flota, capitán Falco. Escucharé los consejos y tendré en consideración todas las sugerencias que se me ofrezcan, pero seré yo quien decida lo que esta flota haga o deje de hacer.

—¡Debe mostrar el debido respeto por los oficiales al mando de las naves de esta flota!

Geary asintió.

—En eso estamos de acuerdo, pero mostrar respeto no es lo mismo que rehuir mi responsabilidad, mi deber, a la hora de tomar decisiones cruciales.

—Debo insistir en seguir los procedimientos de mando que esta flota ha desarrollado a la vista del perpetuo estado de guerra. —Falco parecía tozudo y orgulloso, no quería dar su brazo a torcer. Geary se dio cuenta de que era igual que cuando combatía en una batalla; se negaba a admitir o a reconocer cuándo un asalto frontal sencillamente no podía funcionar. Lo extraño era que estaba siendo claramente sincero; Falco realmente creía que ese era el modo correcto de hacer las cosas.

Por esa razón, Geary controló su tono de voz y habló con tacto.

—Siento un profundo respeto por los oficiales con los que sirvo y por las tradiciones de la flota. También estoy obligado a asumir mis deberes como mejor los entiendo, dadas las normas y los reglamentos. Las he comprobado y esas normas y reglamentos no dicen nada sobre votaciones para confirmar decisiones de mando.

—No se trata de someterse ciegamente a las normas, que pueden estar obsoletas en relación a la amenaza a la que tenemos que hacer frente —declaró Falco.

Geary reconoció esas palabras. Falco había dicho cosas parecidas en numerosas ocasiones antes de ser capturado, normalmente al hablar del Gobierno de la Alianza.

—Para bien o para mal, capitán Falco, yo llevo en mi interior el respeto a esas normas obsoletas, e insisto en que la flota también las cumpla.

—Repito, insisto…

—Usted no tiene autoridad para insistir en nada. Actualmente yo soy el oficial más veterano. Estoy al mando. Creo que los procedimientos de mando basados en votaciones y en comités no son una buena idea y no seguiré esa clase de trámite. No voy a cambiar. —Falco hizo ademán de querer intervenir otra vez, pero Geary lo disuadió con una mirada inquisitiva—. Ha hecho una sugerencia. ¿Alguna cosa más?

Por fin Falco se puso también en pie con el rostro enrojecido.

—He revisado los planes de ataque planetario. La primera descarga de bombas cinéticas en los dos planetas habitados en este sistema va a dejar muchos objetivos intactos. Debemos eliminar todas las fuentes del poder síndico del sistema.

—Estoy destruyendo objetivos industriales, militares y gubernamentales, capitán Falco.

—Va a dejar con vida a muchos trabajadores síndicos que podrán seguir contribuyendo a la labor de los Mundos Síndicos. Su capacidad de trabajo para el esfuerzo bélico síndico debe ser anticipado permanentemente.

—¿Anticipado permanentemente? —preguntó Geary—. ¿Esa es otra forma de decir que hay que matarlos?

Falco lo miró sin comprender.

—Estamos en una guerra por todo aquello en lo que creemos, capitán Geary. No podemos dejar que las sutilezas legales nos impidan hacer lo que tenemos que hacer para proteger nuestros hogares y nuestras familias.

—¿Sutilezas legales? ¿Así es como lo llama? ¿Cree que eso es lo único que se interpone entre nosotros y una matanza de habitantes civiles en esos planetas, capitán Falco? —preguntó Geary con falsa calma.

Por su parte, Falco parecía perplejo ante la pregunta y respondió como si le estuviera hablando a un niño.

—Son parte de la maquinaria bélica de los síndicos. Solo podremos vencer si eliminamos todos los frentes del poder síndico.

—¿Y usted cree que tal acción representa todo aquello en lo que creemos? ¿Que nuestros antepasados verían con buenos ojos un asesinato masivo? —respondió Geary.

—¡Los síndicos han hecho cosas mucho peores!

—Y ese es el motivo por el que luchamos contra ellos, ¿no es así? —Geary agitó la palma de la mano como si estuviera haciendo cortes en el aire—. No voy a cometer atrocidades ni a permitir que nadie que esté bajo mi mando las cometa. Se descargará una ráfaga de proyectiles cinéticos en esos mundos como represalia por las acciones síndicas contra esta flota. Los objetivos serán militares, industriales y gubernamentales. Punto.

Falco parecía estar atrapado entre el asombro y la ofensa.

—Había oído que les ha perdonado la vida a prisioneros, pero no pensé que fuera tan blando.

—¿Blando? —En lugar de enfurecerlo, Geary descubrió que la palabra le parecía graciosa—. No tengo problemas a la hora de enfrentarme a los combatientes enemigos. Si de verdad ha oído lo que le ha sucedido a la flotilla síndica en Kaliban, debería darse cuenta de ello. En cuanto al trato de los prisioneros, había pensado que sus veinte años de prisión le habrían hecho reconocer las virtudes de tratar a los prisioneros de acuerdo con el derecho de la guerra.

Guardó silencio consciente de que seguir contrariando a Falco no le reportaría nada bueno, pero también adivinó que Falco daría saltos de alegría ante cualquier señal de debilidad que percibiera.

—Me formaron para hacer cosas que se han ido perdiendo sin que nadie sea responsable de ello, capitán Falco. He traído conmigo esta formación desde el pasado para poder ayudar a esta flota a combatir mejor. También he traído actitudes que tal vez parezcan arcaicas, pero yo creo en ellas. Creo que harán más fuerte a esta flota.

Falco le devolvía la mirada con gesto tenso.

—Si usted lo dice. —Hizo un evidente esfuerzo por controlarse—. Quizá deberíamos empezar de nuevo.

Geary asintió.

—Esa sería una buena idea.

—Ambos queremos lo mismo —señaló Falco volviendo a sacar a relucir su amigable sonrisa—. Juntos podemos lograr grandes cosas.

—¿Para la Alianza? —azuzó Geary.

—¡Por supuesto! ¡Pero la Alianza necesita líderes fuertes! Nosotros podemos aportar ese liderazgo. —Falco sacudió la cabeza al tiempo que suspiraba exageradamente—. Ya ve cómo están ahora las cosas. El estado de la flota. La clase de personas que dan las órdenes a la flota. Esa Rione. Una senadora de la Alianza acompañando a una flota, ¡como si necesitáramos políticos atosigándonos para hacer bien nuestro trabajo! Por lo que he oído, ha sido un incordio para usted, lo cual es exactamente lo que yo habría sospechado.

Geary trató de no comprometerse.

—¿Eso es lo que ha oído?

—Mucha gente me lo ha dicho. Pero por descontado que podemos trabajar unidos para neutralizar su influencia.

—Es una idea —afirmó Geary en un tono tan neutro como pudo. Se le ocurrió que Falco podía haber mantenido ya esa misma conversación con la copresidenta Rione, lamentándose por la presencia de Geary y ofreciéndose a trabajar junto con Rione en contra de Geary. Se preguntó si Rione le contaría algo así si él lo sacara a colación.

Falco se le acercó sonriendo como un camarada en armas y blandiendo un enfático dedo índice.

—Cuando esta flota regrese al espacio de la Alianza, sus líderes podrán emitir sus propios pasajes para el futuro. Usted lo sabe. Tendremos una oportunidad histórica para dar forma al modo en que la Alianza prosigue esta guerra y a la manera en que la Alianza toma sus decisiones. Con esa oportunidad, podremos establecer las condiciones para ganar por fin esta guerra. Necesitará a alguien a su lado que comprenda el estado de la cuestión actual, alguien que lo ayude a contrarrestar a los políticos que han hecho todo lo que estaba en su mano para dar al traste con la Alianza y dejarla indefensa ante los síndicos.

Geary se limitó a devolverle la mirada conservando una expresión neutra.
¿Conmigo? ¿Por qué me parece que en cuanto alcancemos el espacio de la Alianza el capitán Falco se pondrá a lanzar comunicados de prensa en los que proclamará su éxito al traer de regreso a la flota sana y salva, y dejándome a mí, a lo sumo, como un mascarón de proa?

—Capitán Falco, se ha pasado un tiempo en el campo de trabajo síndico. Se puede considerar que sus propios conocimientos están considerablemente desfasados.

La sonrisa de Falco se había vuelto ahora tan segura como conspirativa.

—Tengo amigos que pueden ponerme al día. Al fin y al cabo, tengo muchas menos décadas sobre las que aprender que usted, ¿eh?

—Capitán Falco, siempre agradezco las sugerencias útiles. No obstante, mi papel consiste en llevar a la flota a casa sana y salva. Una vez allí, mi trabajo será delegar en el líder electo de la Alianza, sin importar lo que yo pueda pensar de lo acertado de sus decisiones. Si mi conciencia no me permite apoyar las decisiones legales del líder de la Alianza, mi obligación es renunciar a mi posición en la flota.

—Proteger a la Alianza es más importante que las prerrogativas de los políticos —comentó Falco en tono despreciativo.

—Capitán Falco, en la época de la que yo provengo se entendía que proteger a la Alianza equivalía a proteger aquello que representaba. Proteger los derechos individuales y los derechos del electorado. —Falco estaba poniendo todo su esfuerzo en no volver a fruncir el ceño—. Deseo continuar trabajando de una forma constructiva con la copresidenta Rione. Espero que me apoye usted en todas mis decisiones.

Falco lo miró detenidamente con un punto de cautela en los ojos, a pesar de que seguía sonriendo.

—El apoyo no es gratuito.

¡Menuda sorpresa!

—Me temo que a cambio de apoyo no tengo nada que ofrecer más que el bienestar de esta flota y de la Alianza.

—¡Eso es lo único que me importa! —Sonaba completamente sincero y Geary se dio cuenta de que probablemente lo estaba siendo. Falco creía que podía salvar a la Alianza y que podía tomar mejores decisiones que los líderes electos de la Alianza—. ¡La Alianza necesita un líder fuerte! ¡Tengo que saber que sus acciones obrarán en beneficio de la Alianza a corto y largo plazo, y, francamente, ahora mismo me preocupa que no sea usted consciente de lo serias que se han puesto las cosas durante la enorme cantidad de años que se ha pasado en su período de hibernación!

Habría sido más fácil pensar en Falco como un oportunista. En cambio parecía que estaba movido por una verdadera y sentida fe en que solo él podía salvar a la Alianza. En cierto modo, según creía Geary, eso lo hacía aún más peligroso. Nadie más que él podría igualar jamás el ideal que tenía Falco de lo que significaba ser el mejor líder, un puesto reservado en la mente de Falco al propio Falco, y ninguna acción que Falco reprobara podía ser dada por buena.

Geary trató de hablar del modo más profesional y desapasionado que pudo.

—Reconozco que el bienestar de la Alianza le preocupa. Puede que nuestras opiniones respecto al curso de acción adecuado difieran en algún momento, pero el destino y mi rango me han situado al mando de esta flota. Mi conciencia me exige que asuma mi responsabilidad para con la flota y para con la Alianza, lo cual requiere que la dirija lo mejor que sé. Creo que estamos de acuerdo en que llevar de vuelta esta flota al espacio de la Alianza es fundamental para el esfuerzo bélico de la Alianza y su apoyo para garantizar que eso ocurra será bien recibido.

La sonrisa de Falco había vuelto a desvanecerse.

—¿Espera que me quede sentado mientras usted echa a perder las oportunidades de asestar un importante golpe a los Mundos Síndicos? ¿Mientras esta flota se pasea por los remansos de los Mundos Síndicos en lugar de ir en busca del enemigo? ¿Mientras los políticos civiles sin experiencia pretenden decirnos cómo luchar en esta guerra?

—Nada de eso está sucediendo —sentenció Geary—. Estamos combatiendo el enemigo, nos dirigimos a casa y la copresidenta Rione no interfiere en las decisiones que se toman en esta flota.

—La hibernación de supervivencia prolongada provoca consecuencias en la gente —observó Falco con una acidez comparable a la de la capitana Faresa en su máximo esplendor—. Socava su buen juicio.

—¿Y su buen juicio no está socavado? —preguntó Geary—. ¿Acaso nunca ha cometido un error, capitán Falco? ¿Jamás?

Ahora Falco lo miró con abierta hostilidad.

—En ocasiones he depositado demasiada confianza en algunos subordinados, pero he conseguido evitar personalmente serios errores. Por eso yo debería estar al mando de esta flota, y por eso procuraré convencer a mis colegas oficiales de que así es.

—Entiendo. —Geary se tomó un instante pare preguntarse qué sucedería si se combinara a personas deseosas de creer en héroes perfectos, como algunos pensaban que él era, con un hombre que creía ser perfecto. La idea ponía los pelos de punta—. Capitán Falco, tengo que cumplir con mi trabajo aportando mis mejores cualidades. Me tomo esa responsabilidad muy en serio. Su obligación para con la Alianza consiste en apoyar mis esfuerzos. No toleraré ningún intento de obstaculizar esa labor. Si trata de desbaratar o de obstaculizar mi mando sobre esta flota, haré que se arrepienta. No ponga en duda mi honor, capitán Falco. Tal vez sea algo caduco, pero me lo tomo muy en serio.

Falco se quedó mirando a Geary unos segundos, luego dio media vuelta sobre el talón para salir.

—Capitán Falco. —Falco se detuvo en mitad del gesto, vacilando ante el tono de voz de Geary—. Tiene permiso para salir.

Pese a que Geary no podía ver el rostro de Falco, advirtió que el cuello del otro capitán enrojecía alarmantemente.

Falco se volvió de cara a Geary en el momento en que se abría la escotilla dando paso a Rione, que se encontraba allí de pie, a punto de pulsar el botón del timbre. Se detuvo y se quedó observando mientras Falco hablaba con una fría precisión, sin haberse percatado, aparentemente, de la cercana presencia de Rione.

—Esta flota se merece un comandante cuya valentía y audacia personal esté a la altura de la de sus tripulantes. Si usted no puede proporcionar esa clase de mando, le aseguro que la flota encontrará a un nuevo líder.

Giró para salir y se quedó clavado un momento al ver a Rione; luego pasó bruscamente a su lado sin pronunciar una palabra.

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